Volumen 5 - Nº35 - 1996 |
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Revista de Divulgación Científica y
Tecnológica de la |
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ARTICULO Insectos en Bibliotecas y
Archivos |
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Sin bibliotecas y archivos nuestra cultura estaría en peligro de extinción. Para que ella persista y evolucione es necesario conocer como se pensaba y qué se aprendió en tiempos anteriores, principalmente sobre la base de los testimonios que encierran las bibliotecas y los archivos. Sin embargo, conservar los libros, mapas y otros documentos que ellos guardan presenta grandes dificultades, que se han tratado de solucionar desde tiempos remotos. Es difícil evitar su deterioro, al igual que regular las causas que lo originan, incluida la acción del usuario. Entre los factores ambientales que afectan los repositorios se encuentran insectos, roedores, caracoles, hongos y bacterias, que sienten atracción por materiales como el papel, pergaminos, pieles, plásticos, adhesivos, cueros, telas, tintas, hilos y madera, a los que a veces producen serios daños, lo mismo que a las estanterías y a las propias construcciones. Si resulta difícil defender las
bibliotecas y archivos de los agentes biológicos nocivos, tal dificultad aumenta si no se
puede identificar a estos y se desconocen las características de los daños que cada uno
produce. Los insectos (a los que está dedicada esta nota) constituyen el grupo más
importante de ellos; por su variedad y dificil sintetización no será posible tratarlos
aquí en su totalidad, pero se podrán considerar los más comunes y perjudiciales.
Merecen especial atención por la diversidad de sus especies, comportamientos y deterioros
que puedan causar, y por la dificultad de su control. Hay que advertir, por otra parte,
que esa gran variedad también incluye a insectos útiles, que no sólo no dañan
papeles u otros materiales, sino que se alimentan de los dañinos. Conviene, pues, no
temer, por desconocimiento, a los insectos benéficos y, sobre todo, evitar que sean
destruidos. |
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¿Por qué un libro constituye algo apetecible para un insecto? En primer lugar, porque está hecho de papel, que se fabrica con materias fibrosas, principalmente celulosa, substancia muy común en los vegetales. Numerosos insectos que se alimentan de plantas y son, por ello, naturalmente atraídos por la celulosa, encuentran en bibliotecas y archivos un magnifico hábitat. Un papel de buena calidad contiene alta proporción de celulosa, que le confiere mayor resistencia al envejecimiento, pero lo hace más apetecible para los insectos; uno de menor calidad, por su acidez, que acelera el envejecimiento y favorece la proliferación de hongos, es menos atacable por aquellos. La madera, las telas de cuadros, cortinas y tapices y los hilos, cuerdas y telas de las encuadernaciones contienen celulosa, por lo que algunos insectos que perforan y comen papel son, a la vez, sus enemigos. Ciertos adhesivos usados en la encuadernación, y el apresto que recibe cada hoja de papel. pueden ser de origen vegetal o animal. Del primer origen son los engrudos, hechos con harina y aún usados; si no se les agregan substancias repulsivas de los agentes biológicos del deterioro, con seguridad atraerán diversos organismos nocivos. Los de origen animal, como la cola de carpintero, se basan en gelatinas. En las encuadernaciones modernas se emplean materiales sintéticos, tanto para costuras, que se realizan con fibras o hilos plásticos, como para cubiertas, que pueden ser de papel plastificado, o para el lomo de los libros. Igual que los tradicionales cueros y pieles, son frecuentemente atacados por una variedad de insectos. Roedores, caracoles, ácaros, hongos y bacterias son también agentes perjudiciales para el papel, pero, seguramente, quienes más daños causan a bibliotecas y archivos son los insectos. Taxonómicamente (es decir, en términos de la clasificación científica de los seres vivos), la clase Insecta se divide en numerosos órdenes; daremos algunas referencias acerca de las caracteristicas distintivas y la modalidad del daño que producen sus representantes más importantes. |
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Fig 1 - Lepisma Saccharina |
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Los tisanuros -Thysanura- constituyen un orden pequeño, al que pertenece el llamado pececillo de plata (Lepisma saccharina), de color plomizo y generalmente cubierto de escamas, que alcanza hasta 2,5cm de largo. Su cuerpo fusiforme termina en tres largos y delgados filamentos que lo hacen inconfundible (Fig. 1). Es un insecto típicamente nocturno, un ágil corredor que se oculta muy bien durante el día. Vive entre papeles viejos y pone huevos detrás de zócalos y en grietas del suelo. Los recién nacidos se alimentan de restos de los huevos; después de cambiar dos veces su tegumento, están en condiciones de comer papel, cola, cuero o textiles. Antes de llegar a adultos cambian múltiples veces de piel y su ciclo completo puede durar desde varias semanas hasta trece años. El daño provocado por los peces de plata, que no dejan residuos, consiste en un raspado muy limpio e irregular, que puede ocasionar perforaciones cortas, parecidas a las que producen las ratas. Si se trata de raspaduras superficiales, poniendo el material contra la luz se observan zonas transparentes. En cuero y pergamino son típicos las perforaciones con forma de embudo y el que sean devoradas las decoraciones que contienen más cantidad de cola o aglutinante. Por la facilidad de meterse entre las hojas de papel, en lugares en que siempre hay oscuridad, estos insectos pueden actuar día y noche. |
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