Criterios que debe cumplir un buen modelo animal de una enfermedad psiquiátrica

Existen dos componentes a tener en cuenta: la variable independiente y la variable dependiente. La primera es la que modifica el investigador; es decir, lo que este hace al animal modelo para inducir una anormalidad o un comportamiento específico. La segunda constituye el efecto de la manipulación o el resultado que se mide.

Todo estudio científico debe cumplir con la condición de que el sistema experimental con el que se lo ejecuta sea confiable y reproducible. Así, un modelo animal utilizado por un grupo de investigadores en, por ejemplo, la Argentina debe reaccionar de manera similar si es empleado en Europa o los Estados Unidos. Y si el mismo animal modelo se estudia en las mismas condiciones en dos momentos distintos, los resultados obtenidos deben ser los mismos (más allá del margen de variabilidad individual de las observaciones).

El criterio principal que deben cumplir los modelos animales de enfermedades humanas es de permitir llegar a predicciones adecuadas. El modelo animal tiene validez de predicción si el tratamiento probado en el animal muestra tener los mismos efectos en el humano, como sucede con las pruebas de ansiolíticos mencionadas en otro recuadro. Por lo menos, eso es lo más importante para la ciencia llamada traslativa (translational science), que traslada conclusiones del laboratorio a la práctica clínica. Pero en muchos casos esas conclusiones se obtienen tratando al cerebro como una caja negra, que responde a cierto fármaco de la manera esperada pero se ignora por qué. De ahí que, para muchos investigadores, por no revelar los mecanismos biológicas de la enfermedad, esos modelos y las terapias que permiten identificar tienen corta vida.

Hay otras características que hacen valioso un modelo animal. Entre ellas, que tenga validez etiológica, es decir, que la etiología o causa de la enfermedad sea la misma en el modelo animal y en el humano. Evaluar la validez etiológica –también llamada validez de construcción– implica conocer las hipótesis implícitas o explícitas que fundamentan la mencionada causa, por ejemplo, saber cómo genes específicos y sus productos pueden asociarse con determinados desórdenes. Así se han generado animales transgénicos cuyas mutaciones genéticas son homólogas a las humanas, como los de la Universidad McGill, mencionados en el texto con relación al factor eIF4E. Los estudios del comportamiento y farmacológicos de esos animales son importantes para identificar los cambios de los individuos (o fenotípicos) asociados con esas mutaciones y de esa manera comparar hipótesis acerca de la etiología de la enfermedad y explorar posibles tratamientos.

Por último, se puede apuntar a que el modelo animal muestre validez aparente. Eso significa que las alteraciones del animal (o sea, la variable dependiente) y el síntoma específico de la enfermedad humana sean parecidos. Detrás del requisito de validez aparente se encuentra el supuesto de que las alteraciones del animal y el síntoma específico de la enfermedad humana comparten las mismas bases fisiológicas, algo que no siempre es cierto y debe tenerse en consideración.

Nota a la que pertenece este recuadro

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