Cuando la física cuestiona a un mutante de los X-Men

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Un científico del Consejo explica las propiedades de los campos magnéticos a partir de un personaje de ficción.

CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Las proezas de superhéroes y villanos suelen ser entretenidas, pero ¿alguna vez se preguntaron los aficionados de los comics si los poderes que tienen sus ídolos podrían corresponderse con los principios de la física? ¿Por qué Superman recarga sus energías con el Sol? ¿Por qué la armadura de Iron Man resiste los embates del martillo de Thor?, y así, se podría generar un interrogante distinto por cada personaje de ficción que se venga a la mente.

Pues bien, Germán Dima, becario doctoral del CONICET, hace algún tiempo tuvo varias de estas incertidumbres. Lo que él se cuestionó, en su carácter de físico, es: “¿Por qué el mutante de los X-men, Magneto, que puede controlar los campos magnéticos también puede volar, incluso estando desnudo y sin objetos metálicos a su alrededor?”. Por supuesto que la respuesta “porque es un comic” está fuera de cuestión.

Antes de comenzar a desentrañar este misterio, y entendiendo que no todo el mundo acusa conocimiento de causa, es necesario saber quiénes son los Hombres X y quién es este Magneto. Fue en 1963 cuando el guionista y editor estadounidense, Stan Lee, se le ocurrió la genial idea de utilizar la genética para fundamentar la aparición de seres con superpoderes: los mutantes. En el caso particular de Magneto, éste fue el villano por excelencia de la tira y es bien – o mal- conocido por ser el maestro del magnetismo. Su poder mutante consta, principalmente, en generar y manipular los campos magnéticos.

La inmediata analogía que Dima hace para entender cómo es que funcionan sus poderes es reemplazar al personaje por un imán gigantesco. Pero, ¿qué es exactamente un campo magnético? Sin entrar en mucho detalle –dice– es una propiedad del espacio en la cual las cargas en movimiento sienten una fuerza, conocida como fuerza de Lorentz. “Si acercamos un imán a un clip, los electrones –partículas cargadas que están en movimiento– que lo componen sientan una fuerza que antes no sentían”, detalla.

El efecto neto del campo magnético sobre el clip se ve a simple vista: el clip se siente atraído por el imán. Pero no todo se imanta con todo: existen materiales que responden a estos campos, por ejemplo el cobalto o el níquel, y otros que lo hacen más débilmente, por ejemplo, el agua, el carbono, e incluso el ser humano puede entrar en esta categoría que se conoce como materiales diamagnéticos.

Entonces, la pregunta del millón sería: ‘Si Magneto es un ser humano, diamagnético por definición, ¿qué es lo que hace que pueda volar si no tiene puesto un traje con alguna aleación que pueda estar imantándolo y por ende hacerlo “levitar”?’. Dima dice que “quizás si el mutante se concentrara e hiciera un campo magnético muy intenso que lo bañe, por ahí la cosa sería distinta. Llegaría un punto en el que él sentiría una fuerza que lo empujaría hacia arriba, en oposición a esa otra fuerza que hace que tengamos los pies sobre la Tierra: la fuerza gravitatoria”, explica.

He aquí, entonces la batalla: de un lado del ring, tirando para abajo, está la fuerza de gravedad, y del otro lado del ring, haciendo exactamente lo inverso, se encuentra la fuerza magnética. La resolución dictada por la lógica será entonces que en el momento en que la segunda le gane a la primera, el mutante comenzará a volar.

Haciendo cuentas

Dado que la fuerza magnética depende de la intensidad del campo, es posible encontrar cuál es la mínima intensidad que tiene que generar Magneto para poder levantar su cuerpo del suelo. Ecuación de por medio se puede afirmar que el mutante necesita para lograr su cometido campos mayores a 69.14T (la unidad para medir intensidades de campos magnéticos es el Tesla “T”).

El investigador explica que para poder entender más claramente la afirmación anterior es bueno saber que “el campo magnético terrestre es, en promedio, de 0.00005T. Los imanes que entregan las pizzerías para poner en la heladera tienen aproximadamente 0.005T y, de hecho, el mayor campo magnético continuo creado en un laboratorio fue de 45T”. De esta manera, queda en evidencia que hablar de campos magnéticos de 70T es extralimitado, por lo que volar con este método – asegura Dima- queda descartado.

Además, es preciso decir que moverse dentro de campos tan intensos produce corrientes eléctricas, lo que podría decantar en que los músculos se contraigan y el personaje podría tranquilamente estar lleno de tics involuntarios. La lista de riesgos en la salud del personaje se extiende también a náuseas, pérdida del gusto y del equilibrio, problemas cardíacos, magnetofosfenos (sensación de ver luces de colores) y drástica pérdida de hierro en la sangre, entre otros males. Finalmente, expresa Dima: “queda la duda de por qué al empezar a levitar su casco no sale volando por los aires, ya que es un elemento ferromagnético y es perfectamente vulnerable a campos externos”.

Aparentemente, el mutante vuela gracias a sus poderes magnéticos, pero él es inmune a las contraindicaciones que se generan al estar sometido a campos muy intensos. En conclusión, entonces, y atento a las leyes que la física viene demostrando hace centenares de años, lo único que puede volar, al menos en este mundo: es la imaginación.

Jimena Naser

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