Dioses y Códices Prehispánicos en la obra de Xul Solar

Un análisis de las relaciones entre el mundo prehispánico y la pintura esotérica de Alejandro Schults Solari.

Entre las fuentes de inspiración de la pintura de Xul Solar se contaron imágenes de la iconografía mexicana precolombina.

Alejandro Schultz Solari Museo Xul Solar
Alejandro Schultz Solari Museo Xul Solar

Tres meses antes de regresar a Buenos Aires, entre marzo y abril de 1924, Xul Solar participó junto con otros artistas latinoamericanos de una exposición en el Musée Galliéra de París. Según una crónica de la época, presentó tres acuarelas de inspiración indígena, entre las que se destacaba Femme au serpent, una de las primeras obras en las que su producción aparece vinculada de un modo explícito al mundo americano. Esas pinturas, lejos de constituir un conjunto aislado, forman parte de un extenso recorrido que, insinuado a fines de los años 10, se despliega durante la década siguiente.

Referidas a un mundo mágico y mítico, citan temas religiosos y formas del arte precolombino. Aunque algunas aludan a las sociedades andinas o de las tierras bajas sudamericanas, hay un particular énfasis en las civilizaciones del México antiguo. Así, seres sobrenaturales y divinidades aztecas, a menudo acompañados por pájaros y serpientes, aparecen de un modo recurrente escenificando mitos cosmogónicos, el devenir de las edades del mundo o los avatares de los dioses.

CODICE RIOS : Quetzacóatl, en su advocación del Dios del Viento, viste una capa con cruces
CODICE RIOS: Quetzacóatl, en su advocación del Dios del Viento, viste una capa con cruces

Mediante temas centrales del pensamiento religioso mesoamericano, estas obras evocan un espacio y un tiempo sagrados: un tiempo primordial sólo revelado por los oficiantes y un espacio y un tiempo en los que se refleja la constante interacción del mundo humano con el divino, que garantiza el orden universal. Sin embargo, no sólo hablan del espacio y el tiempo de los dioses, de la sucesión de edades o de las diversas direcciones del universo. A esas representaciones se superponen las de los lugares que las sociedades asignan a los ritos y las de los momentos que dedican a los oficios sagrados.

En la recuperación de esas dimensiones del mundo americano, las preocupaciones religiosas, astrológicas y esotéricas del artista parecen haber desempeñado un papel tan importante como las influencias del primitivismo.

CODICE FLORENTINO : Quetzalcóatl, en su aspecto de héroe cultural yace borracho
CODICE FLORENTINO : Quetzalcóatl, en su aspecto de héroe cultural yace borracho

Entendido este movimiento como un aspecto de la historia del arte moderno, más precisamente como el contexto occidental del descubrimiento de los objetos tribales, no fue ajeno a la inquieta personalidad de Xul Solar.La aparición de motivos americanos en obras realizadas en Europa podría interpretarse como una expresión del interés europeo por el arte primitivo de Africa, Asia, Oceanía y América, tanto en el sentido más amplio que le daba el siglo XIX -que incluía todas las grandes civilizaciones- como en el más restringido a lo tribal inaugurado con el siglo XX.

El impacto de la revolución primitivista, una de cuyas manifestaciones fue la estetización de los objetos precolombinos, tuvo un momento particularmente significativo en la década de los 20, como lo indican la exposición del Burligton Fine Art Club de Londres, de 1920, y la muestra Les arts anciens de l’Amérique, organizada por el Musée des Arts Décoratifs en el Louvre, ocho años después. Otro gesto de revalorización estética de los objetos del nuevo mundo fue la publicación, inicialmente en el ámbito alemán, de numerosas obras sobre la historia del arte precolombino, que tuvieron difusión europea en traducciones al inglés y francés. Resulta llamativo que el núcleo más importante de las pinturas primitivistas de Xul Solar haya sido realizado en 1922 y 1923, durante sus prolongadas estadías en Alemania, donde confluían la indagación de diferentes estilos modernistas con la gravitación del mundo precolombino. Allí, poco antes de su regreso a la Argentina, pudo entrar en contacto con las colecciones etnográficas de los museos, con los estudios y publicaciones sobre el tema y con la obra de los artistas de vanguardia.

TLALOC, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM. COLECCIÓN FRANCISCO TRABA, BUENOS AIRES
TLALOC, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM. COLECCIÓN FRANCISCO TRABA, BUENOS AIRES

El caracter excepcional de la producción de Xul Solar tiene una de sus claves en su vinculación con un conjunto muy amplio de concepciones estéticas y tradiciones de vanguardia, que exceden el formalismo propio del ámbito francés, tradicional foco de atención para los artistas argentinos renovadores de los años 20. Ciertamente, el cubofuturismo no es la única influencia detectable en su obra, pues tendencias como el expresionismo, el dadaísmo y los movimientos abstractos rusos conforman en su producción un dilatado arco que intercepta a otras, desde los estilos posimpresionistas hasta las vueltas al orden. En el caso de Xul, las temáticas espiritualistas del simbolismo abrieron el camino para la incorporación del exotismo oriental, que continúa con la inclusión de máscaras africanas, ídolos polinésicos e iconografía mexicana.

Para producción tan polifacética resulta relevante la figura del artista viajero, que recorrió las capitales europeas en busca del Oriente y, desde allí, redescubrió el mundo americano. En efecto, pocos creadores tuvieron tan acentuada movilidad por las metrópolis culturales en las que se procesaba la problemática primitivista y se realizaban las experimentaciones más radicales del arte moderno. Conoció tempranamente la sensibilidad de los expresionistas alemanes por el arte de los pueblos no occidentales, que era una manifestación de su mundo interior.

NANA WATZIN, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 25.5 X 31.5 CM. COLECCIÓN GALERÍA VERMEER, BUENOS AIRES
NANA WATZIN, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 25.5 X 31.5 CM. COLECCIÓN GALERÍA VERMEER, BUENOS AIRES

También conoció las indagaciones dadaístas sobre el universo mágico de los grupos tribales, que precedieron el interés del surrealismo por la etnografía y los mitos de América y Oceanía. A la luz de estas referencias, no resultan extrañas las frecuentes vinculaciones que las crónicas de la época trazaron entre la obra de Xul, el expresionismo, el dadaísmo, las artes de los primitivos y los temas americanos. Así, a pinturas como Tlaloc, Dios Lluvi de México y Nana Watzin -cuyos títulos ya constituyen referencias precisas al universo mexicano- pueden sumarse otras como Homme das serpent y Por su cruz jura, que es posible incluir en la secuencia de temas mesoamericanos de modo más mediatizado (cuatro de las obras citadas ilustran este artículo).

Referencias al primitivismo y al mundo americano en crónicas periodísticas de la época

Arte extraño el de este pintor de ensueños de niños, que, sin imitar a nadie, sería fácilmente imitado, aunque dudamos que haya alguien que se atreva a hacerlo. Quisiéramos explicarnos el móvil oculto, el Deux ex machina de esta obra, y no encontramos otra explicación más razonable que, por un exceso de cultura, por hastío a todo lo burdamente complicado, se reaccciona, volviendo a los orígenes de las artes rudimentarias de los salvajes y de las razas primitivas. Este fenómeno está acaeciendo en Europa con la importación del arte negro, de todas las artes exóticas. De este modo, Xul no es una manifestación aislada, sino una nota entre muchas, producida por el cansancio colectivo que busca nuevos incentivos y nuevos venenos para sufrir un frisson nouveau, es decir, un estremecimiento nuevo (Alfredo Chiabra Acosta -Atalaya-, Primer Salón Libre, 1924).

Este pintor persigue, ante todo, hacer una pintura dentro del expresionismo y, para ello, se sirve de la poesía y de las mitologías oriental y americana. No traduce los objetos sino que, casi podría decirse, los indica por señas. Después de todo -me decía-, ¿Por qué no hacerlo así? Vivimos una época de anuncios, de indicadores, de señales en profusión. ¿Por qué, entonces, no transportar esa característica a la tela? (R. da Souza, La Prensa, 1924).

Nos han dicho que es un hombre de refinada cultura y un inteligente investigador de filosofías y religiones orientales. Su pintura, de antaño la consideramos como si deseando salir de lo que ofrecen a los niños las personas crecidas hubiese deseado aniñarse, para que un verdadero público infantil gozara y lo comprendiera. Ahora, se aniña también pero más en el sentido de los hombres de América primitiva. Los dioses nahoas y en particular Xiuhtecuhtli, le han inspirado en ciertos casos (La Razón, 1929).

¿Y qué mundo describe la pintura de Xul Solar? No este que percibimos por nuestros sentidos, seguramente, sino otro, lejano y misterioso, hecho de substancias cristalinas y poblado de seres incorpóreos. Aisladamente, son imágenes de sentido cabalístico, tomadas del mundo de la astrología, o representaciones decorativas de cosas más inmediatas a nosotros, que no guardan por ello un contacto mayor con esta realidad aparente que llamamos la vida. Al primer grupo corresponden los numerosos ángeles y demonios, las enigmáticas divinidades aztecas, los santos y yoguis en piadosa oración, los personajes envueltos en halos evanescentes y toda esa humanidad y todos esos ejércitos aéreos que parecen tejidos en el telar de un sueño hipnótico (La Prensa, 1929).

Su fantasía se alimenta un poco de sí misma y otro tanto en la mitología azteca e hindú, y quizá el taoísmo sea su más grande aspiración. Es decir, el misticismo universal, cósmico, de todos los tiempos… (Alfredo Chiabra Acosta -Atalaya-, Exposiciones, 1929).

En la primera pintura, Tlaloc, deidad creadora y dispensadora de vida, se yergue interceptando los planos del cielo y de la tierra. De este modo, la imagen sintetiza la unión de los contrarios, la combinación equilibrada del agua y del calor, que constituyen el doble aspecto de la divinidad del líquido celeste. Asociado frecuentemente con el agua, en la compleja trama de relaciones duales, Tlaloc aparece también vinculado con el fuego. Esta noción se encuentra desplegada en la sucesión de edades del mundo, de las que la tercera, el sol de agua, colocada bajo su protección, culmina con un cataclismo ígneo: la lluvia de fuego que, en forma de rayos y relámpagos.

POR SU CRUZ JURA, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL MONTADA EN CARTÓN, 25.8 x 32.2 CM. COLECCIÓN EDUARDO Y TERESA CONSTANTINI, BUENOS AIRES.
POR SU CRUZ JURA, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL MONTADA EN CARTÓN, 25.8 x 32.2 CM. COLECCIÓN EDUARDO Y TERESA CONSTANTINI, BUENOS AIRES.

En la primera pintura, Tlaloc, deidad creadora y dispensadora de vida, se yergue interceptando los planos del cielo y de la tierra. De este modo, la imagen sintetiza la unión de los contrarios, la combinación equilibrada del agua y del calor, que constituyen el doble aspecto de la divinidad del líquido celeste. Asociado frecuentemente con el agua, en la compleja trama de relaciones duales, Tlaloc aparece también vinculado con el fuego. Esta noción se encuentra desplegada en la sucesión de edades del mundo, de las que la tercera, el sol de agua, colocada bajo su protección, culmina con un cataclismo ígneo: la lluvia de fuego que, en forma de rayos y relámpagos, tiñe de rojo la parte superior del cuadro.

En la inferior, la presencia de peces parece citar el fin de la edad siguiente, la del sol de lluvia, que, presidida por Chalchiuhtlicue, complemento femenino de Tlaloc, terminó con una catástrofe espectacular: el desmoronamiento del cielo, el derramamiento de las aguas contenidas en la tierra y la conversión de los hombres en peces. Como en una secuencia, en la que la terminación de la cuarta edad lleva a la quinta, es imposible no vincular a Tlaloc con Nana Watzin. Por su relación jerarquizada, una con el agua y la otra con el fuego, pero fundamentalmente por su inserción en el discurrir de las edades, ambas pinturas, como partes de un recorrido mítico, configuran el núcleo más específicamente mexicano de la obra de Xul Solar.

HOMME DAS SERPENTS, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM. COLECCIÓN PRIVADA, BUENOS AIRES
HOMME DAS SERPENTS, 1923, ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM. COLECCIÓN PRIVADA, BUENOS AIRES

Una primera aproximación permite situar a Nana Watzin en la órbita de los soles cosmogónicos del universo nahua, que dan cuenta de una concepción cíclica del tiempo. Según la versión de la leyenda de los soles transmitida por los informantes de fray Bernardino de Sahagún (y relatada por este en su Historia general de las cosas de Nueva España -edición moderna: Porrúa, México, 1989-), el quinto, el sol en movimiento, fue creado en Teotihuacán, donde se reunieron los dioses en torno de una gran fogata. Uno de ellos debía arrojarse a la pira para transformarse, por ese sacrificio, en el nuevo sol. Nanahuatzin, el dios buboso, fue el primero en hacerlo y se convirtió en sol. Tecuciztécatl lo emuló luego y se convirtió en luna.

Pero como el sol y la luna permanecieron juntos sin moverse, los dioses decidieron morir para que el sol siguiera su curso. Xólotl, quien no quería morir, huyó varias veces hasta que, convertido en ajolote -un anfibio cuyo nombre viene del nahua axolotl-, le dieron muerte.

CODICE BORBÓNICO, TLAZOLTÉOL, DIOSA DE LOS PLACERES CARNALES Y DE LA LUJURIA, ACOMPAÑADA POR JÓVENES HUASTECOS QUE EXHIBEN SUS FALOS
CODICE BORBÓNICO, TLAZOLTÉOL, DIOSA DE LOS PLACERES CARNALES Y DE LA LUJURIA, ACOMPAÑADA POR JÓVENES HUASTECOS QUE EXHIBEN SUS FALOS

Sin embargo, las palabras y las imágenes contenidas en el cuadro no parecen agotarse en esta narración mítica. La centralidad que tiene el fogón se corresponde con la jerarquización de Xiuhtecutli, dios del fuego, que, por su residencia en el fogón, define el centro de todas las cosas y, como consecuencia, también las cuatro direcciones del universo. Xiuhtecutli, único dios que había sobrevivido a las cuatro destrucciones anteriores, podía ser honrado por esta razón como el Señor de los Cuatro Tiempos, y, por ello, no era el dios de una eternidad fría y estéril sino el de las renovaciones. En torno de él se realizaba la ceremonia del fuego nuevo, al final de cada vuelta del calendario, ya que si el sol, debilitado, no ascendía, ocurriría la muerte universal.

JEFE DE DRAGONES, 1923 ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM COLECCIÓN PRIVADA, NUEVA YORK
JEFE DE DRAGONES, 1923 ACUARELA SOBRE PAPEL, 26 x 32 CM. COLECCIÓN PRIVADA, NUEVA YORK

Se encendía entonces una hoguera, y a ese fuego sagrado se arrojaba el cuerpo de una víctima, sacrificada en conmemoración del nacimiento del sol a partir del autosacrificio de Nanahuatzin. Así, la visión del primer fuego de la nueva rueda calendárica auguraba la continuidad y renovación de la vida. Finalmente, en la parte inferior del cuadro aparece otra referencia a las deidades, en las palabras Mama Terra y Tlazoltéotl. La última, diosa del sexo, con capacidad de generar pasiones cuyos excesos podían expiarse por el sacrificio, se manifiesta también como la cualidad de la femineidad y, en su carácter de madre tierra, reafirma los diversos sentidos del nacimiento y del origen contenidos en Nana Watzin.

Tanto esta obra como Tlaloc hacen pensar en las fuentes y sugestiones que intervinieron en la formulación de temas tan específicamente mesoamericanos; en otras palabras, en lo visto y lo leído, en la fascinación de ciertas imágenes y la potencialidad de las lecturas. Cuál era la información disponible sobre el México antiguo entre 1912 y 1924, años de la estadía europea de Xul Solar? Desde Humboldt y sus análisis comparativos de los sistemas calendáricos y astrológicos de México y el Lejano Oriente a los trabajos de Aubin, que demostraron la riqueza expresiva de la escritura azteca; de los estudios mexicanistas de E. T. Hamy a las monografías y precisos comentarios de Eduard Seler, muerto en los primeros años de la década del 20, se realizaron y publicaron numerosos ensayos e investigaciones en las principales capitales europeas. También aparecieron ediciones ilustradas con las obras de viajeros y dibujantes, que dieron a conocer, desde fines del siglo XVIII, las construcciones monumentales de los sitios arqueológicos. Los códices fueron llevados a Europa tempranamente y, desde el siglo XIX, comenzaron a circular ediciones facsimilares, lo que pudo haber tenido una singular repercusión en las elaboraciones formales de Xul Solar.

Xul Solar – Ciencia Hoy

Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y cielos, autor panajedrecista y astrólogo, perfecto en la indulgente ironía y la generosa amistad […]. Sus pinturas son documentos del mundo ultraterreno, del mundo metafísico en que los dioses toman las formas de la imaginación que los sueña.

Jorge Luis Borges, 1949

Soy campeón del mundo de un juego que nadie conoce todavía: el panajedrez; soy maestro de una escritura que nadie lee todavía; soy creador de una técnica, de una grafía musical que permitiría que el estudio del piano, por ejemplo, sea posible en la tercera parte del tiempo que hoy lleva estudiarlo. Soy director de un teatro que todavía no funciona. Soy el creador de un idioma universal: la panlengua, sobre las bases numéricas y astrológicas, que contribuirá a que los pueblos se conozcan mejor. Soy creador de doce técnicas pictóricas, algunas de índole surrealista y otras que llevan al lienzo el mundo sensorio, emocional, que produce en el escucha una audición musical. Soy creador de una lengua para la América latina: el neo-criollo con palabras, sílabas, raíces de las dos lenguas dominantes: el castellano y el portugués.

Xul Solar, 1951

Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari nació en las afueras de Buenos Aires, en San Fernando, el 14 de diciembre de 1887. Su padre, Emil Schultz, era un Volksdeutscher, un alemán oriundo de Riga, actual capital de Letonia o Latvia, entonces bajo dominio del imperio ruso; su madre, italiana, procedía de Zoagli, cerca de Génova. Después de una educación que incluyó varios cambios de colegio, una iniciación musical y el comienzo de estudios de arquitectura, y de algunos empleos variados que le duraron relativamente poco (en la municipalidad porteña, en la penitenciaría y como maestro), el futuro artista partió a la aventura (trabajando a bordo de un buque inglés) hacia Hong Kong, en abril de 1912, con veinticuatro años, pero no pasó de Londres, pues desembarcó allí para iniciar una estadía europea que se extendería por poco más de doce años e incluiría su presencia en el continente durante la primera guerra. Esa permanencia en Europa -en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia- constituyó su noviciado artístico. Conoció los movimientos de vanguardia, se encontró con Pettoruti, expuso en Milán y París y adoptó (hacia 1916) el pseudónimo Xul Solar. El 23 de julio de 1924 desembarcó en Buenos Aires, de regreso. Al poco tiempo, se integró a la vanguardia local, representada por los martinfierristas, y comenzó a exponer regularmente, actividad que, con mayor o menor intensidad, continuaría prácticamente hasta su muerte en 1963. Entre su retorno al Plata y 1930, su nombre apareció asociado a los de Norah Borges, Pettoruti, Del Prete, Basaldúa, Berni, Victorica; durante los años treinta se entregó a su interés astrológico, ocultista y espiritualista, que nunca abandonó; en 1946, ilustró el libro Un modelo para la muerte, de un tal B. Suárez Lynch (otro nom de plume de Borges y Bioy Casares), y a partir de 1960 sus obras integraron cuanta exposición importante intentó mostrar la evolución del arte argentino de este siglo (por ejemplo, 150 años de arte argentino, 1960, Museo Nacional de Bellas Artes; Art argentin actuel, 1962, Musée National d’Art Moderne, París; Surrealismo en la Argentina, 1967, Instituto Torcuato Di Tella; Art in Latin America: The Modern Era 1820-1980, 1989, Londres, Estocolmo y Madrid, etc.). No es fácil describir o calificar su trayectoria o su obra artísticas. Además de las palabras que encabezan esta nota, en otra ocasión, en 1957, Xul escribió acerca de sí mismo: Pintor, escribidor y pocas cosas más. Duodecimal y catrolítico (ca: cabalista; tro: astrólogo; li: liberal; co: coísta o cooperador). Recreador -no inventor- y campeón mundial de un panajedrez y otros serios juegos que nadie juega; padre de una panlengua que quiere ser perfecta y que casi nadie habla, y padrino de otra lengua vulgar sin vulgo; autor de grafías plastiútiles que casi nadie lee; exégeta de doce (más una total) religiones y filosofías que casi nadie escucha. Esto, que parece negativo, deviene (werde) positivo con un adverbio: aún, y un casi: creciente.

Posiblemente lo mejor que pueda hacer el lector que desee saber más sobre su obra es visitar la casa donde vivió hasta su muerte, en la calle Laprida 1212, Buenos Aires, hoy convertida en Museo Xul Solar. Un texto escrito en 1967 por Aldo Pellegrini y reproducido en catálogo de las obras que se exhiben allí concluye: Artistas como Xul Solar no forman grupos, ni pueden ser imitados, pero dejan una lección y abren caminos. Y además sirven de puntos de referencia; frente a la obra de ellos, densa de contenido, aparece la mezquindad de estas supuestas obras de arte que llenan con su lamentable vacío las paredes […] Xul Solar, como todos los artistas originales, muestra a través de su pintura el acceso a la ruta de lo desconocido.

LECTURAS SUGERIDAS
GRADOWCZYK, M.H., 1994, Alejandro Xul Solar, Ediciones Alba-Fundación Bunge y Born, Buenos Aires. Las acuarelas del artista que ilustran el presente artículo han sido reproducidas de este libro, por amable autorización de la Fundación Bunge y Born, la que se agradece.

Durante los años 20, la recurrente representación en sus acuarelas de volutas indicadoras del habla, de pinturas faciales en forma de bandas, de serpientes como báculos y de fondos vacíos de color ocre, como papel de amate, parecen evocar el universo de esos códices mesoamericanos. La idea de que dirigió su mirada a esos libros de pinturas se ve reforzada por ciertas vinculaciones temáticas y formales entre el códice Borbónico y las dos pinturas mexicanas de Xul Solar. Por un lado, las similitudes entre el personaje central de Tlaloc y algunos de los rasgos y atributos asignados por el códice a Chalchiuhtlicue y las deidades de la lluvia: la cara pintada de rojo, el adorno facial en forma de media luna, los ojos redondos, los signos de la palabra, los adornos plumarios, el disco de oro sobre el pecho, la corriente de agua… Por otro, en Nana Watzin, la disposición central del fogón, junto con un predominio de las direcciones oblicuas, la presencia de los signos del movimiento y ciertas formas de la arquitectura, traducidas como planos quebrados, tienen un correlato con la representación de la fiesta azteca del Fuego Nuevo, contenida en el códice Borbónico. En otra escena de este, la diosa Tlazoltéotl, acompañada por figuras de huaxtecos que sostienen falos, podría ser relacionada con la inclusión de su nombre en Nana Watzin. En la pintura de Xul, sobre el altar a la madre tierra, los leños -como alusión a los impulsos generados por la diosa- avivan grandes llamaradas fálicas cuyo sentido se refuerza con la inscripción S’EXALTA. La referencia a los códices parece reiterarse en otras obras del período que, en una clave hermética, muestran escenas rituales, representaciones del poder, jefaturas, shamanes y personajes con rasgos felínicos. Reiteradamente, estas escenas de un mundo pretérito aparecen gobernadas por el sol, cuyos rayos bañan a personajes y seres fabulosos.

CÓDICE BORBÓNICO CEREMONIA AZTECA DEL FUEGO NUEVO
CÓDICE BORBÓNICO CEREMONIA AZTECA DEL FUEGO NUEVO

Homme das serpent, de 1923, cuya figura central aparece flanqueada por serpientes que, a la manera de báculos, se yerguen hacia el cielo y por una flecha que, como llama o falo, se erige simétricamente, muestra una sugestiva proximidad a una escena del códice Florentino, en la que Huitzilopochtli, con sus marcas de dios y con Xiuhcóatl, la serpiente de fuego, nace ya adulto de su madre, Coatlicue. La voluta indicadora del habla, las transparencias del cuerpo que aparecen en otros sectores del códice y el disco solar con cinco grandes rayos, que podría corresponderse con el escudo engalanado con cinco penachos de plumas portado por el dios, reafirmarían esta probable vinculación. La descripción de los atavíos e insignias de Huitzilopochtli realizada por Sahagún, en la que se menciona el gorro de plumas de papagayo amarillo, el escudo con un rastrillo de flechas y el bastón de serpiente en la mano, reitera las correspondencias con la pintura de Xul. Sin embargo, la palabra Doma incluida en el cuadro -a la luz de otras obras como Jefe de dragones, también de 1923, en las cuales los personajes aparecen ejerciendo un poder sobrenatural sobre los animales-, situaría a esta pintura en la esfera de los magos que, según el relato de Sahagún, hacen vivir a las serpientes para curar con ellas.

De modo análogo a Tlaloc y Nana Watzin, encontramos en Homme das serpent un procedimiento de representación frecuentemente empleado por el artista: la yuxtaposición y superposición de diferentes temas en la misma obra. Se trata en este caso de la condensación de aspectos vinculados pero diferentes que, a través de una espacialidad abstracta y una fuerte síntesis formal, remite elusivamente a los atributos de los dioses y a la sucesión de las edades, los mitos cosmogónicos, la celebración de los ritos, los emblemas del poder mediados por las marcas de la divinidad y las prácticas mágicas.

CÓDICES

Para la mayoría, un códice (que deriva del latín codex, -icis) es un libro manuscrito de cierta antigüedad y de importancia histórica o literaria. El diccionario de la Real Academia, que da la definición transcripta, agrega que, en sentido estricto, se trata de libros anteriores a la invención de la imprenta. Sin embargo, cuando los arqueólogos de esta región del planeta hablan de códices se refieren a “libros” escritos por las sociedades indígenas prehispánicas de Mesoamérica, esa vasta área cultural que se extiende desde los desiertos del norte de México hasta Costa Rica.

El franciscano Diego de Landa, obispo del Yucatán, de triste memoria por el auto de fe que encabezó en la localidad de Maní, en 1562, para quemar unos 5000 ídolos y 27 códices, dejó una notable descripción de estos: [los indígenas] …escribían sus libros en una hoja doblada con pliegues que se venían a cerrar entre dos tablas, que hacían muy galanas, y que escribían en una parte y la otra, a dos columnas, según eran los pliegues, y que este papel lo hacían de las raíces de un árbol y que le daban un lustre blanco en que se podía escribir bien; y que algunos señores principales sabían de estas ciencias por curiosidad, y que por esto eran más estimados, aunque no las usaban en público. […] Entre las ciencias que enseñaban estaban las antigüedades, leer y escribir con sus letras y caracteres en los cuales escribían con figuras que representaban las escrituras.

Hoy se conservan veintiún códices, algunos de los cuales datan de poco después de la conquista. Buena parte de ellos fue confeccionada con papel hecho usando fibra de la corteza del amacuahuitl, o árbol de amate (Ficus sp.), aunque también los hay escritos sobre cuero (o pergamino) de venado. En tiempos prehispánicos se los guardaba en edificios especialmente construidos -las amoxcalli o amoxpialoyan en náhuatl- y estaban al cuidado de los tlamatinime, sabios o especialistas en las distintas ramas del saber, asistidos por los tlacuiloque, maestros escribanos. Los tlamatinime, además, eran responsables de transmitir la tradición y formar a los jóvenes especialistas.

Los códices mesoamericanos tratan una amplia gama de temas: historias regionales, guerras, tributos, ritos, leyes, mitos, genealogías, etc.; contienen, también, registros adivinatorios, calendarios, documentos religiosos y cartas geográficas. Pueden ser agrupados de acuerdo con su procedencia: (i) la región central de México, (ii) Tlaxcala-Puebla, (iii) la Mixteca y (iv) el área maya.

Por los caracteres o glifos utilizados, cabe clasificarlos en pictográficos, ideográficos y fonéticos. Los primeros contienen una representación puramente formal de lo que se quiso expresar, en los segundos se advierten glifos que simbolizan ideas y en los fonéticos los caracteres representan sonidos.
Con la invasión europea, el sistema indígena de registro y transmisión de la historia quedó desarticulado, pero la conjunción de los letrados indios y los frailes humanistas hizo que se produjeran códices que no sólo eran figurativos, sino que, también, empleaban la escritura fonética en náhuatl, castellano y aun latín.

Ciencia Hoy

Otra correspondencia con el mundo de los códices aparece veladamente en “Por su cruz, jura”, una enigmática pintura de 1923. en un primer acercamiento, el tema parece separar la obra del contexto precolombino, ya que la fuerte presencia de la cuz, reforzada por las palabras, que remiten al universo cristiano. sin embargo,en 1901, Adán Quiroga – un autor argentino posiblemente leído por Xul Solar- había planteado la preexistencia al cristianismo de la cruz en América, como símbolo de amplia extensión; en su tratamiento de los dioses del aire y de los mitos atmósfericos, la relacionaba con Quetzalcóatl, el señor de los cuatro ventos. en su advocación coo dios del viento, estaba asociado con la fertilidad y tenía el símbolo de la cruz como lo muestra, por ejemplo, el códice Rios.

CODICE BORBÓNICO: CHALCHIUHTLICUE, DEIDAD DE LA LLUVIA.
CODICE BORBÓNICO: CHALCHIUHTLICUE, DEIDAD DE LA LLUVIA.

Entre las obras de fuerte impronta mesoamericana, “Por su cruz jura”podría pensarse en relación al elenco de personajes míticos o se hombres dioses entre los cuales Quetzalcóatl es la figura paradigmática. Dios creador y héroe cultural, cuyas acciones conforman una epopeya de gran significación para los aztecas y también para los conquistadores, su primera aprición como serpiente emplumada estaría connotada en la obra por la serpiente que se despliega en grandes segmentos curvos y por los otros adornos plumarios que porta el personaje. Legibles como alas o como cascadas de plumas rojizas, tal vez coincidadn con las plumas de guacamaya roja que mencionó Shagún en sus descripciones de los atuendos divinos. Pero quizás la asociación del autor provenga más de la construcción europea del regreso de Quetzalcóatl.

En ese sentido, este personaje también fue vinculado con el apóstol Santo Tomás, quien habría predicado en el nuevo mundo y cuyo nombre era equivalente al del dios. Una de sus acepciones, como gemelo precioso, coincidiría con el segundo nombre del santo, Dídimo, que en griego significa gemelo y, como tal, está asociado en textos apócrifos con el propio Mesías. Por su parte, los misioneros españoles vieron otra semejanza entre ambos personajes, pues señalaron que Tomás era escultor y Quetzalcóatl, creador de finas esculturas. En este carácter era recordado por Sahagún, quien también indicó su aspecto barbado, coincidiendo con la insinuación de barba que aparece en la figura central del cuadro de Xul.

CODICE FLORENTINO; EL DIOS HUITZILOPOCHTLI NACE ADULTO DE SU MADRE CALTLICUE, LA DE LA FALDA DE SERPIENTES
CODICE FLORENTINO; EL DIOS HUITZILOPOCHTLI NACE ADULTO DE SU MADRE CALTLICUE, LA DE LA FALDA DE SERPIENTES

Como lo sugieren estas vinculaciones, no fueron los objetos o la estatuaria mexicana las influencias más decisivas en su obra. A diferencia de la impenetrable escultura en piedra, caracterizada por la monumentalidad y el hieratismo, las representaciones de dioses en los códices ofrecían modelos dotados de una notable exuberancia visual. Sin embargo, considerando los intereses esotéricos del autor, estas representaciones planistas y multicolores, concebidas para ser narradas e interpretadas, encerraban otros atractivos. Los libros de pinturas añadían a sus cualidades estéticas el hecho de que muchos de ellos constituían códices adivinatorios y encerraban simbolismos ocultos y la idea de predestinación.

De todas maneras, las sugestiones visuales emanadas de los códices no serían indicios suficientes para comprender la formulación de obras que citan, como sucesivas veladuras, un conjunto de ideas mesoamericanas: concepciones cosmogónicas que plantean movimientos constantes de creación y destrucción, el principio de la dualidad y la presencia de figuras gemelas, y la función del sacrificio como generador de vida y movimiento. Las cualidades y atributos de las deidades, así como su protagonismo en la sucesión de las edades contenidos en Tlaloc, o la compleja superposición de dioses, personajes y situaciones en Nana Watzin y en Por su cruz jura, sólo pudieron elaborarse sobre la base de una asombrosa erudición en torno al arte, la filosofía y las religiones antiguas.

Lecturas Sugeridas

ARMANDO, A. & FANTONI, G., 1994, ‘Sobre el rimitivismo en la obra de Xul Solar’, Edorado, Revista del Centro Interdisciplianrio de Literatura y Cultura Argentina y Latinoamericana; CEI/UNR, I,I.

BOONE, E.H., (ed), 1993, Collecting the Pre-Columnbian Past. A Symposium at Dumbarton, Oaks, Dumbarton Oaks Research Library and collection, Washington DC

KEEN, B., 1984, La imágen azteca. Fondo de Cultura Económica, México.

LEÓN-PORTILLA, M., 1992, Literaturas indígenas de México, Fondo de Cultura Económica, México.

LÓPEZ AUSTIN, A., 1989, Hombre-Dios. Religión y política en el mundo nátuartl. UNAM, México.

OCHOA, L., 1979, Historia prehispánica de la Huaxteca. UNAM, México.

RUBIN, W., 1984 ‘Modernist Primitivism: An Introduction’, en RUBIN W. (ed). Primitivism in 20th Century Art. Affinity of the tribal and the modern,col. I, Museum of Modern Art, New York.

Adriana B. Armando

Adriana B. Armando

Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario
Guillermo A. Fantoni

Guillermo A. Fantoni

Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario

Artículos relacionados