El antiguo Mundo Marino

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Se estima que la vida empezó en nuestro planeta hace unos 4100Ma (millones de años), es decir, unos 500Ma después de que se formara la Tierra. En su comienzo, era acuática, y siguió siéndolo por unos 3600Ma, pues solo hace unos 500Ma apareció en tierra firme con la forma de primitivas plantas. Para estudiar la historia de la Tierra y la evolución de la vida en ella, geólogos y paleontólogos dividen ese prolongado tiempo en lapsos a los que dan nombres distintivos, como el período Cámbrico, que abarcó entre aproximadamente 541 y 485Ma atrás. Consecuentemente, suelen denominar Precámbrico a todo el extenso tiempo anterior, marcado en rojo en el gráfico.

La distinción entre Precámbrico y Cámbrico es particularmente importante en la historia de la vida, pues en torno al límite entre ambos lapsos el registro fósil revela una enorme diversificación de los organismos vivientes conocida por explosión cámbrica o radiación cámbrica, cuya duración estimada fue de unos 25Ma. Al cabo de la explosión cámbrica el panorama de la vida había cambiado tanto que se habla de vida moderna y se la contrapone a la vida antigua.

Por una variedad de razones, conocemos mucho más sobre la vida moderna y su diversificación –que dio lugar a los grupos de organismos actuales– que sobre la antigua, y de esta sabemos especialmente poco acerca de lo acontecido en lo que hoy llamamos Sudamérica, pues hasta ahora solo poseíamos información fragmentaria basada en el hallazgo de fósiles de órganos calcificados, de organismos microscópicos de morfología muy simple llamados acritarcos y de trazas de organismos. Si bien se han hallado en el Brasil unas pocas impresiones en rocas de organismos de cuerpo blando, no hay certeza sobre su edad.

 
El tiempo geológico. La escala está en millones de años antes del presente. La barra roja indica el Precámbrico, que abarca el 88% del tiempo transcurrido desde la formación de la Tierra.

Esto contrasta con lo que se sabe sobre Norteamérica, África, Europa, Asia y Australia, en especial sobre la última, pues en las sierras de Ediacara, a unos 1000km al norte de Adelaida, se encontró en 1946 un conjunto único de impresiones fósiles de organismos de cuerpo blando en rocas de entre unos 600 y 541Ma de antigüedad. El hallazgo comenzó a revelar el grado de complejidad que habían alcanzado los seres vivos en el Precámbrico y dio lugar a que se hable de la fauna de Ediacara (o biota de Ediacara).

Integran la fauna de Ediacara unos fósiles con formas de discos circulares o elípticos de distintos tamaños (entre unos milímetros y algunos centímetros) que fueron principalmente asignados al género Aspidella. Comparables con ellos son ciertos fósiles encontrados hace poco en la formación geológica Cerro Negro, en las sierras de Tandilia, con una edad no menor de 565Ma. Fueron dados a conocer al mundo científico en julio de 2016 en Nature Scientific Reports.

El descubrimiento ayuda a entender la distribución y las relaciones filogenéticas de la vida premoderna asociada con la formación del supercontinente Gondwana. Entre esos fósiles de Aspidella de Cerro Negro se encontraron diversos tipos de trazas de plantas, lo mismo que evidencias de actividad microbiana. La gran abundancia de dichos fósiles indica que formaron poblaciones densas de organismos que vivían sobre el fondo en aguas costeras poco profundas conectadas con el océano Clymene, del que derivó el actual Atlántico.

 
Fósil de la biota de Ediacara, de la especie Dickinsonia costata. La barra que da la escala mide 3cm.

Este descubrimiento, el primero sobre el que hay cierta certeza de fósiles marinos de cuerpo blando de esa edad realizado en Sudamérica, provee evidencias novedosas sobre la distribución geográfica y la composición de las comunidades biológicas del Precámbrico, así como sus características ecológicas, y ayuda a comprender qué sucedió en un período considerado crítico para la evolución de la vida moderna que gradualmente derivó en la diversidad actual de especies.

Más información en Arrouy MJ et al., 2016, ‘Ediacaran discs from South America: Probable softbodied macrofossils unlock the paleogeography of the Clymene Ocean’, Nature Scientific Reports, 6, 30590, doi 10.1038/srep30590.

Juan García Massini

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