El habla de la pandemia

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La pandemia que sufre el mundo globalizado y que afecta a la ciudadanía universal, causada por un nuevo coronavirus, necesita del concurso del conocimiento especializado no solo de la medicina y la biología, sino también de la política, la economía, la sociología, la cultura y la educación. Las epidemias sanitarias, como los desastres ambientales, congregan necesariamente las voces de distintas especialidades, que confluyen en el discurso público, en los medios, en las redes sociales y, por supuesto, en el hablar cotidiano. La pandemia también repercute en las lenguas, especialmente en sus léxicos. Por otra parte, el lenguaje y las lenguas son la herramienta fundamental para comprender, constituir, modificar y comunicar conocimientos sobre la enfermedad y sobre los modos de resolver la crisis descomunal que sufre el planeta.

¿DE QUÉ SE TRATA?
La irrupción del lenguaje médico en el habla cotidiana y la repercusión de esta en el léxico de aquel: migraciones del significado de términos, creaciones lingüísticas y metáforas.

Es un hecho evidente que, a partir del momento en que se desató la crisis sanitaria, palabras propias de las ciencias biológicas y médicas irrumpieron en el habla cotidiana, es decir, migraron a la conversación de todos los días y probablemente algunas de ellas, transcurrida la crisis, permanezcan en las mentes de los ciudadanos y en los diccionarios generales de la lengua: coronavirus, virus, ARN, antivirales, retrovirales, reactivos, tasa de reproducción, tasa de letalidad, contagio cero, inmunidad de rebaño, paciente cero (R0), entre otros, son términos que la pandemia trajo a los medios, a las redes, a los discursos de los gobernantes y a los hogares del mundo entero, y que de este modo pasaron a engrosar el léxico de todos.

El habla de la pandemia
Portada de Observationes medicae (Observaciones de medicina), 1676, posiblemente la obra más conocida de Thomas Sydenham, que por un par de siglos fue obligado libro de texto.

Aislamiento social preventivo y obligatorio, aislamiento comunitario o barrial, confinamiento preventivo o selectivo, vigilancia social, cuarentena obligatoria, flexibilización de la cuarentena son expresiones (técnicamente, sintagmas) que se han constituido en unidades significativas para designar las distintas medidas tomadas por los gobiernos de todos los países con el propósito de enfrentar la pandemia. Por su lado, los analistas aprovechan algunas de las bases de esas expresiones para generar nuevos conceptos, como vigilancia epidérmica e hipodérmica, o les dan nuevos significados a palabras establecidas, como es el caso de confinamiento. También, el mundo político aprovecha el término central de la crisis expandiéndolo metafóricamente en frases como pandemia de la corrupción, pandemia económica, pandemia social, doble pandemia, o crea palabras compuestas, como infectadura, para polemizar con adversarios.
En esta coyuntura inédita se incrementa y potencia la creatividad lingüística de los hablantes, sea para nombrar nuevas realidades o para expresar emociones o sensaciones que involuntariamente se apoderaron de nosotros y modificaron la relativa normalidad anterior. Un neologismo es una palabra nueva que se acuña para denominar una nueva realidad como sucedió, por ejemplo, en el campo científico con la creación de Covid-19, un acrónimo de Coronavirus disease 2019, para nombrar la hasta ahora inexistente enfermedad.
En el mundo periodístico y cultural se crearon infodemia –usado en España antes que aquí– o su opuesto, desinfodemia, para indicar respectivamente exceso de información sobre la peste y noticias falsas o tendenciosas acerca de ella. Las nuevas palabras pueden ser objeto de creaciones con propósitos denominativos, como coronacrisis, coronabonos, coronahorarios, covidiotas, o lúdicos, como corona bebé, coronials, cuarentenials y pandenials, estos últimos a partir de calcos del inglés. En contextos como este, los hablantes suelen actuar sobre el léxico existente y modificarlo para expresar nuevos conceptos, según se aprecia en cuarentenear, zoompleaños, zoomclase, aplausazo. Para conocer más sobre estas innovaciones léxicas del presente se puede acudir a los registros de la Red Antenas Neológicas, un proyecto internacional que registra las palabras nuevas del mundo hispanohablante. El nodo argentino, con sede en la Universidad Nacional de General Sarmiento, había registrado a mediados de mayo más de cien neologismos vinculados con la pandemia.

El habla de la pandemia
En la metáfora de la medicina como guerra, un soldado se prepara para entrar en batalla.

Los hechos que hemos mencionado, desde la migración de términos especializados al vocabulario común hasta la creación de nuevas voces o la modificación de palabras existentes, muestran el carácter dinámico y abierto del léxico de las lenguas, producto de la actividad lingüística creativa de los hablantes, tanto especialistas como no especialistas.
La pandemia también ha traído al ruedo un gran instrumento del pensamiento y del lenguaje que sirve para conocer el mundo y sus complejidades: la metáfora. Especialmente ha actualizado aquella que muchos llaman la metáfora madre de la medicina: la metáfora bélica. En una reciente nota de la periodista Inés Capdevila, el subtítulo la despliega con amplitud: ‘Mientras el objetivo del contagio cero se abre paso en algunos países, la ciencia logra avances en múltiples frentes para combatir el virus’.
La medicina como guerra contra la enfermedad y el discurso bélico están presentes ya en el siglo XVII en los textos del médico inglés Thomas Sydenham (1624-1689), como puede apreciarse en el fragmento ‘…a murderous array of disease has to be fought against, and the battle is not a battle for the sluggard’ [‘…se debe luchar contra una formación letal, la enfermedad, y no es una batalla para holgazanes’]. La metáfora bélica se encuentra naturalizada desde comienzos del siglo XX como una de las centrales de la medicina y se emplea para hablar de distintas enfermedades, especialmente para el cáncer. Al mismo tiempo, ha sido bastante cuestionada por sus consecuencias para el ejercicio de la medicina y sus efectos, en ocasiones negativos, sobre el paciente. El texto de la periodista citada es un botón de muestra del aprovechamiento de la metáfora bélica, la que se reitera de manera ubicua en el discurso de los más diversos medios de difusión y en infinidad de situaciones que caracterizan nuestra nueva cotidianidad pandémica.
La metáfora de la guerra no es un mero recurso retórico: es el instrumento cognitivo y lingüístico dominante para pensar y hablar de la pandemia. El enemigo responsable de nuestros males es el virus SARS-CoV-2, el invisible agente hostil que irrumpe, llega, viaja, regresa, contagia, causa la enfermedad Covid-19 y mata. La personificación del enemigo –cuyas capacidades llegan a ser sutiles (considérese el título periodístico ‘El coronavirus es democrático para expandirse, pero clasista con las muertes’)– se realiza a partir de la activación de la metáfora de la guerra: hay enemigo, hay referencias a estrategias, tácticas, luchadores, hay combates y, por lo tanto, artillería, avances y retrocesos, derrotas y triunfos, víctimas, recuperados y vencidos. Al SARS-CoV-2 hay que frenarlo, bloquearlo, enfrentarlo, derrotarlo y suprimirlo. La artillería debe ser integral: para su contención o mitigación los gobernantes luchadores recurren al aislamiento, el control y la vigilancia; los guerreros de la medicina a los testeos, los controles de la tasa de reproducción y letalidad, a fármacos retrovirales y ventiladores externos. Los investigadores batallan a fuerza de experimentos y pruebas en la carrera hacia la ansiada vacuna, el arma definitiva.
La metáfora bélica proporciona un marco conceptual rico en asociaciones que permiten conceptualizar la pandemia y elaborar, según nuestros distintos perfiles y responsabilidades sociales, nuestro convivir con ella. Junto con la metáfora bélica concurren otras metáforas en el discurso pandémico, por ejemplo, la de la carrera o maratón, que reposa en la más básica del camino: un punto de partida con el brote epidémico, un trayecto con traspiés y escollos, retrocesos y avances, y un punto de llegada, la vacuna, que marca el fin de la pandemia.
Las metáforas, sin embargo, tienen sus riesgos, especialmente el de la imprecisión, debido a su mecanismo de base que consiste en establecer correspondencias entre dominios de conocimiento que son similares, pero también diferentes. Las metáforas iluminan similitudes, pero apagan diferencias. Por lo tanto, es cauto mantener cierta vigilancia cognitiva sobre las metáforas que empleamos y ser reflexivo sobre las implicancias que de manera natural producen. ¿Son los pacientes meros cuerpos en los que se libra la batalla? Los contagiados, reales o probables, especialmente el personal de salud, ¿pueden llegar a verse como ocasionales aliados del mal, dado el temor que ocasiona el marco conceptual de la guerra? ¿Qué cometido le cabe a la ciudadanía en esta lucha? ¿Somos espectadores o coprotagonistas en la pelea contra el mal? ¿Cuáles son los códigos con que los gobernantes y los médicos llevan adelante la lucha contra la enfermedad? ¿Cuáles son los costos que determinada sociedad está dispuesta a pagar para ganarle a la pandemia?

El habla de la pandemia
Otro uso de la metáfora bélica: la extracción de sangre para el test serológico como una de las armas del combate.

La última pregunta, en la que recurrimos a otro campo metafórico, nos conduce a otra, más general y de interés científico: ¿podríamos renunciar por completo al empleo de metáforas? ¿Podríamos pensar y hablar de la pandemia sin la metáfora bélica y las expresiones lingüísticas que la materializan en las distintas lenguas del mundo? Muy difícilmente. Si fuera posible, sin duda lo haríamos de una manera en extremo limitada y empobrecida.

Lecturas sugeridas
ADELSTEIN A y KUGUEL I, 2008, De salariazo a corralito, de carapintada a blog: nuevas palabras en veinticinco años de democracia, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires. Accesible en www.educ.ar/recursos/119655/de-salariazo-a-corralito-de-carapintada-a-blog
BLEAKLEY A, 2017, Thinking with metaphors in medicine: The state of the art, Routledge, Nueva York.
CAPDEVILA I, 2020, ‘Dos tendencias prometedoras que antes eran impensadas’, La Nación, 3 de mayo. Accesible en www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-dos-tendencias-prometedoras-hace-mes-parecian-nid2360628
CIAPUSCIO G, 2003, ‘Metáforas y ciencia’, Ciencia Hoy, 13, 76: 60-66.

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