Energía eólica en la Argentina

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¿Hasta qué punto podemos satisfacer nuestras necesidades de energía con el viento? ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene ese modo de generación eléctrica?

La Argentina tiene una larga tradición en el uso de energía eólica. Los molinos tejanos multipala salieron a la venta en los Estados Unidos en 1868, y en 1873 comenzaron a instalarse en estas tierras, al sur del río Colorado. Junto con los tanques australianos, a los cuales bombeaban agua que extraían del subsuelo, proporcionaban aguadas para el ganado. Hacia fines del siglo XIX había más de 600.000 molinos en operación; hoy siguen en funcionamiento unos 200.000, imprescindibles para disponer de agua en zonas a las que no llega la red eléctrica. No nos podemos imaginar los campos de la llanura pampeana sin su presencia.

Esta tradición local hace asociar la palabra molino con la provisión de agua, cuando en otras tierras evoca primariamente la molienda de granos, que es su raíz etimológica. Ese era el propósito, por ejemplo, de los célebres molinos de la Mancha.

Tradicional molino de viento de la llanura pampeana, de marca Aermotor, una de las más difundidas en el país. La foto pudo haber sido tomada en cualquier localidad argentina, del Chaco a la Patagonia, pero en realidad fue tomada en Texas, donde hacia fines de la década de 1880 había sido fundada la firma Aermotor, que luego estableció una sucursal en la Argentina.
Tradicional molino de viento de la llanura pampeana, de marca Aermotor, una de las más difundidas en el país. La foto pudo haber sido tomada en cualquier localidad argentina, del Chaco a la Patagonia, pero en realidad fue tomada en Texas, donde hacia fines de la década de 1880 había sido fundada la firma Aermotor, que luego estableció una sucursal en la Argentina.

Los molinos funcionan porque aprovechan la energía del aire en movimiento o energía cinética. Son dispositivos que capturan esa energía y la transforman en energía mecánica, que permite bombear agua o moler granos, o en energía eléctrica. Para seguir con el ejemplo histórico de la llanura pampeana, la segunda aplicación de la energía eólica que se popularizó fue la de los molinetes, como solían ser llamados, que accionaban dínamos semejantes a los de los automóviles y proporcionaban en pequeña escala corriente de 12V con la que se cargaban baterías. Así la población rural pudo tener una módica cantidad de luz eléctrica y consiguió acceso a la radio.

Dado que el propósito de un molino es extraer energía del viento, la aerodinámica es un aspecto importante del diseño de las palas, astas, velas o ruedas, según el nombre que se dé a los distintos tipos de superficies que el viento hace girar. Los progresos de la aerodinámica, en especial después de la Segunda Guerra Mundial, dieron lugar al diseño de molinos de viento con características muy distintas de las del tradicional molino texano-pampeano, al punto que los modernos molinos con los que se genera electricidad ya no llevan el nombre de molinos de viento sino el de turbinas eólicas.

La Argentina es un país privilegiado para la generación eléctrica con energía eólica. Se registran regularmente vientos de características adecuadas en el 70% de su territorio, y no solo en la Patagonia, que a ese respecto es el lugar que viene primero a la mente. El viento patagónico es realmente extraordinario, pero sopla muy lejos de las áreas de demanda masiva de energía eléctrica, de modo que debería aprovecharse localmente, para evitar las pérdidas que se producen al llevar electricidad a cientos de kilómetros de distancia: Río Turbio está alejado de Zárate (que podría ser el baricentro de la demanda) lo mismo que Stuttgart de las islas Madeira.

Turbinas del parque eólico Arauco, inaugurado en 2011, unos 100km al norte de la ciudad de La Rioja y gestionado por una empresa del gobierno de la provincia (75%) y de ENARSA (25%). Las torres miden unos 80m y cada pala unos 40m.
Turbinas del parque eólico Arauco, inaugurado en 2011, unos 100km al norte de la ciudad de La Rioja y gestionado por una empresa del gobierno de la provincia (75%) y de ENARSA (25%). Las torres miden unos 80m y cada pala unos 40m.

En la costa atlántica bonaerense hay vientos similares a los de las costas del Báltico o del Mar del Norte. Cosechar su energía y utilizarla en los grandes centros de consumo significaría transportarla distancias mucho menores que traerla de la Patagonia. Lo mismo sucede con determinados emplazamientos de las zonas andinas y centrales.

El potencial eólico del país podría teóricamente abastecer toda la demanda interna y parte de la de países vecinos. En la práctica la cosa no es tal por muchas razones, entre ellas que el viento no sopla en forma constante, mientras que un servicio público de energía eléctrica debe estar a disposición de los usuarios en todo momento. Con los precios actuales de los combustibles fósiles, las tarifas subsidiadas cobradas a los consumidores en la Argentina y el estado actual de la técnica, la energía eoloeléctrica solo puede ser considerada un complemento de la generada por métodos convencionales. El avance tecnológico, sin embargo, podría morigerar o eliminar algunas de las restricciones, lo mismo que cambios en la estructura tarifaria.

Si miramos la cuestión con más detalle, podríamos establecer las condiciones necesarias para que, en cualquier lugar del mundo, se pueda usar en forma masiva la energía eólica para la generación eléctrica. Son:

Que haya viento adecuado.
Que existan o se instalen redes de transmisión entre los sitios de producción y de consumo.
Que se disponga de personal capacitado, tanto en el Estado como en el sector privado, para llevar adelante los estudios de factibilidad y de ingeniería, ejecutar las obras, operar las instalaciones y administrar el sistema.
Que la legislación en materia energética sea adecuada para esta clase de energía.
Que el sistema político y económico permita planear y ejecutar obras que se desenvuelven en plazos que no se miden en años sino en décadas, lo cual incluye seguridad jurídica, educación y capacitación profesional e investigación en todos los niveles, mecanismos confiables de financiación y continuidad en las políticas de Estado más allá de los cambios de gobierno.

El primer punto se cumple en la Argentina. En cuanto al segundo, existen redes de transmisión eléctrica, pero no son enteramente adecuadas: se requiere hacer más completa su trama y darles más puntos de acceso. En materia educativa, hay un buen punto de partida pero se advierten deficiencias, quizá más fáciles de solucionar en los aspectos tecnológicos que en los de gestión y regulación.

Crecimiento de la generación eólica en el mundo desde 1989. Las barras azules indican potencia instalada medida en GW. Las barras rojas, energía generada, medida en TWh.
Crecimiento de la generación eólica en el mundo desde 1989. Las barras azules indican potencia instalada medida en GW. Las barras rojas, energía generada, medida en TWh.

De ahí en adelante, posiblemente sea más lo que falta que lo que se tiene. El marco normativo no es claro ni favorable, y el sistema político tiene notorias dificultades en trazar y cumplir planes de largo plazo, que no se vean interrumpidos con la alternancia democrática de los gobiernos. Esto produce una economía errática que no favorece esta clase de inversiones. Estas cuestiones, sin embargo, exceden por mucho el marco del sistema energético y el tema de este artículo.

La energía eólica contribuye con una fracción pequeña pero rápidamente creciente a satisfacer el consumo mundial de energía, generada por una capacidad instalada de turbinas igualmente creciente, como lo muestran los gráficos de esta página. Dichas turbinas suelen estar interconectadas por líneas de media tensión (34,5kV). Actualmente operan en el mundo más de 200.000 turbinas, con una potencia del orden de los 370GW. La cantidad de electricidad que se puede generar depende de la potencia instalada y de un factor de capacidad, que refleja las características del equipo y el comportamiento del viento, y suele oscilar entre 15% y 45%. Cerca de la mitad de la potencia instalada mundial está en la Unión Europea, y el resto, en cantidades similares en los Estados Unidos y China, con participación mucho menor de otros países. El viento generó aproximadamente el 4% de la electricidad mundial en 2014.

País Eoloelectricidad generada (TWh) %
Estados Unidos 140,9 26,4
China 118,1 22,1
España 49,1 9,2
Alemania 46,0 8,6
India 30,0 5,6
Reino Unido 19,6 3,7
Francia 14,9 2,8
Italia 13,4 2,5
Canadá 11,8 2,2
Dinamarca 10,3 1,9
Resto de mundo 80,2 15,0
Total mundial 534,3 100,0

Contribución de los principales países productores de eoloelectricidad a la producción mundial anual de esta (cifras de 2012).

La contribución del viento a la producción eléctrica de cada país es variable. Para algunos de los grandes productores de eoloelectricidad, en los últimos años esa contribución fue de: Estados Unidos 4,5%, Alemania 8%, Gran Bretaña 9,3%, España e Irlanda 16%, Portugal 19% y Dinamarca 39%.

La participación de las energías renovables en la matriz energética de los países depende de múltiples factores, entre los que se destacan en este momento –y más aún con el descenso de los precios del petróleo– los incentivos ofrecidos por los gobiernos. Para citar algunos, contratos de largo plazo con las empresas productoras que les permitan cubrir los costos de capital y operativos, financiación a largo plazo y con tasa moderada, tratamiento impositivo favorable.

En Sudamérica, con incentivos de ese tipo Brasil y Uruguay han instalado turbinas con una potencia total mayor que las puestas a funcionar en la Argentina. Ambos países pueden producir electricidad eólica a costos considerablemente menores que los argentinos, del orden de los 60 a 80 dólares por MWh, mientras que en la Argentina oscilan en torno a los 120 dólares.

Los argumentos más importantes en favor de la generación eólica son de tipo ambiental, y en particular se centran en el hecho de que su fuente de energía no es un combustible fósil. Ello significa que no hay emisión de CO2 a la atmósfera por la operación de las turbinas. Toda producción de energía, sin embargo, lo mismo que cualquier otra actividad humana, tiene consecuencias ambientales si se considera todo su ciclo. Las de la generación eólica, comparada con otras energías no convencionales, están entre las más bajas. Se refieren principalmente a la alteración del paisaje por las turbinas y al ruido que ocasiona su funcionamiento, y dependen de la localización que se elija, por lo que, salvo situaciones particulares,
su peso suele ser ínfimo.

Lecturas Sugeridas

NATIONAL RENEWABLE ENERGY LABORATORY, 2008, 20% Wind Energy by 2030, US Department of Energy, Washington DC. Accesible en http://apps2.eere.energy.gov/wind/windexchange/pdfs/20_percent_wind_2.pdf.

PLATT R, FITCH-ROY O & GARDNER P, 2012, Beyond the bluster. Why wind power is an effective technology, Institute for Public Policy Research, Londres. Accesible en http://www.ippr.org/files/images/media/files/publication/2012/08/beyond-the-bluster_Aug2012_9564.pdf?noredirect=1

REN 21, 2015, The First Decade 2004-2014. 10 Years of Renewable Energy Progress, accesible en http://www.ren21.net/Portals/0/documents/activities/ Topical%20Reports/REN21_10yr.pdf.

SPINADEL E, 2015, Energía eólica: un enfoque sistémico multidisciplinario destinado a países en vía de desarrollo, Nueva Librería, Buenos Aires.

Erico Spinadel

Erico Spinadel

Doctor en ingeniería, UBA. Presidente de la Asociación Argentina de Energía Eólica.