La mulita de Mazza

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Tres vistas de uno de los ejemplares de la mulita de Mazza (Dasypus mazzai) catalogado como MACN-Ma 31.273 en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. La barra que da la escala representa 30cm.
Tres vistas de uno de los ejemplares de la mulita de Mazza (Dasypus mazzai) catalogado como MACN-Ma 31.273 en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. La barra que da la escala representa 30cm.

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Hoy el nombre de armadillo se refiere a un conjunto de unas veinte especies de mamíferos placentarios conocidos localmente como peludo, mulita, tatú, pichi, quirquincho, mataco y otros nombres. La designación alude al hecho de que su cuerpo está cubierto dorsalmente por una coraza ósea, la que, por su semejanza con la armadura usada para proteger a caballos militares del siglo XVI, inspiró el nombre a los cronistas españoles. Desde el siglo XIX, los restos fósiles y las especies vivientes de armadillos atrajeron la atención de los naturalistas europeos y americanos, quienes los consideraron un peculiar conjunto de mamíferos primitivos.

¿DE QUÉ SE TRATA?
Una importante colaboración entre epidemiólogos y zoólogos planteó dudas sobre la taxonomía de las mulitas que solo despejó la reciente genética molecular.

En el siglo XX, el interés científico por ellos se extendió a las particularidades del desarrollo embrionario de algunos, en los que es común la poliembrionía, por la cual las hembras gestan crías genéticamente idénticas que provienen de un único óvulo fecundado, como sucede con los gemelos monocigóticos humanos. Ese interés también se fortaleció con el descubrimiento de que comparten enfermedades con el ser humano, entre ellas, la lepra y el mal de Chagas, las que luego se extendieron a otras como brucelosis, leptospirosis, toxoplasmosis, triquinosis, leishmaniasis y giardiasis.

La enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana es endémica de América y se origina en una infección por el parásito Trypanosoma cruzi. Su descubrimiento e investigaciones iniciales se deben al médico brasileño Carlos Chagas (1879-1934), quien desde 1909 comenzó a publicar sobre el ciclo de vida del tripanosoma, sus vectores o insectos que los transmiten, vulgarmente llamados vinchucas (Triatoma infestans), y los síntomas de la dolencia en humanos.

Chagas también buscó identificar animales silvestres que serían reservorios naturales del parásito. En 1912 concluyó que un armadillo conocido por tatú en el Brasil y mulita grande o de nueve bandas en la Argentina (Dasypus novemcinctus) era un hospedador natural y antiguo de ese parásito. Desde mediados de la década de 1920, esas investigaciones fueron ampliadas en la Argentina por el médico Salvador Mazza (1886-1946) y sus colaboradores, quienes detectaron la presencia de T. cruzi en diferentes especies de armadillo y algunos otros mamíferos silvestres, como murciélagos y comadrejas, y también en animales domésticos como perros y gatos.

Salvador Mazza hacia 1930. Fotógrafo no identificado

Mazza insistía en conocer la exacta identidad zoológica de los animales silvestres que eran hospedadores naturales de organismos causantes de enfermedades infecciosas humanas, entre otras razones porque podían transportar los parásitos a grandes distancias y causar la aparición de las enfermedades en sitios aislados, prácticamente despoblados o a los que llegaban personas por primera vez. Ello también ayudaría a entender la historia evolutiva de esas patologías.

Mazza, nacido en la localidad bonaerense de Rauch de padres sicilianos, egresó como médico de la Universidad de Buenos Aires en 1903 y se inclinó por la microbiología y la salud pública. Esto lo llevó varias veces a Europa, donde conoció a Chagas y sus investigaciones. Inició las suyas sobre la enfermedad descubierta por el brasileño cuando en estas tierras se cuestionaba la identidad de la dolencia. Comprobó la presencia de personas infectadas por el tripanosoma en el norte argentino y contribuyó a identificar los síntomas clínicos visibles de la infección. Asimismo, articuló una amplia red de colaboradores formada por médicos de dicha región, varios radicados en zonas rurales.

En 1926, la UBA organizó una misión de estudios de patología regional en el noroeste, con la dirección de Mazza, quien se radicó en Jujuy y promovió allí la fundación de la Sociedad Argentina de Patología Regional del Norte, con filiales en otras provincias. En 1929 instaló en dicha capital de provincia el laboratorio central de la misión, que contó con instalaciones móviles en un vagón de ferrocarril. Y por entonces comprobó en la zona, por primera vez fuera del Brasil, la existencia de armadillos infectados por T. cruzi.

Otra iniciativa de Mazza y de la misión fue estimular los estudios zoológicos y zoogeográficos relevantes para la sanidad regional, lo que dio inicio a una larga cooperación con el entonces Museo Nacional de Historia Natural (hoy Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia), en especial con su sección de mastozoología dirigida desde 1928 por el zoólogo José Yepes (1897-1976), nacido en Valladolid, emigrado a la Argentina en 1913 y doctorado en ciencias naturales en la UBA en 1927.

José Yepes hacia 1950. Fotógrafo no identificado
Un armadillo en la visión de un destacado naturalista europeo
Un armadillo en la visión de un destacado naturalista europeo del siglo XVII, Ulises Aldrovandi (1522-1605). Lámina de su libro póstumo De quadrupedib’ digitatis viviparis, Bolonia, 1663. Linda Hall Library, Kansas City MO.

Durante la década de 1930, Yepes y sus colaboradores procuraron determinar qué animales silvestres podían estar relacionados con la propagación de enfermedades humanas, tema también del interés del Instituto Bacteriológico y del Departamento Nacional de Higiene. En los inicios de esa década aparecieron casos de peste bubónica en los territorios nacionales de La Pampa y Río Negro, en zonas rurales donde no se detectaron ratas europeas (Rattus norvegicus), el vector habitual de la enfermedad, sino cuises infectados, y se sospechó que también podían estarlo los tuco-tucos y las vizcachas.

Mulita de nueve bandas
Mulita de nueve bandas (Dasypus novemcinctus). Foto Wekiva Wilderness Trust

Las investigaciones sobre esta peste en los roedores silvestres requirieron la identificación taxonómica de los animales infectados y de sus parásitos, así como su relación con la infección humana. Esto incentivó las consultas sobre la identidad específica de esos animales y la formación de colecciones y bioterios tanto para estudios clínicos como para investigaciones zoológicas.

De forma similar, los científicos del museo trabajaron en la clasificación de los especímenes enviados por Mazza, y en la preparación de ejemplares para exhibición y para integrar una colección de animales regionales de la misión de la UBA, organizada por la esposa de Mazza, ClorindaBrígida Razori, quien también ayudaba a mantener un pequeño zoológico y era activa participante de las investigaciones de su marido.

La colaboración del zoólogo del museo con el médico activo en Jujuy se mantuvo por dieciséis años, hasta la muerte de Mazza en 1946. Este envió al museo cientos de especímenes de mamíferos, aves, reptiles e insectos, de Jujuy y de las distintas regiones que visitaba, o que le hacían llegar otros médicos y colaboradores. Así, en las colecciones del museo están registrados cerca de 750 ejemplares de mamíferos remitidos por el médico, de los cuales 333 son armadillos, una parte de los cientos de especímenes examinados por el equipo de Mazza.

Encabezamiento de una publicación de José Yepes (Revista del Instituto Bacteriológico, Departamento Nacional de Higiene, VII, 2: 213-268, 1935) con dedicatoria manuscrita del autor a Salvador Mazza. Biblioteca del MACN
Encabezamiento de una publicación de José Yepes (Revista del Instituto Bacteriológico, Departamento Nacional de Higiene, VII, 2: 213-268, 1935) con dedicatoria manuscrita del autor a Salvador Mazza. Biblioteca del MACN

Entre el material que recibió en 1931, Yepes encontró un armadillo que consideró conveniente clasificar como una especie nueva de mulita. Como en la nomenclatura científica los armadillos comúnmente conocidos por mulitas pertenecen al género Dasypus, tomó ese nombre genérico y eligió el específico en honor a su colaborador: Dasypus mazzai. Sin embargo, poco después la existencia de esa especie fue cuestionada.

Desde los tiempos mismos de Lineo, en el siglo XVIII, cuando se adoptó la nomenclatura binomial, los armadillos recibieron numerosas denominaciones taxonómicas y generaron virtualmente tantas sinonimias científicas como las hay vulgares en distintas regiones. Con el establecimiento del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica a principios del siglo XX, se buscó eliminar esa proliferación de nombres científicos y la confusión creada, lo que aún no se logró enteramente.

Así, desde los tiempos de Mazza existen dudas sobre cuántas y cuáles son las especies de armadillos del noroeste argentino. Uno de los puntos oscuros es si Dasypus mazzai, la especie descripta por Yepes para clasificar un material enviado por Mazza, tiene efectivamente identidad específica. El hallazgo, publicado en 1933, se basó en el estudio morfológico de dos ejemplares capturados en la localidad de Tabacal, en el departamento salteño de Orán, y su comparación con ejemplares de otras especies conocidas de mulitas. Yepes también bosquejó su posible distribución geográfica: desde esa localidad hacia la parte norte de Santiago del Estero y el chaco santafesino. De estas últimas zonas no examinó ejemplares, pero se guió por los comentarios de amigos, coleccionistas y antiguos informes de viaje.

Tres vistas de uno de los ejemplares de la mulita de Mazza (Dasypus mazzai) catalogado como MACN-Ma 31.273 en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. La barra que da la escala representa 30cm.
Tres vistas de uno de los ejemplares de la mulita de Mazza (Dasypus mazzai) catalogado como MACN-Ma 31.273 en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. La barra que da la escala representa 30cm.

En 1939, el científico norteamericano George WD Hamlett (Journal of Mammalogy, 20, 3) interpretó que uno de los ejemplares utilizados por Yepes para describir a este taxón era un espécimen juvenil de mulita de nueve bandas (Tipo MACN-Ma 31.273), pero reconoció que el otro ejemplar podía ser una nueva especie (Paratipo MACN-Ma 13.222). A la luz de esto, el nombre de D. mazzai quedó desde entonces, para algunos investigadores, como sinónimo de D. novemcinctus.

En la década de 1990, uno de los autores de este artículo (Vizcaíno) volvió sobre el tema con recolecciones adicionales de ejemplares en las provincias de Salta y Jujuy. Concluyó que esos nuevos ejemplares colectados, que se incorporaron a las colecciones del Museo de La Plata, proporcionan evidencias que justifican hablar de una nueva especie, endémica del noroeste de la Argentina. Pero, por los acuerdos internacionales que rigen la nomenclatura de las especies, esa nueva especie no podía designarse como D. mazzai, ya que dicho nombre estaba indisolublemente vinculado con el ejemplar seleccionado como tipo por Yepes, por lo cual dedicó a este el nuevo nombre científico y llamó a la especie Dasypus yepesi.

En los últimos cinco años, sin embargo, basándose en revisiones de la evidencia morfológica, los zoólogos brasileños Anderson Feijó y Pedro Cordeiro-Estrela, de la Universidad Federal de Paraíba, cuestionaron que el mencionado ejemplar tipo de D. mazzai guardado en el museo y analizado por Yepes fuera una forma juvenil de la mulita de nueve bandas y volvieron a sugerir la posibilidad de que se tratase de una especie distintiva del norte argentino, indistinguible de D. yepesi. De ser así, habría que volver al nombre dado por Yepes en 1933 en detrimento del más reciente Dasypus yepesi.

Para tratar de resolver este enigma, los autores de esta nota recurrimos a herramientas que proporciona la genética molecular. Por un lado, extrajimos ADN de hueso y de músculo del ejemplar archivado como MACN-Ma 31.273. Asimismo, analizamos los mencionados ejemplares de la colección del Museo de La Plata, muestras antiguas del norte de Santa Fe y del Chaco, muestras actuales de Formosa y Corrientes, y secuencias de genomas de otras especies del género Dasypus publicadas en GenBank (una base de datos de acceso libre de secuencias genéticas).

Estos análisis genéticos confirmaron que secuencias del ADN del ejemplar catalogado como MACN-Ma 31.273 y de una mulita del norte de Santa Fe presentan completa similitud con la secuencia de los especímenes de D. yepesi conservados en elMuseo de La Plata. En consecuencia, se revalidó el nombre científico de D. mazzai para esa mulita de las provincias de Salta y Jujuy, y se estableció por ahora que el límite oriental conocido de su distribución se encuentra en la región chaqueña. En adición, se han hecho observaciones de especímenes potencialmente asignables a D. mazzai en los parques nacionales Calilegua y El Rey, y en sus alrededores. Los estudios siguen, pero puede pensarse que, con lo anterior, el nombre Dasypus yepesi, como no es la primera vez que sucede, perdió vigencia y quedó relegado al desván de la historia.

De cualquier forma, la realidad es que tenemos muy poca información acerca de esta mulita, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza corresponde clasificar entre los organismos de los que se tienen datos insuficientes para establecer si su población está en riesgo. Por el momento la consideramos endémica de la Argentina, de áreas de la selva de las yungas y del monte chaqueño, pero muy posiblemente también se encuentre en ambientes similares del Paraguay y de Bolivia. Sería un animal de unos 2-3kg de peso, solitario, de dieta omnívora, que posiblemente presente la poliembrionía característica del género. Se requiere realizar más trabajo de campo para establecer el estado de sus poblaciones, la distribución geográfica de estas, sus hábitos, su comportamiento, y los parásitos y las enfermedades que porta, como pregonaba Mazza hace más de ochenta años.

Lecturas sugeridas

ABBA AM et al., 2018, ‘The enigma of the Yepes’ armadillo. Dasypus mazzai, D. novemcinctus or D. yepesi?’, Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, 20, 1: 83-90, accesible en http://revista.macn.gob.ar/ojs/index.php/ RevMus/article/view/578/488.
CASSINI GH y TETA P, 2018, ‘Morfología, taxonomía y zoogeografía de mamíferos argentinos: homenaje a José Yepes’, Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, nueva serie, 20, 1: 67-70, accesible en http://revista.macn.gob.ar/ojs/ index.php/RevMus/article/view/585/487.
GARCÍA SV, 2018, ‘La trayectoria del zoólogo José Yepes: colecciones, viajes y zoogeografía en las décadas de 1930 y 1940’, Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, 20, 1: 71-81, accesible en http://revista.macn.gob.ar/ojs/ index.php/ RevMus/article/view/579/489.
PODGORNY I, 2012, ‘Los conejos de calabaza’, accesible en naturalis.fcnym.unlp.edu.ar/ repositorio/documentos/sipcyt/bfa004253.pdf.
ZABALA JP, 2010, La enfermedad de Chagas en la Argentina. Investigación científica, problemas sociales y políticas sanitarias, Editorial Universidad Nacional de Quilmes, Bernal.