Urbanización y consumo de tierra fértil

La ciudad de Buenos Aires, hoy convertida en megalópolis, está asentada en la región del país más apta para la producción agrícola y ganadera: la pampa ondulada. En ella prosperaron también varios ecosistemas nativos que sucumbieron ante los avances agropecuario y urbanístico. La tierra que se urbaniza se pierde irrecuperablemente para otros usos.

Desde sus orígenes, el crecimiento de Buenos Aires se produjo a expensas de tierra particularmente apta para la producción agropecuaria, así como de diversos ecosistemas nativos de singular interés.

Figura 1. Mapa de la provincia de Buenos Aires en el que se indica el área que ocupa la pampa ondulada.
Figura 1. Mapa de la provincia de Buenos Aires en el que se indica el área que ocupa la pampa ondulada.

La pampa ondulada es uno de los territorios agroproductivos más ricos del mundo. Se extiende por tres provincias argentinas: el sudeste de Córdoba, el norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe (figura 1). Los suelos fértiles por el depósito de las cenizas volcánicas transportadas por el viento provenientes de erupciones andinas del Cuaternario, y el relieve suave, así como la existencia general de abundante agua subterránea, que solo hace poco comenzó a explotarse intensivamente para riego, configuran un ámbito ideal para la producción agropecuaria. Llueve de manera abundante, pues caen entre 850mm y 1000mm anuales, distribuidos en forma más o menos uniforme en las cuatro estaciones. No hace mucho frío, ya que el período con temperaturas medias mensuales inferiores a 10°C, en el que hay riesgo de heladas, es corto, lo cual permite tener dos o tres cosechas por año en un mismo lote. En gran medida, la riqueza agropecuaria de esta región natural deriva de la posibilidad de alternar en el espacio y en el tiempo ganadería con agricultura, y cultivos de hoja ancha (como soja y girasol) con otros de hoja angosta (como trigo y maíz). La bondad de suelo y clima produce altos rendimientos en los cultivos, comparados con los de otras zonas. No debe sorprender, pues, que aquí se concentre la mayor producción del país de granos para la exportación.

El territorio al que nos estamos refiriendo tiene forma sensiblemente rectangular. En uno de sus bordes, por algo menos de 400km, corren el río Paraná y su prolongación, el de la Plata. Sobre las costas de estos florecieron agroindustrias y se construyeron puertos especializados en cargar granos, carnes y aceites en navíos transoceánicos. Ese mismo borde alberga dos de las aglomeraciones urbanas más importantes de la Argentina, las de Buenos Aires y Rosario, con alrededor de doce y un millón de habitantes respectivamente, ubicadas en los extremos de un eje urbano industrial en el que se asienta una parte substancial de la población y de la actividad económica del país.

Con sus aproximadamente 44.000km2, la región no tiene una extensión enorme, lo que hace más dramático el conflicto entre los dos grandes destinos que compiten ferozmente por la tierra: el uso urbano y el rural. Ambos se contraponen en muchas partes del mundo, pero, en este caso, la pugna adquiere dramatismo singular, pues su objeto es el suelo más apto para la producción agraria de un país esencialmente agroproductor y exportador y, además, porque el cambio del uso rural al urbano es irreversible, tanto como lo es la extinción de una especie vegetal o animal.

Jorge Morello

Jorge Morello

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Centro de Estudios Avanzados, UBA.
Gustavo D. Buzai

Gustavo D. Buzai

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Centro de Estudios Avanzados, UBA.
Claudia A. Baxendale

Claudia A. Baxendale

Centro de Estudios Avanzados, UBA.
Silvia Diana Matteucci

Silvia Diana Matteucci

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Andrea F. Rodríguez

Andrea F. Rodríguez

Centro de Estudios Avanzados, UBA.
R. E. Godagnone

R. E. Godagnone

Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
R. R. Casas

R. R. Casas

Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

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