Conflictos de tránsito en hormigas

El intenso tránsito de hormigas que transportan fragmentos vegetales a los hormigueros donde habitan se parece al trajinar de vehículos en ciudades y rutas; y los senderos por los que se desplazan esas hormigas se asemejan a las rutas diseñadas por ingenieros viales. Por eso, analizar cómo las hormigas reducen los conflictos de tránsito puede ayudar a buscar soluciones a estos conflictos en las sociedades humanas.


Beneficios y costos de la aglomeración

Vivir en sociedades densas, en las que muchos individuos coexisten en relativamente poco espacio, tiene ventajas pero también inconvenientes. Sus integrantes pueden acceder a más recursos, colonizar fácilmente nuevas áreas y especializarse en diferentes trabajos. Pero los grupos densos generan gran cantidad de desechos potencialmente patógenos, se contagian más fácilmente enfermedades entre sus miembros y enfrentan graves conflictos de tránsito. Comprender cómo las sociedades encaran estos problemas puede ayudar a entender el origen y el mantenimiento de la vida en grupo.

Las hormigas cortadoras de hojas son un numeroso grupo de insectos nativos de las Américas cuya distribución geográfica se extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta el sur de la Argentina. Existen unas 40 especies de ellas, reunidas en dos géneros, atta y acromyrmex. Cortan y recolectan fragmentos de hojas y flores de una gran variedad de plantas y los emplean para cultivar un hongo en el interior de sus hormigueros, el que les sirve de principal alimento para sus larvas. Evitan las plantas que dañan al hongo y portan en su cuerpo bacterias que lo protegen de infecciones.

Estas hormigas forman una de las más complejas sociedades animales conocidas y se agrupan en colonias que pueden contener más de un millón de individuos de distintos tamaños (pero no mayores de unos 2cm) y aspectos, divididos en castas responsables de diferentes funciones (obreras, nodrizas, soldados, reinas, todas hembras, pues los machos, alados, solo aparecen una vez por año).

Su nido es una compleja construcción subterránea. Puede consistir en un cuerpo principal de hasta unos 15m de diámetro, a veces conectado con estructuras menores alejadas varias decenas de metros. Contiene elaborados conductos internos para circulación, ventilación y eliminación de residuos. En la superficie, el nido es el centro de un complejo sistema de caminos que lo vincula con las plantas de las que las hormigas cortan fragmentos. Esos caminos comienzan en el hormiguero como sendas principales y se van bifurcando para dirigirse a diferentes destinos. Son similares en su diseño a las rutas de acceso a las grandes ciudades, y presentan idénticos desafíos.

Por un lado, la construcción y el mantenimiento de los caminos son costosos. Las hormigas deben limpiarlos de vegetación y hojarasca, un trabajo especialmente intenso en ambientes en que las hojas caen constantemente al suelo, como los bosques tropicales. Además, su diseño debe reducir el tiempo de circulación entre el nido y los recursos. Y dado que por los caminos suelen circular muchas hormigas en ambas direcciones, ellas deberían comportarse de maneras que reduzcan la probabilidad de embotellamientos, choques y retrasos.

Choques, retrasos y prioridades

Los caminos de las hormigas cortadoras de hojas no tienen sentido único de circulación ni vías diferenciadas de ida y regreso. Por eso es común que las que retornan cargadas al hormiguero se topen de frente con las que salen de él sin carga. Algunos estudios han documentado que esos encuentros frontales retrasan hasta un 25% la velocidad de las hormigas, lo que afecta el ritmo de ingreso del alimento en la colonia.

A pesar de esto, los choques son frecuentes, aunque más propiamente deberían llamarse encuentros frontales, pues, como se advertirá más adelante, los choques entre hormigas no son iguales a los que ocurren entre automóviles. ¿Será posible que tengan ventajas para sus protagonistas? Para estudiar este fenómeno, nos planteamos tres hipótesis sobre posibles funciones de los choques entre hormigas cargadas y descargadas: que ayuden a las primeras a encontrar el camino de regreso al nido, que proporcionen a ambos grupos información sobre el estado del sendero o que brinden a las segundas datos sobre la ubicación de un recurso apetecible. Los estudios arrojaron resultados desfavorables a las dos primeras hipótesis y favorables a la tercera.

Tres especies de hormigas cortadoras de hojas. Cada individuo mide unos 15mm. a. Atta cephalotes en Cahuita, Costa Rica. Foto Hans Hillewaert, Wikimedia Commons. b. Atta vollenweideri en la provincia de Corrientes. c. Atta colombica en un zoológico europeo. Foto Norbert Polenski, Tiergarten Schönbrunn, Wikimedia Commons.

a. Senderos de la hormiga Atta vollenweideri en torno a su nido subterráneo, cuya parte externa se destaca como un túmulo bajo un árbol en un ambiente cha- queño de la zona del Iberá, provincia de Corrientes. El árbol podría ser un higuerón (Ficus sp.)
b. Esquema relevado por el autor de los senderos tra- zados por hormigas de la especie Atta vollenweideri en torno a un nido en Corrientes.

Las hormigas no chocaron con más frecuencia cuando les hicimos perder su camino, ni su velocidad en volver a orientarse correctamente se relacionó con la cantidad de choques al ingresar al camino principal desde una bifurcación: ambos resultados son esperables si los choques les brindaran información para orientarse mejor. Tampoco encontramos un incremento en la frecuencia de choques después de colocar un obstáculo en el camino, cosa que hubiera tenido lugar si los choques fuesen una forma de informar sobre el estado del sendero. Pero las hormigas sin carga que chocaron con otras cargadas incrementaron varias veces su probabilidad de encontrar la fuente de alimento en que se abastecieron estas, en comparación con hormigas que no experimentaron esos choques. Se puede deducir que para las hormigas el incremento de la probabilidad de encontrar alimento (debido al choque con una hormiga cargada) supera el costo del retraso que ese choque les puede ocasionar.

Otro problema típico del tránsito es la demora que los individuos más lentos causan a los restantes. En las carreteras de las sociedades humanas, ejemplo de lo anterior son los camiones, que van más despacio y obstaculizan al resto de los vehículos. En las colonias de hormigas cortadoras ciertos individuos hacen las veces de camioneros: son hormigas que, independientemente de su tamaño corporal, transportan fragmentos exageradamente grandes. No es simplemente que hormigas más grandes transporten cargas mayores: algunas hormigas cargan con fragmentos de hoja mucho más grandes que el promedio de los que llevan sus congéneres de igual talla.

Embotellamiento causado por la caída de una pequeña rama que interrumpe el tránsito en un sendero de la hormiga Atta cephalotes en la selva tropical de Costa Rica.

Esas hormigas sobrecargadas caminan de forma lenta e irregular, lo que ocasiona retrasos a las que marchan detrás. El efecto es especialmente notable cuando el flujo de hormigas es alto y el intento de algunas de adelantarse genera embotellamientos y colisiones adicionales. Mediante el experimento de agregar y quitar peso a hormigas (o sea, de convertir hormigas comunes en sobrecargadas y viceversa), constatamos que las camioneras retrasaban hasta un 50% la velocidad de sus compañeras.

También comprobamos que la aparición de hormigas con fragmentos vegetales desproporcionadamente grandes era más frecuente en senderos con poco tráfico. Una posibilidad es que ese comportamiento resulte condicionado por el estado del tránsito: con pocas hormigas en los senderos, el retardo que ocasionan las camioneras es pequeño porque pueden ser fácilmente adelantadas por sus compañeras, pero se incrementa notablemente con el aumento de individuos circulando. Existe en esto una semejanza con las carreteras de las sociedades humanas, en las que los vehículos lentos afectan poco a los demás mientras la densidad de circulación es baja.

Las reglas de tránsito, en la medida en que son respetadas, mejoran la circulación y reducen colisiones y embotellamientos. Así, las sociedades humanas han establecido normas sobre prioridades de paso que dependen de la ubicación del vehículo (en avenidas versus calles, por la derecha o por la izquierda) o de su clase (ambulancias, bomberos). Las sociedades de hormigas, ¿exhiben conductas similares?

Sendero de la hormiga Atta cephalotes en la selva costarricense. Pasa por encima de la raíz de un árbol que emerge del suelo, con lo que evita a las hormigas el esfuerzo de construirlo y mantenerlo.

Con el fin de contestar esta pregunta hubo investigadores que hicieron el experimento de angostar un sendero de hormigas, para configurar una situación similar a la observada cotidianamente en cualquier ciudad o carretera cuando se efectúan reparaciones y alguna autoridad hace circular alternativamente vehículos en uno y otro sentido. Comprobaron que las hormigas hacen algo parecido, aunque nadie parece dirigir el tráfico: las que salen del hormiguero sin carga ceden el paso a las cargadas que se dirigen a él. Para ello las primeras se detienen al costado del sendero y retoman la marcha cuando pasaron las otras.

Beneficios individuales, beneficios sociales y aprovechamiento de recursos

Los individuos que transitan por un sendero circulan más cómodamente cuanto más ancho sea. Desde el punto de vista puramente individual, se deberían construir caminos lo más anchos posibles para poder moverse a la velocidad deseada sin depender de la velocidad de otros. Pero los caminos son costosos, porque la sociedad debe asignar recursos a su construcción y mantenimiento.

Desde el punto de vista social, entonces, parecería que se deberían construir caminos lo más angostos posibles. Pero caminos muy angostos resultan en choques, retrasos y embotellamientos, que padecen quienes los transitan, y el conjunto de esos perjuicios individuales también constituye un costo social. De ahí que ingenieros y economistas hayan inventado los estudios de costos y beneficios sociales, que son análisis muy refinados para establecer qué caminos (o cualquier obra pública) resultan convenientes para la sociedad.

Las hormigas cortadoras de hojas parecen estar aplicando conceptos similares, pues se puede observar que el ancho de sus caminos es por lo común proporcional al máximo flujo de individuos que circula por ellos. Podríamos pensar, en nuestra forma humana de interpretar el mundo, que de esta manera la colonia no dilapida recursos sociales en construir y mantener senderos innecesariamente anchos, ni los construye tan angostos que produzcan embotellamientos.

Las bifurcaciones constituyen puntos especialmente conflictivos para el tránsito de las hormigas (y de los humanos). Las hormigas sin carga que provienen del nido deben elegir por cuál rama de un sendero bifurcado seguir para llegar a los recursos que van a buscar; las cargadas que regresan al nido deben fundir en el sendero troncal el tráfico de dos senderos bifurcados. Para la ingeniería vial, en una bifurcación bien diseñada, para reducir los embotellamientos, el ancho del camino troncal debe equivaler a la suma de los anchos de los senderos bifurcados.

Senderos de la hormiga Atta vollenweideri en la provincia de Corrientes.

Según nuestros estudios, las hormigas van más allá de los ingenieros de caminos, porque normalmente hacen bifurcaciones más anchas: casi siempre la suma del ancho de las ramas bifurcadas es mayor que el ancho del sendero troncal. Nuestra hipótesis es que lo anterior se produce porque en senderos angostos, aunque las hormigas procuren ir por el centro, la vegetación de los bordes obstaculiza el desplazamiento, cosa que no sucede en senderos anchos, cuyas franjas centrales están más alejadas de los bordes con vegetación. Concordantemente con esto, se observa que en senderos troncales las hormigas cargadas, que tiene más probabilidad de chocar con la vegetación de los bordes, generalmente circulan por el centro, mientras que las sin carga, que transitan en sentido contrario, ocupan los bordes.

La construcción y el mantenimiento de senderos son especialmente costosos para hormigas de ambientes en que caen constantemente hojas del dosel del bosque, lo mismo que de sitios con obstáculos creados por una topografía irregular. En tales casos, las hormigas suelen aprovechar ciertas particularidades del terreno para reducir sus esfuerzos. Por ejemplo, se sirven de ramas caídas de arbustos o de raíces expuestas de árboles como si fueran senderos naturales. En bosques tropicales de Costa Rica, hemos observado que tales elementos forman parte de los caminos de casi todos los nidos, y que pueden abarcar el 30% de la longitud total de la red de senderos de un hormiguero.

Empleando esos senderos naturales, las hormigas de esos bosques centroamericanos logran algo más que ahorrarse un 30% del costo de construcción de sus caminos. Como las que van cargadas son hasta un 50% más veloces cuando caminan sobre ramas o raíces que cuando transitan por sus senderos en el suelo, pueden hacer más viajes por día. En promedio, un sendero puede tener una longitud total de 22m entre la entrada al hormiguero y la planta de la que las hormigas cortan fragmentos de hojas. Si un hormiguero está poblado por 50.000 hormigas obreras y tiene cuatro senderos como el descripto, en cada uno de los cuales 7m no van por el suelo sino por ramas caídas o raíces expuestas, el nido ahorra alrededor de 7800 horas-hormiga de trabajo por día para ingresar la misma cantidad de alimento.

Semejanzas y diferencias entre el tránsito de humanos y hormigas

En los últimos años, se han empleado diversos conceptos sobre el tránsito en sociedades humanas para comprender problemas de circulación en sociedades de hormigas, y viceversa. Esto no resulta sorprendente dadas las similitudes entre ambas sociedades y sus problemas de tránsito. Vehículos, personas y hormigas varían en tamaño, se desplazan a velocidades diferentes, y pueden transportar cargas de variadas dimensiones. Generan embotellamientos y ocasionan choques. Las rutas de las sociedades humanas y los senderos de las hormigas presentan desafíos ingenieriles similares en el marco de reducir los costos de construcción y mantenimiento, y hacer máximos los beneficios que otorgan a la sociedad.

Pero el tránsito de las hormigas tiene varias diferencias con el de los humanos. En primer término, las hormigas que circulan por un camino pertenecen a la misma colonia y tienen un objetivo común: ir a buscar alimento y llevarlo al nido. Los vehículos o personas, pese a ser parte de la misma sociedad, tienen objetivos e intereses particulares, que pueden ser distintos del común. En ambos casos, sin embargo, los comportamientos individuales que reducen retrasos benefician finalmente al conjunto de la sociedad.

Los humanos normalmente priorizamos los objetivos individuales por sobre los sociales y con ello producimos (no siempre) beneficios individuales y (casi siempre) costos sociales como embotellamientos. Las hormigas parecen comportarse de manera más cooperativa. Las reglas de tránsito en las sociedades humanas se basa en imposiciones externas, vigilancia de la autoridad y penalidades, mientras que las reglas de tránsito en las sociedades de hormigas carecen de esos elementos, se basan en intercambio de información y poseen mecanismos de retroalimentación que benefician a la sociedad, como un menor acarreo de cargas exageradamente grandes en situaciones de alto flujo.

Pero las hormigas no enfrentan las limitaciones mecánicas que rigen para los humanos y sus vehículos. Por ejemplo, por su pequeña masa y reducida inercia pueden chocar sin lastimarse. Una hormiga puede adelantarse a otra simplemente pasándole por encima sin dañarla, capacidad que no tenemos ni hemos dado a nuestros vehículos. Esto acarrea grandes diferencias de comportamiento, pues mientras los humanos intentan evitar colisiones, las hormigas chocan sin dañarse y sacan provecho del choque, ya que les permite intercambiar información en forma instantánea y partir nuevamente a toda velocidad.

Las hormigas no solo tienen la capacidad de comunicarse mediante esos choques; también lo hacen generando unas sustancias químicas llamada feromonas, que liberan a su paso y sus congéneres detectan al transitar por el lugar. Esa información generada en forma individual facilita el comportamiento del grupo, pues guía, proporciona avisos y regula las conductas de sus integrantes.

Realizar estudios comparativos que tomen en cuenta tanto las semejanzas como las diferencias entre las sociedades humanas y las de hormigas puede ser muy esclarecedor. No solo puede ayudar a encontrar soluciones alternativas para mejorar los problemas de tránsito en las sociedades humanas, sino también a comprender mejor cómo conjuntos de muchos individuos resuelven sus conflictos.

Salvo indicación contraria, las fotos que ilustran esta nota fueron tomadas por el autor.

Lecturas Sugeridas

BURD M et al., 2002, ‘Traffic dynamics of the leaf-cutting ant Atta cephalotes’, American Naturalist, 159: 283-293.

FARJI-BRENER AG et al., 2011, ‘The truck-driver effect in leaf-cutting ants: how individual load influences the walking speed of nest-mates’, Physiological Entomology, 36: 128-134.
– et al., 2012, ‘Leaf-cutting ants as road engineers: the width of trails at branching points in Atta cephalotes’, Insectes Sociaux, 59: 389-394.

FOURCASSIÉ V, DUSSUTOUR A & DENEUBOURG J L, 2010, ‘Ant traffic rules’, Journal of Experimental Biology, 213: 2357-2363.

HÖLLDOBLER B & WILSON EO, 2011, The Leafcutter Ants. Civilization by instinct, W & W Norton, Nueva York.

Alejandro G Farji-Brener

Doctor en biología, UBA.
Investigador principal del Conicet en el Laboratorio de Investigaciones en Hormigas (LIHO), INIBIOMA, Universidad Nacional del Comahue-Conicet.
Profesor adjunto, Universidad Nacional del Comahue.

Alejandro G Farji-Brener
Doctor en biología, UBA. Investigador principal del Conicet en el Laboratorio de Investigaciones en Hormigas (LIHO), INIBIOMA, Universidad Nacional del Comahue-Conicet. Profesor adjunto, Universidad Nacional del Comahue.

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