El cerro Intihuasi : Tesoro de Imágenes Indígenas

Un notable conjunto de pictografías, al sur de la actual ciudad de Río Cuarto (Córdoba), es testimonio del arte de las culturas indígenas antes de la llegada de los europeos a la región.

Manifestaciones de un arte milenario en el sur de la provincia de Córdoba.

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Como se llega
Viajando hasta Río Cuarto y avanzando por la ruta provincial que sale hacia el oeste (en dirección a San Luis), el Cerro Intihuasi aparece con nitidez contra el amarronado telón de fondo de la Sierra Comechingones.

El cerro lntihuasi (que en quechua quiere decir “casa del sol”) integra el sistema de la sierra de Comechingones, en Córdoba, y aflora en el fracturado piedemonte que se inclina suavemente hacia el oriente. En la región que se extiende al sur del río Cuarto -Chocancharagu, según el habla de los aborígenes- los cursos de agua, antes de perderse en la llanura pampeana, han logrado cavar valles angostos y profundos que se disponen en sentido meridiano siguiendo las fallas geológicas de la sierra. Desde tiempos muy remotos, estos valles fueron ocupados por distintas sociedades indígenas. En el momento de la llegada de los europeos, el territorio comprendido entre Quilino y Achiras estaba ocupado por el grupo étnico de los comechingones. Los primeros testimonios de Sotelo de Narváez y del jesuita Bárzana los describen como habitantes cuyas vidas transcurrían en las oquedades de las rocas.

Cumbre del Cerro Intihuasi Cumbre del Cerro Intihuasi

Esta región del sur de la actual provincia de Córdoba es rica en pinturas rupestres, pues en la roca granítica de la sierra se forman grutas y aleros que en tiempos precolombinos fueron ocupados por las sociedades indígenas. Ocultos por el monte de chañares, cocos, espinillos y algarrobos, eran lugares aptos para realizar las ceremonias vinculadas al arte rupestre: los gestos y las palabras que las imágenes de animales y de hombres desencadenaban con el fin de asegurar la continuidad de la vida. Hoy, los pobladores rurales los llaman “casas de piedra”.

Paisaje del Cerro Intihuasi Paisaje del Cerro Intihuasi

El cerro Intihuasi es un afloramiento de granito de forma trapezoidal, con la base mayor hacia el sur. Ubicado en un área levemente deprimida y algo separado del macizo principal de la sierra de Comechingones, hacia el este está rodeado por los sedimentos cuaternarios de la vasta llanura pampeana, mientras que por el sur y por el norte lo circundan los arroyos Cipión y El Salto, respectivamente. No obstante, del mismo cerro bajan varios cursos temporarios que escurren la lluvia, principalmente hacia su borde norte a través de dos quebradas bastante profundas. La génesis de los granitos de lntihuasi ha sido atribuida a la edad Ordovicico Inferior.

Casa Pintada del Cerro Intihuasi, Reproducción de su diseño Casa Pintada del Cerro Intihuasi, Reproducción de su diseño

Signos geométricos pintados. Alero 3 Signos geométricos pintados. Alero 3

El cerro es muy conocido en toda la región por sus pinturas indígenas. El geólogo Brakenbusch las mencionó en un informe publicado en 1875 en el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias Exactas; la primera publicación sistemática fue hecha por Hebe Gay en 1957. Esta autora dio a conocer los aleros de las laderas oeste y oriental que tenían pinturas. Nuestros trabajos posteriores han ampliado el relevamiento a otros puntos de las cuestas, y llegaron así a completar un total de catorce sitios con arte arqueológico.

Arte Indígena en el Cerro Intihuasi Arte Indígena en el Cerro Intihuasi

Los sitios arqueológicos se ubican, en la mayoría de los casos, en el espacio que conforma la oquedad del alero, y que es el producto de la erosión del agua de lluvia, la nevada y el rocío: se trata de una bóveda que desciende hacia el suelo y forma unidad con las paredes hasta alcanzar el suelo. Ocasionalmente las diaclasas del granito forman rajaduras y fracturas extensas, transformadas en líneas que delimitan y ofrecen planos para ejecutar los temas de las pinturas rupestres. A pesar de su escasa profundidad, los aleros eran un refugio seguro y, además, debieron protegerse con lienzos de cuero, cercos de ramas o bloques de roca para hacer más efectivo el abrigo.

En Intihuasi son también comunes las llamadas piedras “bola”. grandes esferas de granito en cuya porción inferior, debido al proceso de meteorización, se ha formado una verdadera bóveda sobre la cual, en muchos casos, los indígenas pintaron motivos artísticos.

Arte Indígena en el Cerro Intihuasi Arte Indígena en el Cerro Intihuasi

El conjunto con pinturas rupestres comprende varios sitios en las laderas norte, oeste y este. Mientras en algunos lo motivos se han conservado y aparecen con nitidez, en otros solamente quedan los “fantasmas” de los trazos. Los aleros descriptos por Hebe Gay hace años son frecuentados por visitantes ocasionales y por buscadores de piezas arqueológicas. Muchos motivos están rayados o sobremarcados en su perímetro para facilitar la visión; ya nadie recuerda quiénes hicieron los graffiti en la Casa Pintada o en el Alero de la Máscara, pero el daño afecta las obras no sólo en su materialidad, sino también en el sentido final de los signos.

Arte Indígena en el Cerro Intihuasi Arte Indígena en el Cerro Intihuasi

Cuando los españoles invadieron la región que está al sur de Quilino, se enfrentaron con una densa población india a la que llamaron comechingones. Era gente pacífica que practicaba la agricultura y el pastoreo, y vivía en pequeños poblados de casas semisubterráneas y en aleros o cuevas de las sierras. La rápida conquista de la región y el escaso registro documental que dejaron los invasores europeos, contribuyeron a la perdida la memoria de estas “tribus barbadas”. Pero menos se sabe aún de los que vivieron muchos siglos antes que ellos en los valles y en el piedemonte.

Arte Indígena en el Cerro Intihuasi Arte Indígena en el Cerro Intihuasi

El arte rupestre de Intihuasí no fue necesariamente un producto de la imaginación, sensibilidad y habilidad de los comechingones. Hasta ahora aparece como una secuencia de manifestaciones artísticas que pudieron realizarse en varios períodos, y en distintas etapas históricas de las diversas sociedades que ocuparon la región. Mientras los materiales del depósito arqueológico del alero denominado Casa Pintada tienen una fecha radiocarbónica de 780 + 100 años antes del presente (1170 + 100 AD.), los de Abra Chica 1 se remontan a 1700 + 100 (250 + 100 A.D.) años antes del presente. El lapso entre una y otra ocupación es demasiado largo como para pensar en una historia única.

El cerro lntihuasi debió ser un lugar donde el ciclo de las estaciones se verificaba como parte del orden del cosmos. Entre las sociedades indígenas prehispánicas, el territorio era una institución: un espacio organizado donde tenían lugar las conexiones entre los hombres, y entre los hombres y los animales. Las imágenes rupestres los muestran desnudos o enmascarados, enfrentados a los animales para cazarlos, percibiendo el alineamiento de las tropas de camélidos o de ñandúes, relatando el ataque feroz de los pumas o, simplemente, supuestos detrás de signos geométricos enigmáticos.

Lecturas Sugeridas

BRACKENBUSCH, L., 1875, “Informe sobre un viaje geológico hecho en el verano de 1875 por las Sierras de Córdoba y San Luis”, Boletín de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, 170. Córdoba.

GAY, H., 1957, “Pictografías del Cerro lntihuasi”, Notas del Museo de Ciencias Naturales “Bartolomé Mitre”, Córdoba.

ROCCHIETTI, A.M., 1993, “El Cerro lntihuasi: encuadre social y político de los “Casos de riesgo”, Revista de la Universidad Nacional de Río Cuarto, 13 (2): 251-268.

SCHOBINGER, J. y C. GRADIN, 1985, Arte Rupestre de la Argentina. Cazadores de la Patagonia y agricultores andinos, Encuentro Ediciones, Madrid.

Ana María Rocchietti

Ana María Rocchietti

Universidad Nacional de Río Cuarto

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