Los restos fósiles de un animal extinguido de la pampa húmeda ocuparon una posición destacada en el debate biológico de comienzos del siglo XIX y contribuyeron a enriquecer la visión del orden natural en los tiempos inmediatamente anteriores a la formulación darwiniana de la teoría de la evolución.
A principios del siglo XIX, la anatomía del megaterio desafiaba la comprensión de los especialistas europeos y era calificada de extraordinaria, maravillosa y aberrante. El método comparativo del naturalista francés Cuvier, que permitió avanzar esa comprensión, condujo a que, en cambio, fuera considerada armoniosa. El megaterio sirvió así para demostrar la validez de una visión finalista, como la del nombrado, para conocer el orden natural. La descripción del megaterio se convirtió de esta manera en un episodio destacado en la historia de la anatomía comparada.
El envío en 1789 de los restos fosilizados de un animal de dimensiones gigantescas al Gabinete de Historia Natural de Madrid ha sido considerado el punto inicial de los estudios paleontológicos en el Río de la Plata (figura 1). Tal tipo de envío era habitual en la época y formaba parte de las prácticas de la historia natural y de los viajes de exploración de los países europeos. Las representaciones del animal, realizadas por Juan Bautista Bru y publicadas luego por Joseph Garriga, fueron estudiadas por Georges Cuvier (véase el recuadro “Cuvier”), quien, sirviéndose de ellas, identificó un mamífero extinguido: el Megatherium o megaterio. Destacó su importancia de la siguiente manera: De todos los animales de gran tamaño, es el descubierto más recientemente y, hasta el presente, el más raro. Sin embargo, se conoce su osteología completa y se tuvo la dicha de encontrar casi todos sus huesos reunidos, los cuales se ha puesto el mayor esmero en montar para formar el esqueleto (figura 2).