El desgarrado y agrio lenguaje de Marcial se transforma al cantar a Isa, la perrita de su amigo Publio. Quien sabe satirizar y expresar la crítica de manera tan agresiva y mordaz mientras encuentra para esta crítica palabras tan duras o soeces, se enternece en la pintura de Isa: ‘Más pícara, más pura, más tierna, más estimable. Presencia constante, compañía discreta, pensarías que habla cuando se queja, comprende la tristeza y la alegría, se acuesta apoyada en su cuello, duerme de tal modo que no se oye su respiración; cuando le acucia una necesidad nunca humedece la colcha con la menor gota, sino que os despierta con una patita acariciadora, os ruega que la bajes del lecho y pide aliviarse’. Publio ha pintado su retrato para prolongar su deliciosa presencia más allá de la muerte.
Un epigrama dedicado a un animalito casi insignificante para el que Marcial encuentra los mejores adjetivos y en el que se trasluce una real ternura en la anécdota. La composición del romano nos llevó a preguntarnos cómo se sintió durante la Edad Media la presencia del perro. La iconografía y algunos textos literarios nos dieron la respuesta. Encontramos imágenes de perros reales, de perros símbolos. Los...
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