50 años del Instituto de Investigaciones bioquímicas. Fundación Campomar

Ciencia Hoy recuerda el nacimiento de uno de los centros internacionalmente reconocidos en el ámbito de la bioquímica.

El Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar cumple el 3 de noviembre 50 años de existencia. Dadas las circunstancias críticas que atraviesa nuestra ciencia, nos parece un momento adecuado para rememorar la “vida” de un instituto de investigación que, habiendo logrado continuidad en sus objetivos, es hoy un modelo de desarrollo de saber científico.

Recordemos que en octubre de 1943 el doctor Bernardo A. Houssay fue separado de su cátedra y de la dirección del Instituto de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas, como consecuencia de la oposición que las universidades de todo el país manifestaron al golpe militar producido en ese año. Con el propósito de continuar las investigaciones interrumpidas, Houssay gestiona el respaldo económico de empresarios privados y, en marzo de 1944, comienza a funcionar el Instituto de Biología y Medicina Experimental en una casa de dos plantas del barrio de Palermo, exactamente en Costa Rica 4185. Una amnistía promulgada en 1945 hizo posible el retorno a la universidad de los centenares de profesores que habían sido expulsados dos años antes y Houssay pudo retomar su antiguo cargo. Sin embargo, en setiembre de 1946 es expulsado por segunda vez, retornando a la dirección del Instituto de Biología y Medicina Experimental, que entretanto ha ido creciendo rápidamente y que en 1946 cuenta con más de veinte investigadores.

Es en este escenario de crisis de las universidades que, durante los últimos meses de 1946, el doctor Houssay se reúne con el industrial Jaime Campomar a instancias del cuñado de este, el doctor Carlos E. Cardini. El señor Campomar ofrece el apoyo económico necesario para crear el Instituto de Investigaciones Bioquímicas. Es así que el 3 de noviembre de 1947, a los pocos días de haber recibido Houssay el Premio Nobel de Medicina, tuvo lugar la inauguración del Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar. Una vieja casa sita en Julián Álvarez 1719, lindera al Instituto de Biología y Medicina Experimental, iba a ser su sede durante su primera década de existencia.

En el día de la inauguración del instituto -3 de noviembre de 1947- posa, de izquierda a derecha, Luis F. Leloir, Juan Lewia, Amelia Zuberbühler de Leloir,  Jaime Campomar y Hugo Chiodi.
En el día de la inauguración del instituto -3 de noviembre de 1947- posa, de izquierda a derecha, Luis F. Leloir, Juan Lewia, Amelia Zuberbühler de Leloir, Jaime Campomar y Hugo Chiodi.

El objetivo inmediato asignado al nuevo instituto fue sostener la actividad del grupo dirigido por el doctor Luis Federico Leloir. Leloir se había doctorado bajo la dirección de Houssay con una tesis sobre “Suprarrenales e hidratos de carbono” (1934), había trabajado en el Instituto de Fisiología dirigido por Houssay (1934-1935 y 1937-1943) y en el Biochemical Laboratory en Cambridge, Inglaterra (1936). Aclaremos que, durante su segundo paso por el Instituto de Fisiología, a su regreso de Inglaterra, Leloir, junto con el doctor Juan M. Muñoz, encararon un problema fundamental para la bioquímica, el metabolismo de las grasas, y obtuvieron la primera preparación libre de células en que se producía la oxidación de los ácidos grasos. También Leloir y Muñoz integraron el grupo que descubrió la hipertensina, un octapéptido -molécula formada por la unión de ocho aminoácidos- de origen renal, responsable de elevar la presión arterial en ciertos enfermos renales. Luego de la expulsión de Houssay de la universidad, Leloir trabajó en el Departamento de Farmacología de la Universidad de Washington, St. Louis, EE.UU. (1944) y en el Enzyme Research Laboratory, College de Physicians and Surgeons, New York, EE.UU. (1944-1945).

En 1946, ya de regreso en Buenos Aires, Leloir comenzó a trabajar en la biosíntesis de oligo y polisacáridos -macromoléculas formadas por la unión de unidades de azúcares-, primero en los laboratorios del Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina y luego en el Instituto de Biología y Medicina Experimental de Palermo, junto a dos colaboradores, Ranwel Caputto y Raúl Trucco. Es durante el desarrollo de estos trabajos, a fines de 1947, que tiene lugar la creación del Instituto de Investigaciones Bioquímicas, cuya dirección queda a cargo de Leloir, y en el que se incorporan Carlos E. Cardini y el primer becario, Alejandro C. Paladini.

La modesta casa de Julián Álvarez donde se inaguró el Instituo.
La modesta casa de Julián Álvarez donde se inaguró el Instituo.

Dice Leloir de la casa donde funcionaba el instituto: “Era muy chica, tendría unos cien metros cuadrados, pero como éramos sólo cinco investigado res no tuvimos problemas por un tiempo. La casa era vieja y el techo de zinc estaba corroído, de modo que los sábados subíamos a la terraza para hacer remiendos con pintura asfáltica. También nos vimos obligados a construir una especie de acueducto para proteger los libros de las goteras”. Salvando la escasez de recursos, que se refleja en el modesto instrumental, en la ausencia de oficinas o escritorios, todos los testimonios concuerdan en que la atmósfera de trabajo era ideal.

Durante los primeros meses, el grupo trabajó en la degradación de la lactosa -un disacárido formado por galactosa y glucosa- en tejidos animales. Como el modelo animal presentaba demasiadas dificultades, se pasó a un sistema más simple, la levadura, donde se descubrieron dos sustancias necesarias para que la levadura pudiera utilizar los productos de la degradación de la lactosa, esto es, la glucosa y la galactosa. Una de estas sustancias, la glucosa 1-6 difosfato, fue aislada e identificada a mediados de 1948. Este hecho instaló al instituto en el ámbito de las investigaciones pioneras en bioquímica y le permitió obtener subsidios de la Rockefeller Foundation y del National Institutes of Health (EE.UU.).

Aislar e identificar el segundo compuesto resultó una tarea bastante más ardua. Sin embargo, resultó que se había hallado el primer nucleótido-azúcar, la uridina difosfato glucosa, conocida como UDPG, un compuesto novedoso más vinculado a los ácidos nucleicos que a los azúcares. El descubrimiento de la UDPG significó un paso clave para dilucidar los mecanismos de asimilación de los azúcares: los alimentos pueden transformarse en un azúcar simple, la glucosa, que se degrada para proveer de energía a la célula, o bien forma un polisacárido, el glucógeno, que es almacenado por el organismo como reserva energética.

En el balcón de la izquieda de la casa de Julián Alvarez, de izquierda a derecha, Enrico Cabib, Raúl Trucco, Carlos E. Cardini y José L. Reissig. Detrás Alejandro C. Paladini y Luis F. Leloir, semioculto. (1954)
En el balcón de la izquieda de la casa de Julián Alvarez, de izquierda a derecha, Enrico Cabib, Raúl Trucco, Carlos E. Cardini y José L. Reissig. Detrás Alejandro C. Paladini y Luis F. Leloir, semioculto. (1954)

Un cuarto de siglo más tarde estos trabajos le valdrían a Leloir y a su grupo el Premio Nobel de Química. Desde entonces, se habla, entre los bioquímicos, del “Leloir pathway” -el “camino de Leloir”- para hacer referencia a la serie de reacciones que permiten explicar la conversión de galactosa en glucosa; hoy se conocen más de sesenta nucleótido-azúcares, de los cuales muchos fueron aislados por primera vez en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas.

En 1958, el instituto se trasladó a un edificio en el que había funcionado un colegio, en la calle Obligado 2490 del barrio de Belgrano.

En ese mismo año, Leloir firmó un acuerdo con el doctor Rolando García, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN), por el cual se creó el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la FCEyN y se nombró a Leloir profesor extraordinario. Se dispusieron laboratorios para la enseñanza de la bioquímica en el mismo edificio de Obligado, quedando así el instituto integrado en la enseñanza y en la formación regular de investigadores.

El doctor Leloir en 1954
El doctor Leloir en 1954

También en 1958 se funda el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con Houssay como presidente, lo que hace posible la obtención de subsidios y de becas. Tres años más tarde se crearía la Carrera del Investigador Científico.

A partir de 1960 se comenzó a dictar en el instituto el curso Química Biológica II, para los alumnos de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la FCEyN. En este curso, de duración cuatrimestral, se exigía dedicación completa de los alumnos. Luego de una preparación exhaustiva a lo largo de un mes, los estudiantes se integraban en los grupos de investigación, y aquellos que mostraban interés y capacidad tenían la posibilidad de continuar trabajando en su Tesis Doctoral. Desde entonces, el instituto ha ido incrementando su participación en la actividad docente.

Durante este segundo período los temas de investigación se van ampliando y diversificando, y surgen también grupos de trabajo independientes. Además de las investigaciones acerca de la transformación de los azúcares en los seres vivos, se trabaja en aspectos básicos de la biosíntesis de proteínas y glícoproteinas (proteínas con un azúcar asociado), en sistemas de regulación metabólica, en la simulación de modelos de acción enzimática, en procesos de fotosíntesis, de la fijación de nitrógeno, bioquímica del suelo y cáncer.

El doctor Leloir en 1954
El doctor Leloir en 1954

La relevancia de la actividad científica desarrollada en el instituto pasó a estado público cuando en 1970 el doctor Leloir recibió el premio Nobel de Química. El mismo Leloir se encargó de aclarar en los periódicos de la época que el premio no era un triunfo individual sino de todo un equipo, mencionando a los doctores Carlos E. Cardini, Héctor Torres, Raúl E. Trucco, Alejandro C. Paladini, Ranwel Caputto, Susana Passeron, Héctor Carminatti, Eduardo Recondo, Nicolás H. Behrens, Armando J. Parodi y Clara R. Krisman y explicando que veinticinco personas trabajaban “full time” en su instituto.

El incremento de la actividad y diversificación temática del instituto se reflejaría en la creación del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI). Sin embargo, el número creciente de investigadores comienza a sobrepasar la capacidad del edificio de Obligado. En 1977 se decide que se debe enfrentar la posibilidad de construcción de un nuevo edificio, y en 1980 comenzó la construcción de una nueva sede en un terreno de alrededor de 6000 m2, frente al Parque Centenario, obra que fue financiada en más de un ochenta por ciento por donaciones de origen privado. En esta última etapa, que se prolonga hasta el presente, ya se encuentran arraigados varios grupos de investigación que trabajan tanto en temas básicos como aplicados. También comienza a funcionar dentro del mismo instituto el Programa de Divulgación Científica y Técnica, cuyo objetivo es transmitir información científica a la sociedad.

El Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar cuenta, actualmente, con alrededor de setenta investigadores y su producción científica, a pesar de la aguda crisis general que atraviesa la ciencia en nuestro país, sostiene el renombre alcanzado en las pasadas décadas.

Los editores desean expresar su gratitud al doctor
Alejandro C. Paladio director del Instituto de Química y Fisicoquímica Biológicas, por la corrección de esta nota, así como por haber provisto las fotos que la ilustran.

Lecturas Sugeridas

ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES, 1981, Bernardo A. Houssay, su vida y su obra, 1887-1971, Virgilio G. Foglia y Venancio Deulofeu eds., Buenos Aires.

FUNDACIÓN CAMPOMAR, 1992, Instituto Luis F. Leloir; Fundación Campomar : qué es, qué hace y qué produce, selección de textos a cargo del Dr. Belocopitow, Buenos Aires.

NACHÓN, C. A., 1984, Luis Federico Leloir (ensayo de una biografía), Fundación Banco de Boston, Buenos Aires.

Diego Hurtado de Mendoza

Diego Hurtado de Mendoza

Laboratorio de Geofísica, UBA-CONICET
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