Una Tradición Cartográfica Física y Política de la Argentina, 1838-1882

La cartografía constituye a la vez un artefacto cultural y técnico. Su producto más perdurable es un código de representación que organiza un lenguaje de efectos estéticos, intelectuales e imaginarios. Los mapas de la Argentina de mediados del siglo XIX presentaban el territorio del país a la consideración de los potenciales inversores e inmigrantes europeos.

Los mapas de la Argentina contemporanea constituyen un producto cultural de primer nivel, más alla de las características de estricta rigurosidad positivas con que aparecen revestidos. Desde la Organización Nacional Hasta la presidencia de Julio Argentino Roca, el reconocimiento topográfico de la Argentina contó con la participación de diferentes tradiciones científicas europeas, en un singular itinerario que permite advertir una diversidad de usos de la cartografía.

La cartografía es, a la vez, un producto técnico y un artefacto cultural, por efecto de un contexto social (medios cartográficos, grabadores, impresores, libreros, usuarios) y del ensamble de operaciones y de elecciones gráficas (geometría, trazas Jineales, imágenes figurativas, ornamentos, escritura). Su más perdurable producto es un código de representación que organiza un verdadero lenguaje de efectos estéticos, intelectuales e imaginarios particulares. Tan azarosa como la creación del Estado argentino es la historia del trazado de mapas que permitió delimitar, desde mediados del siglo pasado, esta parte del globo ante los ojos de los lectores europeos, al fin y al cabo, potenciales inmigrantes e inversores. Los primeros mapas fueron soportes visuales indispensables de unas pequeñas obras de divulgación llamadas manuales estadísticos y geográficos. Estas cartas geográficas no fueron, únicamente, un instrumento de dominio sobre el territorio argentino, sino una imagen que otras naciones, primero, y el Estado nacional, después, habían elaborado y querían transmitir de la Argentina.

El más temprano manual estadístico y geográfico fue escrito en 1838 por Woodbine Parish (1796-1882), primer cónsul británico en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En realidad, fueron dos ediciones impresas en Londres y la última ampliada con ilustraciones junto a un anexo de cuadros estadísticos. El título era un resumen de sus pretensiones enciclopédicas: Buenos Ayres and the Provinces of the Rio de la Plata from their discovery and conquest by the spaniards to the establishment of their political Independence. With sorne account of their present state, trade, debt, etc.; and appendix of historical and statistical documents; and a description of the geology and fossil monsters of the pampas (John Murray, Londres, 1852).

Mapa de la expansión de la ciudad de Buenos Aires, entre 1767 y 1836, figura en la segunda edición de Parish.
Mapa de la expansión de la ciudad de Buenos Aires, entre 1767 y 1836, figura en la segunda edición de Parish.

En ocho años de estadía diplomática (1824-1832), Parish fue un atento espectador de la guerra contra el Brasil, la caída de Bernardino Rivadavia, la muerte del general Dorrego y el ascenso de Juan Manuel de Rosas. Con la expresa recomendación de su superior, el ministro Canning, de recoger o copiar cuanta información pudiera sobre la extensa geografía del ex virreinato, este aficionado a la historia natural, la botánica y la zoología, organizó una red de corresponsales en el interior. No pudo convencer al coronel español -y todavía realista- Cabrer para que le facilitara una colección de cartas geográficas levantadas a fines del siglo XVIII por los funcionarios españoles que discutieron los limites con los enviados del reino de Portugal. En cambio, si obtuvo una autorización de Rosas para que el Departamento de Topografía le hiciera algunos planos de la provincia de Buenos Aires. Aún más, tenía en su poder un mapa, propiedad del marqués de Barbacena, capturado con su valija en la batalla de Ituzaingó. Copió los diarios de viaje de varios comisionados de la corona española (Juan de la Piedra, Basilio Villariño y Félix de Azara) y “Las noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y río Vermejo”, de José Arenales. También, el mapa levantado en 1833 por el general Pacheco que mostraba la marcha de la principal fuerza militar hacia el Rio Negro, desde la isla de Choele Choel hasta el río Neuquén.

Portada de la segunda edición ampliada de la obra escrita por Woodbine Parish, publicada en Londres, 1852.
Portada de la segunda edición ampliada de la obra escrita por Woodbine Parish, publicada en Londres, 1852.

Ya en Londres, Parish le entregó toda la cartografía a John Arrowsmith, quien se encargó de grabar un mapa físico de las Provincias Unidas del Rio de la Plata desde el Río Negro hasta Bolivia. Este incluía a Chile, Paraguay, Uruguay y el sur del Brasil. A la derecha, aparecía un cuadro con sólo la delimitación de la Patagonia, Tierra del Fuego -fruto de las exploraciones realizadas por el capitán Fitz Roy en el Beagle- y las Islas Malvinas -como Falkland- en esta primera imagen del territorio argentino independiente, elaborada en Gran Bretaña. Parish, por su parte, había recomendado a la cancillería británica ocupar las Malvinas, como compensación imperial, ante el empréstito Baring impago firmado por Rivadavia.

Cuadro del Apéndice de la segunda adición de Parish, con la latitud y la longitud de varios puntos geográficos del Río de la Plata.
Cuadro del Apéndice de la segunda adición de Parish, con la latitud y la longitud de varios puntos geográficos del Río de la Plata.

Desde entonces, Parish se convirtió en una autoridad en temas de la América meridional. Publicaba habitualmente en The Geographical Journal, de la Real Sociedad Geográfica de Londres, de la cual llegó a ser su vicepresidente. Además, era fellow de la Sociedad Geológica, miembro correspondiente de la Sociedad Estadística de Paris y del Instituto Geográfico e Histórico del Brasil. Sin embargo, su consagración llegó con la misiva que le envió Alexander von Humboldt (1767-1859), el iniciador de la literatura científica de viajes y gran divulgador de los paisajes del Nuevo Mundo en Europa. Humboldt elogiaba el registro de estas regiones que Parish había logrado para la ciencia geográfica: Vuestra obra y el viaje del capitán Fitz Roy, enriquecido con las bellas observaciones de Mr. Darwin, hacen época en la historia de la geografía moderna. Sorpréndese uno de ver el acopio de material que habéis podido reunir para ilustrar la topografía de esos países, bosquejada tan pésimamente en nuestros mapas de la América del Sur El que está anexo a vuestra obra, como el que adorna la historia de la expedición del Beagle serán las sólidas bases de los mapas que pronto se construirán sobre una escala mayor. Como géologo y como físico, sois acreedor de mi particular agradecimiento.

Portada del primer tomo de la primera edición castellana del manual de Parish, traducido por Justo Maeso, en 1852. La traducción del segundo tomo fue editada en 1854 con un Apéndice actualizado con datos del Registro estadístico del Estado de Buenos Aires, dirigido por Maeso.
Portada del primer tomo de la primera edición castellana del manual de Parish, traducido por Justo Maeso, en 1852. La traducción del segundo tomo fue editada en 1854 con un Apéndice actualizado con datos del Registro estadístico del Estado de Buenos Aires, dirigido por Maeso.

La curiosidad del coleccionista Parish incorporaba la América del Sur al conocimiento científico, bajo los presupuestos del ideario ambientalista propio de la Ilustración, en el que se habían formado generaciones de intelectuales del Viejo Mundo. Exhibía las huellas de una sensibilidad erudita que producía estas obras para el consumo de un público culto, el cual gozaba de la contemplación de la naturaleza y la exploración no utilitaria del mundo. Pero, al mismo tiempo, el manual de Parish llegaba a la ciudad de Buenos Aires y pronto se convirtió en un texto favorable a las posiciones autonomistas sostenidas por los porteños a la caída de Rosas, por los datos históricos, geográficos, en fin, por las costumbres locales que describía. Justo Maeso -estudioso de las letras y la historia del Río de la Plata- lo tomó prestado de la biblioteca del general Guido para traducirlo. Cuando se publicó, fue reseñado muy favorablemente por el entonces coronel Bartolomé Mitre en El Nacional. Y el director de la Biblioteca Pública, Carlos Tejedor, tenía esta obra entre sus más recientes adquisiciones para la Sala 5º de Historia y Viajes.

Izq.: Portada da la segunda edición del atlas de Victor Martin de Moussy. Description geógraphique et statistioue de la Confédération Argentine, Libraire de Firmin Didot Fréres, Fils et Cie., París, 1873 (1, edición. Libraire de Firmin Didot Fréras, Fus et Cje., París. 1869). Der.: Mapa con la división política de la Confederación Argentina. El atlas de Martin de Moussy no explicitaba la escala de sus trabajos, sin embargo. contenía un conjunto de equivalencias de las diversas medidas marinas y terrestres usuales en Europa
Izq.: Portada da la segunda edición del atlas de Victor Martin de Moussy. Description geógraphique et statistioue de la Confédération Argentine, Libraire de Firmin Didot Fréres, Fils et Cie., París, 1873 (1, edición. Libraire de Firmin Didot Fréras, Fus et Cje., París. 1869). Der.: Mapa con la división política de la Confederación Argentina. El atlas de Martin de Moussy no explicitaba la escala de sus trabajos, sin embargo. contenía un conjunto de equivalencias de las diversas medidas marinas y terrestres usuales en Europa

Mientras el autonomismo porteño acrecentaba su identidad cultural con la traducción de la obra de Parish por Maeso, la Confederación Argentina buscaba un autor para una contraescritura científica, capaz de aprovechar de igual manera, la imprenta como herramienta política. En 1855, el presidente Justo José de Urquiza contrató al médico francés Jean Antoine Victor Martin de Moussy (1810-1869), para realizar un vasto plan de exploraciones del territorio nacional. Miembro de la Academia de Ciencias de París, Martin de Moussy estaba obligado a adelantar las memorias del trabajo de campo, las cuales iban a formar parte de una obra de varios volúmenes por publicar en París. Exploró los ríos Uruguay y Paraná, atravesó el Paraguay, los actuales territorios de Misiones y del Chaco. Más tarde, recorrió la Patagonia septentrional y la cordillera de los Andes, desde el grado treinta y tres al veintidós de latitud, pasó a Chile y llegó en sus exploraciones hasta el sur de Bolivia. En cinco años, recorrió 22.500 kilómetros y logró acumular observaciones geológicas, meteorológicas y de historia natural, cálculos astronómicos y registros etnográficos, así como notas sobre las costumbres de los países y poblaciones que había visitado.

Detalles y leyendas de los mapas del Gran Chaco -también llamado Territorio Indio del Norte- y Patagonia. Una de las estrategias cartográficas del geógrafo de la Confederación Argentina, Martín de Moussy, era rellenar con comentarios las regiones inhóspitas y poco exploradas. Detalles y leyendas de los mapas del Gran Chaco -también llamado Territorio Indio del Norte- y Patagonia. Una de las estrategias cartográficas del geógrafo de la Confederación Argentina, Martín de Moussy, era rellenar con comentarios las regiones inhóspitas y poco exploradas.

El geógrafo oficial de la Confederación Argentina editó, en total, tres volúmenes y un atlas con treinta cartas físicas y políticas de cada una de las provincias y territorios nacionales. Con todas las mediciones que había realizado, señaló los errores en el mapa levantado por Arrowsmith, en particular en las fronteras del noroeste y en los antiguos límites hispano-portugueses. Debemos advertir que tuvo grandes dificultades para delimitar esa gran selva que era, entonces, el Gran Chaco y se quedó sin haber recorrido la inhóspita Patagonia.

Izq.: Mapa físico y detalle de la leyenda. Martin de Moussy realizó su plan de exploraciones en cuatro viajes, recorrió 22.500km. Fue un pionero en demostrar las posibilidades de las colonias agrícolas. En esos mismos años había llegado el científico alemán Germán Burmeister, para rearizar estudios geológicos. A partir de estudios del suelo pampeano en la década del cincuenta, sostuvo en forma tajante que el futuro productivo del país residiría, exclusivamente, en la actividad ganadera. Der.: Tabla realizada por Martin de Moussy. Se trata de una compilación de diez años de registros de distintos fenómenos meteorológicos en varias ciudades y pueblos de la Confederación Argentina. Izq.: Mapa físico y detalle de la leyenda. Martin de Moussy realizó su plan de exploraciones en cuatro viajes, recorrió 22.500km. Fue un pionero en demostrar las posibilidades de las colonias agrícolas. En esos mismos años había llegado el científico alemán Germán Burmeister, para rearizar estudios geológicos. A partir de estudios del suelo pampeano en la década del cincuenta, sostuvo en forma tajante que el futuro productivo del país residiría, exclusivamente, en la actividad ganadera. Der.: Tabla realizada por Martin de Moussy. Se trata de una compilación de diez años de registros de distintos fenómenos meteorológicos en varias ciudades y pueblos de la Confederación Argentina.

Uno de los contratiempos para esta obra escrita en el Nuevo Mundo y editada del otro lado del Atlántico, fue la disolución de la Confederación Argentina a manos del autonomísmo porteño. A pesar de la imprevisible situación política, el presidente Mitre se encargo, personalmente, de corregir las pruebas de imprenta de la primera edición del atlas de 300 ejemplares. Atento a las relaciones científicas que mantenía Martin de Moussy, lo nombró comisionado delegado de la Argentina ante la Exposición Universal de París de 1867. En ella, el médico francés fue elegido jurado de los productos expuestos por los países de la América Latina. Fréderic Le Play -un par suyo de la Academia de Ciencias- fue el comisario general del evento. Allí presentó al público una versión preliminar con las últimas correcciones de su atlas Description geógraphique et statistique de la Con fédération Argentine (1º edición, Libraire de Firmin Didot Fréres, Fils et Cie., Paris, 1869) en el que precisaba la topografía de cada una de las divisiones administrativas, sus ciudades y pueblos, incluida la provincia de Buenos Aires. Constituía un novedoso conjunto gráfico, un artefacto serial que permitía ofrecer una totalidad fragmentada de la Argentina del siglo XIX, que se convertía en un objeto de lujo para el lector cultivado al que le comunicaba, en su espacio privado, una amplia nomenclatura geográfica. En fin, posibilitaba la distinción científica para su autor y para la «ciencia nacional» a la que representaba.

Izq: Primer mapa entero de la República Argentina, realizado por la Oficina de Ingenieros Nacionales. Obsárvese que el Gran Chaco y la Patagonia eran espacios en blanco, es decir, sin topónimos. Su escala es de 1:4.000.000. En el detalle de la leyenda, puede leerse que fue grabado en la ciudad de Buenos Aires para la Exposición de Filadelfia. Der: Portada de la edición, en alemán, de la obra para enviar a la Exposición Internacional de Filadelfia. compilada por Ricardo Napp: La República Argentina, Buenos Aires, 1876. Izq: Primer mapa entero de la República Argentina, realizado por la Oficina de Ingenieros Nacionales. Obsárvese que el Gran Chaco y la Patagonia eran espacios en blanco, es decir, sin topónimos. Su escala es de 1:4.000.000. En el detalle de la leyenda, puede leerse que fue grabado en la ciudad de Buenos Aires para la Exposición de Filadelfia. Der: Portada de la edición, en alemán, de la obra para enviar a la Exposición Internacional de Filadelfia. compilada por Ricardo Napp: La República Argentina, Buenos Aires, 1876.

Si la construcción de los Estados nacionales modernos va acompañada del levantamiento de mapas detallados del territorio, ello es posible gracias a la organización de institutos y cuerpos cartográficos, encargados de su realización y renovación periódica. No es sino hasta 1870 cuando en la Argentina se creó la Oficina de Ingenieros Nacionales, bajo la jurisdicción del Ministerio del Interior. Cinco años más tarde, gracias a la expansión territorial, junto a las observaciones realizadas por el Observatorio Astronómico de Córdoba, se pudo levantar un mapa físico y político del país unificado. Unificación que incluía a Buenos Aires y a la Patagonia. El objetivo del ministerio político era superar los contenidos del atlas realizado por Martin de Moussy, del que se había impreso una segunda edición de 1000 ejemplares en 1873.

El mapa físico y político de la Oficina de Ingenieros Nacionales integraba un tercer manual estadístico y geográfico que tenía como destino el pabellón argentino de la Exposición Internacional de Filadelfia, de 1876. Nos referimos a La República Argentina (Comité Central Argentino, Buenos Aires, 1876), compilado por Ricardo Napp, jefe de la Oficina General de Estadística Comercial. Los capítulos estaban escritos por los científicos alemanes, traídos por Domingo Faustino Sarmiento, para formar la Academia de Ciencias de Córdoba. En la obra realizaban un resumen de sus estudios botánicos, geológicos y edafológícos. Los argumentos que esbozaban no se alejaban de la concepción idealista, romántica y sistémíca del geógrafo alemán Carl Ritter (1779-1859). Con ellos organizaban una “poética” del espacio nacional, al tratar de demostrar la influencia benéfica del clima del país en la longevidad de los habitantes o al exaltar las virtudes estéticas, físicas y morales de los nativos. Estos argumentos iban acompañados de una original cartografía temática: dos mapas fítogeográficos del país; otro con todas las vias de comunicación terrestres existentes y proyectadas de caminos, ferrocarriles y telégrafos y, por último, una carta topográfica de la Pampa con la línea de defensa contra los indios. En total, se editaron 15.000 ejemplares en alemán, castellano, francés e inglés. En su mayoría, se repartieron en los consulados argentinos de los países europeos.

Tres mapas temáticos para la Exposición Internacional de Filadelfia. Uno es un mapa fitogeográfico de la República Argentina, realizado por el botánico Paul G. Lorentz, miembro de la Academia de Ciencias de Córdoba. El otro ofrece un cuadro demostrativo de la vegetación dividida en lo que se denominaban «formaciones» (bosques antárticos, patagónica. de la Pampa, del monte, subtropical, de la Puna, del Gran Chaco y mesopotámica). Por último, detalle de la carta topográfica de la línea de defensa contra los indios en el sur de la provincia de Buenos Aires. Tres mapas temáticos para la Exposición Internacional de Filadelfia. Uno es un mapa fitogeográfico de la República Argentina, realizado por el botánico Paul G. Lorentz, miembro de la Academia de Ciencias de Córdoba. El otro ofrece un cuadro demostrativo de la vegetación dividida en lo que se denominaban «formaciones» (bosques antárticos, patagónica. de la Pampa, del monte, subtropical, de la Puna, del Gran Chaco y mesopotámica). Por último, detalle de la carta topográfica de la línea de defensa contra los indios en el sur de la provincia de Buenos Aires.

Desde la sanción de la ley N° 817 de Inmigración y Colonización en 1876, el legado ambientalista y romántico de revelar la geografía del país generaba la necesidad explícita de atraer a los europeos para que lo habitasen. Este vuelco permite, una vez más, señalar la polivalencia de los mapas. Pues la contracara de un sólo mapa plegable en diez partes reproducía la información necesaria para los inmigrantes: artículos de leyes, información sobre la dirección de los vientos, ubicación de las colonias agrícolas, valor de la tierra, medios de comunicación existentes, moneda, pesas y medidas vigentes, precio del pasaje desde Europa, salarios recibidos y precios de algunos artículos de consumo popular en la ciudad de Buenos Aires. Aludimos al Mapa geográfico y estadístico de la República Argentina, 1882. La República Argentina como destino de la inmigración europea (La Unión, Buenos Aires, 1883). Con el ascenso a la presidencia del general Julio A. Roca, Francisco Latzina (1843-1922) -matemático y, también, miembro de la Academia de Ciencias de Córdoba- se convirtió en el jefe de la estadística pública y realizó su aporte al conocimiento del país al imprimir en alemán, castellano, francés, inglés e italiano, 120.000 ejemplares de ese mapa físico y político. Los cuales, asimismo, eran repartidos en las representaciones consulares en los países europeos. Allí aparecían dibujadas las líneas de isotermas elaboradas por la Oficina Meteorológica Argentina, pues uno de sus objetivos era difundir, entre los po tenciales migrantes, las virtudes de un ambiente con las temperaturas medias similares a varias regiones europeas. El mapa era acompañado por dos ampliaciones.’ un plano de la ciudad de Buenos Aires y una carta topográfica de las colonias agrícolas de Santa Fe.

Tapa de la edición italiana del mapa físico y político realizado por Francisco Latzina, La República Argentina como destino de la inmigración europea, 1882. Imprenta "La Unión", Buenos Aires, 1883. Esta es le primera carta geográfica editada en este idioma. En su contracara se reproducían los precios de los pasajes, desde varios puertos de Europa hasta la ciudad de Buenos Aires. Su escala es 1:6.000.000.
Tapa de la edición italiana del mapa físico y político realizado por Francisco Latzina, La República Argentina como destino de la inmigración europea, 1882. Imprenta “La Unión”, Buenos Aires, 1883. Esta es le primera carta geográfica editada en este idioma. En su contracara se reproducían los precios de los pasajes, desde varios puertos de Europa hasta la ciudad de Buenos Aires. Su escala es 1:6.000.000.

Esta historia del trazado de mapas deja entrever cuánto había logrado el Estado argentino, en precisión y amplitud temática, para sentar su autoridad administrativa y política sobre la extensa geografía del país. Los primeros hombres que integraron la Academia de Ciencias de Córdoba marcan un hito en la tarea de sistematizar y perfeccionar el relevamiento cartográfico del suelo, la flora y la fauna nacional. Un ejemplo representativo es la obra de Luís Brackebusch, Mapa geológico del interior de la República Argentina (Instituto Geográfico de C. Hellfarth, Gotha, 1891), fruto de exploraciones realizadas desde 1875 hasta 1888. Sin embargo, un breve estudio de la densidad y de la proporción de topónimos de la carta levantada por Latzina demostró que, con posterioridad a la campaña al desierto de 1879, la Patagonia y el Gran Chaco aún eran lugares virgenes a la minuciosidad de la cartografía estatal.

Izq: Algunos miembros de la Academia de Ciencias de Córdoba, en 1876. De izquierda a derecha, sentados: Hendrik Weyenbergh, Francisco Latzina, Oscar Döring, De pie: Jorge Hieronymus, Luis Brackenbusch, Adolfo Döring, Federico Schultz. Der: Detalles del mapa de Letzina, con la leyenda lunto a un plano ampliado de la ciudad de Buenos Aires, y la ubicación de las colonias agrícolas en la provincia de Santa Fe. Esta disposición gráfica e iconográfica resumía las intenciones de los 120.000 elemplares editados en alemán, castellano, francés, inglés e italiano. Izq: Algunos miembros de la Academia de Ciencias de Córdoba, en 1876. De izquierda a derecha, sentados: Hendrik Weyenbergh, Francisco Latzina, Oscar Döring, De pie: Jorge Hieronymus, Luis Brackenbusch, Adolfo Döring, Federico Schultz. Der: Detalles del mapa de Letzina, con la leyenda lunto a un plano ampliado de la ciudad de Buenos Aires, y la ubicación de las colonias agrícolas en la provincia de Santa Fe. Esta disposición gráfica e iconográfica resumía las intenciones de los 120.000 elemplares editados en alemán, castellano, francés, inglés e italiano.

Hernan Gonzalez Bollo

Hernan Gonzalez Bollo

Facultad de filosofía y letras, UBA-CONICET

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