Carta de Lectores

CASAS MÁS, CASAS MENOS…

El 31 de mayo pasado, Catherine Brechignac, directora general del Centre National de la Recherche Scientifique de Francia (el equivalente galo de nuestro CONICET), envió una circular a los directores de investigación del organismo recordándoles que el primer ministro, Lionel Jospin, había encargado a dos diputados -Pierre Cohen y Jean-Yves Le Déaut- que reflexionaran sobre los lazos entre la investigación científica y la educación superior en ese país y formularan recomendaciones. Los parlamentarios, a su vez, decidieron lanzar una consulta a los integrantes de la comunidad académica, para lo cual abrieron una discusión sobre cinco grandes temas, acerca de los cuales manifestaron querer conocer la opinión del máximo número de personas. Lo hicieron mediante dos iniciativas a las que la nombrada pidió que se preste la mayor atención: (i) un foro en la Internet (www.mission-cohen-ledeaut.org) y (ii) un coloquio nacional sobre la investigación, abierto a todos y programado para el 26 de junio pasado en el gran anfiteatro de la Sorbona. Por su lado, la dirección del CNRS pidió que, en cada laboratorio, el personal discutiera los temas en cuestión y que comunicara sus opiniones a los citados miembros de la Asamblea Nacional. Pidió, además, que se facilitara la participación de todos los miembros de los laboratorios en el coloquio de la Sorbona. Los cinco temas objeto de la encuesta parlamentaria eran:

1) Misiones de la investigación pública y profesiones vinculadas con ella: aumento del conocimiento, enseñanza, asesoramiento, difusión de la cultura científica y técnica. Las reglas y las prácticas de reclutamiento, de promoción y de evaluación, ¿permiten que se cumplan eficaz y equilibradamente esas misiones? ¿Qué medios permitirían aumentar la eficacia? La organización de las universidades y de los institutos de investigación, ¿permite responder a ese desafío?

2) La necesidad de una transmisión rápida de saberes a las jóvenes generaciones de estudiantes requiere que haya una buena sinergia entre los organismos de investigación y las universidades. ¿Cómo favorecer el intercambio de personal entre instituciones cuyos propósitos comprendan todas o algunas de las funciones enunciadas?

3) Es necesario que los jóvenes investigadores, realicen o no docencia, puedan acceder satisfactoriamente a la autonomía indispensable para poder innovar y realizar una investigación original de calidad. ¿Qué propuestas operativas pueden hacerse para favorecer el acceso a la investigación de los jóvenes y para mejorar su lugar en esta?

4) ¿Cómo organizar la evaluación de los investigadores, de los equipos de investigación, de los laboratorios, de los organismos y de los programas? ¿Cómo favorecer el desarrollo de nuevos temas y disciplinas, así como la interdisciplinariedad? ¿Qué consecuencias tendría sobre la organización de la investigación y de la enseñanza superior y sobre la articulación de los procesos de decisión?

5) ¿Cómo tener en cuenta las crecientes demandas hechas por la sociedad a la comunidad científica sobre temas cada vez más complejos e interdisciplinarios, como el ambiente, la alimentación, las ciudades o el transporte? La organización de los establecimientos de investigación y de las universidades, ¿permite responder a esos desafíos? Los métodos de evaluación, ¿toman suficientemente en cuenta la interdisciplinariedad y permiten a los investigadores estar atentos a las demandas sociales? Como se aprecia, en otras latitudes los problemas son parecidos pero las respuestas institucionales son muy diferentes. ¿No sería más fácil -además de útil y honesto- pedir opinión a todos? Sin duda, se podrían poner en marcha mecanismos sencillos para que se realicen discusiones y lleguen respuestas. Tanto los organismos públicos, que pagamos con nuestros impuestos, como los partidos políticos, que actúan como si verdaderamente estuviesen pensando en estos temas, ¿por qué insisten en cerrar el juego? Es verdad que entre amigos o socios uno suele sentirse más cómodo, pero los hechos demuestran que no es la mejor manera de que surjan ideas novedosas. Tampoco de que la gente, tanto la de afuera, que paga, como la de adentro, que cobra (poco), sienta que el sistema (le) sirve. ¿Y si probamos y les preguntamos a todos? Total, acá es fácil, porque son pocos. Caben en una agenda.

Ricardo A. Ferraro
Buenos Aires

DOCUMENTO HISTÓRICO

Osvaldo Civitarese, físico de la Universidad Nacional de La Plata, hizo llegar a CIENCIA HOY el texto de una carta que el científico alemán Emil Bose, profesor organizador de una escuela de física en dicha casa de altos estudios, envió en 1909 al entonces presidente de la Universidad, Joaquín V González. Figura con el número 163 en el libro de copias de notas oficiales de la escuela correspondiente a dicho año. En palabras del primero, “refleja con claridad las aspiraciones de los físicos que trabajamos en este país. Noventa años después de escrita, posee una vigencia que hace innecesario formular otros comentarios.” Emil Herman Bose había llegado a la Argentina e¡ mismo año en que escribió la carta que más abajo se transcribe, para dirigir la mencionada escuela, pero solo pudo hacerlo por poco tiempo porque murió en 1911, a los 37 años. Antes había sido director del Instituto de Tecnología de Dantzig y director de la Physikalische Zeitschrift. Se había formado en física en Göttingen, donde obtuvo su doctorado en 1898, con una tesis sobre la descomposición eléctrica de gases realizada bajo la dirección de Walter Nernst. Luego alcanzó la venia legendi en Breslau con el químico Oskar Emil Meyer y se desempeñó como privatdozent con el mismo Nernst en Göttingen, además de un tiempo como asistente del físico teórico Woldemar Voigt.

La Plata, octubre 20 de 1909
Señor presidente:

Tengo el honor de elevar a la consideración del señor presidente tres listas por separado, las cuales expresan:
1. los aparatos de física destinados a completar el gabinete;
2. las revistas y demás obras con las cuales se constituirá la biblioteca científica de esta escuela, y
3. las máquinas y materiales necesarios para instalar definitivamente el taller mecánico de precisión.

Debo manifestar que al someter al ilustrado criterio de vuestra excelencia este pedido de elementos, cuya adquisición resulta absolutamente indispensable para formar un instituto científico moderno y sin los cuales no podrían realizarse trabajos de investigación, he procedido a formularlo concienzudamente y dentro de la más estricta economía.

En Alemania, como en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de la América del Norte, es una cosa bien conocida que una enseñanza verdaderamente universitaria de las ciencias exactas es imposible sin trabajos de investigaciones de todos los profesores de dichas materias. [Por necesitar] esto de un conocimiento perfecto de las publicaciones científicas, tanto anteriores como últimas de la materia, se da un valor enorme a la perfección de la biblioteca de cada laboratorio. [Se evita] de esta manera que se hagan investigaciones inútiles [y se obtiene] una enseñanza siempre dirigida a los puntos de vista más modernos.

El mejor instituto científico sin biblioteca completa y moderna queda siempre como un buque sin timón, del mismo modo que el mismo instituto sin gabinete moderno y gastos mensuales será semejante a un vapor sin máquina o carbón.

Saludo al Sr. Presidente con mi más alta consideración.

Profesor Dr. E. Bose

TRANSCRIPCIÓN INCORRECTA DE FORMULAS

En el número 51 de CIENCIA HOY leí que dos estudiantes, Daniel Saladino e Yvan Chen Chung, rehicieron ciertos cálculos sugeridos en el artículo “Los rayos cósmicos galácticos”, que escribí con Jorge A. Combi y que salió en el número 48. Hallaron una diferencia de 24 órdenes de magnitud con el valor dado en la revista. Lo atribuyeron a un “error de imprenta” en un exponente de la expresión que indica la potencia necesaria para generar todos los rayos cósmicos. Los editores confirmaron el error. El problema, sin embargo, no reside en dicho exponente sino en el valor de la densidad de energía de los rayos. El número correcto es 3xlO-12erg/cm-3 y no 3×1012 erg/cm-3, como figura en la versión publicada. La pérdida del signo menos en el exponente introduce los 24 órdenes de magnitud sobrantes. El error puede ser identificado rápidamente, ya que el valor de la densidad de energía se dio también en electrón-voltios.

He revisado el manuscrito original y hallé que contiene los números correctos. Quisiera llamar la atención sobre los errores, especialmente con fórmulas matemáticas, que se introducen al procesar los artículos. No es la primera vez que sucede: ya había pasado con mi nota “Fenómenos violentos en quasars”, aparecida en el número 42, donde salió una fórmula copiada incorrectamente. Quizá ello se pueda solucionar haciendo que las pruebas sean efectivamente corregidas por los autores antes de la publicación, cosa que no siempre sucede. Felicitaciones a los dos estudiantes que detectaron el error.

Gustavo E. Romero
La Plata

Posiblemente, uno de los factores que deberían garantizar la transcripción correcta de las expresiones matemáticas sea a veces el responsable de su tergiversación. Nos referimos al manejo de los textos bajo la forma de archivos de computación, que, en los sucesivos pasos de procesado, diagramación y confección de películas para ir a imprenta, suelen pasar por los formatos de varios programas. Así, es común que un artículo escrito por un físico sea transcripto del Latex al Word for Windows y de este al Word for Macintosh o al Adobe. En esos pasos, muchas veces los caracteres especiales se alteran y en las correcciones, incluyendo las de los autores, que por regla general siempre se hacen (pero puede suceder que alguien no esté disponible en el momento necesario), no se advierte el involuntario cambio.

CARTA RECIBIDA POR AUTORES

Eduardo Rapoport, uno de los autores de la nota “Malezas comestibles: hay yuyos y yuyos… ” envió a los editores una de las muchas cartas que recibió a propósito de su artículo.

Somos chicos de noveno año de la EGB de O’Higgins, provincia de Buenos Aires. Leímos lo que salió en el número 49 de CIENCIA HOY sobre las malezas comestibles. Muchas de las malezas mencionadas crecen en nuestra zona. Nos interesó el tema y lo elegimos para presentarlo en una feria de ciencias naturales, organizada por el Centro Universitario de la ciudad de Junín. Escribimos esta carta para que, si es posible, nos manden más material (otras especies, sus clasificaciones, cómo encontrarlas, propiedades, recetas, etc.). Desde ya, muchas gracias. Nos comprometemos a enviarles nuestros trabajos así como también la dirección de la página en la web donde publicaremos los resultados.

Alumnos de la Escuela N° 5
O’Higgins, Buenos Aires

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