Carta de Lectores

MOZARTS Y SALIERES

A propósito de la nota de humor del número 31 de Ciencia Hoy (pp.53-54), Fernando J. Peliche, médico del hospital regional de Río Gallegos, que escribe como SALIERI DE LA PERIFERIA, dice:

La Guía para Salieris de M. de Asúa, excelente. No creo que jamás me haya reído tanto leyendo una revista científica. Séanme permitidas unas reflexiones de Salieri de la periferia (¿o Salieri al cubo?). Coincido con Asúa en lo estéril de las recetas para combatir el drama: no funcionan. Es peor: si cayéramos en argumentaciones psicoanalíticas o en locas especulaciones supuestamente interdisciplinarias, seriamos malos y no mediocres, y that is the question. Los condicionales falsos y la argumentación genética tampoco funcionan. Haydn era hijo de un campesino analfabeto y Mozart lo admiró como a nadie: hoy se lo considera uno de los cinco más grandes músicos de la historia.

Sugiero otros consuelos. Uno, musical, diría que Salieri, el real, no el de la ópera de Rimski-Korsakov ni el de la obra de Schaffer que motivó el film Amadeus, no era tan mediocre. Se mantuvo 36 años como Hofkapellmeister en la Viena imperial. Tuvo fama de intrigante, pero también éxito musical. Su ópera Tarare (O Axur en versión italiana) fue más aclamada por el público que Don Giovanni, lo que habla de la terrible mediocridad… del público. Pero Salieri también fue maestro de contrapunto de Beethoven, quien le dedicó después sus sonatas para violín op. 12. La historia lo absuelve de las acusaciones sugeridas en el film, y la crítica musical lo considera un continuador de Glück, que mantuvo en cierta forma la tradición de la ópera italiana en Viena. También dejó Salieri algunos conciertos importantes, entre ellos uno en do mayor para flauta, oboe y orquesta (hay versión de los solistas de Zagreb, 1972).

Un consuelo científico seria pensar que la cultura y la ciencia son obra de un gran equipo universal, integrado por algunos genios y por el resto, cuya presencia también es importante; que, además de los Mozart y de los Einstein, la ciencia normal (sin implicancias kuhnianas) nos necesita a todos y, como dice el editorial de la revista, si estamos en compañía de los hombres y mujeres educados, y además pensamos claramente, tenemos una comprensión crítica, profundizamos algún campo del saber y tenemos una mente abierta, aunque no hayamos escrito La flauta mágica o descubierto la relatividad, igual valdrá la pena. Ánimo: no todos los biólogos pueden o deben ser Braun Menéndez, ni todos los músicos primer violín.

Habiendo escrito lo anterior, descubro, a la Dr. Pangloss, que estoy plagiando la fórmula anti Salieri de M. de Asúa: escribirle a Ciencia Hoy. Lo cual es un placer y un honor. Un abrazo científico-musical.

Sobre el mismo tema, Nora Font, del Instituto de Artes y Oficios de Buenos Aires, se refiere a saber llegar EL MOZARTISMO GESTIONAL, en los siguientes términos

Enjugadas mis lágrimas tras la lectura de Guía para Salieris al borde del suicidio, intentaré agregar algo a la reflexión haciendo notar una categoría de Mozarts ausente del artículo: junto al Mozart brillante, creativo y auténticamente formado existen los que llamaré Mozarts gestionales. Hacen gestión no sólo los administradores sino los que vinculan grupos, convocan gente inquieta, animan jornadas, concretan convenios y obtienen subsidios. Son los que a la pregunta ¿qué estás haciendo? no responden con una lista de sustantivos – es decir, de temas de estudio – sino de verbos: armando un seminario, conversando sobre un encuentro, organizando un foro, diagramando un plan de actividades, configurando una estrategia, negociando un paquete de algo, atando cabos y fortaleciendo nodos. Algo estudian y leen, sin embargo, entre fax y fax. Hacen ciencia, pero ciencia pertinente: con la aerodinámica fresca que los caracteriza, navegan entre análisis filosóficos tentativos, planteos políticos sui generis y enfoques sociológicos creativos, amén de razonamientos estadísticos silvestres. Y venden todo. Al ambiente solitario del laboratorio o la biblioteca prefieren la reunión. Allí impresionan hablando en siglas: la OCDE dice, el MIT sugiere, el CALTECH propone. Es cierto que estas constituyen su único vocabulario en inglés, pero eso no les impide – virtuosismo mediante – aparecer como conectados a algún circuito de punta.

Son, de todos modos, mediocres, se me dirá. Y no: más allá de su producción está, imperturbable, la calidad de su gestión. Basta ver la velocidad de su doctorado, el crecimiento del departamento que integran, la cantidad de charlas que dan. Si desde cierta moral se me acusa de estar describiendo a un oportunista, diré que no necesariamente roban, copian o estafan intelectualmente a nadie. Como el músico que escribía obras sublimes sin esfuerzo, no tejen planes maquiavélicos para oponérsenos: lo diabólico surge de nuestra propia ineptitud para la estrategia profesional. Descartemos el flaco consuelo de que tienen suerte: poco científico es. Salieri al fin, mi análisis tiene un punto débil. La poca seriedad de la comunidad local hace que lo que en un ambiente de excelencia sería un estigma aquí deviene un talento. Allí, si, vale el otro talento, el demostrado en los papeles (me refiero a los papers publicados y no a los anteproyectos de proyectos sobre análisis interdisciplinario de los proyectos sobre los programas). Cuando estos personajes enfrentan objeciones, dicen sonrientes: Esta variabie no está dentro de mi marco teórico.

Su know how se hace patente cuando los gestionadores, al crecer, se tornan gestionólogos. Es así como, en deslumbrante pirueta, se dedican a estudiar la gestión en sí misma. La de los demás, al principio. La propia, ya consagrados. El investigador, reflexionando sobre su propia praxis -gestional-, se pregunta: ¿cómo he caído en mi propia red ?. Y lo peor para nosotros, pobres Salieris, es que se responde, y lo hace en un ensayo que se pelean por financiar varias instituciones, el cual, resumido, será un articulo; remozado, constituirá una tesis doctoral; con algún ítem, la fundamentación teórica de un nuevo programa interdisciplinario, y sumado a una módica lista bibliográfica, un libro.

¿Se tratará de un Mozart gestional recubriendo a un Salieri intelectual? Yo, dice el Salieri, soy en realidad un Mozart intelectual, pero mi torpeza para las relaciones públicas me convierte en un Salieri gestional. Este es un argumento claramente salierístico y, como tal, impráctico: mientras los Salieris elucubramos planteos tranquilizadores, los gestionólogos preparan su próximo viaje.

EFECTO INVERNADERO Y POBLACIÓN MUNDIAL

Jorge Zavatti, de la univensidad nacional San Juan Bosco, en Puerto Madryn, escribió:

En la última década, la sociedad ha incorporado a su bagaje de conocimientos el concepto de que el ecosistema global (aire, suelo, mares, lagos, ríos, bosques, etc.) es limitado. Ello se debe a la constante difusión que reciben, en todos los medios masivos, las consecuencias de la emisión a la atmósfera de gases como el bióxido de carbono (C02), el metano (CH4), los clorofluorcarbonos (CLnFnCn), el bióxido de azufre (S02) y los óxidos de nitrógeno (NOx), los que provocan los fenómenos conocidos como efecto invernadero, deterioro de la capa de ozono y lluvia ácida, que afectan al ecosistema mundial y son motivo de análisis en diferentes foros internacionales, en especial en la conferencia de las Naciones Unidas sobre ambiente y desarrollo, celebrada en Brasil, en junio de 1992.

El efecto invernadero, causado mayoritariamente por el incremento de la concentración de C02 en la atmósfera, que limita la pérdida por radiación del calor de la Tierra, en los próximos sesenta años provocará un ascenso de 1,6ºC en la temperatura media de la superficie del planeta, sin considerar la contribución indirecta a ese incremento realizada por el deterioro de la capa de ozono (cuyo origen son las emisiones de ClnFnCn) y por la lluvia ácida (debida a los S02 y NOx que se descargan en la atmósfera), pues afectan la capacidad de los vegetales para fijar el C02 atmosférico (véase Ciencia Hoy, 9:28-23, 1990).

El uso indiscriminado de energía, en particular la que proviene de combustibles fósiles (que ocasiona la emisión de C02, S02 y NOx), así como el desarrollo industrial basado en aquella, están hoy bajo la lupa de países y organismos internacionales. Es conocida la relación entre demanda de energía fósil y concentración de C02 en la atmósfera (Fig.1). Parece que actuar sobre esta ecuación fuera, hoy por hoy, la única alternativa para estabilizar y controlar el efecto invernadero. Sin embargo, el consumo de energía fósil está impulsado por la presión que provocan el crecimiento de la población mundial y las aspiraciones al desarrollo sostenido. Es un error no considerar el primer factor entre las variables determinantes del incremento reciente de la concentración de C02 en la atmósfera, puesto que la relación entre ambas variables es significativa desde el punto de vista estadístico (Fig.2).

Ambas figuras muestran dos aspectos del mismo problema: que la concentración de C02 en la atmósfera se duplicará entre los años 1850 y 2060. Con una mirada parcial, el incremento de la concentración de los gases que provocan el efecto invernadero se debe a las emisiones provenientes de los combustibles fósiles empleados en el fabuloso y caótico desarrollo industrial de este siglo. Pero, con una mirada más amplia, es el (descontrolado, ¿por qué no?) crecimiento de la población mundial – que impulsa la demanda de alimentos, transporte, comunicación, etc., satisfecha por el subsidio energético que proviene de los combustibles fósiles, sobre todo del petróleo el que realmente provocó dicho aumento de la concentración de C02 en la atmósfera.

Luego, ¿es el desarrollo industrial el responsable final y único del efecto invernadero y de otros fenómenos que afectan al ecosistema global? O, en la disminución y control de estos inconvenientes, ¿existe, por lo menos, una responsabilidad compartida por los dirigentes políticos y religiosos de la sociedad con el sector productivo de bienes y servicios?

En una economía de mercado se produce lo que tiene demanda; la industria del mundo se mueve en el marco de tales reglas de juego. ¿Cómo será posible responder a las demandas de la creciente población mundial (que se duplicó entre los años 1930 y 1980, y aumenta a un ritmo de tres individuos por segundo> sin recurrir a algún subsidio energético? Y en tal caso, provenga este subsidio de energía fósil, atómica o alguna otra, ¿cómo evitar postergar los inconvenientes causados al medio, asociados a la utilización de esa energía?

Es necesario minimizar las emisiones gaseosas a la atmósfera, para lo que la tecnología tiene respuestas. Pero también urge estabilizar el número de habitantes de este planeta, con el fin de alcanzar un desarrollo que esté en equilibrio con el medio. ¿Será posible lograrlo? Las metas que se acuerden en las próximas conferencias cumbre de las Naciones Unidas, sobre ambiente, desarrollo social o población mundial, ¿contendrán alguna pauta concreta en este sentido?

¡ERRATAS INDESTRUCTIBLES!

Pedro E. Aramendia, Roberto Femández Prini y Gabriel Gordillo, autores de un reciente artículo sobre contaminación atmosférica, (CIENCIA Hoy, 31:55-64)

Hicieron llegar a la redacción una nota que el comité editorial toma como una prueba más de su inevitable fracaso en la lucha contra las erratas, y se apresura a publicar con la debida disculpa a los mencionados, que nada tienen que ver con ellas, ya que la corrección de pruebas no fue realizada por estos. Quizá algún lector sagaz haya deducido de los datos emóneos publicados que contradiciendo su expenencia cotidiana ya debe ser gravemente peligroso caminar por la ciudad, pues, Si hay en el aire hasta 1 5Qmg/m3 de partículas en suspensión de un tamaño de lOrere, resultará imposible esquivar el impacto constante de esos objetos voladores. A continuación, los nombrados autores resuelven el enigma:

Se filtraron algunos errores en la versión impresa de ¿Buenos aires en Buenos Aires?: en algunas unidades se puso mm en lugar de pm y mg en lugar de ug.

En la figura 6, el S02 está representado por las columnas negras y los NOx por las verdes.

SOBRE LA ANTÁRTIDA

Los artículos que publica CIENCIA HOY son revisados y, casi Siempre, reescritos, para comegir y unmcar su estilo y hacerios accesibles al lector no especializado. [sta tarea es la que más tiempo de trabajo voluntario insume a los editores. Las modificaciones sólo se incorporan a la versión final si cuentan con la aprobación de los autores, cosa que, en sucesivas versiones, ocurrió con Biodiversidod en lo Antúrtido (CIENCiA Hoy, 31:37-43). Rubén]. Quintana y Luis C. Borgo, dos de sus autores, escribieron para manifestar que no les llegaron las últimas pruebas, cosa que les impidió detectar los enrores conceptuales que, según ellos, se habriían deslizado en el texto que se publicó. Sirva esta nota de pública disculpa por la involuntaria omisión de la consufta final. Se reproducen, a modo de reparación, los pasajes del texto de marras que causaron el malestar de los autores.

Para los nombrados, el antepenúltimo párrafo de la versión publicada …es sumamente confuso … Los cambios ocurridos, que en modo aparente son de forma, terminan afectando el contenido. La versión del texto escrita por ellos rezaba literalmente: Es cientomente oconsejoble definir nuevos Sitios de especiol interés científico, similores o punto Ciervo, porque sólo un conjunto de Sitios protegidos podró osegurorse lo preservocidn de los ecosistemos. To! como ho sido considerodo en iOS úitimoS oños, lo estrotegio de conservoción de lo biodiversidod debe centrolizorse en el ecosistemo y no sobre iO protección de especies olsiodos, yo que sóio Ot se gorontizoró lo preservoción de los mismos.

En el glosario, también señalan, el término biodiversidad debería haber sido definido como riqueza y abundancia de especies animales y vegetales y no como heterogeneidad biótica. Sostienen que, en lo conceptual, es un emor sumamente grasero, puesto que carece de significado ecológico. Indican que lo escrito a partir de la segunda oración del quinto párrafo del texto central contiene, aparentemente, sólo cambios de forma, pero consideramos que terminan afectando el contenido original del texto. Como ejemplo dicen: no es razonable calificar a los antárticos de ecosistemas relativamente simples, como se ha sugerido alguna vez, es minimizar una controversia científica que en el ámbito de la ecología lleva años de discusión en la comunidad científica.

Agregan que, en la versión que vieron, habían quedado eliminados los términos continente blanco y fiorecimiento de la vida, a pesar de lo cual aparecen en el texto publicado. Por último, lamentan que las fotograflas que acompañan al texto fueran publicadas únicamente con los rótulos indentificatorios, sin haber tenido la oportunidad de colocar las correspondientes leyendas.

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