Carta de Lectores

Corrección Idiomática

Ha llegado una nota de un atento y minucioso amigo, oculto detrás del seudónimo de Observador, cuyos principales conceptos rezan:

En las instrucciones para autores se establece: no emplear palabras extranjeras si hubiese razonables equivalentes castellanos. Evitar neologismos, muletillas y expresiones de moda. Sin embargo, en el número 38 se lee, en la página 7, aggiornamento; en la 10, savoir faire (que debe escribirse savoir-faire), y en la 41, técnicas comportamentales. Se pueden hallar muchos ejemplos similares en números anteriores. Además, en el artículo de Héctor Ciapuscio (pág. 60) se lee que el ensayo The Two Cultures and the Scientific Revolution, de C. P. Snow, apareció en The New Statesman and Nation el 6/9/1956. Esto es un error. Charles P. Snow pronunció su célebre conferencia (Rede Lecture) en 1959 y la Cambridge University Press la publicó por primera vez en ese año, meses después de pronunciada. Ignoro si la revista mencionada por Ciapuscio la reprodujo, pero aun si así fuere, la fecha está equivocada.

El comité editorial agradece la contribución de ‘Ovservadorz’, quien tiene razón con savoir-faire, pero quizá nos sugiere un purismo idiomático un tanto intransigente cuando insinúa la inconveniencia de una palabra extranjera tan expresiva y difundida como aggiornamento o de un neologismo científico razonable como comportamental.

Se trata de ejercer discernimiento con relación al polémico consejo de García Márquez: asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir. Las Instrucciones para autores intentan orientar pero no encerrar en una celda de prisión y, en todo caso, formulan reglas de orden general como indicación de que se tenga cuidado con las excepciones.

Esperamos que se tomen en serio pero, tal vez, cum grano salis, si se nos permite la expresión. En cuanto al célebre trabajo de C.P. Snow, la información de que dispone Ciencia Hoy indica que su primera aparición –que tuvo fuerte impacto en el público interesado– fue, en efecto, el 6/9/56; tres años después, Snow amplió sus consideraciones en la conferencia citada y publicó su primera versión en libro.

Erratas advertidas

Ana María Evangelista de Duffard nos hizo saber los errores que advirtió en nuestro procesamiento de su nota Neurotoxicidad y comportamiento del sistema nervioso, aparecida en el número anterior, comenzando por su título, que debió haber sido sólo Neurotoxicidad y comportamiento. Ante todo, pedimos disculpas a la autora, cuya buena voluntad y tolerancia para con nuestros yerros agradecemos, y aclaramos a los lectores que, por diversas desafortunadas coincidencias (vacaciones, apuros imprevistos para entrar en máquina, etc.), no pudo tener lugar la corrección final del artículo compuesto que habitualmente solicitamos a todo autor. Señala la doctora Duffard que, en el recuadro El sistema nervioso, su texto no decía que la mielina recubre a los axones y dendritas de las células cuando penetran en el sistema nervioso central, ya que

(i) las prolongaciones de las neuronas del sistema nervioso periférico también están recubiertas de mielina, aunque las células que la originan sean diferentes, y

(ii) puede haber prolongaciones sin mielina. Tampoco consignaba su texto que las glías actúan como soporte, ya que ello es muy discutido: hay tanto teorías como datos experimentales según los cuales, además, cumplen otras funciones. En el recuadro Indices de riesgo y de seguridad también se deslizaron errores. Dice diferencias interespecíficas en vez de interespecies, para indicar las que existen entre especies, y diferencias intraespecíficas en vez de intraespecies, para señalar las que existen dentro de la misma especie. En el mismo recuadro se afirma que la dosis de referencia de una substancia indica que la exposición diaria de la población humana a esa cantidad del producto no ocasionará efectos adversos en ningún momento de la vida. La autora señala que su formulación del concepto fue diferente, a saber: que la dosis de referencia de un compuesto es la estimación de la exposición diaria a ese compuesto, por parte de la población humana, carente de un apreciable riesgo de efectos adversos de por vida.

Aclaración: Carlos Newland, autor de Los años entre 1810 y 1870: sector externo y desarrollo regional en la Argentina, publicado en el número 38, aclara que, además de desempeñarse en la Fundación Ortega y Gasset, tiene como lugar de trabajo a la Universidad Torcuato di Tella.

LOS EFECTOS DE LOS VOLCANES EN LAS LLUVIAS DE LAS PAMPAS

Luiz Carlos Baldicero Molion
Departamento de Meteorología, Universidade Federal de Alagoas, Brasil

En el número 38 de Ciencia Hoy se publicó el artículo ‘Los volcanes afectan el clima del planeta’, traducido y adaptado de Ciência Hoje, revista de la Sociedade Brasileira para o Progreso da Ciência, con la que nuestra publicación tiene un acuerdo de intercambio. Escrito para lectores de su país, el autor analizó específicamente el efecto de erupciones volcánicas sobre el clima del Brasil. Luego de aparecida la nota, Ciencia Hoy recibió del doctor Baldicero Molion la nota que se publica a continuación y que extiende sus observaciones a zonas de la Argentina.

Vicente Barros y sus colaboradores, de la Universidad de Buenos Aires, analizaron los datos de precipitación pluvial obtenidos desde comienzos del siglo en setenta estaciones climatológicas situadas en la región pampeana, entre los 22 y 53 grados de longitud sur y los 48 y 72 de latitud oeste. Encontraron que, entre 1956 y 1991, hubo una tendencia al crecimiento global de las lluvias a un ritmo de nueve milímetros por año, las que en dichos 35 años pasaron de 850 a 1150 milímetros anuales, como se aprecia en la figura. Los autores atribuyeron el cambio a una disminución del gradiente meridional de temperatura, vale decir, la diferencia de la temperatura entre los trópicos y las regiones templadas del hemisferio sur. Durante el período analizado esa diferencia disminuyó 1,5ºC.

Tendencia de las precipitaciones en la pampa húmeda, obtenida a partir de promediar datos de Paraná, Rosario, Concordia, Buenos Aires, Azul y Mar del Plata. La propensión al aumento comenzó a evidenciarse a partir de 1950. Datos obtenidos por Vicente Barros et al. en 1995
Tendencia de las precipitaciones en la pampa húmeda, obtenida a partir de promediar datos de Paraná, Rosario, Concordia, Buenos Aires, Azul y Mar del Plata. La propensión al aumento comenzó a evidenciarse a partir de 1950. Datos obtenidos por Vicente Barros et al. en 1995

El fenómeno puede explicarse por los efectos de largo plazo de la actividad volcánica. Como se mencionó en el artículo del número 38, durante el período de 1915 a 1955 no se produjeron grandes erupciones y la transparencia de la atmósfera alcanzó los valores más altos de los últimos cien años. Como consecuencia, aumentó la radiación llegada a la superficie de la Tierra, con el consiguiente calentamiento de la Amazonia y de la región central del Brasil, lo que forzó a los frentes fríos a pasar más rápidamente por las pampas. Con la intensificación de la actividad volcánica a partir de 1956, las zonas tropicales se enfriaron y el mencionado gradiente meridional de temperatura disminuyó, como lo observaron los investigadores nombrados. Ello determinó que los frentes fríos quedaran estacionarios sobre las pampas o las atravesaran más lentamente, y que se produjera el observado aumento de la pluviosidad en la región.

Para lectores de Ciencia Hoy que utilizan cultivos celulares

La Asociación Banco Argentino de Células (ABAC), una entidad civil sin fines de lucro fundada en 1987, tiene por propósito promover el correcto uso y control de los cultivos celulares y propiciar el desarrollo de nuevas tecnologías en la materia.

Su presidenta, Ana M. Ambrosio, solicitó por carta que Ciencia Hoy ponga en conocimiento de sus lectores que la ABAC tiene a disposición de los interesados la versión castellana del Manual de métodos de control de calidad de cultivos celulares, perteneciente a la American Type Culture Collection (ATCC), un centro de primer nivel que distribuye líneas celulares y aconseja cómo emplearlas. Dicha publicación describe los métodos sugeridos por la ATCC para el control de las líneas celulares que se usen en la investigación y la industria.

Para más información, dirigirse a: Ana M. Ambrosio, tel. 477-29712/4, e-mail: ; o Susana García Franco, tel. 308-0501/0513, e-mail: ; u Osvaldo Zabal, tel. 621-1447/1278, e-mail: [email protected]

http://www.drwebsa.com.ar/abac/

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