El sonido de una hoja. Estudio acústico de un homicidio

Relato de las experiencias de dos investigadores que aplicaron la física a un caso trágico.

Cuando en 1943 Charles Chaplin enfrentaba un juicio por paternidad en Hollywood, su abogado recurrió a la genética. Los antígenos A y B no se dan en la sangre de un niño si no se encuentran al menos en uno de sus padres. Como el grupo sanguíneo de Joan Berry, la madre, era A, y el de la hija era B, el padre debía tener grupo B o AB… mientras que el de Carlitos era O. Tres médicos que declararon en el juicio sacaron la conclusión de forma explícita: Chaplin no podía ser el padre de la criatura. Sin embargo, el juez McComb decidió que este argumento biológico era solo uno de tantos que debían ser pesados equilibradamente, y que había otros motivos para demostrar lo contrario. En un fallo doblemente ejemplar, dictaminó la paternidad de Chaplin.

“Y á los que quedaren de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja movida los perseguirá, y huirán como de cuchillo, y caerán sin que nadie los persiga”.
Levítico 26, 36.

Figura 1. Cartel en una avenida central de Cutral-Có, Neuquén, dos años después de la muerte de Teresa Rodríguez. Cuatro años después, en abril de 2001, el slogan “No se olviden de Teresa” tuvo repercusión nacional
Figura 1. Cartel en una avenida central de Cutral-Có, Neuquén, dos años después de la muerte de Teresa Rodríguez. Cuatro años después, en abril de 2001, el slogan “No se olviden de Teresa” tuvo repercusión nacional

Aunque hoy este desprecio por la ciencia básica sería inaceptable, la realidad es que los resultados científicos penetran en la conciencia legal muy lentamente. Cuando lo hacen, sus presentadores suelen ser médicos, psicólogos o bioquímicos aplicando técnicas bien establecidas. En cambio, los científicos en actividad, y en especial los físicos, tienen escasa participación forense. Considerando el retroceso en la ciencia y la investigación que experimenta la Argentina, no es de extrañarse que la brecha entre las dos culturas de la que hablaba C. P. Snow, la humanística y la científica, sea un abismo. Tal como funciona nuestro sistema legal, las iniciativas de cooperación deben partir de los jueces, pues los científicos solo podemos participar en un proceso como invitados.

Por suerte no faltan jueces interesados en tender puentes sobre la brecha. En este artículo relatamos nuestras experiencias en una de estas colaboraciones, que nos permitió aplicar la física a un caso real y trágico. Sin embargo, el relato científico es un recorte de la realidad; una ventana que si bien nos permite observar detalles, limita el paisaje. Nuestra participación en este tema fue hecha desde un punto de vista técnico bien definido, por lo que nos centraremos en los estampidos, el sonido, un puente. Nos parece importante hacerlo así, para que el lector pueda ver clara la metodología que usamos, que es lo que nos permitió llegar a conclusiones útiles.

Ernesto N. Martínez

Ernesto N. Martínez

Centro Atómico Bariloche, CNEA Instituto Balseiro, UNCuyo
Rodolfo G. Pregliasco

Rodolfo G. Pregliasco

Conicet

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