Leña y madera a fines de la época colonial: producción y comercio de un recurso vital

Facetas poco conocidas de la sociedad colonial rioplatense: el trabajo, el transporte y el comercio de la madera, la vida cotidiana en los bosques y la transformación de algunas zonas de frontera por el aumento de población de fines del siglo XVIII.

Facetas poco conocidas de la sociedad colonial rioplatense: el trabajo, el transporte y el comercio de la madera, la vida cotidiana en los bosques y la transformación de algunas zonas de frontera por el aumento de población de fines del siglo XVIII.

Carpinteros.  (Tomado de Debret, J.B., Voyage pittoresque et historique au Brésil, Paris, Firmin Didot, 1834-39).
Carpinteros. (Tomado de Debret, J.B., Voyage pittoresque et historique au Brésil, Paris, Firmin Didot, 1834-39).

Hace doscientos años, cuando los árboles eran el acero, el gas y el plástico de la vida cotidiana, la economía rioplatense se servía con prodigalidad de los vastos bosques que abundaban en sus áreas fronterizas y cuya exuberante riqueza deleitaba a los viajeros europeos. La ciudad de Buenos Aires (con alrededor de 40.000 habitantes a inicios del siglo XIX) constituía un buen mercado para la explotación maderera: sin bosques en sus cercanías, debía importar tanto la humilde leña imprescindible para la cocina cotidiana como las vigas y materiales de carpintería reclamados por una urbe en rápida transformación edilicia. Las rudimentarias industrias de entonces también tenían su parte: la construcción naval, la ebanistería y sobre todo las imprescindibles carretas, con altas ruedas y cajas de madera dura capaces de resistir el peso de las mercancías y los pésimos caminos de la época, eran destino final de nobles árboles centenarios. En su triste exilio otoñal de Bohemia, el misionero Florián Paucke recordaba el grosor impresionante del eje en que giraban las grandes ruedas de una carreta que había usado en 1749: tres cuartos de vara, y quizá más; nada menos que sesenta y cinco centímetros.

Todas esas maderas provenían de las estribaciones de los bosques chaqueños, de las selvas del Paraguay y de los montes que cubrían las actuales provincias de Corrientes y Entre Ríos. Aquí nos interesa especialmente esta última área y, sobre todo, la transformación que experimentó en la última etapa colonial. Hacia 1750, el boscoso sur entrerriano apenas era recorrido por un puñado de traficantes, indígenas independientes y bandidos que la ley jamás lograría alcanzar; los viajeros oteaban temerosos las forestas, ante el posible ataque de un tigre o de un delincuente. Sesenta años después se habían formado varias poblaciones con algunos cientos de habitantes, se cultivaba trigo, grandes estancias criaban miles de cabezas de ganado, y alguien aun había escrito que aquellos abundantes recursos naturales de otrora podían llegar a acabarse. Esas transformaciones fueron las etapas de una frontera que se abría; intentaremos acercarnos a ellas bajo una excusa legítima: la historia de la explotación maderera. Examinaremos las formas de relación laboral, las circunstancias de la puesta en valor de esos recursos y las alternativas de su comercialización. Esperamos hallar, junto a ellas, los fantasmas de sus actores: sus actitudes vitales nos acercarán un poco a esa frontera que ya no existe.

Julio C. Djenderedjian

Julio C. Djenderedjian

Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
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