Encuentran en Neuquén una nueva especie de dinosaurio saurópodo

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Por Miguel Faigón

Fue bautizada con el nombre de Bajadasaurus pronuspinax. Investigadores del CONICET fueron responsables del hallazgo

Los saurópodos son un grupo de dinosaurios herbívoros y cuadrúpedos que vivieron entre el Triásico Tardío y el final del Cretácico Superior -cuando se produjo la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno- caracterizados por su gran tamaño y el largo de su cuello y cola.

Recientemente, un equipo de paleontólogos del CONICET del Área de Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides) y del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” (Villa El Chocón, Neuquén) encontró en el norte patagónico, más precisamente en la formación geológica conocida como Bajada Colorada, una nueve especie de saurópodo a la que nombraron Bajadasaurus pronuspinax, en simultánea alusión a la localidad en la que fue hallado y a las largas espinas inclinadas hacia delante que caracterizan su cuello. Los resultados de su estudio fueron publicados en Scientific Reports.

La nueva especie pertenece a la familia de los dicreosáuridos, distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico Inferior hace alrededor de 140 millones de años. A este grupo de saurópodos pertenece también Amargasaurus cazaui, especie que habitó el continente sudamericano unos 15 millones de años después que Bajadasaurus y que fue hallada en Neuquén en la década del ´80 por el paleontólogo argentino José Bonaparte.

“La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es aun motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de Bajadasaurus creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones”, afirma Pablo Gallina, investigador adjunto del CONICET en la Fundación Félix de Azara y primer autor del trabajo.

Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas servían de soporte de una especie de vela que regulaba la temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual. También se especuló, por ejemplo, que estas especies podrían haber tenido una joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas. Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales ataques.

“Nosotros creemos que las largas y puntiagudas espinas -extremadamente largas y finas- en el cuello y la espalda de Bajadasaurus y Amargasaurus debían servir para disuadir a posibles predadores. Sin embargo, pensamos que si sólo hubieran sido estructuras de hueso desnudas o forradas únicamente de piel podrían haber sufrido roturas o fracturas fácilmente con un golpe o al ser atacados por otros animales. Esto nos lleva a sugerir que estas espinas debieron estar protegidas por una funda córnea de queratina similar a lo que sucede en los cuernos de muchos mamíferos”, explica Gallina.

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El estudio del cráneo, el mejor preservado mundialmente para un dinosaurio dicreosáurido, sugirió a los investigadores que estos animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno. “La importancia de este estudio radica, entre otras cosas, en que nos permite conocer un poco más sobre los dinosaurios que habitaron la zona de Patagonia Norte mucho antes del reinado que ejercieron durante el Cretácico Superior grupos de dinosaurios como los saurópodos titanosaurios o los terópodos abelisaurios sobre los que sabemos mucho más. Es con este objetivo que desde 2010 venimos explorando la zona de Bajada Colorada donde encontramos rocas de 140 millones de años atrás”, concluye el investigador.


Una plataforma para desarrollar vacunas orales y reemplazar el uso de las jeringas

Fue diseñada por un equipo del CONICET dirigido por Hugo Luján y publicada recientemente en la revista Nature Communications.

Por Cintia Kemelmajer

En muchas personas vacunarse desencadena un cóctel de miedos atávicos. Detrás de la jeringa suele aparecer la aversión a las inyecciones, la preocupación por la esterilidad de las agujas o hasta el fantasma de contraer una infección cruzada. Hugo Luján, doctor en Ciencias Químicas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas (CIDIE) de Córdoba, diseñó una cura para todos esos males: una plataforma que permitiría convertir cualquier antígeno en una vacuna de ingesta oral –a través de pastillas- que podría reemplazar a las inyecciones tradicionales y significaría el fin de la pesadilla.

Doctor Hugo Luján

Hasta hoy, la única vacuna oral que existe en el mercado es la Sabín, que se desarrolló en los años 60 y se aplica contra la Poliomelitis en niños de 6 meses a 5 años de edad. La plataforma desarrollada por Luján, difundida recientemente a través de la publicación de un paper en la revista Nature Communications, podría utilizarse en la generación de vacunas orales que combatan cualquier agente infeccioso, incluso contra células tumorales.

Como es lógico, el surgimiento de este desarrollo tiene atrás una cadena de desarrollos previos y más de veinte años de dedicación en el estudio de los mecanismos de adaptación de parásitos patógenos humanos y de animales. Para comprenderlo, es necesario repasar primero cómo funcionan las vacunas tradicionales. El mecanismo es muy simple: a través de una inyección, ingresa al cuerpo una cantidad pequeña de virus o bacterias que le “enseñan” al sistema inmunitario cómo reconocer, defenderse y atacar a los microorganismos -virus o bacterias- cuando eventualmente lo invadan.

En contraposición a las vacunas inyectables, la principal desventaja de las vacunas orales es que se degradan fácilmente en el intestino a través de la digestión. Sin embargo, Luján y su equipo fueron pioneros en generar, en 2008, una vacuna oral contra la Giardiasis, una enfermedad diarreica que afecta sobre todo a los países subdesarrollados, ocasionada por un parásito microscópico unicelular que vive en el intestino delgado de las personas y se transmite por las heces de una persona o animal infectado.

¿Cómo llegaron a ese descubrimiento? El parásito Giardia lambia es particular, porque tiene un mecanismo adaptativo denominado “variación antigénica”, que actúa como un “disfraz”: por medio de este proceso, el parásito tiene la capacidad de cambiar continuamente sus principales moléculas de superficie (llamadas “proteínas variables de superficie” o VSPs), lo que le permite evadir la respuesta inmune del hospedador y por eso puede permanecer crónicamente en el intestino de una persona o animal. Por eso, también, Giardia era un parásito tan difícil de combatir. Luján logró, por primera vez, que el repertorio completo de VSPs nativas purificadas fuera capaz de provocar una respuesta inmune protectora contra todos los posibles “disfraces” del parásito en forma de oral, que fue validada en el laboratorio y luego en animales domésticos, con resultados que permitieron al CONICET su licenciamiento a una empresa internacional.

Con ese desarrollo patentado, Luján se reunió con colegas de Francia y surgió una nueva idea: desarrollar vacunas orales para prevenir otros agentes infecciosos, adosándoles a los antígenos las proteínas VSPs de Giardia, que por sus propiedades protectivas permitirían que las vacunas orales resistan en el intestino y no sean degradadasLos colegas de Francia, en tanto, aportaron el desarrollo de unas “partículas similares a virus” (VLPs), partículas que estimulan el sistema inmune porque imitan las estructuras de los virus, pero no tienen su material genético, por lo tanto, no enferman. La decoración de las superficies de las VLPs con las VSPs y los antígenos que se quieran combatir –como por ejemplo de gripe, de Zika, de tuberculosis- dio como resultado vacunas orales efectivas en estudios en animales. Esa combinación es la revolucionaria plataforma que creó Luján junto a sus colegas y su equipo, con participación especial de las investigadoras Marianela Serradell y Lucía Rupil.

Detalles del desarrollo

“Las partículas similares a virus son como el armazón, a las cuales se les puedo agregar una molécula cualquiera, para generar una respuesta inmune contra la misma. Pero al mismo tiempo se le agrega las proteínas de superficies de Giardia para que se protejan en el intestino. Giardia vive en el intestino y nadie sabía por qué no se digería como cualquier comida, nosotros empezamos a ver estas proteínas de superficie que en su momento nos ayudaron a generar esta vacuna contra Giardia, y vimos que si se las ponemos por fuera, estas partículas similares a virus no se degradaban”, expone Luján. “Aunque parezca compleja, es una técnica fácil de llevar a cabo y sin necesidad de equipamiento de alta complejidad”, asegura el investigador del CONICET.

“Producimos esas proteínas de Giardia en el laboratorio, las sometimos a diferentes condiciones de digestión, y vimos que todas estas proteínas resisten, entonces son excelentes para proteger estas partículas virales, a las que le podemos unir cualquier antígeno vacunal. Esa es la plataforma”, agrega. “Ya la probamos con antígenos del virus de la Influenza, el virus Sincicial Respiratorio, la tuberculosis y el Zika, y esos antígenos no se degradan y generan una importante respuesta inmune no solo en las mucosas, por done entran al cuerpo la mayoría de los agentes infecciosos, sino también de forma sistémica.”

Agrega Luján que “durante nuestros estudios también observamos que al inyectarle a ratones vacunados contra un determinado antígeno y células tumorales expresando ese determinado antígeno, los tumores no se desarrollaban, lo que sí ocurría en los animales no vacunados o en aquellos vacunados oralmente con partículas sin VSPs. Inclusive, para algunos tumores la vacuna funcionó de manera terapéutica”.

Entre las ventajas de las vacunas orales, Luján apunta que “como estas partículas orales no requieren frío para su transporte o guardado ya que incluyen proteínas de Giardia -que soporta cambios de temperatura y pH tanto dentro como fuera del intestino-, no requieren cadena de frío ni ninguna logística particular. Tampoco necesitan personal entrenado, no presentan riesgo de infecciones cruzadas, evitan los riesgos asociados al uso de jeringas y agujas, no tienen gastos por el descarte, son indoloras y al constituir una técnica no invasiva resultan atractivas para su aplicación en programas de vacunación masiva o personalizada”.

Para Luján, “las posibilidades que se abren con esta plataforma son inmensas y podemos generar importantes recursos para el país”. Y concluye: “Nunca imaginamos que íbamos a encontrarle utilidad a estas proteínas más allá de la vacuna contra Giardia. La ciencia es así: uno no puede predecir en qué va a terminar. El próximo paso será que se hagan ensayos clínicos en seres humanos”. Un equipo liderado por la arqueóloga del CONICET, Clarisa Otero, descubrió restos de una mujer adulta y diversos elementos que refuerzan nociones acerca de prácticas funerarias prehispánicas.

Por Sergio Patrone Firma Paz


Hallan el esqueleto de una mujer inca en el Pucará de Tilcara

Un equipo liderado por la arqueóloga del CONICET, Clarisa Otero, descubrió restos de una mujer adulta y diversos elementos que refuerzan nociones acerca de prácticas funerarias prehispánicas.

Por Sergio Patrone Firma Paz

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A 2400 metros de altura sobre el nivel del mar, en el centro de la Quebrada de Humahuaca se erige el Pucará de Tilcara. Allí, donde descansan las estructuras arqueológicas de un pueblo prehispánico un equipo de investigadores liderado por la Dra. Clarisa Otero, investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Ecorregiones Andinas (INECOA, CONICET-UNJu), halló el esqueleto de una mujer que aparentemente tuvo un destacado prestigio social durante la dominación incaica de la región. Sus restos estaban colocados en posición genuflexa, junto a diversidad de piezas cerámicas, huesos de animales, cuentas de collar, placas de metal, un tubo de hueso que pudo ser parte de un instrumento musical o para inhalar alucinógenos,y también  pigmentos, bloques de pedernal, y dos morteros con adherencias de mineral de cobre y hematita.

“Este hallazgo refuerza las nociones que teníamos acerca de las prácticas funerarias prehispánicas, pero a su vez brinda nueva y valiosa información. Por un lado, la ausencia de una estructura para contener el cadáver y la presencia de fauna cadavérica que demuestra que la mujer estuvo parcial o completamente expuesta, revelan que su exposición fue intencional y su descomposición transcurrió in situ. Esto implica que una vez que fue depositado el cuerpo en el patio, no se lo movió”, explica Otero.

Sin embargo, los especialistas sostienen que se manipularon parte de sus restos ya que, si bien al esqueleto no se lo encontró desarticulado, faltaba su tibia derecha. En otros contextos del Pucará, también detectaron evidencias de la separación de partes esqueletales y hasta la formatización de algunos huesos para utilizarlos como instrumentos para inhalar alucinógenos.

La manipulación de los restos humanos fue una práctica común en los Andes y respondía a creencias religiosas, que en algunas comunidades perduran hasta el presente. En la concepción andina sobre la muerte, los difuntos continuaban presentes en la vida cotidiana e incluso participaban activamente en los rituales para la toma de decisiones políticas. Los ancestros eran los responsables de generar el bienestar de las personas y propiciar la fertilidad.

En situaciones de conflicto, particularmente durante la conquista española, el culto a los ancestros cobró nuevas fuerzas ya que se creía que los antepasados eran quienes podían brindar protección. El caso de la mujer de Tilcara podría responder a estas creencias ya que los fechados arrojan resultados que sitúan cronológicamente su deceso entre fines de la dominación incaica y el período hispano-indígena, es decir el momento previo a que el español ocupe efectivamente la Quebrada de Humahuaca a fines del siglo XVI d.C, pero durante el cual el Imperio Incaico colapsa.

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Es posible que esta mujer estuviera expuesta como un ancestro para procurar la supervivencia y recibir asistencia ante distintas inclemencias. Por su destacado ornamento posiblemente tuvo un rol importante dentro de la sociedad. “Si bien sabemos que sus primeros años de vida no transcurrieron en la Quebrada, debido al tipo de ofrendas que recibió y la ubicación donde fue colocado su cuerpo, su papel hacia el interior de la comunidad no debió ser menor. Esta mujer quizás formó parte de un grupo de elite oriundo de otra región del Tawantinsuyu, que pudo trasladarse y asentarse en la Quebrada buscando refugio ante la embestida española”, sostiene la investigadora.

Esta región fue uno de los pocos territorios del NOA que no sufrió una inmediata colonización ya que los pueblos quebradeños resistieron por más de seis décadas la intromisión europea. En este contexto histórico, la figura y presencia de esta mujer en un patio elevado del Pucará, visible desde diferentes puntos, pudo servir para crear y sostener vínculos identitarios que permitieran acentuar la memoria colectiva y las tradiciones incaicas ante la inminente llegada del español.

El momento del hallazgo y su importancia

18 de noviembre de 2016

Está caluroso y algo nublado en el Pucará de Tilcara. Cerca del mediodía Clarisa Otero y su equipo de campaña se apostan en un sector de viviendas y talleres de producción artesanal ocupados durante la dominación incaica de la región (Siglo XV al SVI dC). Para avanzar en la reconstrucción de las tareas artesanales y cotidianas que se desarrollaron en esta estructura, además de excavar el contexto donde se encontró a la mujer, se excavó el piso de ocupación del patio.

Luego de profundizar treinta centímetros con cucharines, espátulas y piquetas llega el momento de los pinceles. “Lo primero que encontramos en relación al hallazgo del cuerpo de la mujer fue su cráneo, algo inesperado ya que las sepulturas de las personas generalmente se realizaban en las esquinas de las viviendas. De allí que nosotros nunca elijamos los ángulos de los recintos para excavar, ya que nuestro principal objetivo de investigación refiere al desarrollo de la producción de artesanías de forma especializada durante la dominación incaica del Pucará. Una vez que avanzamos con la excavación del cráneo de la mujer, pudimos observar que el esqueleto estaba casi completo y articulado. Por el tipo de elementos que tenía asociados, en el momento pudimos afirmar que se trataba de una persona destacada. En principio, nos pareció que podía ser algún artesano vinculado a las tareas especializadas que allí se realizaron, un camayoc. A partir del análisis del contexto y todas las evidencias asociadas, actualmente proponemos otra hipótesis acerca del rol que debió cumplir esta mujer dentro de la sociedad quebradeña”, explica la arqueóloga.

Los análisis posteriores

Para precisar la antigüedad del hallazgo, la edad de la mujer, su estado de salud, saber que ella nació en un lugar distinto al que murió, realizar mediciones antropométricas del cráneo, y analizar su fauna cadavérica se realizaron distintos estudios. Por otra parte, se analizaron los bloques de roca que estaban junto a las extremidades de la mujer, un análisis superficial de la placa metálica, como así también de muestras zooarqueológicas y polen.

Los resultados alcanzados a partir del análisis contextual de las evidencias recuperadas entorno al cuerpo de la mujer y los estudios particulares sobre sus restos demuestran el valor del trabajo interdisciplinario para avanzar en el conocimiento sobre las prácticas mortuorias prehispánicas.

No solo se pudo determinar que la mujer nació y creció en otra región, distinta a la Quebrada, sino que parte de sus ofrendas mortuorias también procedían de otros ambientes, tales como las cuentas collar de atacamita, algunas piezas cerámicas, las plantas de la familia del Lauraceae, el lagarto, y quizás el cuis. La presencia de estos animales no es menor, ya que tenían un alto valor simbólico en los ritos curativos y propiciatorios de fertilidad. Por otro lado, resultaron fundamentales los datos que se aportaron desde la entomología forense, para reconocer el tipo de tratamiento mortuorio que se dio al cuerpo, con la intención de exponerlo para ser contemplado colectivamente.

Un grupo de Bajadasaurus a la vera de un curso de agua. Ilustración: Jorge A González.

Doctor Hugo Luján

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