Carta de Lectores

DROGA LEGAL, AUNQUE INMORAL

Sobre el tema de la polémica desatada en el número 61 de Ciencia Hoy, es decir, la legalización del consumo de la marihuana y otras drogas, el 3 de noviembre de 1996 publiqué una nota en Jurisprudencia Argentina que llevaba el título “Droga legal aunque inmoral”, de la que adapto algunos pasajes: ¿Quiénes se oponen a la legalización de la droga? Los narcotraficantes y sus aliados, unos cuantos banqueros y politiqueros (¡la narcopolítica!), los partidarios del capitalismo ortodoxo que, teórica y superyoicamente, reprimen el goce y proclaman el trabajo duro, aunque puedan actuar de manera muy diferente en su vida privada, los ultrarreligiosos, especialmente fundamentalistas, que no han podido superar el ancestral tabú del sexo y que también reprimen el goce, proclamando la castidad a ultranza. ¿Y quiénes están a favor de la legalización irrestricta de la droga? Algunos liberales extremistas, equivocados filosófica, psicológica y estratégicamente, que perjudican sin advertirlo la defensa de una sana moral. […] En suma, conviene, por razones prácticas que no son filosóficas, legalizar, ordenada y no irrestrictamente, el consumo de drogas, para poder controlarlo y conocerlo más, y así poder tratarlo (médicamente) mejor; todo lo cual debe conducir, progresivamente, a la desaparición de su consumo y a la del narcotráfico. Para que no exista mañana, hoy la droga debe ser legal, aunque siempre inmoral. […] Convendrá también insistir en que el debate acerca de la autorización/prohibición legal de la droga no debe contribuir, inadvertidamente, a la preclusión de otro, lógica y sociológicamente anterior y más profundo, cual es el debate acerca de la necesidad de drogarse del alienado hombre contemporáneo. La verdadera cuestión no es tanto si a ese hombre disminuido se le permitirá evadirse en riesgosos viajes oníricos, sino la de analizar esa necesidad de evasión, para poder vencerla. El consumo de drogas, y el supuesto derecho individual al mismo disimula y racionaliza la impotencia personal para superar la alienación. […] Su legalización (de la droga) no debe aceptarse como una ideología cómplice del fracaso de la sociedad para evitar esa desembocadura alienada. Será, apenas, una conveniencia práctica dentro de un esquema terapéutico sancionado y controlado oficialmente. Y ojalá que enseguida se torne abstracta: un mundo que no requiera drogas malsanas debe ser nuestra utopía posible. Una sociedad que desespera a su gente y luego no sabe dar continente a sus desesperados, que han optado por evadirse bioquímicamente, debe ser revisada en sus fundamentos. Ahora agregaría que también se oponen a la legalización los propietarios de clínicas especializadas en el tratamiento de drogadictos, ya que dicha actividad les reporta pingües beneficios.

Marcelo Aftalión

JOULE Y EL EQUIVALENTE MECÁNICO DEL CALOR

Soy un seguidor de la revista y me complace la nueva sección Páginas del libro de la ciencia. Pero tengo una inquietud a propósito de la figura publicada en el número 61 (p. 61), que muestra el aparato diseñado por Joule para medir el equivalente mecánico del calor. Por lo que he visto en otras fuentes, el aparato de Joule es totalmente distinto del que salió en Ciencia Hoy. No consiste en un pobre perro afligido dentro de una campana para gases, sino en un recipiente cilíndrico con unas poleas, como lo describe brevemente la leyenda de la ilustración.

Luciano Lamaita
Facultad de Ciencias Exactas, UNLP

Tiene naturalmente razón el lector: en el número en cuestión terminó reproducida una lámina equivocada. Ponemos aquí la correcta, tomada de The Physical Society of London (ed.), The Scientific Papers of J. Prescott Joule, Taylor & Francis, Londres, 1884. La versión original de los dibujos salió en las Philosophical Transactions de la Royal Society, 1850, parte I, y correspondió al trabajo titulado “On the mechanical equivalent of heat”, leído por Michael Faraday en la sesión de dicha sociedad del 21 de junio de 1849.

figura

Las imagenes de arriba (en las que fice Fig. 77) muestran el aparato completo, con pesas y dos juegos de poleas. En la siguiente fila (Figs. 69, 70 y 71) está ilustrada la versión que utilizó agua e incluye cortes horizontal y vertical en los que se ven las ocho paletas. Los dos gráficos a la derecha y abajo (Fig. 75 y 76) miden el equivalente mecánico del calor sobre la base de la fricción de sólidos.

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