Carta de Lectores

VULGARES ERRORES Y DUDAS

Coincido plenamente con las reflexiones que contiene el artículo “¿Divulgación científica o ‘vulgarización’ de la ciencia?” aparecido en el número 57. Se cometen barrabasadas ortográficas, de estilo y, por supuesto, de fondo. Uno no esperaría verlas en publicaciones como Ciencia Hoy, pues, como dice el autor de esa nota, uno de los remedios sería “poner la divulgación en manos de personas con suficiente preparación científica”. Y sin embargo, a pesar de que tales personas parecen estar presentes en el equipo de la revista, los desatinos no han desaparecido, posiblemente porque falta buen corrector de pruebas. Irónicamente, en el mismo número 57, incluso en el comentado artículo de Tonni, hicieron su aparición. Así, en la página 53, arriba, se reproduce un texto en el que se lee Gigantosaurus carolinii para identificar a un dinosaurio. El nombre está mal escrito, como lo señala la leyenda incluida a la derecha de la ilustración, pues debió decir Giganotosaurus carolinii. Pero esa leyenda, al querer señalar el error, lo reprodujo mal y en vez de poner Gigantosaurus, como se lee, puso Gigantosaurius. En otra nota, en la página 58, se cita un cuadro que está en la 59 y se dice que su título es “Composición…”. Sin embargo, el cuadro se titula “Comparación…”. Y en la página 61 se indican los componentes de una solución acuosa nutritiva para hacer experimentos en el suelo marciano. Uno de ellos es “Fórmico, un ácido…”. A la vuelta de página, en el recuadro, se afirma que el agua oxigenada de la superficie de Marte puede “oxidar al formato [de] la solución nutritiva”. El público general al que está dirigida la revista no tiene por qué saber que el “formato” es una sal del ácido fórmico que estaba en la solución nutritiva. Ni que su nombre correcto es formiato en lugar de formato. Está claro para mí que estos errores no son producto de la ignorancia sino de una composición apresurada y una corrección descuidada o inexistente. Por último, en la página 12, donde se habla de Caenorhabditis elegans y de pez cebra se podría interpretar que se trata de la misma especie. ¿Es así? El primer nombre corresponde a un gusano nematodo de 1mm de largo y no a un pez. ¿Podría aclararse la duda?

Carlos María Zaccaro
Buenos Aires

Tiene razón en todo el lector Zaccaro, incluso en su piadosa suposición -que le agradecemos- de que falló la corrección de los textos y no la sabiduría de los autores. En cuanto al pez cebra, no es el nombre vulgar del nematodo C. elegans, como pudo parecer, sino, efectivamente, un pez. Para evitar la ambigüedad de la frase, debimos haber puesto también su nombre científico, que es Brachydanio rerio (familia Cyprinidae; orden Cypriniformes). Se trata de un pececillo de agua dulce, originario del Asia, de unos 4cm de largo, con franjas longitudinales de color plateado y azul oscuro (de ahí lo de cebra), muy popular para acuarios, además de objeto adecuado de investigación biológica.

Me permito hacer dos observaciones sobre la nota aparecida en el número 57 de Ciencia Hoy con el título de “El poblamiento de América”, escrita sobre la base de un artículo mío publicado en Ciência Hoje en 1999. Me gustó ver mi nombre al lado del de Gustavo Politis, que escribió un complemento muy útil a mi texto. La primera observación es que los sitios arqueológicos de Lapa Vermelha, Santana do Riacho y Boquete se encuentran en el estado de Minas Gerais y no en el de Mato Grosso (este, incluso, fue mal escrito como “Matto” Grosso). La segunda es que la fotografía del corte estratigráfico de Lapa Vermelha (pág. 39) está girada en 90°: la parte alta de la imagen se encuentra a la derecha.

André Prous
Museu de História Natural, Belo Horizonte

¿PRIMERA CURA DE CÁNCER MEDIANTE RAYOS X?

En el artículo “La física contra el cáncer”, aparecido en el número 57, se publicó como figura 2 una foto de 1899 que muestra la que habría sido la primera cura de cáncer mediante radioterapia. Se advierte en la paciente fotografiada un tumor circular de un tipo conocido actualmente como queratoacantoma, una clase particular de cáncer de piel (o, técnicamente, de epitelioma espinocelular). Se trata de una patología que suele presentarse en zonas de la cabeza, en personas mayores de 50 años. El tumor crece de manera rápida (en semanas), luego se estabiliza con un diámetro de entre 1,5cm y 3cm y después, a pesar de su aspecto temible, involuciona en forma espontánea y desaparece.

La interpretación médica actual es que el proceso de involución resulta de la capacidad del organismo de destruir las células cancerosas por medio de una reacción inmunológica. En otras palabras, es muy posible que la lesión se hubiese curado sola, sin los rayos X que se le aplicaron. Podríamos también decir que se curó a pesar de la radiación recibida. Hoy consideramos que hay carcinomas de la piel que tienen bajo grado de malignidad y no deben ser tratados con radiaciones

Ricardo Drut
Hospital de Niños, La Plata

¿LA FUENTE DE JUVENCIA?

Hace poco apareció en el Scientific American (“AGE breakers: rupturing the body’s sugar-protein bonds might turn back the clock”, 283, 4:12, julio 2000) la noticia de que un nuevo tipo de droga, el cloruro de fenil 4-5 dimetil tiazolio, o ALT-711 en su denominación común, es capaz de descomponer los productos de la glicación avanzada. Como señalamos en nuestro artículo “La glicación de las proteínas y su participación en enfermedades humanas” (Ciencia Hoy, 58:48-55, 2000), dichos productos, también llamados AGEs, se forman principalmente afectando proteínas de bajo recambio, como las del tejido conectivo. La mencionada droga, desarrollada entre otros por Anthony Cerami, investigador norteamericano de larga experiencia en el tema, se encuentra en etapa de aplicación a animales, en los que produjo resultados dramáticos en cuanto a revertir procesos relacionados con el envejecimiento. Por ejemplo, el efecto directo del ALT-711 sobre los tejidos conectivos de perros y monos viejos incrementó su eficiencia cardiovascular y aumentó la elasticidad de sus pulmones y glándula prostática, luego de cortos tratamientos de tres semanas. Se estima que la droga está todavía a unos años de ser aplicable a seres humanos, pero los resultados alcanzados hasta ahora son auspiciosos. Si bien no se trata de un nuevo elixir de juvencia, la nueva droga constituye una aproximación novedosa al tratamiento de un proceso básico de deterioro celular que ocurre en múltiples sistemas del organismo.

Juan Pablo F.C. Rossi
Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA

EL MUSEO LELEQUE

En la nota que comenta la inauguración del museo Leleque, aparecida en el número 58, se afirma que “difícilmente será visitado por los chicos de las escuelas o los pobladores de la región. El público destinatario parece ser principalmente los turistas afectos al turismo aventura, nacional y extranjero; y probablemente, represente un objeto exótico más, en la imagen a la que es tan afecto el grupo Benetton”. Como la autora hace referencia a quiénes y cuántos visitarían el museo, hago llegar las cifras de visitantes de mayo, junio y julio. Sin contar a los concurrentes del 12 de mayo, el día de la inauguración, son:

Los escolares comenzaron a arribar espontáneamente en mayo con sus docentes, ya que el inicio del programa educativo sistemático estaba previsto para la primavera. Por ello, desde junio se atiende a las escuelas los lunes y martes. Llegaron varios grupos de jardín de infantes. En estos momentos se están seleccionando trabajos hechos por los chicos como resultado de sus visitas para exhibirlos en el museo. Más del 90% de los visitantes son patagónicos, del Neuquén, Río Negro y Chubut. Hay algunos cordobeses, santafecinos y bonaerenses, así como 30 extranjeros.

Por otra parte, no advierto la relación del museo con el turismo aventura. Está sobre un camino que no se corta en invierno, a 3km de la ruta asfaltada que conecta Leleque con Esquel, El Bolsón y Bariloche, a donde llegan a pasar vacaciones de invierno y verano turistas de muchas edades y gustos, incluidos jóvenes y familias con chicos. También llegan pescadores (a quienes no se suele tildar de aventureros) y algunos caminadores o trepadores de montaña. De todos ellos, los extranjeros son una minoría. Los arqueólogos, etnólogos, antropólogos e historiadores que elaboramos el guión de la muestra no tuvimos como objetivo relatar una historia para consumo de extranjeros sino, simplemente, presentar el conocimiento que produjimos durante más de cuarenta años a los pobladores de la Patagonia, que nos acompañaron mientras grabábamos historias, fotografiábamos arte rupestre y excavábamos sitios arqueológicos.

El grupo Benetton facilitó los recursos para que se pudiera concretar esta “aventura” cultural. Durante más de tres años trabajamos sin restricciones ideológicas ni presupuestarias. No nos corresponde analizar por qué este conglomerado económico italiano decidió comprometerse con tal empresa cultural y científica, aunque no creemos que considere al museo “un objeto exótico más, en la imagen a la que es tan afecto”. No alcanzamos a entender qué quiso decir la firmante de la nota cuando afirmó que se cuestiona “sobre la participación de los científicos en temas vinculados al desarrollo regional y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población”. Pero sobre esto preferimos no hacer conjeturas.

María Teresa Boschin
Directora del Museo Leleque

La nota sobre el Museo Leleque solo tuvo el propósito de constituir un relato sobre la inauguración de la muestra y de presentar unas reflexiones motivadas por ese acto. Nos complace conocer ahora el número de visitantes, el que en alguna medida desmiente nuestras suposiciones, basadas en una valoración subjetiva de las distancias y la movilidad a los ojos de los habitantes de las grandes ciudades. Tales criterios posiblemente no se apliquen para la Patagonia. Se podría agregar que en los próximos meses, en primavera y verano, los números deberían subir, pero luego de transcurrido un año quizá la tendencia sea la contraria, pasado el efecto de novedad. De todos modos, la serie es todavía muy corta para sacar conclusiones firmes. Con relación a la participación de los investigadores, la intención de la nota es poner de manifiesto su labor y señalar su compromiso con la comunidad. El término “cuestionamos” utilizado en una de las últimas frases no tiene el sentido de poner en duda la conveniencia de esa participación sino el de interrogarnos sobre las modalidades de ella: no tiene sentido crítico sino, por el contrario y como se desprende de la lectura completa de la frase, apunta a tomar conciencia de nuestras responsabilidades para con la sociedad, a la luz de un ejemplo feliz como es la creación del museo. Ciertamente nos congratulamos de que empresas nacionales o extranjeras tengan tales iniciativas.

Paulina Nabel

POLÍTICA EDITORIAL

En la sección Ciencia y sociedad del número 58, se publicó la nota “El valor de la investigación básica”, un lúcido análisis del concepto de “utilidad” de la ciencia, que en todos los países invariablemente forma parte de las discusiones políticas sobre la asignación de recursos públicos a promover la investigación. Resulta escasamente edificante, dicho sea de paso, que en estos momentos la política argentina ni siquiera haya llegado a tal discusión, y que en vez de debate público las autoridades de turno se dediquen a difundir entre una ciudadanía apática sus desactualizados prejuicios sobre el particular. Pero no escribo esta carta para quejarme sobre las acciones del gobierno sino para señalar la aparente contradicción entre la línea editorial de Ciencia Hoy, de publicar material producido por académicos argentinos (o iberoamericanos) -o de autores de otras latitudes relacionados con Iberoamérica- y la inclusión de un trabajo que carece de referencias directas a la región, firmado por quien podemos suponer que es un australiano. ¿Cambió la política o hay algo que se me escapó?

Andrea Moreno
Rosario

La nota en cuestión salió sin el comentario aclaratorio (por cuya involuntaria omisión nos disculpamos) de que se trata de un informe encomendado al doctor Dos Remedios -que, efectivamente, es australiano- por la International Union of Pure and Applied Biophysics (IUPAB), de la cual la Sociedad Argentina de Biofísica (SAB), fundada en 1972 y la más antigua de su clase en Iberoamérica, es integrante desde 1973. Desde 1990, la SAB integra el consejo directivo de la IUPAB, de modo que en tal carácter la Argentina tuvo participación directa en la gestión del escrito reproducido, el cual, por otra parte, integra la documentación del XIV Congreso Internacional de Biofísica, que se celebrará en Buenos Aires en 2002.

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