Carta de Lectores

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Carta de Lectores

EL ONFALOSCOPIO

He leído el ensayo titulado “Breve elogio de la omphaloskepsis” que escribió Miguel de Asúa para el número 60 de la revista, y me interesó el grabado que muestra el onfaloscopio. Colecciono grabados antiguos, y quise por lo tanto encontrar el tratado original –Traité des machines mécaniques et philosophiques à l'usage des savants, del abate Loustalet (Paris, 1664)– pero me fue imposible. He recorrido varias bibliotecas a través de la Internet, pero dicho tratado no se encuentra en ellas. ¿Podrían ustedes ayudarme a ubicarlo? Desde ya muchas gracias. Aprovecho para felicitarlos por la excelente revista que publican.

Lara Teguy
San Fernando

Estimada lectora,

Lamentablemente, el libro mencionado solo es localizable en la Biblioteca de Babel, en alguno de cuyos anaqueles yace junto a alguna Disertación sobre la anatomía comparada del unicornio y la Geografía topográfica del reino de la Atlántida. Imaginarios son el libro, su título y su autor. Imaginaria es también la ilustración de la nota, un montaje efectuado a partir de un grabado sobre cobre de Gerard van Gutschoven (profesor de medicina en Leiden), que ilumina la edición de Clerselier del Traité de l'homme de Descartes (Paris, 1664), al cual le agregué el dibujo del también inexistente onfaloscopio. Sepa perdonarnos la lectora: si nos esforzamos en crear la ilusión de la realidad es porque, dado como están las cosas, no nos queda otra alternativa que refugiarnos en la realidad de la ilusión.

Miguel de Asúa

MÁS SOBRE EL OMBLIGO

El reciente artículo de Miguel de Asúa “Breve elogio de la omphaloskepsis” me ha hecho recordar algunos aspectos del cordón umbilical y el ombligo que quisiera compartir con los lectores de Ciencia Hoy.

El cordón umbilical no debe ser ni muy corto ni demasiado largo; su longitud normal es similar a la del feto. Los cordones demasiado cortos o largos acompañan a enfermedades malformativas diversas y aumentan el riesgo de mortalidad intrauterina. El cordón toma una estructura espiralada, cuyo número de vueltas es muy preciso, comúnmente dos vueltas cada 10cm. Se sabe que los cordones hiper o hipoespiralados también señalan mayor riesgo de muerte fetal.

Notablemente, nadie sabe cómo crece el cordón umbilical, si de uno de los extremos o todo en conjunto, ni por qué el espiralamiento es tan crítico.

Hace algunos años tuve la oportunidad de leer un curioso artículo, redactado en el mismo tono que el de Miguel de Asúa, sobre las vicisitudes de un par de científicos para publicar un trabajo de su autoría relacionado con el ombligo.

El artículo está escrito en inglés (Pathology Annual, 11:189, 1976), de manera que paso a transcribirlo en castellano, resumiendo sus pasos principales.

Los dos autores, Plodd, un patólogo, y Button, un “omphalologist” (onfalólogo), envían para su publicación un trabajo, “Onfalosarcoma: revisión clínica e histoquímica” a la revista Northeast Journal of Medicine, a nombre de su editor, Fritz Dingleburr. (Nota: el onfalosarcoma no existe). El trabajo es rechazado a pesar de presentar 37 casos, por ser considerado “adecuado en un plano de bajo nivel científico e intelectual, pero no inspirador”. Además se lo considera no apto para los lectores de la revista y falto de atractivo debido al horrible mal uso del tiempo subjuntivo...

Plodd comunica a su compañero Button que ha reescrito el trabajo eliminando el tiempo verbal observado, con lo que eso pueda significar en sí mismo, y que lo enviará a otra revista. Se dirige al editor del Journal of Investigative Biomolecular Omphalology, el Dr. Esau Terrick, del Department of Bio-Omphalology del Metrocolossal University Medical Center.

Esta vez el trabajo es rechazado porque utilizó “técnicas histoquímicas simples obsoletas”. Se agrega que “las localizaciones de la Pookashonasa no están bien definidas, y que el pH de la solución de incubación debería expresarse hasta el tercer decimal. El tenor general de este opus minissimus sugiere el proyecto de un estudiante de secundario”. Se les objeta que “han aplicado el antiguo test de chi cuadrado más que la moderna técnica del zeta-beta”, y que estudios de este tipo solamente serán considerados si se aplican técnicas científicas comunes tales como “microscopía electrónica cuadridimensional con ferrito-interferencia junto a la determinación foretoglobulínica de regresasa en relación a las onfalinas”.

Los autores redactan el trabajo nuevamente y lo remiten al editor del Annals of Omphalic Pathology, Dr. Strikk Lee Beynall. El trabajo es rechazado ahora porque “esta pieza pueril está muy por debajo de los estándares del Annals. El trabajo es muy quirúrgico para una revista de patología y no es lo suficientemente bueno para nosotros aunque podría ser aceptado en una revista de clínica quirúrgica. Las descripciones de anatomía patológica son inadecuadas... y no contiene, repito, no contiene, ninguna microfotografía de microscopía electrónica... Esto hace que los investigadores serios solo pierdan el tiempo leyendo esta cosa”.

Button decide redactar el trabajo nuevamente y enviarlo a su antiguo jefe, el Dr. Watt A. Greatfella, que es el editor de otra revista, el Surgical Omphalology Journal. Ahora el trabajo se titula “Aspectos quirúrgicos del onfalosarcoma, con notas sobre la histoquímica”. Greatfella devuelve el manuscrito recalcando que “las técnicas quirúrgicas usadas son obsoletas.

Que no están usando el nuevo procedimiento de onfalectomía radical retroverso inverso de Greatfella”, que se estaba desarrollando durante la pasantía de Button por ese lugar “y que por lo tanto todos mis discípulos deberían seguir mis enseñanzas”. Los datos de Plodd sobre histoquímica y patología “agregan muy poco a la presentación”.

Los autores Plodd y Button intercambian correspondencia y Button, el onfalólogo, decide enviar el manuscrito al Dr. Boyy Biggvoyce, editor del Missabama State Medical Society Journal, quien según ellos “compra todo lo que le envían”.

Ante su sorpresa el material es retornado porque “es demasiado científico para los médicos de Missabama”. El editor confiesa que no ha podido comprender mucho de la cosa y que las figuras microscópicas de Plodd le producen bostezos, y agrega “todos saben que tú eres el más grande cortador de grasa abdominal del estado, y por lo tanto no necesitas estar alardeando con nosotros. ¿Por qué no remitir esta masa a una publicación más importante como el Northeast Journal? Lo siento, no los veo a Plodd y tú como científicos”.

Button le escribe a su compañero dándose por vencido, pero Plodd intenta nuevamente con M.Y. Opick, editor del Western Missabama Quarterly Journal of Science. Esta vez el editor les constesta que “está encantado de aceptar su excelente artículo ‘Onfalosarcoma: revisión clínica e histoquímica’, que es muy bueno contar con trabajos tan excelentes sobre temas humanos, y que como los autores saben la mayoría de nuestras publicaciones son de estudiantes y profesores de escuela secundaria, tales como la clasificación de las serpientes del arroyo Cattahoochie”. También agrega que “se espera que paguen los costos de la publicación por un valor de $75 la hoja y que compren 500 copias por cerca de $275. Apreciamos que mantengan su afiliación a nuestra Asociación de Profesores de Ciencia por $100 por año. Su trabajo probablemente aparecerá en el número de Invierno. Gracias por permitirnos publicar tan sobresaliente trabajo en nuestra revista”.

Como se ve, el ombligo causa también muchas preocupaciones a los científicos en diferentes áreas y desde hace mucho tiempo.

Ricardo Drut
La Plata

DE LA GRAMÁTICA, DE LA CIENCIA Y DEL ORIGEN DEL FASTIDIO

Un lector puntilloso se fastidia porque Ciencia Hoy escribe la Xylella fastidiosa y otros nombres científicos en latín precedidos por un artículo.

Ciencia Hoy se toma el enorme y loable trabajo de responderle, erudita, largamente y con profusión de fundadas disquisiciones, para justificar por qué usa el artículo. Y tiene razón.

En síntesis, por más temor reverencial que suscite un latinazgo, el contexto es en español. Y en español, bien señala Ciencia Hoy, se dice “el zorzal colorado” y, cuando se lo denomina en latín, también debe decirse el Turdus rufiventris. Como así también decimos, en otras disciplinas, la hypothesis of relative deprivation (hay muchas concretas); la self-fulfilling prophecy (también hay muchas concretas); o la Weltanschaung (ídem).

Me queda la incógnita (¿psicosociológica?) de por qué el susodicho eligió como ejemplo una planta aparentemente fastidiosa.
Cordialmente,

Marcelo Aftalion
Buenos Aires

LECTOR AGRADECIDO

Desde hace varios años, cada vez que recibo de mi quiosquero el ejemplar de Ciencia Hoy, siento una alegría comparable a la de recibir una bocanada de aire fresco y puro en medio de una atmósfera cargada de olores repugnantes.

Por la calidad de los artículos, la cuidada presentación y ese espíritu de defensa de valores humanos y científicos que muchos parecen haber perdido, ustedes son unos de los pocos faros que quedan en estas aguas oscuras y turbulentas.

Acabo de recibir el número 60 –en donde tengo el humilde honor de figurar, en el índice del volumen correspondiente a las cartas de lectores– y aprovecho para enviarles mi más cálido saludo de fin de año, con la esperanza compartida de que el año –y siglo– que viene sea mejor para la ciencia argentina.

Espero que la revista prosiga con su excelente nivel de calidad.

Mis sinceros deseos de salud y ventura personal para todos los integrantes de Ciencia Hoy.

Muchas gracias.
Gerardo Rodríguez Planes
Buenos Aires