Cartas de lectores

ESQUISTOSOMIASIS
Como médico sanitarista con muchos años de trabajo para la Organización Mundial de la Salud en África, he leído con interés los dos artículos sobre esquistosomiasis del número 56 de Ciencia Hoy. Allá la enfermedad tiene alta incidencia en la población rural y periurbana y, debido a la construcción de diques y canales para riego, apareció en muchos lugares donde históricamente no existía. Conozco los daños que causa, especialmente en los niños, y por eso me alarma que pueda diseminarse. Advierto que los autores se refieren a Schistosoma mansoni como único responsable del mal en el continente americano, pero en la segunda nota relacionan su irrupción en América con el tráfico de esclavos, capturados en la costa occidental del África, entre Senegal y Angola. Según mi experiencia, allí es más común Schistosoma hematobium, que causa otra forma de la enfermedad. Como las dos especies son transmitidas a las personas por caracoles, ambas deben haberse difundido en América con los africanos. Es lo que ocurrió en Arabia y en Irak en los años 60: inmigrantes con parasitosis múltiple introdujeron las dos especies de parásitos, cuyo control sanitario todavía constituye una pesada carga económica, ya que además los enfermos requieren tratamientos distintos.

Moisés Altman
Villa María, Córdoba

Las distribuciones de S. mansoni y de S. haematobium son ampliamente coincidentes en el África occidental. Por eso, cuando en 1902 se conoció la presencia en América del primero de esos parásitos –atribuida a la llegada de los esclavos– se supuso que también sería descubierto el segundo esquistosoma, el agente de la esquistosomiasis urinaria. Hasta hoy, sin embargo, no se han encontrado focos locales de S. haematobium, a pesar de habérselo detectado repetidamente en tiempos modernos en personas procedentes del África y de Portugal. Ello se debe a la estricta especificidad que caracteriza a los esquistosomas y refleja su coevolución con los caracoles que los hospedan. S. mansoni depende de caracoles planórbidos del género Biomphalaria, cuyas especies habitan en África y en América. En cambio, S. haematobium lo hace de caracoles de la misma familia Planorbidae pero del género Bulinus, que no existe en nuestro continente. Las larvas surgidas de huevos de parásitos que liberaron en América personas infestadas con S. haematobium no hallaron hospedadores que les permitieran completar su ciclo de vida. Los Biomphalaria son refractarios al S. Haematobium, como los Bulinus lo son al S. mansoni). Como se advertirá, los estudios de sistemática biológica tienen en ciertos casos mucha importancia práctica, ya que organismos muy parecidos pueden tener significados epidemiológicos absolutamente distintos. Además, es este otro ejemplo de trastornos producidos por especies exóticas, sobre los que se ha explayado reiteradamente Ciencia Hoy.

Manuel G. Quintana

LOS GRITOS DE ALARMA DE LOS MONOS

En la nota “La vida en sociedad de los primates: costos y beneficios”, aparecida en el número 53 de Ciencia Hoy, se expresa que los monos emiten sonidos diferentes para indicar la proximidad de un enemigo: uno si el peligro está en tierra y otro si se acerca por el aire. Parecería, pues, que los primates identifican el predador y le asignan un sonido. ¿No podrá deberse a la postura de la cabeza? Es decir, en un caso el animal mira horizontalmente o para abajo y en el otro para arriba. ¿Qué ocurre cuando el primate ve un ave rapaz a su mismo nivel?

Pablo G. Tizzi
Castelar

Aparentemente, la diferencia entre los dos tipos de grito de alarma no se debe a la posición de la cabeza del mono, si bien no conozco estudios que hayan intentado responder específicamente a la primera pregunta del lector Tizzi. Los hay que muestran que la posición de los labios y otras partes del tracto bucal afectan el sonido, pero no fueron realizados acerca de llamados de alarma. En ellos se observaron cambios en la frecuencia media del sonido pero no en el tipo de llamado (es como si a los animales les cambiara la voz pero no lo que dicen). Por otro lado, las águilas no atacan siempre a los monos arbóreos desde arriba, como podría pensarse. Las harpías (Harpia harpyja) y otras águilas vuelan dentro del dosel arbóreo. Hemos observado en Iguazú el ataque de un águila copetona real (Spizaetus ornatus) a un grupo de monos caí (Cebus apella). El ave voló por debajo de la mayor parte de los individuos del grupo y se posó en una rama que también estaba por debajo o a la misma altura que los monos. Esta situación es muy común, pero en tales casos los monos emiten llamados de alarma que corresponden a águilas. Tampoco hay diferencias entre los llamados de alarma correspondientes a predadores terrestres emitidos por monos en el suelo o en un árbol. En el África, los cercopitecos de cara negra (en inglés vervets, Cercopithecus aethiops) poseen por lo menos cuatro llamados de alarma: uno para águilas, otro para leopardos, el tercero para serpientes (pitones, mambas y cobras) y el último para otros mamíferos terrestres (hienas, chacales, leones y chitas). Son acústicamente distintos, a pesar de que la forma de encuentro del mono con una hiena o un leopardo –y por lo tanto la posición de su cabeza– suelen ser similares.

Varios investigadores se han planteado si, con sus distintos gritos de alarma, los primates señalan diferente urgencia de la respuesta (o distinto tipo de respuesta) o la presencia de un peligro específico (águila, yaguareté, humano). Es decir, si los animales indican su estado de excitación o si informan sol;bre hechos externos a ellos. Estudios comparativos de distintos grupos de mamíferos indican que, en algunas especies, los animales dan a conocer el tipo o la urgencia de la respuesta pero no qué predador ataca. Las ardillas terrestres (o perritos de las praderas, Cynomys sp.) emiten dos gritos de alarma, respectivamente asociados con águilas y coyotes. Pero ante un ataque de coyote que requiere respuesta urgente, los animales por lo común emiten el llamado asociado con las águilas. Esto sugiere que indican el tipo o la urgencia de la respuesta y no el predador. En cambio, en todos los primates estudiados hasta ahora, el grito de alarma indica el predador y no la urgencia de la respuesta. Así el llamado de alarma ante la presencia de un águila tiene la misma estructura acústica y no se relaciona con la mayor o menor proximidad del peligro. En todo caso, se advierten diferencias en la amplitud o volumen del grito, en el numero de llamados por unidad de tiempo y en cuántos individuos llaman, según la proximidad del depredador o su actitud (llamados más fuertes, frecuentes y por más individuos si el águila ataca, en vez de solo volar en la distancia). Para quienes deseen más información, sugiero consultar:

CHENEY, D. L. & SEYFARTH, R. M., 1990, How monkeys see the world: Inside the mind of another species, University of Chicago Press.
MACEDONIA, J. M. & EVANS, C. S., 1993, “Variation among mammalian alarm call systems and the problem of meaning in animal signals”, Ethology, 93:177-197.
BRADBURY, J. W. & VEHRENCAMP, S. L., 1998, Principles of animal communication, Sinauer.

Mario S. Di Bitetti

MAMÍFEROS EXÓTICOS EN LA PATAGONIA
A propósito de la nota “Mamíferos exóticos en la Tierra del Fuego”, aparecida en el número 56 de Ciencia Hoy, deseo comentar que, desde 1995, las autoridades de la provincia del Chubut importaron zorros azules y plateados de países del norte de Europa (Dinamarca, Finlandia, Noruega, Holanda) para fomentar el negocio de las pieles. También trajeron visones. Los dos centros más importantes de la actividad estaban en Esquel y Trelew y la rentabilidad del negocio se basaba en una buena relación entre costos de producción y precio de venta. Los primeros resultaban favorables por razones de estacionalidad, abundancia de alimentos (desperdicios de pescado y de vacunos), disponibilidad de tierra y mano de obra rural desocupada por la crisis de la producción lanera. Para tener rentabilidad, se requería colocar cada piel a no menos de $50; el precio se redujo al orden de los $20 y la casi totalidad de los establecimientos cerró. En Esquel, de los catorce criaderos con unos 15.000 ejemplares quedaron tres con no más de 2000 animales.

Alejandro Nardoni
Esquel

El comentario sobre la introducción de zorros y visones en el Chubut me sugirió agregar algunos detalles a la nota que menciona el lector. En noviembre de 1997 visité uno de los criaderos de Trelew, dado que participaba de un taller sobre especies introducidas organizado por la Universidad Nacional de la Patagonia en el CENPAT de Puerto Madryn. Lo sucedido en Esquel y Trelew se repitió en otros lugares de la región. Para subsanar la situación de crisis de la producción lanera se tomaron decisiones políticas que no tuvieron suficientemente en cuenta factores técnicos. Recuerdo también que se mencionó que en Chubut se debía confeccionar un informe semestral de altas y bajas de los animales de los criaderos, que fue considerado insuficiente por los especialistas que asistieron al encuentro. Por otra parte, el cálculo del rédito económico solo consideró los resultados de la actividad en el corto plazo y no valorizó el riesgo ambiental creado por la cría de especies exóticas. En particular, no se tuvo en cuenta que: (i) los escapes de criaderos son prácticamente inevitables, salvo que se implanten controles costosos; (ii) las autoridades deben controlar múltiples aspectos de la actividad (sanitarios, comerciales, etc.), lo que también significa costos; y (iii) las liberaciones masivas voluntarias de animales exóticos normalmente se asocian a dificultades económicas.

Si se tuvieran en cuenta los riesgos inherentes a la actividad, ¿cuál sería el costo de un criadero de animales exóticos? Sin duda más alto que lo calculado cuando se realizó el análisis inicial de los casos que comenta el lector. Por otro lado, más allá de las oscilaciones de los mercados internacionales y de los cambios de la moda, la experiencia patagónica indica que ha sido imposible mantener esos criaderos por un tiempo suficiente como para que se consolide la actividad y que casi siempre quebraron o fueron abandonados. Así pasó también con los visones. Es necesario realizar buenos análisis de costo-beneficio de la cría de especies autóctonas y comparar sus resultados con iguales análisis de la cría de animales exóticos. En aquel taller se puso de relieve que la cría de especies nativas es técnicamente menos riesgosa que la de especies exóticas. Es indiscutible la necesidad de ejecutar políticas que se apoyen en los necesarios criterios técnicos y que tengan en cuenta los plazos que requiere el manejo de la fauna silvestre.

Marta Lizarralde
CADIC, Ushuaia

“AMARTIZAR”

En conocimiento de que los editores de Ciencia Hoy son tan cuidadosos de las formas correctas del castellano, me parece pertinente señalar un error, desafortunadamente muy frecuente en los medios, que se cometió en la nota “La búsqueda de vida en Marte”, publicada en el número 57 (pág. 60). Se trata de la expresión …intentarían aterrizar (o más precisamente “amartizar”) en el planeta rojo. En nuestro idioma la palabra tierra tiene dos acepciones principales: es, primero, el nombre del planeta que habitamos y, segundo, la parte superficial de este no ocupada por el mar. Son conceptos similares pero no equivalentes; así, si se habla de un terremoto, se utiliza la segunda acepción porque, de no ser así, sería un sacudimiento del planeta en su órbita. Por ello se utiliza también el término maremoto. Lo mismo vale para aterrizar: significa posarse sobre tierra firme (y no sobre el planeta Tierra). También existe la palabra amerizar, de obvio significado. Una nave que se pose en Marte estará aterrizando y no amartizando. Quizá corregir el error ahora evite que nuestros nietos y bisnietos tengan que sufrir expresiones como la nave “titanizó” sin dificultad o se registraron desperfectos durante el “plutonizaje” o se produjo un nuevo “saturnomoto”.

Gerardo M. Rodríguez Planes
Buenos Aires

El razonamiento del lector es impecable. Pero a veces el lenguaje, que responde a los usos de la gente, no sigue caminos tan lógicos. El diccionario de la Real Academia, que coincide con el señor Rodríguez Planes en la definición de aterrizar, también incluye lo siguiente: Alunizar. Posarse una nave espacial o un tripulante de ella en la superficie de la Luna.

LA ARGENTINA VISTA DESDE EL EXTRANJERO

A fines de junio llegó a Ciencia Hoy un documento que constituye un buen indicador del estado de ánimo de una parte no menor de la comunidad académica argentina que está transitoria o permanentemente en el extranjero. Quizá el contenido de la nota haya perdido actualidad para el momento en que este número llegue a manos del lector. Sin embargo, constituye un testimonio histórico y sociológico de un interés que justifica su publicación. Se trata de una carta abierta enviada al presidente De la Rúa, con copia al secretario de Tecnología, Ciencia e Innovación Productiva, Dante Caputo, al entonces presidente del CONICET, Pablo Jakovkis y a la diputada Adriana Puiggrós. Su texto dice:

Nos dirigimos a usted, en calidad de becarios e investigadores argentinos que desarrollan tareas profesionales en el exterior del país, en forma temporaria o permanente, sumamente preocupados por las recientes medidas del gobierno argentino en materia de recorte presupuestario y disminución salarial, anunciadas el pasado 29 de mayo de 2000.

La gran mayoría de los argentinos queremos un país fuerte, creativo, y económicamente competitivo en el mundo. Un país en el cual todos puedan desarrollar sus tareas en libertad, y al hacerlo estimular aún más el desarrollo del país, generando así un ciclo de progreso humano y económico para todos los argentinos. Cualquiera sea el plan de país que la Argentina se proponga, consensuado por la sociedad argentina en su conjunto, la investigación científica y el desarrollo tecnológico (CyT) tienen un papel clave. El área de CyT es vital para el desarrollo industrial y económico del país, así como lo es también para el continuo mejoramiento del bienestar, la educación y la salud de su población.

La Argentina, como todo país en vías de desarrollo, debería ser un ejemplo de inversión en CyT. La Argentina no puede pensar en reducciones de los ya magros presupuestos de investigación en CyT, y de los salarios del personal científico y tecnológico. Una acción de esta índole sería un grave error por parte de esta administración. La Argentina invierte alrededor del 0,45% del PBI en CyT, en contraposición con otros países de América latina, en los que el porcentaje dedicado a CyT alcanza entre el 0,65% (Chile) y el 1,2% (Brasil) del PBI. La decisión política y estratégica de aumentar la inversión en CyT, tan vital para el desarrollo del país, debería comenzar por evitar la reducción de los ya bajos e insuficientes presupuestos asignados al área.

El sistema científico argentino, fuertemente basado en el CONICET y las universidades nacionales, sufre de tres males crónicos: (1) la falta de planeamiento y políticas claras, (2) la falta de un presupuesto adecuado y (3) la falta de una adecuada evaluación periódica de la producción científica y del funcionamiento general de los diversos organismos de CyT por comisiones competentes y objetivas. Males que se han acentuado en los últimos años, con recortes presupuestarios al área, congelamiento intermitente del ingreso a la carrera del investigador científico del CONICET, retrasos sistemáticos en los pagos de los salarios y las becas, etcétera.

El primero de los males se resuelve mediante la discusión sistemática, por parte de científicos y autoridades científicas, del modelo de CyT que la sociedad argentina necesita. Pero este planeamiento solo será una declaración de buenas intenciones si no se resuelve paralelamente el segundo mal. Este requiere el sostenido aumento del presupuesto nacional destinado a la investigación científica, básica y aplicada, y al desarrollo tecnológico. Tal aumento presupuestario sostenido debería apuntar a alcanzar inversiones en CyT comparables, en porcentaje del PBI, con los que históricamente destinan a ese propósito los países más desarrollados del planeta. El tercer mal solo puede solucionarse si se resuelven los dos anteriores, y si se brinda al sector de CyT la capacidad de designar, en forma autónoma, autoridades competentes y con formación científica en sus directorios.

Señor presidente, somos un grupo de becarios e investigadores argentinos que, desde el exterior, se suma a los intensos reclamos que la comunidad científica y tecnológica argentina expresa en estos días a usted y a las autoridades del sistema científico y tecnológico. Con medidas de mayor reducción presupuestaria del sector de CyT y reducción salarial de su personal, solo se conseguirá agudizar más la precaria situación de la Argentina, solo se logrará acentuar el atraso de la Argentina respecto del primer mundo, solo se logrará jaquear las posibilidades de desarrollo del país y será imposible retener a nuestros jóvenes. Menos se podría pensar en el retorno al país de aquellos que ya están desarrollando actividades profesionales fuera del mismo, en los cuales el país invirtió para su formación.

Desde el exterior del país, nos sumamos a los reclamos que plantea en estos días el sector de CyT argentino:

Es insostenible una disminución del ya insuficiente presupuesto del área de CyT, así como lo es una rebaja de los salarios de los investigadores, técnicos, personal de apoyo y becarios.

Reclamamos el pago en término de dichos salarios.

Nos pronunciamos a favor de que se ponga en marcha un adecuado planeamiento del sector de CyT del país, apoyado por un sostenido aumento del presupuesto destinado al área.

Lo saludamos atentamente, los firmantes becarios e investigadores argentinos en el exterior.

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