Charles Darwin, el primer geólogo y glaciólogo de Tierra del Fuego

Las observaciones geológicas de Darwin constituyen el aporte menos conocido del padre de la teoría de la evolución y autor del Origen de las especes. En su visita a Sudamérica, a bordo del Beagle, analizó la geología y glaciología de la Patagonia y Tierra del Fuego.

Reflexiones acerca de un aspecto escasamente difundido de la obra de Darwin, relacionado con su viaje o estos tierras.

Charles Darwin a los treinta y un años. Retrato de George Richmond, 1840, Smithsonian Institution
Charles Darwin a los treinta y un años. Retrato de George Richmond, 1840, Smithsonian Institution

Charles Darwin (1809-1882) visitó la tierra del Fuego en dos oportunidades, en los veranos australes de 1832-33 y 1833-34, ambas veces en el Beagle, un ten-gun- brig con alrededor de setenta hombres a bordo, comandado por el capitán Robert Fitz-Roy. En este articulo explicamos que no sólo realizó fundamentales contribuciones a la biología y la paleoantropologia, por todos conocidas, sino que también hizo importantes aportes a las ciencias geológicas, en especial a la glaciología y la geología del cuaternario. Efectuó observaciones glacio-geológicas y glaciológicas de enorme valor por su originalidad y por su carácter precursor para la América del Sur y, en alguna medida, también para el mundo; fueron reunidas en su trabajo On the Distríbution of Erratic Boulders and on the Contemporaneous Unstratifled Deposits of South Amenca, leído en la Geological Society el 14 de abril de 1841 y publicado por esa sociedad un año más tarde.

Sus análisis e interpretaciones de los depósitos glaciares, que marcan el inicio de la actividad científica en el extremo meridional de América, fueron realizados antes de que Jean de Charpentier y Louis Agassiz formularan los fundamentos de la teoría glaciológica moderna, ante la sociedad suiza de Ciencias Naturales, en Lucerna, en 1834, y en Neuchátel, en 1837. respectivamente. De allí el mérito y la significación de sus observaciones, a veces poco valoradas por investigadores posteriores.

BAHIA DE BOTAFOGO, RIO DE JANEIRO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, SIN FECHA (S.F). STATE LIBRARY OF NEW SOUTH WALES, SYDNEY. EL ILUSTRADOR SE EMBARCO EN EL BEAGLE EN 1833, EN MONTEVIDEO. DE SU ESTADIA EN RIO, DARWIN RELATO QUE LA MUCHACHA FUEGUIA BASKET DAILY INCREASES IN EVERY DIRECTION EXCEPT HEIGHT.
BAHIA DE BOTAFOGO, RIO DE JANEIRO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, SIN FECHA (S.F). STATE LIBRARY OF NEW SOUTH WALES, SYDNEY. EL ILUSTRADOR SE EMBARCO EN EL BEAGLE EN 1833, EN MONTEVIDEO. DE SU ESTADIA EN RIO, DARWIN RELATO QUE LA MUCHACHA FUEGUIA BASKET DAILY INCREASES IN EVERY DIRECTION EXCEPT HEIGHT.

Hay que destacar que Darwin era muy joven cuando llevó a cabo sus estudios en la tierra del Fuego: llegó por primera vez allí poco antes de cumplir veintitrés años. y era escasamente mayor durante el resto del histórico – para la ciencia occidental – viaje del Beagle, que terminó en 1836, es decir, cuando tenia veintisiete años. Este es un punto que no carece de interés hoy, tanto para los jóvenes investigadores, que a veces tardan en ponerse a pensar por su cuenta, como para los científicos mayores, con frecuencia renuentes a valorar las ideas de aquellos.

Charles Darwin había nacido en Shrewsbury el 12 de febrero de 1809. Su padre. Robert Warning Darwin, era médico; su abuelo, Erasmus Darwin (173 l -1802), había sido naturalista, físico, poeta y miembro de la Royal Society, entidad a la que asimismo había pertenecido su otro abuelo, Josiah Wedgwood. Bajo la influencia paterna, a los dieciséis años, el joven Darwin comenzó estudios de medicina, en la universidad de Edimburgo; fue un estudiante poco entusiasta, si bien a los dieciocho presentó su primer trabajo científico: On the Ovulae of Flustra, a la Plinian Society. En Edimburgo asistió a las clases de geología de un doctor Jameson: le resultaron tan aburridas que, en su autobiografía, diría: el único efecto que produjeron en mí fue la determinación de no leer nunca más un libro de geología ni estudiar esta ciencia… Pero estudios y lecturas posteriores, como las de las obras de Charles Lyell, le permitieron tomar interés por la disciplina y comprender el transporte glaciar de las rocas de su comarca natal, las que había observado con curiosidad en su infancia y a las que los campesinos del lugar consideraban procedentes de lugares lejanos.

GRUPO DE FAMILIA DE FUEGUINOS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR
GRUPO DE FAMILIA DE FUEGUINOS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR

En 1828, Darwin se mudó a Cambridge; durante tres años estudió teología, lenguas clásicas, geología. entomologia y botánica. Obtuvo un grado en teología, pero no uno en ciencias, hecho que resulta notable a la luz de su carrera posterior y de la repercusión de su obra en ambientes eclesiásticos. De un profesor de entonces, el geólogo Adam Sedgwick, uno de los fundadores de la estratigrafía moderna, escribió: si hubiera ido a las elocuentes e interesantes lecciones de Sedgwick, probablemente me hubiera convertido en geólogo antes. De él aprendió que science is the way of grouping facts so as to be able to deduce laws or conclusions from them. A lo largo de su vida científica, Darwin siempre recordó estas palabras. De un viaje en el que, finalizando sus estudios, en 1831, acompañó a Sedgwíck a Gales, señaló que los investigadores estaban tan ocupados en estudiar las rocas y hallar fósiles que ninguno vio ni un rastro de los maravillosas fenómenos glaciares a nuestro alrededor; no advertimos ni las rocas claramente estriadas, ni los cantos rodados detenidos en posiciones poco estables, ni las morenas laterales y terminales. Son palabras que merecerían ser transcriptas en los modernos textos de geomorfología. Fue después de ese viaje cuando Sedgwick definió por primera vez el sistema cámbrico, y lo llamó con el nombre romano de Gales, Cambria.

El viaje del Beagle a la América del Sur y las islas del Pacífico, del que Darwin participó como naturalista honorario, comenzó el 27 de diciembre de 1831. John Stevens Henlow, su profesor de botánica en Cambridge, convenció al capitán FitzRoy -que buscaba a gentleman companion and a naturalist- de llevarlo en ese carácter, y su tío, otro Josíah Wedgwood, intercedió ante su padre para que accediera a financiarlo, pues Robert Darwin estaba convencido de que su hijo perdía el tiempo, ya que no había sabido completar una carrera profesional formal.

EL-MONTE-SARMIENTO.-ACUARELA-DE-CONRAD-MARTENS,-S.F.-CAMBRIDGE-UNIVERSITY-LIBRARY
EL-MONTE-SARMIENTO.-ACUARELA-DE-CONRAD-MARTENS,-S.F.-CAMBRIDGE-UNIVERSITY-LIBRARY

FitzRoy consignó que llevaba a bordo o young man of promising ability, extremely fond of geology, and indeed all branches of natural history. Aceptó que su pasajero podría retirarse de la expedición cuando lo desease y estableció que pagaría a fair share of the expenses of my table.

Junto con Darwin, fueron embarcados en el Beagle tres aborígenes yámanas, traídos a Inglaterra por FitzRoy en 1829, a quienes este había dado los nombres de Fuegía Basket, York Mínster y Jimmy Button (un cuarto miembro del grupo, Boat Memory, había muerto en Gran Bretaña de viruela). Eran llevados de retorno a su terruño luego de haber sido “educados”, convertidos en cristianos y vestidos como europeos. Se esperaba que, cuando se reencontraran con sus congéneres en las márgenes de lo que hoy llamamos el canal Beagle, pudiesen “civilizarlos”. En coincidencia con el pensamiento social de su época, Darwin consideraba a estos nativos fueguinos brutos e incivilizados; escribió que no existen seres humanos inferiores a estos en ningún lugar del mundo y que su lenguaje era casi inarticulado. Más de cien años después, investigadores del lenguaje yámana y arqueólogos que estudian las extinguidas culturas fueguinas los ven con una óptica diferente, como pueblo adaptado a uno de los ambientes mas duros del planeta.

EL BEAGLE EN LOS CANALES FUEGUINOS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F.COLECCION PARTICULAR
EL BEAGLE EN LOS CANALES FUEGUINOS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F.COLECCION PARTICULAR

Luego de realizar breves escalas en el Brasil, Darwin llegó a Buenos Aires en julio de 1832. Notó la presencia de animales para él exóticos, como ñandúes, guanacos y armadillos, y describió hallazgos de huesos fósiles de los mamíferos pleistocenos extinguidos, por entonces muy comunes a lo largo de las riberas de los ríos pampeanos. También observó la inestabilidad política de las Provincias Unidas del Río de la Plata. que habían tenido catorce revoluciones en sólo doce meses, y la belleza de las niñas de Buenos Aires, entonces una pequeña villa postcolonial (véase recuadro “Extractos del diario de viaje de Darwin”). En octubre de 1832 recibió de Gran Bretaña, por correo, el segundo tomo (ya traía consigo el primero) de la obra cumbre de Charles Lyell, Principles of Geology, libro que marcaría la iniciación de la geología moderna y que tendría una tremenda influencia sobre él durante todo el viaje.

En noviembre del mismo año, el Beagle zarpó hacia la tierra del Fuego; llegó tres semanas después. Para desilusión de Darwin y FitzRoy, que confiaban en el experimento civilizador y misionero – pero como lo habría sin duda anticipado un antropólogo de hoy -, el retorno de los tres aborígenes supuestamente europeizados a su ambiente original, juzgado con los cánones decimonónicos, fue un completo fracaso, pues volvieron plenamente a su forma original de vida en pocos meses.

Pasado el verano austral, el Beagle retornó a Buenos Aires. Hizo una escala en las Malvinas, donde Darwin describió estratos y fósiles marinos del paleozoico superior; también se detuvo en el golfo de San José y en la boca del río Negro. Sobre esta última zona, Darwin escribió: Para un amante de la geología, este sitio es del máximo interés. […] Las divisiones de los estratos siguen por millas en forma exactamente paralela a la superficie del mar {….} Para un geólogo, es como el Dorado. .{ …} Había valvas fósiles por todas partes.

LA LITERATURA DARWINIANA DEL BEAGLE

Journal of Researches into the Geology and Natural History of the various Countries visited by H.M.S. Beagle round the World, 1839, Henry Colburn, London, es la primera edición del diario de Darwin, de la que este dejó fuera alrededor de la mitad del manuscrito original, agregó notas de sus cuadernos de apuntes (pocket books) y la organizó en orden geográfico más que cronológico. En el museo de Down House, la casa donde vivió y murió Darwin, se conservan dieciocho pocket books, en los que realizaba anotaciones de campo sobre geología e historia natural; otro se perdió pero fue microfilmado. El Journal apareció primero como parte de Narrative of the Survey¡ng Voyages of His Majesty’s Ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836, describing their examination ofthe southern shores of South America, and the Beagle’s circumnavigation ofthe glabe, 1839, Henry Colburn, London, que tenía tres volúmenes: 1 Proceedings of the First Expedition, 1826-1830, under the command of Captain R Parker King, R.N., FRS.; II Proceed¡ngs of the Second Expedition, 1831-1836, under the command of Captain Robert FitzRoy, y III Jaurnal and Remarks, 1832-1836, by Charles Darwin, Esq., M.A., Sec. Geol. Soc.

The Zoology of the Voyage of H.M.S. Beagle, under the command of Captain FitRroy, R.N., during the years 1832 to 1836, edited and superintended by Charles Darwin, 1838-1843, Smith, Elder & Co., 3 vols., London.

The Structure and Distribution of Coral Reefs. Being the flrst part of the Geology of the Voyage ofthe Beagle, 1842, Smith, Elder & Co., London.

Geological Observations on the Volcanic lslands, visited during the Voyage of the Beagle.

Being the second part of the Geology of the Voyage of the Beagle, 1844, Smith, Elder & Co., London.

Journal of Researches into the Natural History and Geology of the Various Countries Visited by H.M.S. Beagle, 1845, Murray, London. Darwin introdujo importantes modificaciones en esta segunda edición del diario.

Geological Observations on South America. Being the third part of the Geology of the Voyage ofthe Beagle, 1846, Smith, Elder & Co., London.

The life and letters of Charles Darwin, including an autobiographical chapter. Edited by his son, Francis Darwin, 1887, John Murray, London, 3 vols.

Charles Darwin’s Diary of the Voyage of H.M.S. “Beagle”. Edited from the MS by Nora Barlow, 1933, Cambridge University Press.

Charles Darwin and the Voyage of the Beagle. Edited with an introduction by Nora Barlow, 1945. Pilot Press, London.

The autobiography of Charles Darwin 1809-1882. With original omissions restored. Edited with an appendix and notes by his granddaughter Nora Barlow, 1958, Collins, London.

“Darwin’s Journal”, editado por Gavin de Beer, Bulletin of the British Museum (Nat. Hist.), Historical Ser., 1959, 2:3-21.

The Journal of a Voyage in H.M.S. Beagle by Charles Darwin, 1979, Genesis, Guildford. Edición facsimilar del manuscrito.

R.D. Keynes (ed.), The Beagle Record. Selections from the original pictorial records and written accounts of the voyage of H.M.S. Beagle. 1979, Cambridge University Press.

Frederick Burkhardt and Sidney Smith (eds.), The Correspondence of Charles Darwin, 1984, Cambridge University Press.

R.D. Keynes (ed.), Charles Darwin’s Beagle Diary, Cambridge University Press, 1988. Versión revisada de la de Nora Barlow.

Durante la estadía invernal en Buenos Aires, organizó varías expediciones a los ríos Uruguay y Negro y a la zona de Bahía Blanca. En septiembre de 1833 cabalgó más de 750 kilómetros, en trece días, entre la última localidad y Buenos Aires. Conoció a los gauchos pampeanos y su estilo de vida errante en las llanuras ilimitadas. Poco después, recorrió las riberas del Paraná y recolectó huesos y valvas fósiles; concluyó que los mamíferos pleistocenos de la región habían habitado una sabana semiárida, en lugar de la densa foresta subtropical que cubría entonces el área. Durante el primer día de ese viaje cabalgó 130 km.

PUERTO LOUIS, ISLAS MALVINAS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR
PUERTO LOUIS, ISLAS MALVINAS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR

En diciembre de 1833, el Beagle zarpó una vez más hacia el sur, con el objetivo de alcanzar el cabo de Hornos. En la víspera de la Navidad, en puerto Deseado (que llama Port Desire), recorrió una planicie al norte de la villa, elevada por encima de nivel del mar, y observó: It is curious that on the surface of this plain there are marine shells alike the present ones and that the mollusks still preserve their bluísh color . Al Sur del pueblo encontró ostras en ubicaciones similares. Interpretó, correctamente, que no muchos siglos atrás esos terrenos habían sido submarinos. Si bien subestimó la edad de los fósiles, proporcionó probablemente la primera interpretación de que, en la costa patagónica, en una época interglacial, el mar tuvo un nivel más alto que el actual.

El Beagle exploró la tierra del Fuego durante los primeros meses de 1834 y luego retornó al estuario del Santa Cruz, desde donde FitzRoy, que ya había estado en la región, organizó una expedición de veintidós personas a los tramos superiores del valle de ese río, el más importante de la Patagonia originado en aguas de deshielo. En tres botes unidos por largas cuerdas, el grupo alcanzó el imponente lago Argentino y el pie occidental de los Andes, 500 km al oeste, en trece días.

EL ADVENTURE EN PUERTO DESEADO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, 23 DE DICIEMBRE DE 1833. COLECCION PARTICULAR.
EL ADVENTURE EN PUERTO DESEADO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, 23 DE DICIEMBRE DE 1833. COLECCION PARTICULAR.

Darwin obtuvo incontables restos fósiles y mucha información geológica acerca de lo que llamaría the great modern formation of Patagonia, el extenso complejo sedimentario marino-continental de la Patagonia meridional, que data del terciario medio a inferior. Sobre las dimensiones y morfología de la planicie del Santa Cruz, el curso de descarga más importante de la Patagonia, que evacua hacia el Atlántico las aguas de fusión del manto de hielo de montaña que denominamos hielo patagónico sur, reflexionó: my great doubt is how a stream can elaborate such a perfect plain.

En mayo de 1834, el Beagle zarpó de la costa atlántica patagónica y enfiló el estrecho de Magallanes; ancló frente al monte Sarmiento, el pico más alto de los Andes fueguinos, un cerro majestuoso, en el corazón de lo que hoy se denomina con justicia cordillera Darwin, que se puede ver en días claros desde casi toda la isla Grande de Tierra del Fuego. Allí, Darwin describió impressive blue glaciers that descend from the highest peaks to the sea, as large frozen waterfalls; es la primera descripción del manto de hielo de esas montañas.Luego el Beagle continuó hacia el Pacífico y dejó la región que nos interesa en este articulo.

ENTRADA AL PUERTO DE SAN JULIÁN. ACUARELA DE CONRAD MARTENS. 8 DE ENERO DE 1834. COLECCIÓN PARTICULAR.
ENTRADA AL PUERTO DE SAN JULIÁN. ACUARELA DE CONRAD MARTENS. 8 DE ENERO DE 1834. COLECCIÓN PARTICULAR.

El viaje en el Beagle, del cual Darwin publicó un informe detallado en 1839, a los treinta años, fue decisivo para su vida científica: le permitió hacer innumerables observaciones de plantas y animales, y acumular abundantes datos, a partir de los cuales estableció su teoría acerca de la evolución de las especies animales y vegetales, incluido el hombre. La publicó veintitrés años más tarde, en 1859, en The Origin of Species que trata la aparición de nuevas especies y la extinción de otras por el proceso de selección natural. El libro, como se sabe, generó tanto entusiasmo como controversia, sobre todo por la inclusión de la humanidad en el proceso evolucionista. Y si bien en ciertos ambientes la evolución no es aceptada – por ejemplo, por los llamados creation scientists en el mundo anglosajón -, la visión darwiniana hoy íntegra la explicación que la mayoría de los científicos consideran más adecuada para entender los cambios de la vida en la Tierra.

Sin perjuicio de lo anterior, este artículo apunta a demostrar la importancia de las contribuciones de Darwin en el campo geològico.

PUERTO DESEADO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR
PUERTO DESEADO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCIÓN PARTICULAR

Sus observaciones sobre geomorfología, geología del cuaternario y glaciología de la Patagonia y la tierra del Fuego fueron mencionadas en el primer párrafo de la nota; no es la única vez que abordó tales temas, ya que también se ocupó de la geología de Caernarvonshíre, en Gales, acerca de lo cual tenemos noticias de una comunicación a la Geologícal Socíety en diciembre de 1841, publicada pocos meses después en el Journal of Geology. En el resto de la nota, comentaremos sus observaciones geológicas patagónico-fueguinas.

En el viaje del Beagle hacia el sur, advirtió que no se veían bloques rocosos (boulders) en las planicies orientales del continente sudamericano hasta llegar a las orillas del río Santa Cruz, y que allí dichos bloques no estaban sobre la costa sino en el valle del río, a unas 100 millas geográficos terrestres desde el Atlántico y 67 millas desde las pendientes más cercanas de la cordillera. Constató que a 55 millas de las montañas, eran extraordinariamente numerosos y describió su litología exótica (metamorfitas, lavas basálticas), su angulosidad (muchos se asemejaban a fragmentos de roca al pie de un precipicio) y su abundancia. El sitio era, sin duda, la estancia Cóndor Clíff, donde los depósitos glaciares indican la posición más externa de los hielos pleistocenos procedentes de esas latitudes de la cordillera andina. Darwin dibujó una sección estratigráfica con unos 70m de rodados sobre unos 110 m. de la lava basáltica: es, probablemente, la primera mención y representación gráfica de los rodados patagónicos, o Patagonian Shingle Formation, como los denominara, guijarros gruesos, bien redondeados, mayores que grava de hasta 8-10 pulgadas de diámetro{…} con grandes bloques angulares diseminados en la superficie.

PERFIL GEOLÓGICO DEL RIO SANTA CRUZ. PUBLICADO EN ON THE DISTRIBUTION OF THE ERRATIC BOULDERS AND ON THE CONTEMPORANEOUS UNSTRATIFIED DEPOSITS OF SOUTH AMERICA.  LOS GRANDES BLOQUES ERRÁTICOS ANGULARES CORRESPONDEN A LAS MORENAS GLACIARES MAS ANTIGUAS DEL VALLE; LA CAPA DE RODADOS, A DEPÓSITOS GLACIARES CUATERNARIOS; LOS ESTRATOS DELGADOS SON DE TIPO SEDIMENTARIO Y DEL TERCIARIO, Y LOS ESTRATOS CON PEQUEÑOS GUIJARROS, DE TIPO FLUVIAL Y TAMBIÉN TERCIARIOS.
PERFIL GEOLÓGICO DEL RIO SANTA CRUZ. PUBLICADO EN ON THE DISTRIBUTION OF THE ERRATIC BOULDERS AND ON THE CONTEMPORANEOUS UNSTRATIFIED DEPOSITS OF SOUTH AMERICA.
LOS GRANDES BLOQUES ERRÁTICOS ANGULARES CORRESPONDEN A LAS MORENAS GLACIARES MAS ANTIGUAS DEL VALLE; LA CAPA DE RODADOS, A DEPÓSITOS GLACIARES CUATERNARIOS; LOS ESTRATOS DELGADOS SON DE TIPO SEDIMENTARIO Y DEL TERCIARIO, Y LOS ESTRATOS CON PEQUEÑOS GUIJARROS, DE TIPO FLUVIAL Y TAMBIÉN TERCIARIOS.

Atendiendo al tipo de roca, Darwin reconoció la identidad de proveniencia de los rodados superiores y de las capas situadas debajo de las basálticas, y las consideró de origen submarino, de acuerdo con la concepción vigente en la época, según la cual los depósitos glaciares y los grandes bloques erráticos de ese origen habían sido dejados sobre la superficie de los continentes, durante la supuesta expansión de los mares en el diluvio universal, por la acción de témpanos a la deriva. El término drift, o deriva, proporciona aún la denominación genérica de depósitos glaciares.

Darwin describió la planicie glacifluvial del Santa Cruz, las terrazas de su valle y su estuario; en la porción inferior de este reconoció depósitos marinos recientes. Advirtió las relaciones estratigráficas entre la terraza fluvial más joven, que muestra bloques procedentes de la cordillera, y los depósitos marinos, que deberían haberse formado poco antes del período de las valvas actuales. También discutió el origen de un bloque errático aislado, de siete pies de circunferencia, de roca feldespática, encontrado a 110 millas de la cordillera, cuyo origen atribuyó a su inclusión en hielo fluvial. Y mencionó que otro observador había visto grandes bloques de rocas primitivas en el cabo Gregorio, en la costa norte del estrecho de Magallanes, donde autores recientes han reconocido la presencia de depósitos morénicos de la última glaciación.

Refiriéndose a los depósitos glaciares que cubren el relieve en el sector oriental de la tierra del Fuego, concluyó que este está constituido por acantilados de la formación Patagonia, sobre los cuales hay depósitos de origen mucho más reciente. Describió correctamente su litología, y mencionó que, hacia el estrecho de Magallanes, tienen la consistencia de fango endurecido de grano grueso, en el cual las partículas no están separadas según su tamaño. Encontró que esas capas contenían fragmentos angulares y redondeados, junto a grandes bloques, de varios tipos de rocas, […] los cuales no aparecen en las cercanías y observó, con agudeza, que los fragmentos se disponen generalmente sin orden alguno, […] pero en algunas partes del acantilado la masa está dividida por capas de rodados estratificados, y estos son más frecuentes en la porción superior, un hecho que he observado en otros lugares. Es una precisa descripción del till (o depósito glacial no estratificado que se encuentra en las morenas producidas por el avance y retroceso de los glaciares), material típico de estos depósitos, y de su relación con las gravas fluvioglaciares suprayacentes.

COSTAS DEL SANTA CRUZ. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, FIRMADA C.MARTENS, SYDNEY 1836. NATIONAL MARTIME MUSEUM, LONDRES
COSTAS DEL SANTA CRUZ. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, FIRMADA C.MARTENS, SYDNEY 1836. NATIONAL MARTIME MUSEUM, LONDRES

En otras localidades, Darwin identificó grandes bloques erráticos a menudo incluidos en materiales de grano fino y delgada laminación, sin duda guijarros caídos de témpanos, drop – stones, cuya roca parental no puede estar a menos, y probablemente mucho más, de 120 millas geográficas, pero reconoció que en el acantilado solo había podido observar dos bloques erráticos, si bien son numerosos en las playas […] pero como no parecen dispersos en la superficie del terreno […] debo concluir que estaban originalmente incluidos en estos depósitos.

Darwin fue, asimismo, precursor de la paleogeomorfología de la región. cuando escribió que. en la bahía de San Sebastián, la forma del terreno muestra claramente que, mucho antes de la […] elevación que atestiguan los valvas marinas recientes, un amplio canal […) conectaba la porción media del estrecho de Magallanes con el mar abierto. Se refiere a la depresión entre las bahías Inútil y San Sebastián, un antiguo valle glaciar excavado por una lengua difluente del gigantesco glaciar de Magallanes, que ocupó esta depresión y alcanzó la plataforma submarina atlántica en, por lo menos, las cuatro glaciaciones pliopleistocenas que precedieron a la última. Algo similar advirtió en la zona del cabo Negro y la península Brunswick, entre el seno Otway y el estrecho de Magallanes, características que han sido reconocidas en trabajos recientes.

VALLE DE SANTA CRUZ, EXCAVADO EN LAS MESETAS BASÁLTICAS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCION PARTICULAR
VALLE DE SANTA CRUZ, EXCAVADO EN LAS MESETAS BASÁLTICAS. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F. COLECCION PARTICULAR

En el extremo sureste de la tierra del Fuego, incluyendo la boca oriental del canal Beagle y la isla Navarino, Darwin reconoció depósitos glaciares de similar aspecto y litología, y observó con acierto que los bloques erráticos provenían de una distancia de sesenta millas y. algunos, probablemente de una bastante mayor. Denominó correctamente till a esos depósitos, siguiendo a Lyell, por comparación con aquellos de Escocia, Inglaterra y otras zonas de Europa septentrional.

El origen de tales sedimentos glaciares interesó a Darwin, y si bien atribuyó su génesis a depósitos de fango, arena y bloques, procedentes de la fusión de témpanos a la deriva, o drift-ice, como se creía en la época, no dejó de expresar algunas dudas, basadas en sus observaciones. Cuestionó la ausencia de estratificación y de restos fósiles marinos en el till, lo cual le parecía incongruente con su origen. Aun cuando Darwin aceptaba la idea de Lyell acerca de la acción perturbadora de los témpanos varados como causa de esas ausencias, sus dudas preanuncian el triunfo de la teorías glaciológicas de Agassiz y Charpentier, inminentes entonces en Europa.

Darwin analizó dos secciones estratigráficas de la bahía San Gregorio (Gregory Bay), en el estrecho de Magallanes. Una, compuesta por fangos arenosos amarillentos, finamente laminados; la otra, formada por capas areno-arcillosas, fuertemente plegadas, intercaladas entre estratos no plegados. Cuestionó que estas capas replegadas hubieran sido deformadas por violencia común desde abajo – es decir, por tectonismo -, y optó por la propuesta de LyeII acerca de la intervención de procesos glaciares, tales como la acción lateral de témpanos varados en el fondo del mar. Hoy se acepta lo que Darwin había sospechado.

Luego de describir los depósitos de Chiloé, discutió la edad de las capas con bloques (boulder formations) de esa isla y de la tierra del Fuego, y llegó a la conclusión de que deberían haberse acumulado desde los comienzos de la era post-pliocena, o muy poco antes. Las duraciones y limites temporales del plioceno y el pleistoceno – denominaciones acuñadas por Lyell – se han modificado desde aquellas épocas, como consecuencia de los procedimientos, definidos a partir de 1950, de datación por radiactividad; entre otros, los basados en potasio-argón y carbono 14. Tales técnicas determinan edades absolutas y reales en años, y se valen de la descomposición radiactiva a lo largo del tiempo de determinados elementos. A pesar de que Darwin no contaba con esas herramientas, sus estimaciones alcanzan asombrosa precisión. Hoy asignamos una edad de entre 1,5 y 2 millones de años a las glaciaciones más antiguas de la tierra del Fuego, que acontecieron cerca del límite entre el plioceno y el pleistoceno convencionalmente fijado 1,6 millones de años atrás.

Destacó que ni al norte de Chiloé, en el Pacífico, ni en las costas de la Patagonia, ni en el Plata tuvo oportunidad de ver till o bloques erráticos, observación correcta, pues, efectivamente, los glaciares pleistocenos no alcanzaron las costas pacificas al norte de Chiloé, ni las atlánticas al norte de la ría de Gallegos. Darwin consideró que, en ambos hemisferios, la dispersión de los bloques erráticos llegó a similares latitudes, y que las capas de till sólo podrían hallarse en posiciones comparables. La noción de que los fenómenos glaciares se restringirían a las zonas de climas fríos, base de la naciente teoría glacio-lógica, estaba incubándose en la visionaria concepción darwiniana.

Describió los glaciares de la tierra del Fuego y los abundantes témpanos del canal Beagle occidental con precisión y maestría, y comparó sus observaciones con datos sobre localidades europeas de similares latitudes. En una de sus exploraciones, visitó un glaciar del cual descendía un pequeño arroyo y reconoció un amplio promontorio que sin duda era originalmente una morena lateral que se prolonga casi media milla más allá de la extremidad del glaciar y tiene partes cubiertas por árboles viejos; aquí debemos inferir que el glaciar se extendía considerablemente más allá de lo que hoy lo hace.

Esta observación resume la teoría glaciológica y toma en cuenta la existencia de morenas recientes, próximasal borde del glaciar, pertenecientes a las neoglaciaciones del holoceno (es decir, el periodo geológico de los últimos 10.000 años, o subdivisión más reciente del cuaternario), en particular a la llamada pequeña edad de hielo, de los siglos XVI a XIX de nuestra era. Cuando Darwin visitó la tierra del Fuego, esta última neoglaciación estaba finalizando y los glaciares retrocedian. Aunque no creyó posible extender los destacables descubrimientos de Venetz, Charpentier, Agassiz y otros, acerca de la gran extensión en Europa de morenas formadas por antiguos glaciares, a todas las regiones que visitó, es importante destacar su reconocimiento de que sólo la acción del hielo puede transportar bloques erráticos como los que había observado.

Darwin expresó sorpresa por no haber hallado bloques erráticos en las Malvinas, a pesar de que se encuentran en la misma latitud que la tierra del Fuego. Tampoco pudo observar allí capas de sedimentos marinos recientes, como hay en toda la costa patagónica y fueguina. Estas anotaciones fueron correctas; hoy sabemos que los glaciares de las Malvinas nunca descendieron de las cumbres más altas y quedaron restringidos a sus cabeceras. Por otra parte, la mayor estabilidad tectónica de las islas hizo que, en tiempos terciarios, las cuencas marinas no se extendieran sobre ellas.

EL RIO SANTA CRUZ CON LOS ANDES AL FONDO. ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F COLECCIÓN PARTICULAR.
EL RIO SANTA CRUZ CON LOS ANDES AL FONDO.
ACUARELA DE CONRAD MARTENS, S.F COLECCIÓN PARTICULAR.

Darwin discutió los dos principales procesos vinculados a la génesis de los bloques erráticos: la acción de témpanos y el movimiento de grandes cuerpos de hielo. Más allá de las influencias que pudo haber sufrido , debido a la contemporánea difusión de la teoría de Agassiz, en todas las oportunidades recurrió a sus observaciones de campo para verificar la aplicabilidad de las distintas hipótesis en boga.

Darwin fue el primero en iniciar el estudio de las terrazas marinas de la Patagonia, en su mayoría cuaternarias, aunque hayan llamado más la atención de la posteridad sus análisis de las islas volcánicas, los arrecifes coralinos o la geología de otras regiones de Sudamérica, producto de las siguientes etapas del viaje del Beagle, publicadas en tres tomos, entre 1842 y 1846, con el título de Gealogy of the Voyage of the Beagle.

Sea este nuestro asombrado recuerdo y sincero homenaje al primer geólogo cuaternarista y glaciólogo del último con fin de la Tierra, como Lucas Bridges llamara a Tierra del Fuego.

EL PALEOCLINA DE LA PATAGONIA

El clima de la Tierra cambia constantemente como resultado de la interacción de todos los componentes del planeta: la atmósfera (los gases que rodean el planeta), la geosfera (las tierras emergentes), la criosfera (los glaciares y calotas polares), la hidrosfera (los rios, lagos y océanos) y la biosfera (las plantas y los animales, incluyendo al hombre). Los cambios climáticos pueden ocurrir en lapsos muy cortos, como las modificaciones bruscas de la temperatura global registradas en pocos años, o extremadamente largos, como las tendencias al enfriamiento o calentamiento advertidas a lo largo de más de diez millones de años.

En le lapso geológico que va desde hace unos sesenta y siete millones de años hasta el presente, se levantarios cadenas montañosas, como los Andes y los Alpes, y la deriva de las placas litosféricas se aceleró. Con tales alteraciones paleogeográficas se produjeron modificaciones del clima, de cuya existencia dan cuenta ciertos indicadores paleoclimáticos observables en fenómenos geológicos condicionados climáticamente, como los fósiles, los depósitos glaciares, los evaporitos – depósitos formados por los minerales disueltos en el agua cuando esta se evapora- los carbones y los suelos. A modo de ejemplo, se puede mencionar la utilización de isótopos de oxígeno para determinar paleotemperaturas, método que se debe al descubrimiento de H.G. Urey (1950) de que la relación O18/O16 en el carbonato de calcio (y eventualmente en otras sustancias) depende de la temperatura a la cual el compuesto se formó.

Sobre esas bases se puede afirmar que, en los comienzos del período indicado, la isoterma de 10º Celsius de temperatura media del mes más frio pasaba por la Patagonia austral, más de 1500 Km al sur de su posición actual, según se deduce de los cocodrilos que habitaron en el sur de la Patagonia. El norte de esta región, como lo indican principalmente las floras fósiles, tenía entonces un clima subtropical húmedo, con temperaturas medias del mes más cálido superiores a 22º y del mes más frió entre 10º y 18º, y con precipitaciones mayores que 1000 mm anuales, distribuidas en todo el año.

Mapa

Hace unos cuarenta y cinco millones de años, hubo, sin embargo, un enfriamiento generalizado de la Patagonia, relacionado con la separación del continente australiano de la Antártida y la instalación de la corriente cincunantártica, sumamente fría. Ello provocó el avance de los bosques templado- fríos de Nothofogus hasta el norte patagónico; se encuentra polen de esas plantas en las formaciones geológicas de la correspondiente antiguedad en Rio Negro y Neuquén, así como en la cuenca del Arauco, en Chile.

El patrón general de las variaciones climáticas acaecidas en el último millón de años se caracteriza por grandes oscilacioanes de la temperatura (del orden de los 4º a los 6º), que corresponden a la aternancia de períodos glaciares e interglaciares, en ciclos de unos cien a ciento veinticinco mil años de duración. Agregadas a esas fluctuaciones, se constatan otras de menor amplitud, acaecidas en lapsos más cortos (que van desde cientos hasta unos pocos años). El estudio de depósitos glaciares patagónicos demuestra que la glaciación que más avanzó ocurrió probablemente un millón de años atras, y dataciones paleomagnéticas realizadas en las cercanías del lago Buenos Aires indicarían que hubo otras más viejas.

El clima de la región austral de América del Sur ha fluctuado significativamente desde el momento del máximo avance de los hielos durante la última glaciación, la cual tuvo lugar, aproximadamente, entre veintidós mil y diez mil años antes del presente; esas variaciones continuaron durante el actual período interglaciar, conocido como el holoceno, que dura desde hace unos diez mil años.

Los depósitos morénicos en los Andes patagónicos parecen indicar que los glaciares alcanzaron varias veces, durante el último período de glaciación, su límite máximo de avance, muy probablemente en respuesta a fluctuaciones climáticas de naturaleza cuasi cíclica. Entre los 39º y 42º de latitud, hay evidencias de dos avancess glaciares mayores, uno hace unos veinte mil años y otro hace unos catorce mil. El inmenso glaciar que se extendía todo a lo largo del estrecho de Magallanes avanzó por lo menos cinco veces durante el último período glariar, la quinta hace aproximadamente doce mil años.

Los registros paleoambientales biológicos (polen, insectos y macrofósiles) muestran las impresionantes transformaciones que sufrieron los ecosistemas patagónicos, como consecuencia de los cambios climáticos. Durante los períodos glaciares tenían lugar acentuadas reducciones del area ocupada por los bosques andino-patagónicos, así como descensos de los pisos altitudinales de la vegetación; en los períodos interglariares, los árboles e insectos asociados al bosque recolonizaban las áreas en cuestión. El conjunto de evidencias geomorfológicas y biológicas indicaría que, en la última edad glaciar, la temperatura disminuyó entre 5º y 6,5º, y la línea de las nieves bajó entre 800 y 1000m.

El estudio de complejos morénicos que se extienden sólo algunos kilómetros por debajo de la posición actual de los hielos llevó a pensar que hubo avances glaciares de menor magnitud que el máximo, los cuales, por ser más recientes, se denominaros neoglaciaciones, tres de estas tuvieron lugar, respectivamente, hace unos 4500 años, entre 2700 y 2000 años y durante las últimas tres centurias. Análisis palinológicos (de palýnein-wpe1C.jpg (1068 bytes) esparcir; el estudio del polen y las esporas) de muestras tomadas en la región de los lagos chilenos también indicarían la existencia de tres neoglaciaciones durante los últimos cinco mil años. Coincidentemente, en el norte de la Patagonia, dataciones radiocarbónicas indican que el glaciar del río Manso, avanzó hacia los años 1040, 1330-1360, 1640 y 1800-1850. Para el glaciar Frías, situado en la misma latitud, los avances y retrocesos se fecharon empleando evidencias históricas y anillos de árboles; alcanzó su máxima extensión de los últimos mil años alrededor de 1640-1660 y posteriormente, tuvo avances menores hacia 1720, 1750, 1840, 1910, 1940 y 1977. En la región del hielo patagónico sur, las dataciones radiométricas señalan que algunos glaciares comenzaron a avanzar alrededor de 1300. Los máximos avances neoglaciares se habrían producido entre fines del siglo XVIII, y en las últimas décadas se observaría un retroceso generalizado de los glariares andinos.

Para determinar ciclos climáticos más cortos, se han analizado series milenarias de anillos de crecimiento de árboles andino-patagónicos. Durante los últimos mil años, en las variaciones de las temperaturas de verano se han advertido ondas de unos 250, 77, 50,33, 24,21, 16, y 11 años. Factores externos al sistema terrestre, como fluctuaciones de la radiación solar, podrían estar asociados a los ciclos de 11,21 y 77 años; entre las variaciones bien conocidas de la actividad solar se cuentan el ciclo de las manchas solares, de 11 años, el de Hale, de 22 años, y el de Gleisberg, de aproximadamente 80 años. Sin embargo, variaciones climáticas de este tipo también podrían provenir de interacciones entre la atmosfera, los océanos y los hielos polares, sin necesidad de que interviniesen causas externas.

Finalmente, mediante registros meteorológicos modernos se han constatado variaciones interanuales e interestacionales de parámetros del clima como temperatura, precipitación, presión atmosférica y otros. Si bien, por lo general, en Sudamérica no se dispone de series meteorológicas para el siglo XIX son más frecuentes a partir de las primeras décadas de la actual centuria. En la región patagónica, hay series climáticas razonablemente extensas para Ushuaia (desde 1876), Punta Arenas (desde 1888), Esquel (desde 1896), Trelew (desde 1901), Puerto Madryn (desde 1902) y Bariloche (desde 1905), las que acusan variaciones muy significativas de año en año, por ejemplo, en materia de lluvias. Las sequias han sido una constante del clima regional en la franja entre el bosque andino y la estepa, observación que confirman los análisis del crecimiento radial del ciprés de la cordillera, elaborados para los años posteriores a 1700. Asi se sabe que en 1813 ocurrió una sequía extrema, más severa que ninguna de las registradas desde principios de este siglo.

Lectura sugerida: Volkheimer, W. 1971. “Aspectos paleoclimatológicos del terciario argentino”, Revista del museo argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, Paleontología I (8) 243-264

EXTRACTOS DEL DIARIO DE VIAJE DE DARWIN.

Cabalgué seis leguas campo adentro [“into the camp”, dice el texto inglés, por lo que se aprecia que Darwin utilizó un modismo anglo-argentino, ya empleado en el temprano siglo XIX y todavía vigente en el lenguaje coloquial de esa colectividad], para visitar una estancia inglesa. El territorio es muy plano y, en ciertos lugares, por los sauces y álamos plantados al borde de zanjones, se asemeja a Camobridgeshire. Generalmente es abierto y consiste en pastizales de colar verde brillante a en grandes extensiones de cardos de ocho o nueve pies de altura. Hasta en los caminos hay cuevas de vizcachas, un animal de hábitos nocturnos con estructura semejante a la de los cávidos [entre otros, los cuises], con dientes para roer y sólo tres dedos en las patas traseras, pero con diferente cola. Las cuevas de estos animales ocasionan todos los años la muerte de muchos gauchos y [cada una] tiene coma inquilino a una pequeña lechuza que contempla gravemente a los jinetes que pasan. (5 de noviembre de 1832.)
Pasé el día haciendo compras y obteniendo información sobre la geología del país. Confío en que cuando el Beagle retorne para pasar el invierno en el río Plata (sic), podré hacer largas excursiones en este poco pintoresco pero curioso país. Buenos Aires es un excelente lugar para hacer compras. Hay muchos negocios de ingleses y mucha mercadería inglesa. En realidad, toda la ciudad tiene un aire más europeo que lo que vi en Sudamérica. Uno cae en la cuenta de dónde está por los gauchos que pasan a caballo con sus alegres y coloridos ponchos y por el vestido de las damas españolas, que si bien no difiere tanto del de una inglesa, es sumamente elegante y simple. En el cabello (hermosamente arreglado) llevan un enorme peinetón y un gran manto de seda envuelve la parte superior de su cuerpo… (6 de noviembre de 1832.)

He tenido mucha suerte con huesos fósiles. Algunos de los animales deben haber sido de grandes dimensiones: estoy seguro de que muchos de ellos son bastante nuevos: esto es siempre agradable, sobre todo con animales antediluvianos’. Encontré partes del curioso manto óseo atribuido al megaterio; como los únicos especímenes en Europa están en Madrid (llevados en 1789 de Buenos Aires), esto solo me repaga los momentos tediosos. [Nunca disfruté tanto como cuando salí a] cazar avestruces con los alocadas soldados, que son más que medio indios. Las atrapan arrojándoles dos bolas, sujetas a los extremos de una cuerda, que se les enreda en las patas. […] La ciudad [de Buenos Aires] es grande y linda, pero el campo más allá de todo lo estúpido. [Con Mr Hamond] nuestra principal diversión en tierra es andar o caballo y admirar los damas españolas. Después de contemplar a uno de esos ángeles deslizarse por la calle, proferimos involuntariamente la queja “qué tontos son las mujeres inglesas, no saben caminar ni vestirse” Y qué feo suena Miss luego de oír señorita; me compadezco de todos ustedes; le haría mucho bien a la tribu entera venir a ver Buenos Aires. (Carta a Caroline Darwin, fechada a bordo del Beagle el 24 de noviembre de 1832.)

Durante los últimos seis meses, he tenido lo oportunidad de apreciar en algo la manera de ser de los habitantes de estas provincias [del Plata]. Los gauchos u hombres de campo son muy superiores o los que residen en las ciudades. El gaucho es invariablemente muy servicial, cortés y hospitalario. No me he encontrado con un solo ejemplo de falta de cortesía u hospitalidad. Es modesto, se respeta y respeta al país, pero es también un personaje con energía y audacia. Por otro lado, hay mucho derramamiento de sangre y se cometen innumerables robos. La presencia constante del cuchillo es la principal causa de lo primero. Es lamentable oír cuántos vidas se pierden en disputas triviales; en las peleas, cada uno trata de marcar la cara del adversario mediante una cuchillada en la nariz o un ojo; hondas y horribles cicatrices demuestran que, a menudo, alguno tuvo éxito Las robos son la consecuencia natural del hábito universal del juego, de mucho tomar y de la extrema indolencia. En Mercedes pregunté o dos hombres por qué no trabajaban; uno dijo que los días eran demasiado largos, el otro que era demasiado pobre. El número de caballos y la abundancia de comida son lo destrucción de toda industriosidad. Además hay tantos feriados y nada puede empezarse si la Luna no está en creciente; por ambas causas, se pierde la mitad del mes. La policía y la justicia son completamente ineficientes. Si un hombre comete un asesinato y debe ser aprehendido, quizá pueda ser encarcelado o incluso fusilado; pero si es rico y tiene amigos en los cuales confiar nada pasará. Es curioso constatar que las personas más respetables invariablemente ayudan a escapar a un asesino. Parecen creer que el individuo cometió un delito que afecta al gobierno y no a la sociedad. Un viajero no tiene otra protección que sus armas, y es el hábito constante de llevarlas lo que principalmente impide que haya más robos.

Las clases más altas y educadas que viven en las ciudades cometen muchos otros crímenes pero carecen de las virtudes del carácter del gaucho. Se trata de personas sensuales y disolutas que se mofan de toda religión y practican las corrupciones más groseras; su falta de principios es completa. Teniendo la oportunidad, no defraudar a un amigo es considerado un acto de debilidad; decir la verdad en circunstancias en que convendría haber mentido sería una infantil simpleza. El concepto de honor no se comprende; ni este, ni sentimientos generosos, resabios de caballerosidad, lograron sobrevivir el largo pasaje del Atlántico. Si hubiese leído estas opiniones hace un año, me hubiese acusado de intolerancia: ahora no lo hago. Todo el que tiene una buena oportunidad de juzgar piensa lo mismo. En. la Sala de Buenos Aires no creo que haya seis hombres cuya honestidad y principios pudiesen ser de confiar. Todo funcionario público es sobornable; el jefe de correos vende moneda falsificada: el gobernador y el primer ministro saquean abiertamente las arcas públicas. No se puede esperar justicia si hay oro de por medio. Conozco un hombre (tenía buenas razones para hacerlo) que se presentó al juez y dijo: “Le doy doscientos pesos si arresta a tal persona ilegalmente; mi abogado me aconsejó dar este paso”. El juez sonrió en asentimiento y agradeció; antes de la noche, el hombre estaba preso. Con esta extrema carencia de principios entre los dirigentes, y con el país plagado de funcionarios violentos y mal pagos, tienen, sin embargo, la esperanza de que el gobierno democrático perdure. En mi opinión, antes de muchos años temblarán bajo la mano férrea de algún dictador Como deseo el bien del país, espero que ese período no tarde en llegar.

La primera impresión que produce lo gente común se caracteriza por dos o tres cosas llamativas: el excelente gusto de todas los mujeres para vestirse; los buenos modales de todas los clases, y principalmente la notable igualdad entre estas. En el río Colorado, los más pequeños tenderos solían sentarse a comer con el general Rosas. El hijo de un mayor en Bahía Blanca, se gana la vida haciendo cigarros; quería venir conmigo como baquiano a Buenos Aires pero su padre tenía miedo. Muchos en el ejército no pueden leer ni escribir y, sin embargo, todos se tratan como iguales. En Entre Ríos, la Sala tiene seis miembros; uno era despachante de tienda y no se lo considera disminuido por tal empleo. Todo lo anterior puede esperarse en un país nuevo, pero la inexistencia de caballeros propiamente dichos me resulta novedosa. (29 de noviembre a 4 de diciembre de 1833.)

En este momento, el ejército de los Provincias Unidas del Río de la Plata ocupa la margen norte [del río Negro], mientras que los infortunados y ahora acosados indios tratan de conservar la posesión de la sur. Una guerra de exterminio parece ser el propósito de los criollos liberales e independientes. Cada indio es su enemigo inveterado; […] mientras los españoles ocupaban el país, estos indios sureños mostraban la mejor de las disposiciones para con el intruso blanco y lo recibían can lo mayor hospitalidad. A partir de la Revolución (qué sonido glorioso) las hostilidades no hacen sino crecer. (Carta del capitán FitzRoy a su superior, fechada en Maldonado el 16 de julio de 1833. Archivos del departamento de Hidrografía, Taunton.)

El término “antediluviano”, seguramente. está usado en un sentido más literal que figurado. Una de las preocupaciones de la época. con toda probabilidad no ajena al ex estudiante de teología Darwin, era la obtención de evidencias científicas que sustentaran la literalidad de los relatos bíblicos, en especial los de la Creación y el Diluvio. Es curioso que el resultado de la obra darwiniana haya terminado siendo exactamente lo contrario. Y es también curioso que FitzRoy el oficial naval que perseguía fines prácticos, al regreso del viaje, para 1838, según se desprende del Narrative, haya adoptado a este respecto una posición inflexiblemente fundamentalista.

Esta opinión de Darwin hace recordar lo que escribió Bertrand Russell más de un siglo después.’ We must therefore teek first te secure gesernment, even though despotic, and only when goveroment has become habitual can we hope sucessfully to make it democratic. Bertrand Russell, 1948, Power A New Social Analysis, George Allen & Unwin, London, p.25.

Excepto las cartas, los textos son de Charles Darwin’s Diary of the Veyage of H.M.S. “Beagle”. Edited from the MS by Nora Barlow, 1933, Cambridge University Press, PP. 197-200. Traducción CIENCIA HOY

EL PALEOCLIMA DE LA PATAGONIA

El clima de la Tierra cambia constantemente como resultado de la interacción de todos los componentes del planeta: la atmósfera (los gases que rodean el planeta), la geosfera (las tierras emergentes), la criosfera (los glaciares y calotas polares), la hidrosfera (los ríos, lagos y océanos) y la biosfera (las plantas y los animales, incluyendo al hombre). Los cambios climáticos pueden ocurrir en lapsos muy cortos, como las modificaciones bruscas de la temperatura global registradas en pocas años, o extremadamente largos, como las tendencias al enfriamiento o calentamiento advertidas a lo largo de más de diez millones de años.

En el lapso geológico que va desde hace unos sesenta y siete millones de años hasta el presente, se levantaron cadenas montañosas, como los Andes y los Alpes, y la deriva de las placas litosféricas se aceleró. Con tales alteraciones paleogeográficas se produjeron modificaciones del clima, de cuya existencia dan cuenta ciertos indicadores paleoclimáticas observables en fenómenos geológicos condicionados climáticamente, como los fósiles, los depósitos glaciares, los evaporitos – depósitos formados por los minerales disueltos en el agua cuando esta se evapora -, los carbones y los suelos. A modo de ejemplo, se puede mencionar la utilización de isótopos de oxígeno para determinar paleotemperaturas, método que se debe al descubrimiento de H.G. Urey (1950) de que la relación O18/OI6 en el carbonato de calcio (y eventualmente en otras substancias) depende de la temperatura a la cual el compuesto se formó.

Sobre esas bases se puede afirmar que, en los comienzos del periodo indicado, la isoterma de l0º Celsius de temperatura media del mes más frío pasaba por la Patagonia austral, más de 1500 km al sur de su posición actual, según se deduce de los cocodrilos que habitaron en el sur de la Patagonia. El norte de esa región, como lo indican principalmente las floras fósiles, tenía entonces un clima subtropical hùmedo, con temperaturas medias del mes más cálido superiores a 22º y del mes más frío entre 10º y 18º, y con precipitaciones mayores que 1000 mm anuales, distribuídas en todo el año.

Hace unos cuarenta y cinco millones de años, hubo, sin embargo, un enfriamiento generalizado de la Patagonia, relacionado con la separación del continente australiano de la Antártida y la instalación de la corriente circunantártica, sumamente fría. Ello provocó el avance de los bosques templado – fríos de Nothofagus hasta el norte patagónico; se encuentra polen de esas plantas en las formaciones geológicas de la correspondiente antigüedad en Río Negro y Neuquén, así como en la cuenca del Arauco, en Chile.

El patrón general de las variaciones climáticas acaecidas en el último millón de años se caracteriza por grandes oscilaciones de la temperatura (del orden de los 4º a los 6º), que responden a la alternancia de períodos glaciares e interglaciares, en ciclos de unos cien a ciento veinticinco mil años de duración. Agregadas a esas fluctuaciones, se constatan otras de menor amplitud, acaecidas en lapsos más cortos (que van desde cientos hasta unos pocos años). El estudio de depósitos glaciares patagónicos demuestra que la glaciación que más avanzó ocurrió probablemente un millón de años atrás, y dataciones paleo-magnéticas realizadas en las cercanías del lago Buenos Aires indicarían que hubo otras más viejas.

El clima de la región austral de América del Sur ha fluctuado significativamente desde el momento de máximo avance de los hielos durante la última glaciación, la cual tuvo lugar, aproximadamente, entre veintidós mil y diez mil años antes del presente; esas variaciones continuaron durante el actual período interglaciar, conocido como el holoceno, que dura desde hace unos diez mil años.

Los depósitos morénicos en los Andes patagónicos parecen indicar que los glaciares alcanzaron varias veces, durante el último período de glaciación, su límite máximo de avance, muy probablemente en respuesta a fluctuaciones climáticas de naturaleza cuasi cíclica. Entre los 39º y 42º de latitud, hay evidencias de dos avances glaciares mayores, uno hace unos veinte mil años y otro hace unos catorce mil. El inmenso glaciar que se extendía todo a lo largo del estrecho de Magallanes avanzó por lo menos cinco veces durante el último período glaciar, la quinta hace aproximadamente doce mil años.

Los registros paleoambientales biológicos (polen, insectos y macrofósíles) muestran las impresionantes transformaciones que sufrieron los ecosistemas patagónicos, como consecuencia de los cambios climáticos. Durante los períodos glaciares tenían lugar acentuadas reducciones del área ocupada por los bosques andino-patagónicos, así como descensos de los pisos altitudinales de la vegetación; en los períodos interglaciares, los árboles e insectos asociados al bosque recolonizaban las áreas en cuestión. El conjunto de evidencias geomorfológicas y biológicas indicaría que, en la última edad glaciar, la temperatura disminuyó entre 5º y 6,5º, y la línea de las nieves bajó entre 800 y 1000m.

El estudio de complejos morénicos que se extienden sólo algunos kilómetros por debajo de la posición actual de los hielos llevó a pensar que hubo avances glaciares de menor magnitud que el máximo, los cuales, por ser más recientes, se denominaron neo-glaciaciones; tres de estas tuvieron lugar, respectivamente, hace unos 4500 años, entre 2700 y 2000 años y durante las últimas tres centurias. Análisis palinológícos (de palynein , esparcir:el estudio del polen y las esporas) de muestras tomadas en la región de los lagos chilenos también indicarían la existencia de tres neoglaciaciones durante los últimos cinco mil años.

Coincidentemente, en el norte de la Patagonia, dataciones radiocarbónícas indican que el glaciar del río Manso avanzó hacia los años 1040, 1330-1360, 1640y 1800-1850. Para el glaciar Frías, situado en la misma latitud, los avances y retrocesos se fecharon empleando evidencias históricas y anillos de árboles; alcanzó su máxima extensión de los últimos mil años alrededor de 1640-1660 y, posteriormente, tuvo avances menores hacia 1720, 1750, 1840, 1910, 1940 y1977. En la región del hielo patagónico sur, las dataciones radiométrícas señalan que algunos glaciares comenzaron a avanzar alrededor de 1300. Los máximos avances neoglaciares se habrían producido entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, y en las últimas décadas se observaría un retroceso generalizado de los glaciares andinos.

Para determinar ciclos climáticos más cortos, se han analizado series milenarias de anillos de crecimiento de árboles andino-patagónicos. Durante los últimos mil años, en las variaciones de las temperaturas de verano se han advertido ondas de unos 250,77,50,33,24,21, 16 y 11 años. Factores externos al sistema terrestre, como fluctuaciones de la radiación solar, podrían estar asociados a los ciclos de 11,21 y 77 años: entre las variaciones bien conocidas de la actividad solar se cuentan el ciclo de las manchas solares, de 11 años; el de Hale, de 22 años, y el de Gleisberg, de aproximadamente 80 años. Sin embargo, variaciones climáticas de este tipo también podrían provenir de interacciones entre la atmósfera, los océanos y los hielos polares, sin necesidad de que interviniesen causas externas.

Finalmente, mediante registros meteorológicos modernos se han constatado variaciones interanuales e interestacionales de parámetros del clima como temperatura, precipitación, presión atmosférica y otros. Si bien, por lo general, en Sudamérica no se dispone de series meteorológicas para el siglo XIX, son más frecuentes a partir de las primeras décadas de la actual centuria. En la región patagónica, hay series climáticas razonablemente extensas para Ushuaia (desde 1876), Punta Arenas (desde 1888), Esquel (desde 1896), Trelew (desde 1901), puerto Madryn (desde 1902) y Bariloche (desde 1905), las que acusan variaciones muy significativas de año en año, por ejemplo, en materia de lluvias. Las sequías han sido una constante del clima regional en la franja entre el bosque andino y la estepa, observación que confirman los análisis del crecimiento radial del ciprés de la cordillera, elaborados para los años posteriores a 1700. Así se sabe que en 1813 ocurrió una sequía extrema, más severa que ninguna de las registradas desde principios de este siglo.

LECTURA SUGERIDA VOLKHEIMER, W, 1971, “Aspectos paleoclimatológicos del terciario argentino”, Revista del museo argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, Paleontología I(8):243-264.

Lecturas Sugeridas

BARRET PH., 1977, The Collected Popers of Chorles Donvin, The University of Chicago Press..

BRIDGES, E.L, 1947, Uttermost Port of ttie Eoroi, Hodder & Stoughton, London. Hay varias ediciones castellanas con el título El Ultimo confin de la Tierra.

DARWIN, C., 1942, Viaje de un naturalista alrededor del mundo. Editorial libraría El Ateneo, Buenos Aires.

DARWIN, C., 1979, The illustroted Origin ofSpecies. Abridged ond with no introducrion by Richord Leokey, Faber + Faber London.

HUXLEY J. y KETTLEWEL, H. D. B., 1985, Donvin, Salvat Editores, Barcelona. MOOREHEAD, A., 1969, Donvin ond the Beogle, Hamish Hamilton, London.

ORQU ERA, LA. y PIANA, E.L, 1987, “Human hiforal adaptation in the Beagle Channel region: the maximum possib¡e age”. Quoternory ofSoutli Americo & Anrorctíc Peninsulo, 5:1 331 64, A.A. Ba¡kema Publishers, Rofterdam.

PIANA, E. L., 1984,’ ‘Arrinconamiento o adaptación en Tierra del Fuego”, en Ensayos de Antropologia Argentino, Editorial de Belgrano, Buenos Aires.

RUSE, M., 1987, Tomándose o Donvin en serio, Salvat Editores, Barcelona.

Jorge Rabassa

Jorge Rabassa

Doctor en Ciencias Naturales (Geología), UNLP.
Investigador superior del Conicet en el CADIC.
Profesor titular, Universidad Nacional de de Tierra del Fuego.

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