Ciencia Hoy y las Elecciones de Mayo

Hacia fines de 1988 y a comienzos de 1989, el país se vió sacudido por graves hechos de violencia que pusieron a prueba nuestras recuperadas instituciones. Ciencia Hoy no quiere permanecer ajena a estos hechos, que son comentados en la página 74 de este número. Además, durante el último verano, la población se enfrentó sorprendida con el colapso casi total de nuestro sistema energético. Uno de los artículos centrales del presente número de Ciencia Hoy intenta contribuir al análisis de este fenómeno.

A pesar de la inmediatez e intensidad de los episodios de violencia y de la importancia de la crisis energética, es probable que el hecho más sorprendente de este año sea que en el transcurso del mismo tendrá lugar la sucesión de un gobierno por otro, como consecuencia de la libre expresión de la voluntad popular. Esa experiencia es tan inédita que gran parte de los argentinos la vivirá por primera vez.

Esta favorable situación institucional permite destacar la importancia que tendrá para el desarrollo de la ciencia y la cultura en los años venideros el fortalecimiento de las garantías políticas que aseguren la continuidad de las instituciones fundamentales del quehacer científico. Al decir esto Ciencia Hoy expresa su convencimiento de que la estabilidad institucional del país se consolida si existe por parte del sector político el reconocimiento de que hay áreas cuya planificación y ejecución requieren plazos más prolongados que los de las transiciones políticas. La ciencia, la tecnología y la educación son ejemplos de ello.

Una manifestación crucial del libre juego democrático es, entonces, el respeto por las instituciones fundamentales de la ciencia y la educación. Respeto que significa no alterar bajo ningún pretexto la legalidad intrínseca de su funcionamiento. El Estado debe salvaguardar la libertad académica y asegurar la participación efectiva de la comunidad científica, no sólo en los organismos específicamente vinculados a ella, sino en todas las instancias del quehacer nacional que involucren a la ciencia, la tecnología y la cultura.

Pero el genuino desarrollo científico nacional requiere también de una decisión política explícita acerca de prioridades presupuestarias y la comprensión de la sociedad de su responsabilidad en el mantenimiento y estímulo de la ciencia. Simultáneamente, los científicos y tecnólogos deben asumir su responsabilidad social. Los recursos que la Nación invierta deben contemplar no sólo el costo actual y el crecimiento vegetativo de las estructuras científicas que hayan mostrado jerarquía y eficiencia, sino incluir también una hipótesis explícita acerca de la expansión de la inversión, de manera que ésta llegue a un nivel que permita la efectiva participación del sector científico en el desarrollo del país.

La garantía económica está estrechamente vinculada a la imprescindible y genuina continuidad institucional ya mencionada. Cualquier proyecto científico o tecnológico de envergadura no sólo requiere tiempo para dar frutos sino que también necesita para concretarse una financiación asegurada. Esto vale tanto para la adecuada formación de recursos humanos como para el crecimiento de áreas de investigación y desarrollo que hacen a la supervivencia económica y política del país. Baste mencionar como ejemplos la creciente incidencia de la biotecnología en la producción agropecuaria o el profundo cambio que los nuevos materiales, la informática y la robótica están introduciendo a nivel mundial en todos los sectores productivos. Si en estos y otros temas más tradicionales pero igualmente importantes no se toman medidas basadas en proyectos formulados con seriedad y ejecutados con continuidad, de poco servirán las tan mentadas “ventajas relativas” del país (clima, recursos naturales).

La combinación de una financiación insuficiente y la falta de continuidad tiene consecuencias más perversas que la eliminación total del apoyo a la ciencia: un sistema científico subfinanciado y arbitrario involuciona, no recluta o no retiene a los mejores y se torna mediocre, convirtiéndose en un obstáculo a toda tendencia de cambio que en el futuro trate de revertir la situación.

Ciencia Hoy espera que en la próxima confrontación electoral los partidos políticos y sus candidatos tomen posiciones claras y definidas sobre los puntos mencionados más arriba, evitando las generalidades con que habitualmente se los trata en las plataformas electorales. Para ello reclama precisiones acerca de temas tales como: qué porcentaje del producto bruto se invertirá en ciencia, qué políticas se aplicarán para formar y conservar recursos humanos, cómo se formularán las prioridades nacionales en ciencia y tecnología y cuáles serán los mecanismos de participación de la comunidad científica en esta formulación. Si ello ocurre, se habrá dado el primer paso hacia el establecimiento del diálogo entre el sector político y el científico, esencial para el futuro del país. Las páginas de Ciencia Hoy están abiertas para servir a tal fin.

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