Apoptosis. Cuando la Célula programa su propia muerte

Que una persona se suicide es, casi siempre, una tragedia. Pero en un organismo, el “suicidio celular”, o apoptosis, es vital para la vida. Este proceso elimina tanto las células superfluas durante el desarrollo embrionario como, en un individuo adulto, aquellas que han sido dañadas. Pero a veces las células se resisten a morir, y originan un tumor; otras células pueden suicidarse cuando no deben, causando, por ejemplo, problemas neurodegenerativos, como en la enfermedad de Parkinson.

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Hasta hace poco, los científicos creían que las células solo morían cuando eran agredidas por factores externos, debido a un proceso llamado necrosis.

Ahora se sabe que existe otra forma de muerte celular que permite eliminar las células superfluas o defectuosas el suicidio celular programado, o apoptosis. Este fenómeno biológico tiene un papel importante en diversos procesos vitales y en innumerables enfermedades su investigación puede ayudar.

Ideas como muerte y autodestrucción son siempre siniestras y trágicas. ¿Siempre? Desde otro punto de vista veremos que no, pues en la naturaleza tales conceptos pueden significar muchas veces la vida. Por más cruel que parezca, el exterminio de los individuos más débiles de una especie por acción de depredadores, o la muerte espontánea de aquellos que tienen defectos letales -o sea, la supervivencia de los más aptos- ayuda a esa especie a perpetuarse fuerte y sana. Este mecanismo de selección también ocurre en niveles menos visibles, como es el de las células.

Muchas células de un organismo mueren para que el conjunto sobreviva. Así como es preciso generar nuevas células para mantener procesos vitales, es imprescindible eliminar las superfluas o defectuosas. Si la multiplicación de células no es compensada por las pérdidas, los tejidos y órganos crecerían sin control, lo que puede originar, por ejemplo, un proceso neoplásico. Estudios recientes revelaron que muchas células poseen instrucciones internas para “suicidarse” en el momento en que no son ya útiles al organismo. Tales instrucciones son ejecutadas, al igual que en un programa informático, cuando se accionan ciertos comandos.

La muerte de las células se conoce desde hace mucho tiempo, pero se consideraba que este proceso era siempre perjudicial para el organismo. Hoy, por el contrario, se sabe que los seres pluricelulares solo llegan a su forma final porque eliminan de modo selectivo cierto número de células. Por ejemplo, la rana inicia su vida como renacuajo, que es una forma adaptada al ambiente acuático, pero luego desarrolla otras estructuras para poder vivir sobre la tierra, al mismo tiempo que pierde las aletas, las branquias y la cola (figura 1). En los insectos, el cambio de la larva por el animal adulto -de larva a mariposa, por ejemplo- exige la muerte de millones de células.

María de Fátima Horta
John Ding-E Young

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