La h ¿es una letra?

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La h ¿es una letra?

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¿Qué es una letra? Para muchos lingüistas, posiblemente la mayoría, una letra es un grafema, es decir, la unidad mínima de escritura de una lengua y, a su vez, la representación gráfica de un fonema. Este es un sonido particular emitido por el aparato fónico humano y la unidad oral mínima capaz de diferenciar significados. Así, la letra no tendría significado en sí misma, sino que lo evocaría y permitiría comunicarlo.
Sin embargo, como en castellano la h se define como una letra muda, se puede discutir que sea un grafema, es decir un fonema mudo, pues sería hasta contradictorio definir una letra como el símbolo de un sonido y al mismo tiempo afirmar que una de las que integra el alfabeto, en realidad, no reproduce sonido alguno. Pero, si la h no es una letra, ¿qué es? Más aún, ¿por qué forma parte del abecedario?
Históricamente, la h no era una letra sino un acento escrito. En latín, por ejemplo, indicaba un aumento de fuerza o aspiración de la vocal siguiente. Hospes (huésped), para tomar un caso, no se pronunciaba como lo haría un actual hablante del castellano, sino algo como ‘jóspes’, con una j suave, un poco más suave que la j por lo común oída en el Río de la Plata.
En nuestro idioma la h tiene el mismo funcionamiento. Delante de vocal la encontramos muda, en primera fila, ocupando el lugar donde había una f: fambre dio lugar a hambre, facto a hecho y femina a hembra. También la encontramos junto con otras letras formando dígrafos (dos letras que evocan un solo fonema). Hoy aparece con la c, para representar el sonido ‘ch’, que varía en diferentes idiomas. Antiguamente solía aparecer junto con la p, para sugerir el sonido de nuestra f en palabras latinas tomadas del griego, como philosophia, y junto con una t para indicar el sonido de la letra theta (Θ), como en theologia.

La h ¿es una letra?

En inglés se dice dot the Is and cross the Ts, es decir, poner los puntos sobre las i y cruzar las t. Se refiere a los últimos arreglos hechos a los manuscritos antes de entregarlos. En cursiva, casi todas las letras se pueden escribir sin levantar la pluma del papel, pero ciertos adornos o firuletes que decoran algunas letras requieren levantarla y retroceder con ella, lenta y engorrosa acción que dio lugar a la expresión inglesa transcripta, la cual significa que hay que asegurarse de que todos los detalles estén bien.
El griego tenía tres clases de acentos: espíritu suave o dulce, fuerte o áspero y circunflejo o doble. Los usaron para ayudar a los extranjeros a pronunciar correctamente las palabras. Los romanos, en cambio, no usaron acentos en sus manuscritos, pero recurrieron a la h para marcar una aspiración sin tener que levantar la pluma del papel, práctica que heredaron las lenguas romances, aunque también incorporaron acentos (ausentes del inglés y el alemán). El nombre castellano de la h procede del francés hache, y este del latín tardío haca, descendiente a su vez de su nombre en latín clásico, ha.
A pesar de la argumentación anterior, no abogamos por que la h sea borrada de nuestro alfabeto, algo que sí hicieron el lingüista venezolano Andrés Bello (1781-1865) y el premio Nobel de literatura en 1982 Gabriel García Márquez (1927-2014). Nos contentamos con dar cuenta de una condición no muy conocida que puede ayudar a resolver algunas vacilaciones ortográficas o a explicar la tenaz presencia de la famosa letra muda.

Jorge Barale
www.sesoloco.com
Responsable del software educativo SuperWord