La resistencia de las bacterias a los antibióticos. ¿Un camino sin retorno?

En el curso de los últimos cincuenta años ha aparecido un número creciente de bacterias resistentes a los antibióticos. Investigaciones recientes indican que cepas que han adquirido resistencia quizá nunca la pierdan, hecho que agrava el serio problema sanitario planteado por la resistencia a los antibióticos.

Las bacterias sensibles a los antibióticos constituyen un recurso natural renovable que se ha ido agotando en los últimos cincuenta años debido a la creciente aparición de cepas resistentes a muchos de ellos. Este proceso es la respuesta evolutiva al empleo intensivo, continuado y abusivo de los antibióticos. Investigaciones recientes indican que cepas de microorganismos que se han vuelto resistentes a uno o más antibióticos siguen siéndolo a pesar de haber cesado su exposición a ellos. Esta situación agrava el ya serio problema sanitario planteado.

Según datos publicados en el semanario estadounidense Newsweek, en el curso de 1992, 13.300 pacientes internados en hospitales de los Estados Unidos murieron afectados por infecciones debidas a bacterias resistentes a todos los tratamientos antibióticos ensayados. Estadísticas de este tipo, junto a observaciones tales como la existencia de estreptococos letales, de formas de tuberculosis no tratables por antibióticos y de neumococos multirresistentes que causan la muerte de niños y de pacientes hospitalizados, constituyen noticias que aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación masiva.

Estas noticias revelan una grave situación sanitaria: en un número creciente de infecciones ningún antibiótico resulta ya eficaz. El aumento de la frecuencia de la resistencia a antibióticos es una observación generalizada en la clínica médica y lleva a la alarmante conclusión de que los antibióticos, esas milagrosas drogas del siglo XX, están dejando de funcionar.

Desde la década del 40, la frecuencia de aparición de resistencia ha ido creciendo concomitantemente con la incorporación y empleo de los distintos tipos de antibióticos. Esta situación se ha generado en gran parte debido al uso indiscriminado y muchas veces desmedido de los antibióticos, no solo en la medicina humana, sino también en veterinaria donde se los ha empleado masivamente para prevenir infecciones y para aumentar el peso del ganado.

Los mecanismos de la resistencia bacteriana a antibióticos y los problemas derivados de los mismos han sido ya tratados en Ciencia Hoy en el artículo “Las bacterias resistentes, una guerra casi perdida” (50: 30-39, 1999), donde el lector también encontrará las definiciones de algunos términos que se usan en el presente artículo. Un resumen de estos mecanismos figura en el recuadro “Mecanismos de adquisición de la resistencia a los antibióticos”. Puede verse allí que dos mecanismos generales pueden tornar a las bacterias resistentes a los antibióticos: la mutación y la transferencia de genes de resistencia desde otras bacterias. La resistencia no solo se transfiere entre bacterias de grupos filogenéticamente relacionados (es decir que han evolucionado de antepasados comunes), sino también entre grupos que no lo están. Como se detalla en el recuadro, los procesos de transferencia pueden deberse a la transducción, a la conjugación o a la transformación. La dispersión también se ve muy favorecida por la alta movilidad de las personas en el mundo actual, que hace que portadores de cepas patógenas resistentes las diseminen en áreas geográficas muy extensas. La resistencia que se evidencia en las bacterias patógenas puede representar solo la punta del iceberg de un reservorio de cepas resistentes a antibióticos en poblaciones de bacterias no patógenas (ver figura 1).

Rosa Nagel

Rosa Nagel

Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos, CONICET

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