Iniciar una carrera científica se funda en el amor hacia un arte y el placer que produce el ejercicio del oficio. Sin embargo, probablemente a ningún investigador, docente o estudiante le resulte ajeno el sentimiento de ansiedad y frustración que conlleva una carrera científica y académica. La vinculación entre esos estados de ánimo y el progreso profesional no es ni lineal ni nítida como podría suponerse. Es decir, a menudo identificamos casos de científicos y académicos de alto nivel que manifiestan padecimientos psíquicos en ocasiones tan extremos que desembocan en verdaderas tragedias. Las dimensiones psicológicas del oficio están atravesadas por el estigma o la indiferencia, condiciones que solo agudizan y disimulan el problema. Por eso, creemos importante que se abra un debate sobre la salud mental en el ámbito científico.
Algunos de los factores para comprender este fenómeno se encuentran en el camino de cualquier desarrollo profesional, como la presión de pares, la competencia intensificada por la escasez piramidal de puestos, cargos y honores, o la incongruencia relativa (en el mejor de los casos temporal) entre los esfuerzos insumidos y la retribución económica inmediata. Sin embargo, en el ámbito estrictamente científico identificamos factores que tienden a brindarle una dimensión más difícil...
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