El Debate sobre Clonación

Entre la aparición del número anterior de CIENCIA HOY y la de este, se difundió la noticia de que científicos británicos habían tenido éxito en producir un mamífero utilizando la información genética del núcleo de una célula adulta, por un procedimiento descripto en las páginas 20-22 y que algunos lectores pueden encontrar provechoso leer antes de este editorial. Así fue como la oveja Dolly irrumpió en los medios periodísticos del mundo, se hizo famosa, originó innumerables discusiones y desencadenó actos de gobierno, incluyendo uno del nuestro, que extendió su celo legislativo por decreto a la biología molecular.

Para analizar algunos aspectos del actual debate sobre la clonación, invitamos a redactar el editorial de este número a nuestro compatriota Víctor B. Penchaszadeh, profesor plenario de pediatría del Albert Einstein College of Medicine y jefe de genética médica del Beth Israel Medical Center, ambos en la ciudad de Nueva York, a quien le agradecemos la colaboración.

Los Editores

En el número del 27 de febrero de la prestigiosa revista Nature, un grupo de investigadores escoceses publicó los resultados de ciertos experimentos, mediante los cuales había logrado desarrollar con éxito en el laboratorio una oveja que llegaría a adulta, partiendo de transferir el núcleo de una célula adulta de otra oveja a un ovocito (célula germinal femenina) de la misma especie, al que previamente le había extraído su núcleo. La noticia desencadenó una ola de comentarios y ansiedades en la comunidad científica, en los medios de comunicación, en organismos de gobierno y en la sociedad en general. Como siempre sucede con la ciencia, el éxito del experimento generó más preguntas que respuestas, tanto en materia científica como ética, social, legal y económica. Lamentablemente, la transmisión de la noticia al público y el análisis de sus consecuencias fueron teñidos de sensacionalismo y de una visión simplista de las cosas por muchos medios periodísticos.

Los aspectos éticos y sociales de un avance científico no se pueden analizar sin un conocimiento completo de los hechos que le dieron lugar. En ese sentido, es importante señalar que el éxito del experimento que estamos comentando no fue casual o inesperado, sino la consecuencia de años de trabajo de un grupo de investigadores expertos, que actuó apoyándose en un conocimiento acumulado durante décadas mediante la realización de experimentos similares.

El hallazgo fundamental del grupo del Roslin Institute fue demostrar, en contra del dogma prevaleciente, que los cambios que experimenta el ADN durante la diferenciación celular no son, necesariamente, irreversibles. Dicho grupo logró que el ADN de una célula ovina diferenciada, implantado en un ovocito, pudiera ser reprogramado por factores presentes en el citoplasma de este. Por ese camino obtuvo el equivalente de un huevo fertilizado, con suficiente potencial de desarrollo embrionario como para que, implantado en la matriz de una hembra de la especie, esta llevara a término la preñez y naciera un organismo viable, que se convirtió, así, en el primer mamífero generado mediante la información del ADN del núcleo de una célula diferenciada. No se conoce todavía el proceso por el cual el ovocito que recibió el núcleo logró reprogramar la información del ADN, de modo de hacerlo nuevamente capaz de expresar todo el genoma. Cabe destacar que, de 277 casos para los cuales se intentó el mismo experimento, Dolly fue el único ejemplar que llegó a un parto a término, lo que ilustra nuestra ignorancia de los factores que participan en la reprogramación del ADN nuclear, y lo prematuro de realizar suposiciones acerca cuán fácil sería reproducirla. Además, falta establecer si aparecerán efectos nocivos en el desarrollo, salud y fertilidad de las crías de los animales producidos por transferencia nuclear. Por otro lado, dadas las conocidas diferencias entre especies, lo obtenido en ovejas no puede ser generalizado.

Lo logrado con Dolly es un paso en el largo proceso de investigación experimental de los mecanismos de reproducción y diferenciación celular. Todavía quedan importantes interrogantes técnico-científicos sin contestar, sin perjuicio de lo cual interesa examinar algunos de los aspectos éticos, legales, sociales y económicos de la aplicación de esta técnica biológica, mediante la cual, por ejemplo, se podría producir ganado bovino, ovino y porcino con características deseables para la alimentación humana (producción de leche, características de la carne, etc.); también podría dar lugar a animales con información genética alterada (llamados animales transgénicos) para que sinteticen substancias útiles en medicina, como albúmina o factores de coagulación. No es casualidad que los experimentos del Roslin Institute hayan sido financiados por PPL Therapeutics, compañía farmacéutica especializada en la producción de proteínas medicinales mediante leche de oveja. La empresa ya buscó patentar la técnica y una de las primeras consecuencias del nacimiento de Dolly fue un fuerte incremento del valor de sus acciones.

Acerca de las anteriores aplicaciones de la técnica de clonación comentada –así como sobre cualquier otra–, habrá que determinar qué eficiencia económica tiene, comparada con procedimientos alternativos, tanto presentes como futuros; en ciertos casos interesará, además, establecer si es aplicable en otras especies animales. Por lo tanto, su uso estará condicionado por las políticas que adopten las industrias ganadera y farmacéutica y por criterios de viabilidad económica.

Lo que más estimuló la fantasía y preocupó al público, empero, fue la posibilidad de aplicar la clonación a seres humanos. Es interesante observar que la palabra clonación no figura en el texto del artículo de Nature. Los investigadores simplemente explicaron que transfirieron el núcleo de una célula diferenciada a un ovocito desprovisto de núcleo. La distinción semántica es importante, pues clonación se asocia con copia exacta, algo que nunca se podría lograr por transferencia nuclear, pues la información genética del nuevo ser se compone no sólo del ADN nuclear de un progenitor, sino de las mitocondrias y otros factores citoplasmáticos del ovocito. En consecuencia, la semejanza genética entre el dador del núcleo y su ‘hijo’ es menor que la de dos mellizos idénticos. Por otra parte, la idea de copias idénticas omite considerar que las diferencias normales entre individuos, sobre todo en las especies de mayor complejidad biológica, como son los mamíferos, dependen más de influencias ambientales que de variaciones genéticas. Esta es una cuestión clave, ya que el debate sobre clonación suele dar por sentado, erróneamente, que las diferencias entre los individuos sólo se deben a factores genéticos, y que, por ello, la clonación produciría seres idénticos. Tal afirmación es desmentida por numerosas evidencias, incluyendo las disparidades significativas en aptitudes, personalidad, vocación, inteligencia, etc., que exhiben mellizos idénticos, que son clones naturales, y más parecidos que los artificiales como Dolly. Las características que definen un ser humano resultan de la compleja interacción de su constitución genética con el conjunto de sus experiencias psicosociales, culturales e históricas.

De todos modos, el exitoso nacimiento de Dolly abre la posibilidad de que se haga algo similar con seres humanos, la cual suscita varias cuestiones éticas. Ante todo, no existe por ahora justificación razonable alguna para replicar a un individuo. Un objetivo aparentemente altruista, como disponer de células para trasplantes en los que no se produzcan rechazos por incompatibilidad inmunológica, podría lograrse preservando células propias para su eventual uso. Ya es factible hacerlo con células, para trasplantes de médula ósea, y las investigaciones sobre los mecanismos de diferenciación celular quizá lleven a poder orientar esos procesos hacia la formación de órganos in vitro, para su trasplante.

Se han mencionado objetivos potenciales de la clonación humana que no resisten el análisis ético o científico por su frivolidad, su menosprecio de la dignidad humana y su ignorancia de la función de los genes en la determinación de las características de las personas. Propósitos tales como reproducirse a sí mismo o crear individuos con determinada aptitud (genios, músicos, soldados, dirigentes, jugadores de fútbol, etc.) violan la noción básica de dignidad humana, por la que el ser humano es un fin y no un medio. Por otra parte, ignoran que no existe genotipo perfecto, pues la perfección genética humana está distribuida en toda la especie y consiste, justamente, en la rica variación genética de los individuos. Al reducir dicha variación, la clonación atenta contra los principios básicos de la evolución y la supervivencia de la especie.

Al margen de las objeciones precedentes, en un mundo caracterizado por terribles injusticias sociales y económicas, donde la riqueza y el poder están cada vez más concentrados en una minoría, mientras la pobreza y el desamparo se extienden, es difícil encontrar justificación ética a destinar recursos cuantiosos a investigaciones que sólo servirán a la frivolidad de unos pocos. A quienes esgrimen argumentos basados en los beneficios médicos de estas técnicas, deberá recordárseles que tales beneficios son, por ahora, improbables, y que, a pesar de que la humanidad dispone de conocimientos y recursos para combatir la mayor parte de las enfermedades que la aquejan, estas siguen causando sufrimiento y muerte a vastos sectores de la población mundial. ¿No sería entonces más ético emplear los siempre escasos recursos médicos para beneficio de tales sectores?

Las cuestiones comentadas necesitan un debate amplio y pluralista, del que participe toda la sociedad, incluyendo la comunidad científica, entidades de gobierno, comisiones de bioética, grupos sociales interesados, etc. Sería deseable que tal debate condujera a un consenso moral sobre la condición humana y sobre las regulaciones aplicables a las investigaciones acerca de la clonación. Hasta entonces, lo prudente y responsable es una moratoria a todo tipo de experimentación sobre clonación humana.

Victor B Penchaszadeh

Victor B Penchaszadeh

Albert Einstien College of Medicine, New York
Artículo anterior
Artículo siguiente

Artículos relacionados