Agricultura Familiar

859
Agricultura Familiar

Versión disponible en PDF.

Este número de Ciencia Hoy está dedicado a la agricultura familiar. Motivados por la celebración del Año Internacional de la Agricultura Familiar que estableció la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y por la importancia que la producción de alimentos tiene para la Argentina y sus países vecinos, Ciencia Hoy invitó a un grupo de especialistas a reflexionar sobre esa actividad.

El futuro plantea una situación alimentaria regional y global compleja y desafiante. La población mundial supera hoy los siete mil millones de habitantes y se espera que alcance los nueve mil millones en los próximos cuarenta años. A pesar del aumento sostenido y generalizado de la producción de alimentos durante las últimas décadas, una elevada fracción de la población humana no cubre sus requerimientos nutricionales básicos, lo cual revela que la fragilidad de la seguridad alimentaria, es decir el acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes, continúa vigente en el mundo, más allá de los progresos tecnológicos, del aumento de la producción y de los esfuerzos por diseñar políticas más equitativas.

La producción agrícola, tanto para consumo interno como para exportación, es una de las actividades más relevantes de casi todas las economías, entre ellas las latinoamericanas. En los últimos años, Ciencia Hoy publicó en varias ocasiones artículos (ver lecturas sugeridas) orientados a describir con cierta profundidad el sector agropecuario local y sus desafíos. Como se desprende de esos trabajos, y de los que presentamos en este número, el sector productor de alimentos comprende una enorme diversidad de actores.

Sin embargo, la mayor parte de lo descripto en los artículos anteriores se centró en los procesos de intensificación de la agricultura en la región pampeana, debidos al incremento del uso de tecnología, y en la expansión hacia el norte del país de esa misma agricultura, que podríamos calificar de empresarial. En cambio, en este número centramos la atención en un vasto y heterogéneo grupo de productores que conforman la denominada agricultura familiar. Si bien solo ocupan el 13% de la superficie productiva del país, representan el 66% del total de los establecimientos agropecuarios. En su amplia mayoría cultivan alimentos destinados al consumo interno, a diferencia de la agricultura más tecnificada que se especializa en la producción de cultivos que en gran parte se exportan, como la soja.

Si bien estos dos tipos de productores de alimentos comparten, en términos generales, el mismo escenario ambiental, institucional, político y social, el agricultor familiar está afectado por una serie de circunstancias que demandan un tratamiento particular en materia política, económica y tecnológica. El agricultor familiar opera con una lógica que difiere de la del agricultor empresarial, pues la familia y la unidad económica son un mismo proyecto. No solo comparten el territorio: las mismas circunstancias productivas y emocionales afectan a ambas. Las decisiones sobre la forma de hacer frente a necesidades materiales y espirituales y de encarar el futuro se toman como familia más que como individuos o como empresa.

La reducida escala económica y espacial de producción es otro rasgo que distingue a los agricultores familiares de los empresariales, lo mismo que el reducido empleo de mano de obra asalariada. Estas particularidades constituyen un desafío para el desarrollo de tecnologías de manejo de los recursos naturales, pues (entre otras cosas) ellas no pueden descansar preponderantemente en la utilización de insumos y de energía fósil, como sucede con la agricultura de mayor escala. Posiblemente este rasgo haya proporcionado en buena medida el estímulo que dio lugar en el sector a la actividad diferenciada y cada vez más vigorosa de organizaciones no gubernamentales. Algunas de estas promueven el llamado comercio justo de los productos originados en establecimientos familiares, otras se centran en resolver situaciones irregulares o conflictivas de tenencia de la tierra, y otras promueven prácticas agronómicas libres de plaguicidas o fertilizantes sintéticos.

Este número de Ciencia Hoy procura brindar un panorama general acerca de las características de esta rama del sector agropecuario, de sus fortalezas, de sus limitaciones y, sobre todo, de sus desafíos sociales, económicos y ambientales. Advertidos de que el material que presentamos conforma tan solo uno de los posibles recortes de un tema tan amplio, destacamos la considerable cantidad de referentes científicos y tecnológicos locales a quienes se puede recurrir para ampliar o profundizar la mirada. Los autores que firman las páinas que siguen son tan solo algunos de los muchos expertos activos en estos temas en la Argentina.

Esperamos que los artículos publicados en este número ofrezcan al lector ajeno al tema una primera pero clara visión de los protagonistas de la agricultura familiar, su lugar en la actividad agropecuaria del país, su relación con los recursos naturales y su contribución a la seguridad alimentaria de la región; y proporcionen al lector iniciado en el tema una nueva oportunidad de reflexión y de examen fresco de sus ideas.

Lecturas Sugeridas

AA.VV., ‘Ciencias agropecuarias en la Argentina’, 2002, Ciencia Hoy, 12, 70: 31-62.

AA.VV., ‘La transformación de la agricultura argentina’, 2005, Ciencia Hoy, 15, 87: 6-61.

AA.VV., ‘El uso de plaguicidas en la agricultura’, 2011, Ciencia Hoy, 21, 122: 4-35.