Albatros Gigantes del viento oceánico

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¿Qué caracteriza a los albatros del Atlántico sudoccidental y cuáles amenazas los acechan?

Los albatros son aves del mar o pelágicas que pueblan muchos de los océanos del mundo, pero se concentran sobre todo en las latitudes altas del hemisferio sur, y permanecen una gran parte de sus vidas alejados de tierra. Incluso durante su estadio juvenil pasan varios años sin regresar a los sitios en que se reproducen. Los ornitólogos están mayoritariamente de acuerdo en clasificarlos en cuatro géneros (Diomedea, Thalassarche, Phoebastria y Phoebetria), pero debaten el número de especies. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) reconoce las veintidós consignadas en el cuadro que se incluye en este artículo. Todas tienen alas con características que les permiten volar enormes distancias con mínimo esfuerzo, es decir, con mínimo gasto energético, aprovechando los vientos de alta mar. Por ello, pueden realizar en tiempo relativamente corto muy extensos viajes. Los albatros más grandes, del género Diomedea, rondan los 3m de envergadura alar, la mayor de todas las aves actuales.

Como otros grupos de aves marinas, machos y hembras son similares: tienen plumajes con zonas blancas, marrones, grises y negras, variables según la especie. Son aves longevas, con una madurez sexual tardía, que producen pocas crías y mantienen alta fidelidad al sitio reproductivo y a la pareja. Se han identificado parejas de albatros que duraron décadas juntos. Los Diomedea pueden vivir cincuenta o sesenta años y alcanzar la madurez sexual a los diez o los doce. Las hembras producen un solo huevo y, en el mejor de los casos, crían un pichón por temporada reproductiva, lo cual puede ocurrir cada año, año y medio o dos años.

Localizan sus presas de manera muy eficiente con la vista y el olfato, y a menudo se alimentan de peces, crustáceos o calamares también explotados por las pesquerías comerciales. Con unas pocas excepciones, sus poblaciones son relativamente pequeñas y muchas están disminuyendo, pues su dinámica es muy sensible al incremento de la mortandad de sus integrantes, tanto adultos como juveniles, lo que significa que en caso de disminuir por factores naturales o de origen humano les resulta muy difícil recuperarse. Igual que otros grupos afines, como petreles y pardelas, los albatros caen en las varias categorías de especies amenazadas establecidas por la UICN. Desde hace varias décadas, la interacción con actividades antrópicas es una de las principales causas de la disminución poblacional de casi todas las especies de albatros.

El Atlántico sudoccidental

El sector occidental de Atlántico sur conforma un vasto ecosistema marino entre aproximadamente los 23 y los 55° de latitud e incluye las plataformas continentales de la Argentina, el Uruguay y el sur del Brasil, de las que la argentina, con unos 1,7 millones de kilómetros cuadrados, es una de las más extensas del planeta. Su ambiente está sujeto a la influencia de dos corrientes que fluyen en dirección opuesta: la del Brasil que trae aguas subtropicales del norte, y la de Malvinas, que trae aguas subantárticas del sur. El encuentro de ambas corrientes se llama convergencia subtropical. Sumadas a otros procesos oceanográficos, dichas corrientes generan varias situaciones, llamadas frentes marinos, en que se concentran nutrientes, fitoplancton y zooplancton y en las que, consecuentemente, prosperan importantes comunidades de peces, crustáceos y calamares. En ese ambiente se congregan no solo albatros y petreles provenientes de sitios reproductivos cercanos sino, también, poblaciones de aves marinas de otros océanos y se forma un área de alimentación de aves que concurren desde distintos lugares en diferentes momentos de sus ciclos anuales. Las áreas de mayor concentración de albatros concuerdan con las de mayor abundancia de sus presas, que dependen de factores como gradientes de temperatura del agua, salinidad, turbidez o accidentes topográficos, entre ellos el talud continental. La zona de influencia de la convergencia subtropical, que es vecina al talud continental, constituye una de las áreas más importantes de la región en cuanto a concentración de albatros, a lo que contribuye el hecho de que algunas especies de estos nidifican en el área a distancias relativamente cortas para sus hábitos de vuelo. Así, cerca del 70% de la población reproductiva del albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris) nidifica en las Malvinas, donde las cifras más recientes hablan de 690.000 parejas reproductivas. A estas fuentes naturales de alimento se suman las antropogénicas, por ejemplo, las que resultan de las actividades pesqueras, que afectan de manera significativa la distribución y abundancia de las aves marinas.

Distribución mundial de las 22 especies de albatros reconocidas por la UICN. La intensidad de rojos indica la densidad de estas. Wikimedia Commons

Albatros y actividades humanas

Se han encontrado rastros de la interacción entre humanos y aves marinas, particularmente albatros, desde tiempos prehistóricos. Pobladores nómades o sedentarios de ambientes costeros aprovecharon su carne y sus huevos como parte de su alimentación, y emplearon sus pieles, huesos y plumas para confeccionar vestimenta, utensilios y ornamentos. Hacia fines del siglo XIX, la comercialización generalizada de guano y de plumas de aves marinas por europeos los condujo a explorar áreas remotas del planeta y asentarse en ellas, con la consecuencia de que arribaron también a esos sitios animales domésticos y plagas como ratas, lo cual llevó a que los lugares reproductivos de aves marinas sufrieran la depredación de huevos y pichones.

Albatros errante
(Diomedea exulans)

Diferentes investigaciones arqueológicas realizadas en las costas argentinas han mostrado el consumo de aves marinas por los pueblos precolombinos, en particular en las orillas del canal Beagle en Tierra del Fuego. En tiempos modernos, las actividades pesqueras y la extracción de petróleo han ocasionado efectos deletéreos sobre albatros y otras aves marinas, por ejemplo, por la presencia en el mar de contaminantes orgánicos e inorgánicos y de residuos como materiales plásticos.

Albatros tímido
(Thalassarche cauta)

Sucede que a menudo las actividades humanas que causan esa contaminación también atraen a las aves marinas, porque sus descartes y desechos les proporcionan una fuente altamente predecible de alimento, como sucede con los peces que devuelven al mar las embarcaciones de pesca por ser especies sin valor comercial, ejemplares de tamaño insuficiente, o partes como cabezas, colas y vísceras que siguen igual suerte en buques factoría. Las aves marinas también aprovechan peces no atrapados por las redes pero traídos cerca de la superficie cuando estas se recogen y los residuos de la alimentación de tripulantes de las embarcaciones. Pero como resultado de procurarse esos alimentos se accidentan de varias maneras: colisionan con las embarcaciones o las artes de pesca, se enredan en redes o aparejos, quedan enganchadas al tratar de sustraer la carnada de anzuelos, se enredan en cables y hasta son atrapadas y mueren ahogadas en las redes.

Albatros de Buller
(Thalassarche bulleri)

El mencionado albatros de ceja negra es una de las especies más abundantes asociadas a los buques pesqueros y mayormente afectadas por esos accidentes. Diferentes esfuerzos realizados en el ámbito regional, como regulaciones pesqueras o mejoramiento de las artes y los aparejos de pesca, están permitiendo la recuperación de sus poblaciones en el Atlántico sudoccidental lo mismo que en el Pacífico sur. Otras especies de albatros afectadas por actividades pesqueras que nidifican en regiones remotas como las Georgias del Sur o Australasia incluyen los albatros errantes (Diomedea exulans), reales del norte (D. sanfordi) y reales del sur (D. epomophora).

Albatros de manto claro
(Phoebetria palpebrata)

La contaminación producida por los derrames accidentales o las descargas regulares de petróleo y sus derivados representa una importante amenaza para los albatros, sobre todo si tienen lugar en o cerca de las áreas en que se alimentan o reposan. Las aves pueden ingerir o inhalar esas sustancias durante su alimentación o la limpieza de su plumaje. La contaminación por metales como el plomo y el mercurio en el área afecta a diversas especies de albatros, incluido el de ceja negra, en las que se ha encontrado que alcanza niveles significativos.
De esta manera, los principales problemas de conservación que afectan a los albatros y grupos afines que nidifican en las islas Malvinas, Georgias de Sur, Sandwich del Sur y la Antártida se originan en el mar.

Albatros de cabeza gris
(Thalassarche chrysostoma)

Otra importante amenaza que enfrentan estas aves son las enfermedades infecciosas, cuyos agentes patógenos arriban con las personas o con los animales de otras latitudes que por decisión o accidente las acompañan. Esas infecciones pueden provocar una rápida disminución y hasta extinción de poblaciones que vivían en aislamiento geográfico y tienen hábitos gregarios de cría. En el océano Índico, por ejemplo, la elevada mortalidad de pichones y el fracaso reproductivo del albatros de Amsterdam (D. amsterdamensis) fue atribuido al cólera aviar.

Albatros de ceja negra
(Thalassarche melanophris)

Para lograr una conservación efectiva de estas aves, una de las principales cuestiones que se debe estudiar es su uso del espacio marino y su superposición con actividades humanas. Las modernas técnicas de monitoreo remoto permiten identificar las zonas de mayor riesgo para las aves, por ejemplo, las de superposición más intensa con actividades pesqueras, como se indica en el mapa para los albatros de ceja negra. También, la mortandad accidental en pesquerías puede reducirse significativamente mediante buenas prácticas pesqueras que reduzcan enganches y colisiones, por la reducción de las cantidades de desechos y descartes, y por el establecimiento de vedas espaciales y temporales, entre otras medidas. Junto con medidas adoptadas en sitios reproductivos del tipo del control de especies exóticas y la regulación del turismo, lo anterior está permitiendo la recuperación de algunas poblaciones. Sin embargo, el estado de conservación de la mayoría de las especies de albatros es aun preocupante.

Medidas nacionales e internacionales de conservación

Actualmente la supervivencia de un tercio de las 346 especies de aves marinas conocidas enfrenta algún tipo de amenaza. Su abundancia global sufrió un decrecimiento del 70% entre 1950 y 2010. Estas aves, junto con otros predadores ubicados en la cúspide de la pirámide trófica, son un indicador de la salud de los ecosistemas marinos, pues ciertos parámetros mensurables en ellas –éxito reproductivo, supervivencia de aves juveniles y adultos, áreas de distribución y alimentación, entre otros– sirven de advertencia de los cambios más sutiles y difíciles de registrar que estarían afectando a los ecosistemas.

Utensilios de huesos de aves marinas usados por pobladores prehispánicos de las costas del canal Beagle: dos húmeros de pardela (izq.) y uno de petrel gigante. Colección del
Centro Austral de Investigaciones Científicas, Conicet. La barra que da la escala mide 10cm.

Los albatros como especies migratorias cruzan frecuentemente las jurisdicciones nacionales e internacionales. Mejorar el estado de conservación de tales especies requiere establecer una cooperación internacional. De ahí la razón de ser del Acuerdo sobre la Conservación de Albatros y Petreles (www.acap.aq), un organismo intergubernamental con el objetivo indicado por su nombre. La Argentina participa activamente en ese foro, al que se incorporó formalmente al sancionar en 2006 la ley 26.107.

Áreas de riesgo para el albatros de ceja negra y unidades de manejo pesquero. Fuente Copello S et al., Journal of Sea Research, 89: 44-51, 2014.

En el ámbito nacional, se reguló por la resolución 8 de 2008 del Consejo Federal Pesquero el uso de palangres o espineles (largos cordeles de los que penden otros con anzuelos en sus extremos). Se adoptó también en 2010 el ‘Plan de acción nacional para reducir la interacción de aves con pesquerías’ que sigue lineamientos propuestos por la FAO, y recientemente el Consejo Federal Pesquero estableció medidas de conservación en pesquerías de arrastre (resolución 3/17). Lo anterior encuadra en legislación nacional sobre la necesidad de que las actividades pesqueras no ocasionen daños significativos de otros componentes de los ecosistemas marinos, como la ley 25.675 sobre el ambiente y la 24.922 que estableció el Régimen Federal de Pesca. En otras palabras, no parece haber deficiencia legislativa o regulatoria, pero no se puede afirmar que el complimiento de las normas sea adecuado, además de existir considerable pesca ilegal por embarcaciones de banderas diversas.

Un campo en el que se requiere avanzar considerablemente es el de la información al público y el esclarecimiento de las ideas de los medios de comunicación, funcionarios estatales, políticos electos, medios escolares, empresarios y trabajadores de la industria pesquera y otros. Muy especialmente, en lo que concierne a la comunidad científica, si bien se han registrado avances importantes en las últimas décadas, aún el país está lejos de disponer de una base suficiente de conocimiento independiente basado en investigación académica como para orientar de manera adecuada las políticas públicas y las medidas de regulación.

Participaron en la redacción de este artículo Sofía Copello, Germán García, Rocío Mariano-Jelicich, Jesica Paz, María Teresa Ravasi y Marco Favero, del IIMYC, UNMDP-Conicet; Angélica Tivoli, del Centro Austral de Investigaciones Científicas, Ushuaia, y Gabriela Blanco, del Centro Nacional Patagónico, Puerto Madryn. Favero, Tivoli y Leandro Tamini proporcionaron fotografías, que se agradecen.

Estado y tamaños estimados de las poblacionales mundiales de las 22 especies de albatros reconocidas por la UICN

La columna de estado sigue la Lista Roja de las Especies Amenazadas (www.iucnredlist.org) de la UICN: CEA cercano a la amenaza, VUL vulnerable, AME
amenazado, CRA críticamente amenazado. La columna de abundancia refleja datos del Acuerdo sobre la Conservación de Albatros y Petreles: +++ muy
abundante, ++ abundante, + escaso, * presente de modo ocasional, s/d sin datos.

Lecturas Sugeridas

FAVERO M et al., 2016, ‘Aves marinas de las costas bonaerenses’, en Celsi S y Athor J (eds.), La costa atlántica de Buenos Aires. Naturaleza y patrimonio cultural, Vázquez Mazzini, Buenos Aires.

ORÍA J y TIVOLI AM (eds.), 2014, Cazadores de mar y tierra. Estudios recientes en arqueología fueguina, Editora Cultura Tierra del Fuego y Museo del Fin del Mundo, Ushuaia.

SCHREIBER EA & BURGER J (eds.), (eds.), 2001. Biology of Marine Birds, CRC Press, Boca Raton Fla.

SECO PON JP et al., (eds.) 2015, ‘Seabird conservation in fisheries. Current state of knowledge and conservation needs for Argentine high-seas fleets’, en Mahala G (ed.), Seabirds and Songbirds. Habitat preference, conservation and migratory behaviour, Nova Science, Nueva York

UHART MM, GALLO L & QUINTANA F, (eds.)2017, ‘Review of diseases in albatross and large petrels worldwide’, Bird Conservation International, 0: 1-28.

Doctor en ciencias biológicas, UNMDP. Investigador adjunto en el IIMYC, UNMDP-Conicet. Auxiliar docente, FCEYN, UNMDP.

Juan Pablo Seco Pon
Doctor en ciencias biológicas, UNMDP. Investigador adjunto en el IIMYC, UNMDP-Conicet. Auxiliar docente, FCEYN, UNMDP.

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