Carta de Lectores

Ciencia Nacional y Ciencia Universal

Empezando por la tapa, voy a criticar el número 52 de Ciencia Hoy. Al margen de la calidad estética de la foto que se eligió –lo cual es materia opinable– la tapa no ilustra nada que tenga sentido o relación con los artículos y, para colmo, muestra aves exóticas (Anser rosii y la fase blanca de A. coerulescens). ¿No es la fauna local suficientemente atractiva para los editores? ¿No son los investigadores locales capaces de producir una fotografía que pueda salir en la tapa de Ciencia Hoy? La publicada fue sacada por un fotógrafo foráneo que tuvo la lucrativa idea de venderla a varias publicaciones en la misma época.

En el editorial del primer número de la revista, publicado en 1988, se anunció que los artículos que publicaría Ciencia Hoy serían escritos por científicos argentinos o latinoamericanos. El artículo de Paul Handford sobre la evolución de los seres vivos por selección natural (“Descifrando el pasado”, 44-60) no es consecuente con esa premisa. El autor ni siquiera es un investigador formado en el país que esté trabajando en el extranjero. No critico al artículo ni al autor, sino a la decisión editorial con la que no estoy de acuerdo.

Guido Pastorino
Buenos Aires

La foto cuestionada por el lector fue, efectivamente, obtenida de un servicio comercial. Guarda relación con el también objetado artículo escrito por Handford, un científico canadiense que tiene fuertes lazos con la comunidad académica local. El interés de la nota y la calidad del tratamiento del tema llevaron a los editores a publicarla, en el marco de una política que sigue vigente y que expresa la intención de difundir la ciencia que se produce en el país y la región. No debe interpretársela, sin embargo, como una prohibición chauvinista de acoger en las páginas de Ciencia Hoy a trabajos de otros orígenes. Estos son aceptados en la medida en que el comité editorial los juzgue de interés para la tarea de divulgación de la cultura científica que la revista se ha fijado como misión. No es lo mismo divulgar el conocimiento científico difundiendo ante todo la ciencia que se hace en la Argentina o en Latinoamérica, que divulgar exclusivamente ciencia argentina o latinoamericana (suponiendo que tal cosa exista, lo cual parece, por lo menos, dudoso). Ciencia Hoy se propone hacer lo primero, no lo segundo. No se otorgue un contenido dogmático o fundamentalista a una política editorial que tiene otro sentido.

Malestar en la Cumbre

El editorial del número 53 de Ciencia Hoy a mi juicio plantea una inadecuada agenda sobre ciencia y tecnología para el próximo gobierno.

Primero, cuestiona la existencia de la SECyT, sin esgrimir una fundamentación seria de la propuesta de eliminación. Se opone al más elemental ejercicio de programación que debe derivar de una política pública en ciencia y tecnología. Por lo tanto, implícitamente se opta por atender solamente las áreas científicas que han alcanzado un buen nivel de desarrollo. ¿Si no hay un espacio de programación de campos de relevancia que hoy tienen un bajo desarrollo relativo, cómo se modificará un presente de ausencias temáticas notorias, p.e. microelectrónica, complejo forestal – maderera, etcétera? Cabe advertir que a lo largo de la historia de la ciencia argentina el Estado no planificador nunca fue neutral sino ¿cómo se puede interpretar que apoyó más el desarrollo tecnológico nuclear que el desarrollo tecnológico industrial, pesquero, forestal y minero, en conjunto?

No se puede dudar de la utilidad de la programación cuando es práctica usual en los países desarrollados (por ejemplo, la Unión Europea cuenta con un Programa Marco en función de prioridades y problemas a resolver). Lo que sí debería ser tema de agenda son las formas que debe adoptar la programación del siglo XXI; su carácter descentralizado, participativo, flexible, modular como opuesto a la planificación rígida de la época del Estado de Bienestar. Esta cuestión comenzó a ser tratada por Ciencia Hoy en el Editorial del número 44, iniciativa que evidentemente ahora se abandona.

El documento reciente La investigación científica y tecnológica en Argentina. Diagnóstico e identificación de áreas de vacancia, elaborado por más de 600 científicos y tecnólogos, forma parte de un proceso de programación al que no se puede renunciar.

De todos modos seguramente esta es una materia opinable, pero lo que resulta inaceptable es que el Editorial califique de trivial el Plan Nacional Plurianual de Ciencia y Tecnología, adjudique a la SECyT el propósito de desmembrar el sistema de financiación de la ciencia y la tecnología e interprete que el plan responde a una necesidad ideológica de mostrar capacidad de planificación. En realidad en esta sección el Editorial es tan poco serio y tan superficial que le hace un flaco favor al prestigio acumulado por Ciencia Hoy. No obstante, siempre hay espacio para la autocrítica y el reconocimiento de errores.

En segundo lugar, el interrogante sobre la coexistencia de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y el CONICET no es útil. La cuestión es otra: ¿Cómo se perfeccionan los sistemas de financiamiento de proyectos en la Agencia? ¿cómo el CONICET reelabora sus funciones al formar parte de un contexto institucional más amplio en el que existe una Agencia exclusivamente dedicada al financiamiento de proyectos de I&D? La respuesta a este interrogante es que tal reelaboración resultará de un proceso institucional gradual y sistemático. Los cambios que están ocurriendo día a día en el CONICET reflejan una institución que no está desorientada ni maltrecha como afirma el Editorial sin fundamentos. En lugar de proponer el camino que Ciencia Hoy comenzó a delinear en el Editorial Nº40, erróneamente se provoca confrontar la Agencia con el CONICET.

Tercero, cuando se sugiere tomar medidas de fondo acerca del destino de los institutos… del CONICET, me pregunto si el editorialista desconoce que el número de unidades ejecutoras (UE) se ha reducido de 140 a menos de noventa y que las Ues están siendo sometidas a evaluación internacional? ¿cuál es el otro mecanismo apropiado que no sea un proceso serio de evaluación internacional? ¿Qué otro método se sugiere para apartar a los investigadores improductivos que no sea la evaluación por pares, que es lo que está haciendo el CONICET? Y en relación al futuro de la carrera del investigador científico y tecnológico, el editorial no asume con valentía el interrogante clave. ¿Es conveniente y posible transformar la carrera en un sistema de acreditación nacional sin relación salarial, como en Brasil, México, Colombia y Venezuela? ¿Es más conveniente el sistema abierto actual de ingreso a la carrera del investigador, que un sistema semiabierto, también de concurso, mayormente orientado a cubrir puestos de investigación previamente identificados por el organismo, como es el caso de la CSIC de España?

En síntesis, los issues no son de opciones dicotómicas entre instituciones que están legitimadas por la propia comunidad científica, sino dentro de cada una de ellas.

En cuarto lugar, es lamentable que el comité editorial de Ciencia Hoy sea prejuicioso con el Programa de Incentivos a los Docentes Investigadores Universitarios. Si bien suscribo la preocupación sobre los desequilibrios existentes en el sistema de remuneraciones de los investigadores, de ninguna manera puedo compartir la temeraria e infundada afirmación de que dicho programa es un mero mecanismo encubierto de aumentar los salarios.

Creo en la mejora continua y seguramente dicho programa puede mejorarse (por ejemplo las recategorizaciones hechas por las universidades presentan problemas), pero ha sido un muy buen programa como se desprende de la evidencia empírica. La auditoría que efectuó la Agencia, sobre 525 proyectos (muestra aleatoria) que fueron examinados por más de un centenar de científicos ha dado un resultado muy satisfactorio: más del 85% de los proyectos auditados han merecido una calificación satisfactoria por parte de los auditores.

Por último, acompaño el deseo de que el próximo gobierno establezca políticas razonables y efectivas, aunque lamento que la agenda propuesta no incluya un párrafo que recupere las primeras líneas del Editorial cuando convoca a las nuevas autoridades a consolidar lo ya logrado. Interprétese este comentario como reflexión acerca de la necesidad de continuar con los cambios institucionales que han producido positivos avances, como la CONEAU, la Agencia, el FOMEC y el Programa de Incentivos.

Canadá nos brinda un buen ejemplo a seguir: no destruyeron las buenas iniciativas sino que las mejoraron continuamente.

Espero que el próximo editorial u opinión de CIENCIA HOY también dedique un párrafo sobre el mantenimiento de los directorios de la Agencia y el CONICET hasta el vencimiento de los mandatos de cada uno de sus miembros, que no incluyen por cierto los cargos de Presidente. ¿O esto no es parte de la Agenda?”

Juan Carlos Del Bello
Secretario de Ciencia y Tecnología de la Nación
D.N.I.: 8.431.234

Con referencia al editorial del número 53 de Ciencia Hoy deseo contribuir con algunas observaciones al debate que, evidentemente, aún falta. Mis comentarios tienen que ver con algunas afirmaciones del artículo sobre la ciencia y la tecnología en la Argentina, que me han dejado perplejo considerando el nivel general de la revista y de sus editores.

1) Se cuestiona la razonabilidad de una SECyT estableciendo políticas públicas para el sector académico de modo independiente de las que fija el ministerio de Educación. No recuerdo otro período de la historia argentina reciente en el que la SECyT haya estado más estrechamente vinculada al ministerio de Educación de lo que ha estado desde 1996 hasta ahora. La ministra Decibe y ahora el ministro García Solá han tenido una participación activa y han puesto singular interés en todo lo relacionado con la política de ciencia y tecnología impulsada desde la SECyT. La coordinación de políticas no pudo ser mayor. El comentario editorial de Ciencia Hoy es sencillamente sorprendente.
2) Se cuestiona la dudosa utilidad [del] afán planificador de la SECyT. La planificación es quizá la principal de las tres funciones a las que la SECyT ha quedado reducida después de las reformas del 96 y esta importante (¿histórica?) decisión (la de limitar a la SECyT a la función política) fue el resultado de las amplias discusiones que dieron lugar al trabajo de las Bases…, en el cual los editores de Ciencia Hoy tomaron parte activa y cuyos criterios compartieron.
Entonces, ¿qué? Si ahora se piensa distinto, ¿cuál es la nueva idea? Es una lástima que el lector se quede en ayunas.
3) El calificativo de trivial para el plan es, como mínimo, injusto. Aquí es una cuestión de opinión, pero la mía es que el plan representa un gran avance y un esfuerzo republicano y democrático que merece reconocimiento. Me alegra que nuestro país tenga un plan de ciencia y tecnología. Seguro que puede ser mejor. Todos deberíamos contribuir para que así sea. Creo que Ciencia Hoy no lo está haciendo.
4) Entre los asuntos a medio resolver, quizás el de mayor trascendencia y urgencia sea definir los propósitos de la Agencia y del CONICET. En realidad, estos están bien definidos (decretos 1660 y 1661/96); lo que ocurre es que hay quienes no están de acuerdo, que es distinto. Lo que es necesario hacer es profundizar en las razones a favor y en contra de la existencia de ambas instituciones y sus funciones. ¿Por qué Ciencia Hoy elude hacerlo? Este también fue tema de las discusiones del 96 de las cuales participaron los editores de Ciencia Hoy, quienes compartieron entonces el criterio de establecer órganos de promoción libres del conflicto de intereses al que están sujetas las instituciones que ejecutan investigación. Por eso es muy extraño el tratamiento que el editorial da a este importante asunto, y que no ofrezca una sola opinión al respecto. Es una lástima que Ciencia Hoy renuncie así a ejercer liderazgo como órgano de opinión en materia de ciencia y tecnología.

Hubiese deseado también referirme a lo de hincarle el diente al CONICET, ponerle el cascabel al gato y otras expresiones ligeras, propias de quien no siente ninguna responsabilidad por mejorar las cosas y cuidar las buenas que existen, pero para no exceder la longitud aceptable de una carta, lo haré en otra oportunidad. Hago votos para que Ciencia Hoy ayude a construir el consenso que aún falta.

Mario Mariscotti
Presidente
Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica

Los editores de Ciencia Hoy no desean iniciar en este lugar una polémica con los firmantes de las dos comunicaciones anteriores. Podrá advertir el lector (sobre todo si relee el editorial y lo compara con estas misivas) que la visión de ambos funcionarios es bastante distinta de la que refleja el texto que cuestionan. No es sorprendente, pues, que los juicios que expresan el editorial y las cartas difieran con relación a muchos asuntos, en particular a los que en el primero se consideraron no resueltos. Pero los firmantes parecen haber encontrado en el editorial afirmaciones que este no contiene; por ejemplo, no propuso eliminar la SECyT.

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