Descifrando el pasado

La teoría de la evolución por selección natural todavía plantea una serie de fascinantes problemas. Entre ellos se cuentan los intentos de reconstrucción del pasado evolutivo de los seres vivos. Los resultados de estos intentos permiten inferencias sobre la cognoscibilidad de este pasado y sobre si el curso de la evolución biológica es predecible o no, es decir, si esta depende más de la selección natural que de la contingencia histórica y del azar.

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La teoría, enunciada a mediados del siglo pasado por Charles Darwin y Alfred Wallace, de que la vida se ha desarrollado y expandido en la Tierra mediante la evolución por selección natural es plenamente aceptada por la comunidad científica. Sin embargo, el estudio de la evolución lejos de ser un tema cerrado ofrece una serie de fascinantes problemas no resueltos. Entre ellos se cuentan las cuestiones que plantea la reconstrucción del pasado evolutivo de los seres vivos y el establecimiento de relaciones entre distintas especies. El análisis de estos asuntos permite inferencias sobre la cognoscibilidad de este pasado y sobre si el curso de la evolución biológica es predecible o no, es decir, sí esta depende más de la selección natural que de la contingencia histórica y del azar.

El mundo de los seres vivos ha impresionado a la humanidad desde sus más tempranos días y la comprensión de su exuberante diversidad y extraordinaria capacidad de adaptación a las más variadas condiciones ha constituido un permanente desafío intelectual. A medida que se fueron explorando y conociendo las diversas regiones de la Tierra se advirtió que la naturaleza además de ser increíblemente diversa y bien diseñada, muestra otras características llamativas, tales como un orden jerárquico en los niveles de semejanza entre organismos y una distribución geográfica irregular de sus distintos tipos. (No hay tigres en Sudamérica, ni canguros en Norteamérica, ni lémures en Nueva Guinea, y así sucesivamente). También hay fósiles, restos de formas de vida antigua, ahora extintas, que a menudo son radicalmente diferentes a las actuales.

Desde mediados del siglo XIX, las explicaciones tradicionales que atribuían las propiedades de la vida a la creación divina o a la acción de agentes sobrenaturales han ido cediendo paso, merced a la noción de descendencia evolutiva, a una visión que permíte su estudio mediante enfoques compatibles con el método científico.

Una de las claves en el desarrollo de las nociones de cambio evolutivo y de diversificación de la biota en el mundo (el significado de este y de otros términos lo encontrará el lector en el glosario en la página 59) fue el descubrimiento y la aplicación de la noción de tiempo profundo, esto es, el reconocimiento de que la historia de la Tierra es muy prolongada. Ni ella, ni la vida que contiene, surgieron de improviso, sino que lo hicieron a lo largo de un período de tiempo inmensamente dilatado. Sabemos ahora que los organismos actuales han descendido de otros distintos a través de un lento proceso que abarcó un sinnúmero de generaciones. Frecuentemente este estuvo acompañado de la dispersión del organismo a lo ancho del planeta y de su adaptación y diversificación a medida que esta dispersión ocurría.

Paul Handford

Paul Handford

Zoology Department. University of Western Ontario. London, Canada.

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