El diagnóstico del cáncer. ¿Qué es la histopatología?

El método más seguro para el diagnóstico de la naturaleza de un tumor es el examen de una muestra del tejido sospechoso mediante el microscopio. El método requiere desde la adecuada preparación de la muestra hasta un patólogo experto para su examen.

El procedimiento más eficaz para el diagnóstico de un tumor es la inspección mediante el microscopio de una pequeña muestra (biopsia) extraída de él. Para lograr esto es necesario recorrer una serie de pasos que incluyen la obtención de la muestra, su tratamiento para prepararla para su examen microscópico y su examen por parte de un experto que formula el diagnóstico basándose en el principio de que cada tumor tiene un aspecto microscópico que le es propio.

Figura 1. Imagen obtenida mediante el microscopio óptico de una lesión benigna de piel denominada Nevo fusocelular y epitelioide en la que las células proliferantes son melanocitos. La epidermis (e) presenta una proliferación reactiva, secundaria a la mencionada. Cada figura debe ser comparada con las otras.
Figura 1. Imagen obtenida mediante el microscopio óptico de una lesión benigna de piel denominada Nevo fusocelular y epitelioide en la que las células proliferantes son melanocitos. La epidermis (e) presenta una proliferación reactiva, secundaria a la mencionada. Cada figura debe ser comparada con las otras.

Para la mayoría de las personas el término “cáncer” es sinónimo de tumor, y ambas palabras se asocian con una enfermedad que da lugar a una temible situación personal, familiar o de un ser querido. Sin embargo el significado médico de la palabra “tumor” no se corresponde con esta visión. Desde que fuera acuñada por los antiguos romanos (ver recuadro “Tumores”) solo designa al aumento anormal del tamaño de una parte de un organismo que aparece como uno o más bultos. Estos pueden ser aparentes a simple vista, detectables por palpación o, cuando el tumor es de localización profunda, solo visibles mediante procedimientos más complejos de estudio de imágenes (radiografía, tomografía, ecografía, entre otros). Los progresos en el saber médico han llevado a reconocer que causas muy distintas dan origen a tumores. Entre ellas se cuentan las inflamaciones, como sucede cuando se generan abscesos, la acumulación de sangre fuera de los vasos sanguíneos con la aparición de hematomas, las malformaciones congénitas, y también un aumento en la frecuencia con que determinadas células se reproducen, no vinculada a ninguna de las causas mencionadas anteriormente. Esta última condición se define con el término neoplasia, palabra proveniente de neo: nuevo, agregado, y plasia: proliferación, referida a un proceso cuyo resultado (el tumor) se agrega a las estructuras normales.

Las neoplasias se catalogan básicamente en dos grupos: las benignas y las malignas. Las diferencias entre ambas residen en su distinto comportamiento biológico. En las benignas las células se dividen lentamente, son parecidas a las normales, los tejidos mantienen su disposición ordenada y el tumor está siempre restringido a la zona donde se inició la proliferación presentando un límite neto con los tejidos que lo rodean. Por el contrario en las neoplasias malignas las células se dividen rápidamente y son poco diferenciadas remedando solo vagamente a las células de los tejidos normales. En este caso las células infiltran e invaden a los tejidos adyacentes y son capaces de dar lugar a metástasis, esto es, formar tumores en otros lugares del organismo al diseminarse por vía sanguínea o linfática. Con pocas excepciones, en las neoplasias malignas las células tumorales terminan destruyendo el organismo en el que se desarrollan. Las neoplasias malignas corresponden al conjunto de enfermedades que se agrupan bajo la denominación de cáncer.

Ricardo Drut

Ricardo Drut

Servicio de Patología, Hospital de Niños “Superiora Sor María Ludovica”, La Plata

Artículos relacionados