El sector se compone de actores con estilo y lógicas de producción muy diferentes

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El sector se compone de actores con estilo y lógicas de producción muy diferentes

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En el Año Internacional de la Agricultura Familiar profesionales del CONICET comentan su estudio sobre la temática.

Raúl Paz, investigador independiente del 
CONICET en el Instituto de Estudios para el Desarrollo (INDES) de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, trabaja junto a Ramiro Rodríguez Sperat, investigador asistente del Consejo en el mismo Instituto, en distintas líneas de investigación orientadas a la agricultura familiar.

-¿Cuál es el trabajo que están realizando en el sector?
RP: Hace varios años que trabajamos en temas relacionados a la agricultura familiar como: su potencialidad, la eficiencia campesina, la identificación de agricultores familiares que se integraron a los mercados con un crecimiento positivo, su desarrollo territorial, el estudio de los circuitos cortos utilizados por los agricultores familiares, la cuantificación y áreas de concentración de la agricultura familiar y los sistemas comunales y movimientos sociales agrarios.
RRS: En una primera instancia estamos tratando de comprender a estos sistemas de producción que presentan una lógica muy diferente a las que nos enseñaron en la universidad. También estamos articulando fuertemente, a través de varios proyectos de investigación aplicada, con distintas instituciones y organismos como la Secretaría de Agricultura Familiar de Santiago del Estero y con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Descubrir su potencialidad e interpretar sus estrategias de producción y reproducción social nos permite ir pensando en diseños productivos alternativos y políticas públicas para el desarrollo del sector.

-¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta la agricultura familiar?
RP: Enfrenta muchos problemas, incluso más que el promedio si se considera la fuerte carga social y ambiental implícita en ella. Si bien hoy existe un consenso en las esferas gubernamentales sobre la importancia del sector, su papel trascendental para mitigar crisis alimentarias, ecológicas y sociales, y la necesidad de potenciarla para garantizar la soberanía alimentaria global, esto no siempre fue así. Durante mucho tiempo la imagen de la agricultura fue idealizada por muchos como un sector agrícola moderno, de gran escala de producción, donde el uso intensivo de los insumos y la gran mecanización eran las características más sobresalientes. Sobre esa misma línea argumentativa, la desaparición de la pequeña producción familiar fue predicada por décadas y vista como un estadio intermedio del desarrollo agrícola.
RRS: Hay una disociación existente entre la forma de conseguir los alimentos que tiene la población en general, y la forma en la cual la agricultura familiar comercializa su producción. El supermercado en la actualidad es el gran centro de abasto de la sociedad, pero estas cadenas profundizaron cada vez más las asimetrías y el grado de dependencia de los pequeños agricultores, debido a la imposición de fuertes presiones de adaptación, fijación de precios y reglas impersonales de higiene, calidad, estandarización y homologación, lo que se tradujo en una distancia cada vez más grande entre el mundo urbano y el agrario. La gran mayoría de los consumidores desconoce en la actualidad el origen de los alimentos que consume, su composición y las implicaciones que tiene para su salud; y por otro lado queda sujeto a los precios que imponen los supermercados como única opción para la compra.
RP: La agricultura familiar comercializa sus productos esencialmente a través de circuitos cortos y descentralizados que al menos en parte, escapan del control directo del capital. Este sistema acerca a los agricultores de los consumidores, fomenta el trato humano, el conocimiento del origen del producto y, debido a que los alimentos no son transportados a largas distancias ni envasados, generan un impacto medioambiental más bajo. A su vez, al reducir al mínimo la cantidad de intermediarios, permiten al consumidor adquirir los alimentos a precios más accesibles.

-¿Cuáles son las características de la agricultura familiar en la Argentina?
RP: En general, presenta una gran diversidad. Este sector se compone de numerosos actores agrarios con estilos y lógicas de producción muy diversas. Cada región tiene una dinámica específica y condiciones agroecológicas muy disímiles que se asocian con la distribución y concentración diferencial de los pequeños productores en el espacio rural argentino.
RRS: El uso de la mano de obra familiar en el proceso de la producción, las estrategias de acumulación, la propiedad de la tierra y las diferentes formas de acceso, el alquiler de la propiedad y la conformación de pequeños rentistas, la transferencia a través de la herencia, las relaciones con los mercados formales y un nivel de tecnificación en las tareas agrícolas constituyeron históricamente la base en la cual se sustentó este modelo productivo. Hoy, son materia de profundos debates en el marco de la problemática de la agricultura familiar.
RP: En contraposición, la región del noroeste tiene una fuerte presencia de formas de producción campesinas y de explotaciones agropecuarias sin límites definidos. La composición de los actores agrarios en el noroeste es muy distinta y como consecuencia la preocupación académica está puesta más bien en la persistencia de las lógicas campesinas, el distanciamiento del mercado, la valoración de los recursos locales, los movimientos sociales agrarios y la construcción de conductas defensiva o de resistencia campesina, donde el manejo de ciertas actividades productivas y en especial el uso del recurso pecuario constituyen su principal basamento.

-¿Cuál es la actualidad del sector?
RRS: Históricamente los sistemas oficiales orientados a la registración de datos, como los censos nacionales agropecuarios, no han estado preocupados por un relevamiento que permitan una mejor identificación y comprensión de la agricultura familiar, contribuyendo así a su invisibilidad, en cuanto queda oculto su número, su potencial productivo y sus posibilidades de jugar un papel más activo en la construcción de un desarrollo endógeno y sostenible.
RP: Hay intentos y un gran esfuerzo para su cuantificación desde el Registro Nacional de la Agricultura Familiar que habla de casi 220 mil explotaciones que conforman al sector de la agricultura familiar. Sin embargo, los procesos de pérdida o creación de estas explotaciones son muy dinámicos; mientras que en algunas zonas hay desarrollos de descampesinización, y en otros hay procesos de recampesinización a partir de la gente que está volviendo al campo, buscando una mejor calidad de vida o una forma de sobrevivencia a la presión de las ciudades. Lo cierto es que no hay una información precisa para hablar desde una sintonía fina.

¿La agricultura familiar puede convivir con la agricultura de mercado?
RRS: Ha sido uno de los grandes interrogantes de las principales escuelas de pensamiento que se preocuparon por los asuntos agrarios en el contexto de la política económica, cuyos principales exponentes han debatido sobre la desaparición o permanencia de la pequeña producción ante el avance del sistema capitalista en la agricultura.
RP: En principio diríamos que sí; que ambas agriculturas pueden convivir, y dado que vivimos en un sistema esencialmente capitalista, la agricultura familiar no puede prescindir del mercado, como tampoco el mercado formal no puede dejar de reconocer los beneficios que trae la agricultura familiar a la sociedad. Es necesario que lo hagan, pero también es importante que exista una fuerte regulación al respecto, ya que por su propia naturaleza la agricultura de mercado tiende a absorber a la agricultura familiar en un plazo de tiempo determinado.