Gut feeling

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Cada año, el virus de la rabia causa unas cincuenta mil muertes en todo el mundo. Los humanos hemos sabido enfrentar esta amenaza mediante la vacunación de personas y animales. En 1885 Louis Pasteur aplicó por primera vez la vacuna antirrábica elaborada a partir de la manipulación de una cepa del virus que causa la enfermedad. Ciento treinta años después, ese mismo virus se ha convertido en una poderosa herramienta para el estudio de los circuitos neuronales.

La transmisión de un impulso nervioso por las neuronas ocurre gracias a un tipo de comunicación especial entre células, la sinapsis. Por otro lado, virus como el de la rabia tienen la capacidad de viajar a lo largo de estas comunicaciones entre neuronas sin alterarlas. Aprovechando esta característica, se ha desarrollado un método de laboratorio denominado marcado transneuronal en el que el virus de la rabia se usa como marcador para identificar redes neuronales completas, a partir de sus saltos de sinapsis en sinapsis.

Gut-feeling

Esta técnica fue aplicada al estudio del intestino delgado de ratones y así se pudo observar un tipo celular extendido en toda la superficie del intestino que es notablemente similar a las neuronas. Se cultivaron in vitro esas células, llamadas enteroendocrinas, junto con neuronas extraídas de la médula espinal del ratón, y al cabo de 14 horas ambas células estaban conectadas y permanecieron de esa forma hasta el final del experimento.

El resultado da cuenta de la conexión célula a célula entre el intestino y el sistema nervioso, un vínculo que podría ser más directo que a través del flujo sanguíneo. Aunque aún no se conoce cuál es el mecanismo detrás de este proceso, la experiencia demuestra que las células enteroendocrinas del intestino tienen la capacidad de conectarse con neuronas.

Documentando la existencia del circuito intestino-cerebro, los investigadores presentaron un video que comprime en 40 segundos los más de tres días de experimento (http://www.jci.org/articles/view/78361/sd/2). Muestra cómo la neurona extiende una pequeña punta de flecha en dirección a la célula enteroendocrina, y cómo esta responde estirando su citoplasma en dirección a la neurona, lo que concreta la conexión.

En inglés, la palabra gut (intestino) aparece frecuentemente en el habla cotidiana: se dice gut feeling por ‘corazonada’, trust our gut instinct por ‘confiar en nuestro instinto’, y gut check time cuando se enfrenta un desafío. La comprensión detallada de los mecanismos de comunicación subyacentes entre el intestino y el cerebro puede proveer nuevos caminos para combatir enfermedades como la obesidad y la diabetes. Y quizá también demuestre que la conexión entre nuestra mente y nuestras tripas puede no ser solo metafórica.

Más información en Bohórquez DV et al., 2015, ‘Neuroepithelial circuit formed by innervation of sensory enteroendocrine cells’, Journal of Clinical Investigation, 125, 2: 782-786.

Julio Gervasoni

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