La diversidad como problema

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Los lobos marinos de la Antártida (Arctocephalus gazella) estuvieron al borde de la extinción debido a la caza indiscriminada. Si bien en el último siglo la población ha crecido, aún se enfrentan con los problemas de haber sufrido una disminución tan grande en el número de individuos, lo que se traduce en escasa variabilidad genética.

Para estudiar estas poblaciones los biólogos utilizan datos biométricos de las hembras reproductoras, tasas de natalidad y perfiles de ADN de cientos de ejemplares. También registran la dieta alimentaria y las condiciones climáticas suministradas por satélites, lo que les permite obtener abundante información cuantitativa sobre las poblaciones. Por ejemplo, comparando con los últimos veinte años, advirtieron que las hembras nacen en la actualidad con menos peso, tienen su primer cachorro a una edad más avanzada y sólo las más fuertes pueden engendrar más de una cría.

Lobos marinos antárticos. www.flickr.com/Liam Quinn
Lobos marinos antárticos. www.flickr.com/Liam Quinn

Del análisis de estos datos se puede extraer valiosa información sobre la variabilidad genética y su asociación con los cambios ambientales. Una medida de esta variabilidad es el índice de heterocigosidad de un individuo. Los mamíferos somos diploides, es decir que la información genética aparece en dos juegos de cromosomas aportados uno por el padre y el otro por la madre. En algunos puntos el ADN de los progenitores será distinto. Cuanto más diferentes sea el ADN de los padres, mayor heterocigosis tendrá un individuo. Esta característica ha recibido considerable atención como un predictor de la capacidad de una especie para crear nuevas generaciones y adaptarse a un ambiente cambiante. En un sentido darwiniano, tienen más éxito reproductivo (o, lo que es lo mismo, más posibilidades de sobrevivir y de reproducirse) aquellos individuos con mayor heterocigosis.

Un hecho sin precedentes se ha registrado en las colonias de lobos marinos del Atlántico Sur: por más de dos décadas, la selección natural ha llevado a las poblaciones de estas geografías a adquirir altos niveles de heterocigosidad. Los individuos que fueron sobreviviendo hasta hoy a los cambios climáticos tienen esa particularidad. Solo los más diversos genéticamente, que están en mejor forma y son más fuertes, son capaces de sobrevivir a las variaciones en el ambiente. Pero no pueden pasar esta habilidad a su descendencia ya que la heterocigosidad no se hereda: progenitores con alta heterocigosis pueden ser genéticamente muy similares y engendrar crías con baja heterocigosis incapaces de enfrentar condiciones adversas. Esto es lo que parece estar reduciendo el tamaño de las poblaciones de estos lobos marinos antárticos frente a los cambios ambientales.

Más información en Forcada J & Hoffman JI, 2014, ‘Fur seals signal their own decline’, Nature, 511:462-465.

Julio Gervasoni

Julio Gervasoni

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