La industria textil mapuche en el siglo XIX

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La conquista española trajo a América animales y vegetales desconocidos en el continente y transformó la alimentación y la vida de numerosas poblaciones indígenas, incluso las de aquellas que durante varios siglos rechazaron los intentos europeos de dominar sus territorios. Este fue el caso de los mapuches de la Araucanía y de las pampas, donde el caballo, las vacas y las ovejas modificaron los hábitos de producción y de consumo de las poblaciones prehispánicas. La cría de ovejas –sobre todo de raza Merino– en las tierras bajo dominio indígena llevó a una rápida y sorprendentemente exitosa multiplicación de los rebaños.

A pesar de su falta de experiencia en la cría ovina, los mapuches manejaron con éxito sus majadas y obtuvieron mejor lana que los hispanocriollos, cuyos rebaños se mestizaron con otras variedades y terminaron proveyendo una lana de inferior calidad. Además, la manufactura de los tejidos mapuches era superior a la de los producidos en los territorios bajo dominio chileno. Desde los tiempos coloniales, tanto la lana de la Araucanía como las prendas tejidas allí, sobre todo los ponchos, se vendían en el centro y norte de Chile, y eran exportadas a otros mercados, como las provincias del Río de la Plata, Perú y Paraguay.

Los mapuches tenían así, tanto en la producción de la materia prima como en su elaboración textil, claras ventajas sobre sus vecinos. Las mujeres mapuches aplicaban mejores técnicas textiles que las chilenas, e incluso arribaban a resultados superiores, por lo menos durante la primera mitad del siglo XIX, que los de la industria textil inglesa, la que solo después de mediados de ese siglo aprovechó en el hilado y tejido de lana mejoras que habían resultado exitosas en la industria del algodón.

Investigaciones recientes realizadas sobre la base de informes consulares británicos y diarios de viajeros que recorrieron Chile, la Araucanía y las pampas revelan la percepción de los europeos de la actividad textil mapuche. Charles Darwin, el capitán Robert Fitz-Roy y el francés Henri Armaignac –que publicó en 1882 Viaje por las pampas argentinas 1869-1874 (hay edición moderna de Eudeba, 1976)– opinaron que los hilados mapuches eran resistentes al agua, incluso bajo copiosas lluvias, tenían atractivos diseños y colores inalterables.

Luego de la independencia y hasta la anexión de la Araucanía por el Estado chileno entre 1881 y 1883, la industria lanar mapuche continuó abasteciendo el mercado indígena –entre 250.000 y 300.000 personas– pero también a Chile, principal mercado de sus exportaciones. Se calcula que el volumen de tejidos importados por ese país de la Araucanía era semejante al de los tejidos que importaba de Gran Bretaña.

El conocimiento de la industria textil mapuche, un tema que hasta hace poco no había atraído mayormente la atención de los historiadores, permite enriquecer la imagen que tradicionalmente, por lo menos en la Argentina, nos hemos formado de los mapuches, vinculada casi exclusivamente a su participación en el comercio de ganado obtenido en los malones de las pampas. Las nuevas evidencias muestran que la producción textil fue clave en la economía mapuche, y le generó ingresos importantes en comparación con los otros bienes producidos o comercializados por ella, en particular dicha venta de ganado proveniente de la producción propia o de los mencionados malones.

Más información en Llorca-Jaña M, ‘A reappraisal of Mapuche textil production and sheep raising during the Nineteenth Century’, Historia, I, 47: 91-111, enero-junio de 2014, accesible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33431442004.

Ingrid de Jong

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