Bosques maduros de talas y pájaros carpinteros

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Un talar en el que se alternan zonas arboladas con manchones de pastizal. Obsérvese el ejemplar aislado de tala (Celtis tala), que es un árbol de porte intermedio y de altura variable que en ejemplares bien desarrollados en promedio puede rondar los 6m.

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Talares y carpinteros
El tala (Celtis tala) es un árbol de porte reducido o medio, nativo de América, de madera dura y con abundantes espinas. Su área de distribución se extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta el Gran Chaco y la llanura pampeana. En la provincia de Buenos Aires, con otras especies nativas como el coronillo (Scutia buxifolia), el sombra de toro (Jodina rhombifolia) y el ombú (Phytolacca dioica), forma bosques llamados talares en tramos de la costa del Paraná, del estuario del Plata, de la bahía de Samborombón y del Atlántico, desde San Pedro al norte hasta Mar Chiquita al sur. Constituyen la principal comunidad bonaerense de bosque nativo y albergan gran variedad de plantas y animales, incluidas más de trescientas especies de aves, que los utilizan como sitio de nidificación y de alimentación. Esto los convierte en un importante foco de biodiversidad y, a la vez, en sitios prioritarios para la conservación de las aves.
Sin embargo, la superficie ocupada por los talares fue disminuyendo, principalmente debido al crecimiento de la población y de actividades productivas, en particular las agropecuarias, hechos que condujeron al desmonte de amplios sectores, tanto para usar la madera como para agricultura y ganadería. La extracción masiva de conchilla, principal material del suelo en el cual crecen los talares, fue otro factor de la reducción de estos.
Entre las aves presentes en talares se encuentran cuatro especies de la familia de los pícidos (Picidae) o pájaros carpinteros: el carpintero real (Colaptes melanochloros), el carpintero campestre (Colaptes campestris), el carpintero bataraz chico (Veniliornis mixtus) y el carpintero blanco (Melanerpes candidus), de las cuales las dos primeras son considerablemente más abundantes, además de mayor tamaño. En términos generales, los carpinteros horadan cavidades en los árboles con sus picos, en las que ponen sus huevos y crían a sus pichones. En algunos casos, reacondicionan cavidades horadadas en años anteriores y solo picotean el fondo, con lo que forman sobre él una base de astillas sobre la que ponen los huevos. Otras aves, como loros y lechuzas, lo mismo que pequeños mamíferos, por ejemplo, comadrejas, utilizan esas cavidades para reproducirse o para dormir, pero no tienen la capacidad de excavarlas, por lo cual los carpinteros cumplen una tarea destacada en el funcionamiento del ecosistema.

Un ejemplar de tala a la vera de una ruta en Alta Gracia, Córdoba.

Según los principales estudios sobre carpinteros, realizados en su mayoría en Europa y América del Norte, estos pájaros seleccionan ambientes de determinadas características para construir cavidades, entre ellas, que tengan mucha vegetación, lo que significa abundante alimento y menor riesgo de ataque por ciertos predadores. Lo último se debería a que la espesura obstaculizaría la visión de depredadores aéreos como gavilanes, que atrapan pichones de vuelo torpe y movilidad reducida ni bien salen del nido, y desfavorecen la acción de otros depredadores como hurones. Los carpinteros prefieren árboles de gran porte, cuyas cavidades quedan mejor aisladas de los cambios de la temperatura externa, y árboles de madera blanda o con cierto grado de degradación, características que facilitan excavar sus troncos. Allí donde los árboles son mayormente de madera dura, como los talas, necesitan más tiempo para horadar los nidos: tardan algunos meses e, incluso, más de un año, y son más propensos a reutilizar cavidades anteriores.

Izquierda. Un carpintero real (Colaptes melanocholros). Ana Figari, Wikimedia Commons. Derecha. Un carpintero campestre (Colaptes campestris). Bernard Dupont, Wikimedia Commons.

Una investigación sobre carpinteros de Punta Indio
En los talares de Punta Indio, en el extremo norte de la bahía de Samborombón, los carpinteros real y campestre nidifican entre mediados de septiembre y mediados de enero. Pueden utilizar una nueva cavidad en cada temporada o reacondicionar una de años precedentes, y ponen entre tres y seis huevos, que incuban por doce días. Los pichones de carpintero real permanecen en el nido por unos veintiocho días, y por treinta días los del campestre. Los carpinteros de ambas especies son de tamaño mediano (para la familia de los pícidos) y su musculatura es relativamente débil, con lo que su eficiencia para excavar troncos es menor que la de otros carpinteros, como el gigante o magallánico (Campephilus magellanicus).
Hay pocas investigaciones sobre carpinteros nativos de la Argentina, en particular sobre las poblaciones que viven en talares. Durante tres años, de 2015 a 2018, los autores realizamos un estudio sobre las preferencias para nidificar de los carpinteros real y campestre en talares de una estancia de Punta Indio, ubicados a unos 100km de la ciudad de La Plata, que exhiben alta biodiversidad pero también enfrentan serios problemas de conservación, principalmente por extracción de madera y de conchilla.
En el bosque que estudiamos, el 69% de los árboles eran talas y el 15% coronillos, ambos nativos. El 16% restante estaba constituido por otras especies autóctonas, como el molle o aguaribay (Schinus molle), el ombú y el ceibo (Erythrina crista galli), y por especies exóticas como la acacia negra (Gleditsia triacanthos), el paraíso (Melia azedarach), álamos (Populus sp.), eucaliptos (Eucalyptus sp.), etcétera. El tala, el coronillo y la acacia negra son árboles con madera relativamente densa, es decir, dura; el ceibo y el álamo son de madera más blanda, mientras el paraíso y el eucalipto ocupan una posición intermedia.
En nuestro estudio relevamos los árboles con cavidades en las que los carpinteros pusieron sus huevos, la presencia de grupos de hongos en los árboles como un indicio de la degradación de su madera, medimos el diámetro del tronco y la altura de cada árbol, registramos la ubicación de las cavidades (tronco principal, rama primaria, rama secundaria) y estimamos el volumen de estas. Clasificamos las cavidades en nuevas o reutilizadas, y tomamos una muestra de la madera para establecer su densidad, que determina su dureza. Consideramos que una cavidad era nueva cuando había abundantes trozos de madera en el suelo inmediatamente debajo de ella, o cuando se tenía seguridad de que no estaba el año anterior. En todos los casos determinamos la superficie del suelo cubierta por la copa del árbol con cavidad nido, y de otros cercanos para fines de comparación.
No hallamos nidos de carpintero blanco, si bien advertimos la presencia de un grupo de adultos reproductores al inicio del segundo año de muestreo, y del carpintero bataraz chico solo encontramos tres nidos, pero la altura a la que estos estaban y el pequeño diámetro del hueco de entrada no nos permitieron el monitoreo de los nidos.
Relevamos 120 cavidades de carpinteros de las dos especies más abundantes mencionadas, el real (76) y el campestre (44). El 61% de esas cavidades eran nuevas, y el 80% de todas las halladas estaban en talas; en otras palabras, el 50% de las cavidades talladas en talas eran nuevas. El 20% restante se encontró en álamos (8%), ceibos (3%), paraísos (2%), eucaliptus (2%), fresnos (2%), ombúes (1%) y acacias (1%). Dichas dos especies, sin embargo, mostraron diferentes preferencias en materia de ubicación y de tamaño de las cavidades. El campestre utilizó en mayor proporción el tronco principal de los árboles y realizó cavidades más grandes, lo cual es coherente con el tamaño de esas aves, ya que el carpintero campestre mide en promedio unos 28cm, mientras que el real ronda los 23cm.

Tronco de tala en proceso de degradación con la entrada de una cavidad de carpintero

También advertimos en los carpinteros de ambas especies una preferencia por anidar en árboles con madera menos densa y por ende más blanda, y de tamaño intermedio comparado con los árboles del entorno. Por otra parte, para construir sus nidos los carpinteros no seleccionaron solo sitios en los que el suelo estuviera más cubierto por árboles, sino que utilizaron indistintamente diferentes sectores de bosque. Los talas forman bosques en los que grupos de árboles alternan con manchones de pastizal, y tanto el carpintero campestre como el real se alimentan principalmente de hormigas y acostumbran hacerlo en el suelo, por lo cual se puede concluir que la estructura natural de los talares les provee sitios adecuados donde nidificar y encontrar comida.
Ambas especies de carpinteros evitaron por completo los coronillos, la segunda en abundancia de las especies arbóreas encontradas en el sitio estudiado. Son árboles de madera muy dura, en los que pocas veces encontramos hongos que indicasen troncos en proceso de degradación. En los talas, en cambio, en los que los carpinteros horadaron cavidades nuevas a pesar de la dureza de la madera y quedar muchas de ellas de años anteriores sin usar, la presencia de hongos era común y, por ende, lo eran los procesos de degradación de la madera de los troncos. Esto último indica que la descomposición natural de la madera por hongos u otros agentes cumple una función en el ciclo reproductivo de las aves que estamos tratando. Los dos factores mencionados –dureza de la madera y degradación del tronco– podrían explicar la preferencia de los carpinteros por los talas por sobre los coronillos. Dado, sin embargo, que ambas especies arbóreas difieren también en varios otros atributos, entre ellos la forma de la copa y la cantidad de ramas y hojas, no se pueden descartar razones adicionales que expliquen por qué los pájaros eligen ejemplares de una y evitan los de la otra.

Interior de una cavidad de carpintero con pequeños trozos de madera sobre los que los pájaros ponen e incuban sus huevos.

A lo largo de los tres años de trabajo registramos once especies, aparte de los carpinteros, que nidifican en las cavidades de estos. Constatamos entre las aves al jilguero común o dorado (Sicalis flaveola), chinchero chico (Lepidocolaptes angustirostris), tordo músico (Agelaioides badius), lechucita o alicuco común (Megascops choliba), ratona (Troglodytes aedon), golondrina ceja blanca (Tachycineta leucorrhoa), golondrina pardas (Phaeprogne tapera), benteveo rayado (Myodynastes maculatus) y estornino pinto (Sturnus vulgaris), siendo esta última no nativa. Además, registramos dos mamíferos, la zarigüeya o comadreja overa (Didelphis albiventris), un marsupial que a su vez es frecuente predador de nidos de carpinteros y de otras aves, y un ratón cuya especie no logramos determinar.

A modo de conclusión
En los talares de la provincia de Buenos Aires son escasos los sectores de bosque maduro, debido al deterioro que vienen sufriendo a lo largo del tiempo y a la tala selectiva de árboles de gran porte que sufrieron estos bosques en el siglo pasado.

Un carpintero real en su nido. Los autores constataron que la cavidad de la imagen fue usada como nido en tres años consecutivos.
Los autores extraen una muestra de madera para medir su densidad, la que determina su dureza

Ello hace aconsejable como regla general, y especialmente en áreas protegidas, realizar esfuerzos por conservar árboles maduros o senescentes (que empiezan a envejecer), pues son parte natural de bosques libres de perturbaciones o con bajo número de ellas. Hacerlo permitiría salvaguardar los procesos naturales esenciales de los ecosistemas, lo que significa, en el caso que nos ocupa, la nidificación las poblaciones de carpinteros y de las otras especies que utilizan sus cavidades. Esta situación, al mismo tiempo, nos pone ante la necesidad de conocer mejor el funcionamiento de la naturaleza, para lo cual necesitamos seguir investigando sus distintos componentes, con el debido apoyo institucional y financiero.

LECTURAS SUGERIDAS
ARTURI MF Y GOYA JF, 2004, ‘Estructura, dinámica y manejo de los talares del NE de Buenos Aires’, en Arturi MF, Frangi L y Goya JF (eds.), Ecología y manejo de los bosques de la Argentina, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata.
ATHOR J, 2009, Parque Costero del Sur: naturaleza, conservación y patrimonio cultural, Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Buenos Aires.
DE LA PEÑA MR, 2015, Aves argentinas, Eudeba, Buenos Aires.
STUPINO SA, ARTURI MF y FRANGI JL, 2004, ‘Estructura del paisaje y conservación de los bosques de Celtis tala del NE de la provincia de Buenos Aires’, Revista de la Facultad de Agronomía (UNLP), 105: 37-45.