Competencia por interferencia y murciélagos

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Los organismos compiten por recursos escasos. A menudo, la competencia surge del hecho de que un individuo simplemente consume el recurso escaso y reduce su disponibilidad para otro individuo. A esto se lo llama competencia por explotación. En otras ocasiones, la competencia tiene un lado agresivo: un individuo impide que otro consuma el recurso. A esto se lo llama competencia por interferencia. Recientemente se ha demostrado un caso fascinante de este mecanismo, en el murciélago cola de ratón (Tadarida brasiliensis).

Este murciélago vive en colonias muy numerosas, caza de noche en grupos densos y localiza a sus presas (mayormente polillas) mediante la emisión de sonidos y la recepción del eco (ecolocación). Cuando un murciélago se aproxima a una presa, repite estos sonidos con frecuencia creciente, lo cual es interpretado por sus vecinos como una señal de que está cerca de atrapar a su presa. Los vecinos emiten entonces un sonido diferente del que usan para localizar presas. Se trata de un sonido sinusoidal, similar a la frecuencia modulada, que perturba la capacidad de ecolocación del cazador. Tanto en el campo, cuando era emitido en condiciones naturales, como en el laboratorio, cuando era reproducido desde una grabación, este sonido disminuyó la captura de la presa en más de 70%. Los investigadores pudieron seguir la trayectoria de los competidores en relación con presas que estaban fijas en un punto y comprobaron que combinaban sonidos de ecolocación con estos sonidos de interferencia y se disputaban así el acceso a las presas.

Si la estrategia de depredación de los murciélagos por ecolocación ya parecía una maravilla de la naturaleza, este mecanismo de competencia agrega una dimensión igualmente sorprendente. Es el primer caso documentado en el que la competencia por interferencia entre animales se produce por una alteración de los sentidos del competidor.

Más información en Corcoran AJ & Conner WE, 2014, ‘Bats jamming bats: Food competition through sonar interference’, Science, 346: 745-747. Ver también un muy buen video (audio en inglés) en https://www.youtube.com/watch?v=sCREM26yMbU

Martín Oesterheld

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