Desde tiempos prehistóricos, la expansión de los asentamientos humanos ha reflejado un aparente conflicto entre el crecimiento socioeconómico de las civilizaciones y la conservación de los ecosistemas. Sin embargo, en 1950 el economista Simón Kuznets recopiló evidencia que dio origen a la curva que hoy lleva su nombre (la llamada, por su sigla en inglés, EKC, Environmental Kuznets Curve) que describe la relación unimodal entre el desarrollo económico y el impacto ambiental. Este modelo propone que en etapas tempranas del crecimiento económico moderno predomina la degradación de los sistemas naturales (e.g. aumento de la contaminación, destrucción de hábitats naturales y pérdida de biodiversidad por expansión agrícola). Posteriormente, a medida que aumentan los ingresos per cápita, se reducen las emisiones, disminuye la extracción de recursos naturales, aumenta el uso de energías renovables y la valoración de la naturaleza.
Los ambientes naturales recuperados, sin embargo, pueden tener nueva configuración y composición como consecuencia de la intervención humana. Estos ambientes suelen presentar algunas características novedosas, en buena medida dadas por la existencia de especies introducidas y contextos paisajísticos distintos que dan origen al concepto de ‘nuevos ecosistemas’, con nuevos procesos y funciones ecológicas.
Los registros de recuperación de bosques en regiones con auge económico constituyen...
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