Historia y propiedades de la Hesperidina, una bebida alcohólica con compuestos beneficiosos para la salud.
Un árbol de manzanas doradas y una bebida que lo cura todo
En la mitología griega, las Hespérides eran ninfas del atardecer (Hesperus era el astro del crepúsculo vespertino, es decir, Venus) que cuidaban un huerto situado en los confines occidentales del mundo, en el que crecía un único árbol de manzanas doradas. Uno de los célebres trabajos de Hércules fue, precisamente, robar los preciados frutos, cosa que logró con la colaboración de Atlas, el padre de las ninfas.
Las Hespérides y su jardín reaparecieron en la fantasía de la población europea en el Renacimiento. Tanto William Shakespeare (1564-1616) como John Milton (1608-1674), para limitarnos a la literatura en lengua inglesa, los mencionaron en sus obras, y el poeta y clérigo Robert Herrick (1591-1674) dio el título de Hespérides a un volumen de poesía religiosa y pastoral que publicó en 1647. El escritor británico Robert Graves (1895-1985), reconocido clasicista, en su interpretación de la mitología griega (The Greek Myths, Penguin, Harmondsworth, 1955), asimiló las doradas manzanas a naranjas, frutas supuestamente desconocidas por los antiguos griegos.
Hace poco más de siglo y medio, el mito de las Hespérides apareció como telón de fondo de un producto que fue objeto de la primera patente y marca registrada en la Argentina, y al mismo tiempo de la primera promoción comercial moderna realizada en el país: la bebida Hesperidina. El responsable de la iniciativa fue un joven de veinticuatro años, Melville Sewell Bagley, nacido en 1838 en Bangor, Maine, y fallecido en Buenos Aires en 1880. Luego de trabajar un tiempo como dependiente de comercio en Nueva Orleans, en 1861, al estallar en los Estados Unidos la guerra civil, emigró al Plata y encontró trabajo como ayudante en la droguería La Estrella, antecesora de la farmacia de ese nombre en la esquina de Alsina y Defensa.
Bagley no tardó mucho en dejar la condición de empleado y, en sociedad con los hermanos Demarchi, los propietarios de La Estrella, produjo una bebida mediante maceración de cáscaras de naranjas amargas. Luego de una campaña publicitaria de casi dos meses, que intrigó y creó suspenso en el público de la ciudad, la lanzó al mercado en 1864. Presentó la primera Hesperidina en un envase y con una etiqueta muy diferentes de los actuales, pero solo dos años después introdujo la botella de vidrio oscuro con forma de pequeño barril que se repite con leves modificaciones desde entonces.
El éxito de la bebida, que la publicidad presentó como curativa de un sinnúmero de dolencias, produjo que en poco tiempo aparecieran imitaciones e incluso falsificaciones, lo que llevó a su creador a reclamar legislación que lo protegiera como propietario de la marca e inventor del producto. En unos años se sancionó esa legislación, que entró en práctica cuando en 1876 se creó el Registro de Patentes y Marcas. Hesperidina fue la primera marca registrada en el país. Entre tanto, en 1867 Bagley puso en sus botellas etiquetas de seguridad numeradas, impresas por la American Banknote Company.
¿Una bebida que lo cura todo?
¿Tenían algún fundamento las afirmaciones medicinales de la publicidad de Bagley? Si bien en ese momento no eran aseveraciones mucho más sólidas que las que se hacían de innumerables tónicos y lociones, lo curioso es que hoy existen evidencias científicas sobre propiedades beneficiosas para la salud de uno de los componentes de la bebida, un flavonoide aislado por un farmacéutico francés de la ciudad de Angers de apellido Lebreton, que le dio el nombre de hesperidina y publicó el hallazgo en el Journal de Pharmacie et de sciences accessories de París (julio de 1828, 14: 377). Ignoramos si ahí está el origen de la denominación que eligió Bagley, cosa posible, ya que por su trabajo en una droguería pudo haber tenido noticias del compuesto, algo quizá más probable que una alusión a la mitología griega por alguien –hasta donde sabemos– carente de cultura clásica.
Los flavonoides (de flavus, amarillo) son pigmentos vegetales bautizados con ese nombre por el fisiólogo húngaro Albert Szent-György (1893-1986), premio Nobel de medicina en 1937, quien aisló uno de ellos, la citrina, de la cáscara de limón. Hoy se conocen alrededor de 8000 flavonoides con estructuras diversas, encontrados en diferentes tejidos vegetales. Conforman un extenso grupo de una familia de sustancias muy publicitadas: los compuestos fenólicos, incorporados a diario al consumir frutas, verduras, semillas, miel, chocolate, cerveza, vino o té, entre otros alimentos. Los flavonoides son los responsables de los colores de las hojas en otoño.
Las plantas los sintetizan, entre otras circunstancias, como respuesta adaptativa a condiciones de estrés, por ejemplo, infecciones o radiación ultravioleta. También atraen insectos polinizadores y son el conducto de relaciones simbióticas con microorganismos. Diversos estudios epidemiológicos han puesto en evidencia que el consumo de alimentos ricos en flavonoides disminuye el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, diferentes formas de cáncer, disfunciones inmunes y complicaciones alérgicas, entre otras patologías.
Flavonoides escondidos en una botella
Los flavonoides contenidos en distintos citrus se detallan en la tabla que sigue:
naranja dulce ------ hesperidina, narirutina, didimina
naranja amarga -------- hesperidina, neohesperidina, naringina
mandarina ------------ hesperidina, diosmina
limón ----------------- hesperidina, diosmina, eriocitrina, rutina
pomelo --------------- naringina, narirutina, hesperidina
lima ------------------ naringenina, hesperidina
Como se aprecia, la bebida de Bagley, hecha con las cáscaras de naranjas amargas, posee hesperidina, neohesperidina y naringina, principalmente la primera –presente también en los otros citrus–, que responde a la fórmula C28H34O15 y está constituida por moléculas con una compleja estructura de enlaces químicos entre sus átomos. (Los subíndices de la fórmula indican el número de átomos de cada elemento contenidos en una molécula.)
La hesperidina se encuentra en diferentes tejidos del fruto, principalmente en el albedo o parte blanca de la cáscara; en el jugo su cantidad es notablemente menor. Está generalmente asociada con vitamina C. También es parte de la valeriana (Valeriana officinalis), planta usada en la medicina tradicional por sus propiedades sedantes.
La hesperidina se absorbe en el intestino sin experimentar modificaciones estructurales y una parte de ella (llamada aglicona) aparece a las tres horas en el plasma sanguíneo, en el que tarda entre otras dos y cuatro horas para llegar a su máxima concentración. Su excreción por vía urinaria se completa en unas veinticuatro horas.
La neohesperidina tiene la misma fórmula pero algunas diferencias en la estructura de enlaces de sus moléculas, que le confieren propiedades químicas diferentes. Es intensamente amarga y aporta ese sabor a la bebida. Está principalmente en la cáscara de las naranjas amargas. En 1963, se obtuvo neohesperidina dihidrochalcona, un compuesto con intenso sabor dulce, ampliamente usado en la industria como potenciador edulcorante natural.
En la bebida de Bagley va también incluida la naringina, pero en menor proporción. Es un flavonoide también ampliamente estudiado, con una fórmula (C27H32O14) y una estructura química algo diferentes. Su presencia es más importante en pomelos, a los que da su sabor amargo. A menudo sustituye a la cafeína o la quinina en bebidas tónicas, en las que bajas concentraciones son suficientes para lograr el necesario sabor amargo.
El tónico de Bagley
Bagley obtuvo su bebida por maceración alcohólica de cáscaras de las naranjas amargas de un árbol plantado –se cree– en su casa de Bernal. La maceración consiste en poner algo en un líquido para que se disuelva en este algún componente del objeto sumergido. Es una operación muy difundida entre los químicos que estudian compuestos vegetales. Así, Bagley extrajo hesperidina, neohesperidina y naringina y otros componentes de la cáscara de las naranjas usando una mezcla de alcohol etílico y agua.
Cuando apareció, la Hesperidina fue considerada un tónico, y se aceptaron los reclamos publicitarios sobre su capacidad de estimular, fortificar y restablecer el normal funcionamiento del aparato digestivo. Quizá por esto fue suministrada a los soldados durante la guerra del Paraguay. Si bien existen numerosos estudios sobre las aplicaciones terapéuticas del flavonoide hesperidina, en su mayoría realizados con ratones, no hay trabajos científicos sobre los efectos de la bebida de Bagley que permitan validar sus atribuidas propiedades medicinales. Pero son reconocidas las propiedades benéficas del consumo de naranjas, lo que permite suponer que la bebida también las tenga.
Los estudios de mayor relevancia sobre el compuesto hesperidina se refieren a enfermedades cardiovasculares, y a su capacidad de reducir la permeabilidad y fragilidad de los capilares sanguíneos, estados que pueden deberse a enfermedades, factores genéticos o la edad. Dicha capacidad opera por inhibición de una enzima llamada hialuronidasa, presente en los procesos inflamatorios y de permeabilidad vascular. Esta última permite el flujo de moléculas pequeñas o incluso de células hacia adentro y hacia afuera del sistema circulatorio.
También se evaluó en ratones la capacidad de la hesperidina de modificar los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL o colesterol malo), lipoproteínas de alta densidad (HDL o colesterol bueno) y triglicéridos en la sangre; se observó que los animales experimentaron un significativo aumento del colesterol bueno y disminución del malo.
Otro estudio también en ratones asoció la hesperidina con disminución de la presión arterial y aumento del volumen de orina excretado. Eso llevó a postular que el flavonoide ejerce efectos sobre sistemas enzimáticos implicados en el aumento de la presión sanguínea, lo que se vería reflejado en pruebas que demostraron la disminución de ciertos parámetros bioquímicos, entre ellos, la agregación de plaquetas y la viscosidad de la sangre.
Igualmente se han publicado trabajos sobre su capacidad de prevenir úlceras gástricas, pues es un antioxidante que elimina los radicales libres de la mucosa del estómago, lo que entorpece la aparición o el desarrollo de ellas. Por último, un estudio realizado en 2009 por investigadores de dos institutos del Conicet con sede en facultades de la UBA (el Instituto de Química y Fisicoquímica Biológicas y el Instituto de Biología Celular y Neurociencias) encontró que el suministro por vía intraperitoneal del flavonoide a ratones produjo en ellos efectos sedantes e indujo cambios en señales intracelulares de diferentes áreas de sus cerebros.
Colofón
Cuando Bagley murió, supuestamente de tifus, el 14 de julio de 1880 tenía cuarenta y dos años. Además de crear una bebida que hizo historia en el país por su éxito popular y por ser la primera patente y marca registrada, introdujo en el medio local una visión moderna del marketing y la publicidad. Fue un empresario sobresaliente y una figura precursora de la industria local. En la década de 1870, extendió su actividad a la fabricación de galletitas con el lanzamiento de la marca Lola. Años después la firma presentó las galletitas Mitre, nombre autorizado por mismo ex presidente de puño y letra. Y con el sobrante de las naranjas usada para elaborar la Hesperidina, Bagley decidió producir dulce o mermelada. Así fue que lanzó uno de los primeros eslóganes publicitarios del país: Las tres cosas buenas de Bagley.
A su muerte, su viuda, María Juana Hamilton, que vivió hasta 1902, continuó con la empresa, que manejaron principalmente colaboradores de su marido. La fábrica, que estuvo en Maipú 205 y en Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) 887, se trasladó a Barracas en la década de 1890, sobre la actual avenida Montes de Oca, a un edificio en cuyo frente estaban inscriptas dichas tres cosas buenas: Hesperidina, Dulce y Galletitas.
Concluyamos señalando que la bebida de Bagley ocupó un lugar destacado en la cultura popular del país (el tango ‘Hesperidina’ data de 1915) y que incluso ingresó en la alta literatura: Irene, personaje de ‘Casa tomada’ (1946) de Julio Cortázar, ‘pensó en una botella de Hesperidina de muchos años’, de la que la toma de parte de la casa la había privado.