La búsqueda de vida en Marte

La carrera espacial entre URRS y EEUU, guerra de prestigio y nacionalismo, posibilitó que se invirtieran importantisimas sumas de dinero en misiones tripuladas y robóticas. Uno de los frutos más delicados de este esfuerzo material e intelectual han sido las misiones Viking, que durante el año 1976 se posaron suavemente sobre la superficie de Marte.
Se discuten especialmente en este artículo los experimentos realizados para buscar vida en el planeta rojo, los únicos que el hombre ha realizado hasta el día de hoy fuera de la Tierra. Los resulados abren nuevos interrogantes y la necesidad de nuevas misiones a Marte; se resumen los planes para la exploración de este aún misterioso planeta.

¿Hay vida en Marte?
Desde la antigüedad hasta nuestros días, la humanidad ha fantaseado sobre la existencia de seres vivos en el planeta rojo.

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El interés y fascinación por Marte ha ido en aumento. La presencia de casquetes polares, sus cambios de coloración a lo largo del año, sus enormes volcanes, los misteriosos sistemas de canales imaginados por Lowell el siglo pasado, y las abundantes historias de ficción lo convierten en el planeta más popular del sistema solar, luego del nuestro.

Mucho antes del arribo a Marte de misiones orbitales, las observaciones realizadas por los astrónomos, sumadas a las estimaciones de las condiciones climáticas en la superficie del planeta permitieron otorgar pocas posibilidades a la existencia de una civilización marciana. Sin embargo, la vida microbiana que conocemos en la Tierra puede prosperar en condiciones extremadamente duras. Se encuentran microorganismos viables en yacimientos petrolíferos, a miles de kilómetros bajo el suelo continental, en los desiertos secos y fríos, en fumarolas submarinas y otros ambientes, soportando a veces condiciones extremas de temperatura, de presión o escasez de agua. Las características relevantes para la vida en algunos lugares del planeta rojo quizás no sean demasiado distintas a las peores situaciones de nuestro planeta (ver cuadro “Composición entre las características…”).

Los cohetes utilizados durante gran parte de la carrera espacial se desarrollaron en la posguerra con el objetivo de transportar cargas nucleares intercontinentales, y con algunas modificaciones se convirtieron en vectores de satélites y naves espaciales. Podemos situar el comienzo de la carrera espacial entre la URSS y los EE.UU. en el año 1957, cuando fue lanzado el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la Tierra. Esas dos naciones realizaron enormes esfuerzos económicos y científicos para intentar alcanzar una gran cantidad de objetivos relacionados con el conocimiento y el prestigio. Algunas fechas importantes que revelan lo ajustado de la competencia podrían ser:

1957.- Primer satélite soviético. Sputnik 1.

1958.- Primer satélite norteamericano. Explorer 1

1961.- (abril). Primer hombre en el espacio; soviético. Vostok 1.

1961.- (mayo). Primer astronauta norteamericano. Mercury 1.

1966.- Primera nave robot alcanza la superficie de la Luna. Lunik 9, soviética

1969.- Primer hombre en la Luna; norteamericano. Apolo 11.

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Esta competencia se reprodujo en la mayoría de los campos de exploración del sistema solar, inclusive en la exploración de Marte; las misiones Viking se encuadran en la última parte de la carrera espacial, que para algunos autores se puede ubicar en el año 1975, cuando se encuentran la Apolo 18 y la Soyuz 19 en órbita terrestre, se acoplan exitosamente, y los 5 astronautas (3 norteamericanos y 2 soviéticos) comparten una comida “espacial” e intercambian presentes. Un dato que apoya el fin de la carrera espacial en el final de esta década es que el presupuesto de la NASA se redujo luego del programa Viking desde unos 500 millones de dólares al año hasta 100/150 millones al año.

Los relevamientos fotográficos realizados por vehículos orbitales (misiones Mariner y Mars, norteamericanas y soviéticas, respectivamente) entre los años 1962 y 1973 descartaron la existencia de grandes obras de ingeniería para transportar agua desde los casquetes polares al ecuador. No se encontraron bosques, ciudades o carreteras, y se descartó la posibilidad de una civilización marciana, como las imaginadas por H. G. Wells (La Guerra de los Mundos, 1898) y Ray Bradbury (Crónicas Marcianas, 1951), o mucho más recientemente en el film Mars Attacks! (1996).

Eduardo Cortón

Eduardo Cortón

Departamento de Química Biológica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.
Fotografías del Laboratorio de Propulsión a Chorro, NASA

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