Dos visiones desde el hemisferio sur de estructuras celestes; el cometa Hale-Bopp y la Cruz del Sur.
La Cruz del Sur, así como la región del cielo a su alrededor, ha sido siempre motivo de admiración. La exquisita riqueza de ese campo estelar y la utilidad de la Cruz para ayudar a determinar los puntos cardinales han hecho que muchas culturas la tomaran como símbolo. De hecho, la Cruz y 'el puntero' ( a y ß Centauri), aparecen en muchas banderas, escudos y logos.
El peso simbólico de la Cruz, nacido como sutil mezcla de psicología humana y bóveda celeste, unidas por la soledad existencial de la noche sureña dio origen a mitología incorporadas en constelaciones que, si bien no están incluidas en las 88 constelaciones oficiales, no dejan de ser menos interesantes.
Antonio Díaz Fernández, especialista en lengua mapuche, ha recogido de los pobladores de Esquel historias sobre cómo los antepasados de estos vivenciaban los fenómenos celestes. Para ellas, la Cruz del Sur se representaba con 'el rastro o la huella del choike o ñandú', animal considerado sagrado. El antropólogo Roberto Lehmann-Nitsche, señala que en la Patagonia septentrional, hacia el Siglo XVIII, se imaginaba a la Vía Láctea como un campo de cacería de ñandúes, en el que estos eran perseguidos por cazadores, representados por estrellas, que les arrojaban sus boleadoras, simbolizadas por el puntero, y acumulaban sus cuerpos y plumones en das montículos, las Nubes de Magallanes. El ñandú tenía su hogar, 'la nidada del ñandú', en el asterismo también conocido como 'las siete cabritas', 'la gallina con los pollitos', o más oficialmente, 'las Pléyades'.
Otra leyenda de gran belleza vinculada a la mitología de los indios mocovies es relatada por Félix Molina-Tellez (ver recuadro). Julius Staal señala, sin embargo, que el ñandú mocoví no está totalmente fuera de peligro: según la leyenda, el puntero y varías estrellas cercanas representan dos perros amenazadores.