El fuerte Sancti Spiritus, el primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino

6323
El fuerte Sancti Spiritus, el primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino

Versión disponible en PDF.

¿Qué puede revelar la arqueología sobre el primer asentamiento de europeos en el actual territorio argentino?

En 1527 una expedición española comandada por Sebastián Gaboto (ca. 1484-1557), un marino y explorador veneciano al servicio del rey de España, piloto mayor de la Casa de Contratación –una entidad creada por los Reyes Católicos para promover y controlar el tráfico con el Nuevo Mundo– remontó el Paraná y arribó a la desembocadura del Carcarañá en el Coronda, donde estableció el primer asentamiento europeo en la cuenca del Plata. El destino original de la expedición cuando partió de Europa había sido las islas Molucas, hoy parte de Indonesia en el sudeste asiático, en las que la Corona estaba interesada por sus especias. Sin embargo, el capitán resolvió cambiar de objetivo, atraído por las perspectivas de encontrar metales preciosos en Sudamérica.

A lo largo del siglo XVI los restos del fuerte Sancti Spiritus constituyeron un punto de referencia para los navegantes europeos que remontaban el río Paraná. Su ubicación se continuó señalando en la cartografía aun después de desaparecido, como se advierte en este mapa publicado por Ulrico Schmidel en 1567.
A lo largo del siglo XVI los restos del fuerte Sancti Spiritus constituyeron un punto de referencia para los navegantes europeos que remontaban el río Paraná. Su ubicación se continuó señalando en la cartografía aun después de desaparecido, como se advierte en este mapa publicado por Ulrico Schmidel en 1567.

El asentamiento se llamó Sancti Spiritus y perduró poco menos de tres años, hasta 1529. Ese breve período estuvo signado por desconfianzas, ambiciones y traiciones, y culminó con un ataque de las poblaciones indígenas en el que perecieron, se presume, unos treinta españoles, la mitad de los integrantes de la guarnición comandada por el capitán Gregorio Caro. El fuerte quedó destruido y se perdieron las mercaderías de la Corona y de los armadores. Los sobrevivientes fueron rescatados y, con el resto de la expedición, regresaron a España, y fueron juzgados en Sevilla. Gaboto resultó a condenado a cuatro años de destierro en Orán, pero el rey lo absolvió al año y retomó su antiguo cargo de piloto mayor. La documentación de esos procesos judiciales, que se conserva en el Archivo de Indias, sirvió para conocer la historia de Sancti Spiritus y fue en gran parte transcripta por el historiador chileno José Toribio Medina en una obra publicada en 1908 y citada al final entre las lecturas sugeridas.

Con el tiempo se borró todo rastro del asentamiento. Durante el siglo XIX y principalmente en el XX, ciertos investigadores, como Félix de Azara, Ramón Lassaga, Estanislao Zeballos, Félix Outes, Alberto Rex González y Agustín Zapata Gollán, así como un equipo de la Dirección Nacional de Antropología dirigido por Rita Ceballos, intentaron dar con la localización del fuerte, sobre la base de documentación y de cartografía histórica. Solo en 2006, un grupo de arqueólogos que integraron los autores de esta nota logró ubicar sus restos bajo tierra, en la localidad de puerto Gaboto, lo que permitió aplicar las técnicas arqueológicas para estudiar el inicio del proceso de conquista y colonización europea de esa región de América.

El contexto histórico del viaje de Gaboto

Hacia el final del siglo XV se estableció una competencia entre los reinos de España y Portugal por la posesión de las tierras de América. El tratado de Tordesillas, de 1494, celebrado por ambos países para fijar las áreas asignadas a cada uno de ellos, no resolvió la cuestión de modo definitivo porque se carecía de conocimientos precisos sobre la geografía del planeta. Como parte de los esfuerzos de la Corona española por explotar nuevos territorios, Carlos V puso a Sebastián Gaboto al mando de una expedición formada por cuatro naves y un total de unos doscientos hombres que tenía como objetivo las distantes Molucas, que se alcanzarían navegando hacia el oeste, por la ruta que habían seguido Magallanes y Elcano en 1519-1522. Se esperaba que Gaboto repitiera el éxito económico de la Victoria, la única nave de la expedición anterior que retornó a España y trajo un importante cargamento de clavo de olor.

Fotografía aérea del actual puerto Gaboto, situado a unos 50km al norte de Rosario, sobre el río Coronda (abajo y a la izquierda), en el lugar en que este recibe las aguas del Carcarañá (cauce angosto que llega desde la derecha). Hacia el fondo de la imagen, que fue tomada mirando aproximadamente al sur y a unos 7km aguas abajo de la confluencia, el Coronda desemboca en el Paraná.
Fotografía aérea del actual puerto Gaboto, situado a unos 50km al norte de Rosario, sobre el río Coronda (abajo y a la izquierda), en el lugar en que este recibe las aguas del Carcarañá (cauce angosto que llega desde la derecha). Hacia el fondo de la imagen, que fue tomada mirando aproximadamente al sur y a unos 7km aguas abajo de la confluencia, el Coronda desemboca en el Paraná.

Gaboto partió de Sanlúcar de Barrameda, cruzó el Atlántico y el ecuador, y al llegar al norte del actual Brasil resolvió modificar su destino y emprender la búsqueda de metales en América, a pesar de los compromisos contraídos con la Corona y con los armadores que habían financiado su viaje. Así, siguió rumbo al sur y se internó en el estuario del Plata, oficialmente descubierto por Juan Díaz de Solís en 1516, si bien ya lo habían visitado por lo menos un par de expediciones portuguesas.

Allí los navegantes se separaron en dos grupos. Las naves más pequeñas, denominadas bergantines, remontaron el Paraná comandadas por Gaboto, con la mayor parte de la expedición, y establecieron el fuerte de Sancti Spiritus, en el que levantaron unas veinte casas, como base desde la cual organizar y emprender expediciones en busca de la riqueza en metales preciosos supuestamente existente en interior del continente. Las dos naves mayores, más aptas por su tamaño y calado para la navegación marítima que fluvial, quedaron bajo el mando de Antón de Grajeda. Con treinta hombres, este se estableció en un sitio abrigado, en la desembocadura del río San Salvador en el Uruguay, y permaneció allí hasta que, tras la destrucción de Sancti Spiritus, la expedición regresó a España.

La excavación arqueológica del fuerte Sancti Spiritus.
La excavación arqueológica del fuerte Sancti Spiritus.

Al llegar a estas tierras, los europeos encontraron poblaciones que las habitaban y conformaban una compleja trama de grupos étnicos diferentes, con formas muy diversas de vida y organización social, en pugna por el territorio y el poder. Su distancia cultural con los europeos era enorme y, entre otras consecuencias, llevó a que estos los subestimaran en reiteradas ocasiones. Se conoce una extensa carta escrita en 1528 por Luis Ramírez, un integrante de la expedición, en la que relató que existían muchas naciones indígenas, como querandíes, mbeguás, caracaráes, chanás, timbúes y mepenes, distribuidas por diversos sectores de las riberas del Paraná y las islas contiguas, todas enemigas de los guaraníes, que les disputaban las tierras y habían llegado a la región del Paraná inferior muy poco antes que los europeos.

La localización y el estudio del fuerte

Los restos del fuerte están en tierras llanas a orillas del río Coronda, en el lugar en que este recibe las aguas del Carcarañá a unos 7km de su desembocadura en el Paraná. Están a unos 50km a vuelo de pájaro del centro de Rosario y a unos 100km del centro de Santa Fe, y próximos a la autopista que vincula ambas ciudades.

Fragmentos de cerámica europea encontrados en el sitio. Análisis realizados en la Universidad de Barcelona permitieron determinar que proceden de Sevilla
Fragmentos de cerámica europea encontrados en el sitio. Análisis realizados en la Universidad de Barcelona permitieron determinar que proceden de Sevilla

Fueron descubiertos mediante prospecciones geofísicas y arqueológicas del ejido de la actual localidad de puerto Gaboto, que es donde las fuentes históricas documentales y cartográficas indicaban, aunque sin precisar el lugar exacto en que se había emplazado el fuerte. Luego de encontrar en varios sitios materiales indígenas, se hallaron los primeros indicios de presencia europea en forma de fragmentos de cerámica vidriada, mayólica y cuentas de vidrio. Después, por prospecciones geofísicas, se detectaron en el subsuelo trazas geométricas, rectangulares, circulares y lineales, sin duda producto de acciones humanas.

Los estudios geofísicos se realizan sin alterar el suelo, mediante diversas técnicas que revelan variaciones en determinadas propiedades físicas del subsuelo y ponen así de manifiesto la presencia de, por ejemplo, restos de construcciones. Las excavaciones en los lugares en que aparecieron dichas trazas dejaron al descubierto restos de un muro de tierra apisonada y un foso con objetos europeos de la época del fuerte Sancti Spiritus, con lo que la ubicación de este quedó confirmada.

Dados de hueso. En las actuaciones administrativas realizadas en España sobre las responsabilidades por la destrucción del fuerte, se consideró la posibilidad de que el juego hubiese distraído a la guarnición y llevado al incumplimiento de normas de seguridad.
Dados de hueso. En las actuaciones administrativas realizadas en España sobre las responsabilidades por la destrucción del fuerte, se consideró la posibilidad de que el juego hubiese distraído a la guarnición y llevado al incumplimiento de normas de seguridad.

La identificación del sitio y la obtención de evidencias suficientes para confirmar que se había localizado, efectivamente, el fuerte Sancti Spiritus, se extendió entre 2006 y 2009. Después se presentó la necesidad de encarar la excavación en gran escala del asentamiento. Ello llevó a conformar un equipo de trabajo que sumó a los arqueólogos locales los pertenecientes al Grupo de Investigación en Patrimonio Construido de la Universidad del País Vasco.

El método de trabajo adoptado por el equipo a partir de 2010 consistió en excavar en extensión. Al presente se llevan excavados unos 500 metros cuadrados. Las excavaciones revelan la historia de un sitio en forma inversa a su formación, pues los restos más recientes están más cerca de la superficie, pero finalmente se obtiene la secuencia temporal de las actividades humanas y naturales que se sucedieron en el lugar.

La secuencia de ocupación del sitio

Después de seis años de trabajos arqueológicos en parte de la superficie que ocupaba el fuerte, los investigadores lograron identificar cuatro fases de ocupación.

Fase 1. El asentamiento originario (antes de 1527)

Se trata de los restos de un poblado indígena anterior a la llegada de los europeos. Una datación radiocarbónica realizada con los restos de un poste quemado indicó una fecha entre los años 1405 y 1455 de nuestra era, es decir, por lo menos un siglo antes de que Gaboto estableciera el fuerte. Se encontraron agujeros de postes y pozos de viviendas de madera (se registraron más de 350 huellas de agujeros). De la continua reparación y reposición de esos postes se puede deducir que hubo sucesivas ocupaciones a lo largo del tiempo. Los artefactos de cerámica asociados con esas ocupaciones corresponden a una alfarería conocida como Goya-Malabrigo, propia de las poblaciones que habitaban los ambientes fluviales del Paraná en el momento de la llegada de los españoles, y que en las crónicas aparecen mencionados como chanás, timbúes y caracaráes, entre otros.

Fase 2. El asentamiento europeo (1527-1529)

El lugar para el emplazamiento del fuerte Sancti Spiritus presenta un conjunto de características favorables, ya que se trataba de un área elevada y estable de la planicie pampeana, no inundable, que permitía controlar la zona circundante con facilidad. Ubicado sobre un río, el emplazamiento era accesible por agua y quedaba así comunicado con amplias regiones. La exploración del territorio hacia el oeste debía hacerse por tierra, por la dificultad de navegar el Carcarañá, pero hacia el norte se podía remontar el Paraná y seguir por el Paraguay. Esas condiciones habían sido reconocidas desde mucho tiempo antes por las poblaciones precolombinas.

 Fragmentos de cerámica indígena encontrados en el sitio.
Fragmentos de cerámica indígena encontrados en el sitio.

Se encontraron restos de la fortaleza mandada construir por Gaboto, aunque aún no se hallaron evidencias de las casas de paja que habitaron los españoles, documentadas en crónicas de la época, según lo dio a conocer el mencionado Medina: ...vista la entrada que se quería hacer por la tierra, fue acordado que era bien que primero se hiciese una fortaleza de tapias en que quedase segura la hacienda de Su Majestad é armadores é de particulares, que en aquella sazón se hallaba en el dicho pueblo de Sancti Spíritus porque no quedaba segura en las casas, por ser de paja... (tomo II, p. 106).

El asentamiento español se construyó en el mismo lugar donde estaba situado el indígena. Los restos del fuerte descubiertos en las excavaciones están conformados por zanjas para construir los muros, la parte inferior de los muros este y oeste construidos en tapia (o tierra apisonada) y el foso de protección de ambos muros.

En cuanto a la forma y el tamaño del fuerte, los documentos que nos han llegado no proporcionan información precisa; tampoco hay planos que lo representen. Solo sabemos, según la recopilación de Medina, que poseía dos baluartes, uno de ellos ubicado hacia el lado del Carcarañá (ambos estaban artillados con versos y lombardas). El fuerte estaba techado con madera y paja. Existía en el interior de la construcción un cuarto o cubo que funcionaba como depósito de alimentos y la carga, y una habitación o cámara del Capitán General. Las excavaciones arqueológicas de una superficie de 500m2 permitieron reconocer algunas de las estructuras del asentamiento y establecer que la fortaleza era rectangular, orientada en el sentido norte-sur, con un largo de por lo menos 47m y un ancho de 10m.

Fase 3. Destrucción del fuerte

La documentación histórica indica que después de cerca de 31 meses de estar en la zona, en 1529 el fuerte Sancti Spiritus fue atacado y destruido por indígenas. El registro arqueológico no es tan claro en esto, ya que no proporcionó constancias de destrucción masiva sino un potente relleno que sella la estratificación previa. Según parece, la destrucción del asentamiento no fue total: subsistió uno de los baluartes de la fortaleza y se convirtió en un hito para los navegantes que remontaban el río en años posteriores.

Fase 4. Reocupación del sitio

Destruido el fuerte español, el área fue nuevamente ocupada por las poblaciones locales, si bien todo hace indicar que de forma esporádica. Prueba de ello es la presencia de una inhumación indígena y de los restos de un gran fuego temporal.

Evidencias de la interacción entre españoles e indígenas

Los materiales arqueológicos hallados son variados y denotan un intenso intercambio entre las comunidades precolombinas y los europeos. Muchos de los objetos utilizados en el lapso de ocupación española, que formaron parte de lo que transportaba una expedición marítima de principios del siglo XVI, fueron hallados en el fondo del foso del fuerte. Se trata por lo general de fragmentos de utensilios de uso cotidiano, como cuencos, vasijas o platos de mayólica; botijas o recipientes para el transporte de alimentos; más de mil cuentas de vidrio, traídas como moneda de cambio para comerciar con la población local. Esas cuentas son de diferente tipo: de forma estrellada con siete capas de vidrios de colores, tubulares con tres capas de vidrios coloreados, esféricas, etcétera. También se recuperaron clavos de metal de sección cuadrada, utilizados probablemente para la reparación de las naves y para la construcción del fuerte, una llave, una hebilla, cascabeles (fuesen adornos, amuletos o moneda de cambio), fragmentos de cadenas y más de cincuenta pequeños dados tallados en hueso, una cantidad que llama la atención dado que el juego estaba prohibido por la Corona.

Los objetos de origen local encontrados son mayormente fragmentos cerámicos de platos, cuencos y vasijas de diferentes formas, tamaños y decoraciones. Fueron comparados con otros de áreas circundantes provenientes de diversas investigaciones, con el resultado de que se hallaron similitudes en cuanto a la composición de la pasta de arcilla, la forma de elaboración (disposición superpuesta de bandas enrolladas), terminaciones superficiales, cocción en fogones a cielo abierto y variedad de estilos decorativos. En el foso del fuerte se encontró cerámica de manufactura indígena tanto del mencionado tipo Goya-Malabrigo como guaraní.

El examen de la documentación escrita revela un panorama sumamente intrincado en cuanto a la identificación de los grupos étnicos que interactuaron con los europeos. Lo hicieron no solo intercambiando bienes materiales, sino también en el plano de las ideas, creencias, costumbres. La relación que comenzó a establecerse con el fuerte Sancti Spiritus se desplegó en las décadas y siglos siguientes con facetas de solidaridad, rivalidad, posicionamiento social, negociación política, despliegue de poder, dominación, sumisión y otras. La historia de la cultura material que ayuda a reconstruir las excavaciones puede proporcionar indicadores de los cambios de modo de vida de las culturas indígenas y de los experimentados por los españoles que permanecieron en América y sus descendientes.

Relevancia y significado del sitio

Si bien Sancti Spiritus tuvo una duración efímera, la información obtenida por sus pobladores en sus exploraciones a lo largo del Paraná dio lugar a que nuevas expediciones, como la de Pedro de Mendoza en 1536, volvieran a instalar asentamientos con claras intenciones de conquista, como los de Buenos Aires (1536), Corpus Christi y Buena Esperanza (1536), igualmente destruidos y abandonados. En cambio Asunción (1537) perduró.

La investigación arqueológica del fuerte Sancti Spiritus (2006-2014) es impulsada por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe. El equipo de investigación está integrado por Fabián Letieri, Gabriel Cocco, Guillermo Frittegotto y María Eugenia Astiz. Desde 2010 participa el Grupo de Investigación en Patrimonio Construido de la Universidad del País Vasco, con financiación del Ministerio de Cultura de España. El equipo español está integrado por los arqueólogos Agustin Azkarate Garai-Olaun, Sergio Escribano Ruiz, Iban Sánchez Pinto y la arquitecta Verónica Benedet.

Lecturas Sugeridas

ASTIZ ME y TOMÉ A, 1987, ‘Localización y descripción de Sancti Spiritus (1527-1529)’, Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología, 12, Buenos Aires.

COCCO G, LETIERI F y FRITTEGOTTO G, 2011, ‘El descubrimiento y estudio del fuerte Sancti Spiritus’, América, 20: 69-85, Centro de Estudios Hispanoamericanos, Santa Fe.

FRITTEGOTTO G , et al., 2013, Descubriendo el fuerte Sancti Spiritus, Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires.

MEDINA JT, 1908, El veneciano Sebastián Caboto. Al servicio de España y especialmente de su proyectado viaje a las Molucas por el estrecho de Magallanes y al reconocimiento de la costa del continente hasta la gobernación de Pedrarias Dávila, Imprenta y encuadernación Universitaria, Santiago de Chile.

POLITIS G, BONOMO M y DI PRADO V, ‘Ceramistas de la ribera. Los antiguos pobladores del delta del Paraná’, Ciencia Hoy, 23, 133: 31-37.

Mariano Martinez

Fabián Letieri

Licenciado en antropología, Universidad Nacional de Rosario.
Jefe del departamento de arqueología, Museo Histórico Provincial de Rosario.
fletieri@santafe.gob.ar
Gabriel Cocco

Gabriel Cocco

Licenciado en antropología, UNR.
Responsable del área de arqueología, departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales del gobierno de Santa Fe.
gabrielcocco@gmail.com
Guillermo Frittegotto

Guillermo Frittegotto

Licenciado en antropología, UNR.
Docente de Antropología y Métodos de Investigación en la Universidad Abierta Interamericana.
guillefri@yahoo.com.ar
Iban Sánchez Pinto

Iban Sánchez Pinto

Licenciado en historia, Universidad del País Vasco.
Investigador del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido, Universidad del País Vasco
iban.sanchez@ehu.es